Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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¿Tienes el de Diario de una ninfómana?

Tenía un ejemplar en reginaexlibrislandia, pero ya no. Apenas 48 horas después de que saltara a los medios la polémica sobre el cartel de la película Diario de una ninfómana, censurado en Madrid y por la COPE, el libro homónimo en el que se basa, publicado en 2003 por Valerie Tasso, ya es el oscuro objeto de deseo bibliófilo de algunos clientes-lectores. De cuatro, para ser exacta.

El único que tenía en tienda fue para la más rauda, una chica con un pie en la treintena, que irrumpió en mis confines a primera hora del jueves con un recorte de prensa en la mano.

Lo agitó ante mis ojos y me dijo:

– Clienta: Estooo… hola- Regina: ¡Hola, buenas tardes!

– C.: ¿Tienes este libro, el de la peli?

– R.: ¿Diario de una ninfómana?

– C.: Sí, ese. ¿Lo tienes?

– R.: Uy, creo que alguno había. Dame un segundo… ¡Si, aquí está!

– C.: ¡Perfecto!¿Tienes alguno más?

– R.: No, ese es el único. De Valerie Tasso me quedan de Paris la nuit y El otro lado del sexo, pero de Diario de una Ninfómana te llevas el que hay.

– C.: ¿Recibirás más?

– R.: Visto lo visto, seguro que sí.

– C.: OK, pues ya me pasaré. ¡Adiós y gracias!

Y se fue, y a mi me faltó tiempo para pedirle unos cuantos a Random House. Por cierto que, al hacerlo, descubrí que ya está en el horno una nueva edición con la portada-reflejo del cartel de la película, en lugar de mantener la cubierta original, que es la que os he puesto ahí arriba.

Mientras solicitaba mi remesa, me preguntaba con una media sonrisa dibujada en la cara cuántos libreros estarían haciendo lo mismo que yo: un pedido urgente de Diario de una Ninfómana. Después de todo, también los del gremio somos gloriosamente previsibles.

Y a vosotros, queridos, el bombazo por el cartelito ¿os ha picado la curiosidad por el libro? ¿Habéis leído algo de la muy mediática Valerie Tasso? ¿La conocíais?

 

¿Lees libros de Foster Wallace sólo porque ha muerto?

A veces resulta odioso tener razón en algo. Veréis, hace dos o tres semanas uno de mis libreros me preguntaba sobre mi fórmula magistral para tener bien abastecidas las baldas de reginaexlibrislandia, y yo, naturalmente, le respondí:

– Regina: Verás, lo primero es hacerte con el fondo, que viene a ser como el alma de tu librería. Ahí es donde tendrás que volcarte y jamás olvidar que lo que manejas es un ente vivo, y que,como tal, necesita continuas atenciones. El resto es sencillo: no desesperar ante los tsunamis de novedades que escupe semanalmente la maquinaria editorial y seleccionar sólo aquello que intuyes que tus clientes esperan encontrar cuando se adentran en nuestros confines.- Librero 2: Pero, Regina, ¡que no somos videntes ni frotamos bolas de cristal!

– R.: Ay, obviamente ni somos videntes ni tenemos bolas de cristal sobre el tapete, querido, pero tenemos un soberbio par de globos oculares y la obligación librera de ser tremendamente observadores. Y, por supuesto, tenemos que estar al quite de cuanto publican los medios. Libro que aparece en prensa, radio, televisión y, como no, Internet, libro que vendrán a pedirte. ¡No falla!

– L.: Sí, la verdad es que sí que vienen pidiendo lo que sale en la prensa.

– R.: Y, por supuesto, si se otroga un premio literario o si algún autor muere o protagoniza un escándalo ten por seguro que sus libros se venderán.

– L.: Hombre, en lo de los premios no te quito la razón. Fue llevarse Margaret Atwood el Premio Príncipe de Asturias y empezar a vender sus libros a la velocidad de la luz. Pero lo de las muertes…

– R.: Que sí, hombre de poca fe, que sí, que no falla. Empieza a salir en los medios, la gente habla de él o de ella y ¡TA-CHAN! la maquinaria editorial se activa.

Ahí quedó la cosa aquel día porque echamos el cierre.

Pero cuando hoy he regresado a mis confines tras unos días de ausencia forzosa a Librero 2 al borde del colapso y con la venas de las sienes como morcillones de burgos:

– Librero 2: Ay, Regina, cuánta razón tenías- Regina: ¿De qué me hablas? ¿Ha pasado algo?

– L2.: Pues que la semana pasada se ahorcó David Foster Wallace y en tres días vendimos todo lo que teníamos de él: 3 ejemplares de Hablemos de langostas, otros 3 de Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer y uno de cada de La niña del pelo raro, Entrevistas breves con hombres repulsivos y Extinción. ¡Menos mal que los teníamos!

– R.: ¡Ah, si! Contaba con ello. Antes de irme pedí a Random House los títulos de David Foster Wallace que nos faltaban, porque ellos lo editan en tapa dura y en bolsillo con Mondadori y DeBolsillo. Y, por cierto, hay que seguir reponiéndolos porque el goteo no ha hecho nada más que empezar.

– L2: ¡Pero me parece tremendo!

Razón no le falta al muchacho. Es tremendo, pero es. De hecho entre vosotros hay quien lo ha buscado estos días y sin éxito en librerías… (¿verdad Drustanus Execratum, querido?)

Aunque si focalizo todo el positivismo que me cabe en el pelucón sobre la anécdota os diré que en este caso quienes realmente se benefician de la tragedia son los lectores que, por fin, se acercan a la literatura de uno de los enfants terribles más brillantes, demoledores y clarividentes de las letras norteamericanas contemporáneas.

Venenoso, tierno, brutal, profunfo, hilarante, desconcertantemente ingenioso, preciso en sus descripciones y con una especial fijación por estampar sobre el papel la vacuidad del American Way of Life, Foster Wallas deja en sus novelas, relatos y ensayos una lección magistral de aquel genero de ‘no ficción’ que inventaran Truman Capote, Tom Wolfe y Norman Mailer.

Para quienes aún no leísteis nada de David Foster Wallas va mi regia sugerencia: haceros con un ejemplar de Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.

Es una de esas pequeñas maravillas gloriosamente inesperadas que se devoran con avidez, y uno de esos títulos que recomiendas a tu mejor amigo lector. Sin duda, el amigo David fue coherente con su manera de entender la buena literatura:

«Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos, la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada».

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿conocíais los libros de Foster Wallace? ¿Os gustan? Quienes no habíais leído nada de él, ¿pensasteis en leerle tras enteraros de su suicidio? ¿Habéis descubierto alguna vez la obra de un escritor a raíz de su muerte?