Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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¿Amenizaría El Pequeño Nicolás ‘las quimio’ de un niño?

Soy de las que piensan que son los libros los que buscan a sus lectores, y no a la inversa. Sí, queridos, y aunque la Providencia Librera se valga de mil y un ardides para hacernos pensar lo contrario mi bibliofilia congénita no me permite creer otra cosa.

De ahí que, como librera de profesión, mi tarea sea la de conectar libro-lector en el momento adecuado.

Pero hay veces que no es fácil porque, como en la vida, en reginaexlibrislandia hay retos y retos… y el de hace un rato me ha sobrecogido, y el temor a no haber acertado cae ahora sobre mi ánimo librero como una masa gelatinosa de la que no logro desprenderme.

Veréis, la cosa ha sido así: estaba yo correteando de un lado a otro con mis cajitas cuando una chica de unos treinta años irrumppía en mis confines reginos.

 

– Clienta: Oye, perdona…- Regina: ¿Sí? ¡Díme!

– C.: Verás, busco un libro para un niño de once años

– R.: Muy bien, ¿y le gusta leer o es remolón?

– C.: Pues antes le encantaba, pero ahora lleva un año que no.

– R.: Mmmm. La clave está en uno que tenga un protagonista con el que se sienta identificado…

– C.: Ya, pero es que su circunstancia es especial..

– R.: ¿Y eso?

– C.: ¿Qué libro amenizaría las quimio de un niño?

– R.: Vaya…

– C.: Claro, ahora le toca una temporadita intensa en el hospital y con un libro se le haría más llevadero, ¿sabes?

– R.: No sé, según me lo has dicho me ha venido a la cabeza El Pequeño Nicolás… Es un clásico, es divertido, y el protagonista tiene más o menos su edad. Pero, sobre todo, porque lo que va a leer es el punto de vista del pequeño tunante: cómo ve a sus padres, los castigos, sus travesuras… Aunque si te parece, no sé, frívolo, miramos otra cosa…

– C.: ¿Sabes? No, me parece que sí me lo llevo… ¡es que, además, mi niño se llama Nicolás!

 

Y se llevó cuatro de los libros de la colección de El Pequeño Nicolás que, justo ahora, cumple medio siglo deleitando a unas cuantas generaciones europeas.

No sé, mi intuición bibliófilo-librera habló por mi quizá sin pensarlo demasiado…

Y aunque lo cierto es que creo que ahora le haría la misma sugerencia lectora para su Nicolás, espero que el pequeño tunante galo logre hacer más llevadero el calvario clínico del niño.

Espero volver a ver a la mujer o, mejor aún, al propio Nico, y que me cuénten qué tal…

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿cómo veis la sugerencia? ¿Qué habríais recomendado vosotros? ¿Leísteis a Nicolás?

Día del Libro-L’Oreal: ‘Hoy me los regalo a mí porque yo lo valgo’

Ay, queridos, una cosa es vivir en nuestro apacible 23 de abril perpetuo y otra sobrevivir a las 24 horas en las que, como el pasado miércoles, los calendarios regino y gregoriano se solapan y, ¡zas! una gloriosa marabunta entró y salió continuamente de nuestros confines en busca de libros.

Fue maravilloso, pero durísimo. Un goteo permanente, una ininterrumpida sucesión de peticiones, recomendaciones, averiguaciones, demandas y gloriosas excentricidades por las que doy gracias a todos los dioses del olimpo librero y que en reginaexlibrislandia sobrellevamos con dignidad y todo el oficio que cabe en nuestros cuerpecillos.

Eso sí, fue pasar la medianoche del Día del Libro en el calendario de afuera y lo que quedaba de nosotros, pobres libreros, era penoso. Parecíamos sacados del Thriller de Michael Jackson: una panda de zombies desastrados caminando a trompicones y balbuciendo palabras inconexas de puro agotamiento.

Reseca me quedé yo, queridos, y con el pelucón pegado al cráneo, frito y deslucido, como el de Michael.

Como hoy aún estoy lejos de ser la que fui y hasta que tenga datos fiables de la jornada de momento me limito a dejar constancia de lo que llegué a asimilar:

– La mayoría de mi adorada carne de reginaexlibrislandia entró en busca de libros para regalarse, no para regalar. Así que lo he rebautizado como el Día del Libro-Loreal: porque yo lo valgo.- El 10% de descuento sobre el PVP hizo que, en general, vendiéramos más ejemplares en tapa dura que en ediciones de bolsillo. Incluso clientes que siempre van directos al formato económico hicieron una excepción y la edición rústica fue la ‘reina por un día’.

Ruíz Zafón también arrasó en reginaexlibrislandia: su El juego del Ángel y, ésa si, la edición de bolsillo de La Sombra del Viento volaron de mis confines a velocidad de crucero.

– Junto a él El Asombroso viaje de Pomponio Flato de Mendoza; Un Día de Cólera de Reverte; El niño con el Pijama de Rayas; El Secreto; El economista camuflado, Harry Potter, La otra Bolena de Philippa Gregory, La Carretera de Cormac McCarthy, Saber perder, de David Trueba y Seda, de Baricco.

– Para nuestra satisfacción y regocijo nos quedamos sin existencias de las aventuras de El Pequeño Nicolás de quien, como sabéis, soy devota.

Mafalda, de Quino; Persépolis y Mauhaus también fueron las favoritas en cómic y novelas gráficas.

. Stefan Zweig que, os recuerdo, es el santo patrón de reginaexlibrislandia, también estuvo de fiesta, especialmente sus Venticuatro horas en la vida de una mujer y Carta de una desconocida.

– En cuanto al bolsillo, El Diario de Ana Frank se llevó la palma: tenía quince ejemplares, me quedé a cero. También la relativamente recién editada El mundo según Garp de Irving y Sputnick mi amor de Murakami en Maxi Tusquets parecían quemar en mis manos.

De momento eso es todo, queridos. Pero ahora os toca a vosotros (Quid pro quo). ¿Qué libros regalásteis y cuáles os regalaron? ¿Fuisteis de saffari librero?

De risas Con El Pequeño Nicolás…

Hay días en que amanezco milenaria, como si alguien me hubiera cardado el pelucón con una laca que condensara todos los pecados y dolencias espirituales de la humanidad.

Su peso es tal que literalmente me va aplastando, y a eso de media mañana deambulo por reginaexlibrislandia como un alma en pena, todo pelambrera y dos piececitos sobresaliendo tímidamente por debajo como cabezas de tortuga.

Mis movimientos se ralentizan y me cuesta un imperio realizar la más sencilla de las tareas.

Así estaba yo hoy, tratando de decidir cómo cauterizarme la melancolía y desembotarme los sentidos, si con café intravenoso o una tortilla de aspirinas, cuando opté por aliviarme con una prescripción librera de las mías: ¡Ojo! Con el pequeño Nicolás, la primera de una serie de aventuras inéditas del pequeño tunante galo creado por ese tándem inmenso del humor francés: René Goscinny y Jean-Jaques Sempé.

Hacía días que me llegó el pedido a reginaexlibrislandia, pero no me había parado a ojearlo.

Regina, me dije, deja que Nicolás te levante el día.

Y así lo hice. Me atrincheré en mi mesa y me olvidé del mundo… Nicolás me hablaba y oía gritar a Clotario, soltar mamporros a Eudes, zampar sin tregua a Alcestes. Correteaba con ellos por el patio del colegio huyendo de El Caldo cuando una voz me devolvió a la librería:

– Cliente: Disculpe, llevo un rato observándola…

– Regina: Uy, perdone, ¿puedo ayudarle?

– C.: No, es que veo que no para de reír y me preguntaba qué es lo que está leyendo.

– R.: Pues Una aventura de El Pequeño Nicolás, no sé si lo conoce

– C.: Pero, ¿eso no es para críos?

– R.: Bueno, depende. Yo siempre lo recomiendo para peques, pero también creo que es para todos… es un cocktail explosivo de humor, ternura y travesuras absolutamente delicioso. Yo los leía de pequeña y, ya ve, de vez en cuando vuelvo a ellos. Este en concreto lo acaban de editar en españa.

(El caballero desliza su mirada de mi cara al libro que tengo en las manos entre escéptico y curioso)

– C.: ¿Y realmente es tan gracioso?- R.: Imagino que no para todos, pero a mi me encanta. Léase algún capítulo y decida usted…

– C.: La verdad es que no tengo prisa, ¿me lo presta un segundo?

Al final se llevó ese y otros tres previos: El pequeño Nicolás; Las vacaciones del pequeño Nicolás y Los amiguetes del pequeño Nicolás. Mientras cogía su paquete me me dijo:

. Pero son para mis nietos, ¿sabe?

Aunque me guiñó un ojo antes de desaparecer…

Y a vosotros, queridos, ¿os gusta El pequeño Nicolás? ¿Qué leéis cuando os asalta la melancolía?

A la caza de niños-lectores

Os voy a mostrar algunos de los retos con los que me enfrento a diario en la librería (y en este blog, ¿verdad SRYA?), sobre todo ahora con la ¿maldita? Navidad y las traicioneras ‘listas de regalos‘, esas que los clientes ondean sobre sus cabezas justo antes de entrarme ¡al abordaje!:

Regina,el niño tiene 12 años, pero no lee demasiado…

Va a cumplir 12 y aunque es niña no quiere ni oír hablar de princesitas…

Tiene 12 años, es rumana y como lleva poco tiempo en España su edad no se corresponde con su nivel de castellano, al menos al leer… y yo no sé qué darle…

Mi nieto no lee ni a tiros, dice que es aburrido. Quiero algo diferente..

 

Reconozco que me agobiaba no acertar, no saber qué decir y, la verdad, me pesaba la responsabilidad de patinar y desinflar aún más el flácido globo del hábito lector de alguna criatura inocente.

Por eso una mañana me planté y me dije:

Regina, la empatía. Hazte el favor de meterte en la piel de los niños

Y como además de Regina soy polimórfica así lo hice. ¿El resultado? Lo que yo atesoro como mis ‘8 ases en la manga’, libros para lectores de más de 10 años para quienes ‘libro’ es sinónimo de ‘ladrillo’.

La experiencia me dice que son infalibles. ¿La prueba? Hicieron de varias generaciones de lectores devoradores de tinta impresa. Son:

El pequeño Nicolás, de René Gosciny e ilustrados genialmente por Sempé, son derroche de ingenio y magia. Se trata de una serie con cinco títulos. Es matemático: si acaban el primero llegan hasta el quinto.

El Pequeño Vampiro, de Angela Sommer-Bodenburg. Fue un bombazo en los noventa, y ha generado toda una colección de aventuras protagonizadas por pequeños tunantes con «colmillos de leche». Entrañable, divertido y con cierto tufillo a moho… Cuando Rüdiger y Anton entran en tu cuarto, los esperas cada noche. ¡Palabra de Regina!

De Roald Dahl recomendaría tres de sus títulos: Las brujas, Matilda y Charlie y la fábrica de chocolate.

Y en cuanto a españoles, más allá del Manolito Gafotas de Elvira Lindo, Juan Muñoz Martín nos ha regalado dos colecciones tan disparatadas como entrañables que están en SM-El Barco de Vapor Naranja: El pirata garrapata y Fray Perico y su borrico.

¿Lo mejor? Cuando pasados unos días regresa una señora loca de contenta a comprar otro ‘de los mismos’:

La niña está entusiasmada, su madre no da crédito, así que he decidido aprovechar ahora que está en vena…

Y te da las gracias y se va. Y, entre ustedes y yo, es en ese momento cuando el globo-hábito lector de la criatura no es lo único que se ha hinchado… ¡Mi moral-librera parece un zepeling!