Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
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¿Por qué debería leer sí o sí Frankenstein o el moderno Prometeo?

Para desazón de cualquier bibliófilo de pro, la criatura llamada Frankenstein que pulula por la imaginación popular tiene más del gigantón monstruoso del cine de la Universal que del personaje de Mary Shelley.

(La novia de Frankenstein, 1935 / Universal Pictures)

(La novia de Frankenstein, 1935 / Universal Pictures)

O, dicho de otro modo, por mucho que yo me pasee de vez en cuando por reginaexlibrislandia entre y torpe y vaporosa, ataviada con un vestido raído de tul gris, con el pelucón entalcado a ambos lados desde las sienes y almidonado en oblicuo como si me acabara de bajar de un aterrizaje forzoso en una avioneta sin casco, me asemejo a La novia de Frankenstein como un huevo a una castaña. A lo máximo que llego es a una versión cutre de la de Elsa Lanchester, totalmente desdibujada y sacada del contexto de su película original.

Pues eso, queridos, es lo que le pasa al pobre protagonista de la grandísima novela de Mary Shelley. Lo hicieron a retazos y llega al gran público también a retazos de versiones con los que cada cual se monta un personaje que poco tiene que ver con el ser real de la ficción original.

Y es que la de la Shelley es una más de esas novelas imprescindibles que son las grandes desleídas de las letras. La paradoja es que han trascendido tanto y se han versionado tantas veces que, pese a que en cada adaptación el original que las inspiró se va descomponiendo hasta llegar a ser irreconocible, siguen sin leerse, o se leen cada vez menos. Y es una pena, porque esa maravilla literaria entraña lecciones vitales a cada salto de línea, imbuidas del más puro romanticismo sin caer en la ñoñería gratuita.

Pero como yo ni muerta me resigno a que cualquiera que se adentre en reginaexlibrislandia deje escapar un novelón como éste, periódicamente me metamorfoseo en esa versión de andar por casa de La novia de Frankenstein y coloco en uno de los lugares más visibles de la librería una buena montonera de distintas ediciones (de bolsillo, tapa dura, ilustrada, adaptada por edades, etc) de Frankenstein o el Moderno Prometeo. Que por falta de visibilidad no sea. Y hoy estaba afanada en eso cuando uno de mis libreros va y me suelta:

Librero: Peeeeroooo…¿otra vez con Frankenstein, Regina?

Regina ExLibris: Sí, que ya tocaba.

Librero: ¿No crees que la gran mayoría la conocen y son capaces de pedirla si les apatece, sin necesidad de que se la metas por los ojos cada dos por tres?

Regina ExLibris: Pues mira, no. La gran mayoría no conocen al monstruo tanto como creen; no saben que la palabra Prometeo no está en el título al azar, y de hecho pocos conocen el título completo; ignoran que es una alegoría de la perversión científica y que al tiempo canaliza los temores de la maternidad que tenía Mary Shelley; tampoco tienen muy claro de qué género es, y puede que hasta desconozcan que hasta su origen es legendario.

Librero: Para, para, hija, que cuando te aceleras… A ver, lo del título te lo compro, pero ¿quién no conoce hoy a Frankenstein, mujer?

Frankenstein, Random House

Frankenstein, Random House

Regina ExLibris: ¿Lo ves? Es que Frankenstein, como tal no existe. El único Frankenstein que hay en la novela es Víctor Frankenstein, y el ser que él crea no tiene nombre más allá de “engendro”, “ser demoníaco” o “la criatura”. En cuanto a su apariencia Mary Shelley, inspirándose en el Satán de El Paraíso perdido de John Milton, esboza una criatura de más de dos metros de altura, con ojos vidriosos, piel cetrina y labios y cabello oscuros. Y lejos de ser un engendro violento e instintivo, aprende a leer, a hablar varias lenguas y reflexiona sobre la condición humana y sobre sí mismo, e incluso “adopta” el vegetarianismo que en vida abanderaba el matrimonio Shelley.

Librero: Mmm, ¿sin nombre, leído y vegetariano? Vale, punto para tí. ¿Y lo de la ciencia y la maternidad?

Regina ExLibris: Escrito durante las fases tempranas de la revolución industrial, el desprecio que muestra el Víctor Frankenstein por la naturaleza simboliza la arrogancia y el poder que desata el capitalismo y los avances tecnológicos, que erosionan la dignidad del ser humano. La rebelión de la criatura contra su creador es un mensaje del castigo derivado del uso irresponsable de la ciencia y la tecnología. Y en cuanto a la maternidad, cuando escribe el relato a Mary Shelley la maternidad le producía emociones encontradas (¿Y si mi hijo muere? ¿Y si muero? ¿Y si nace con malformación? ¿Y si no lo quiero? ¿Y si no me quiere? ¿Y si se vuelve contra mí?) y los canalizó en la actitud de Víctor ante su criatura. Aunque llegó a ser más explícita refiriéndose tanto a esta novela como al aborto que sufrió: “Creo que sólo soy capaz de producir hijos muertos…”

Librero: ¡Vaya tela, vaya tela! Venga, ok, esos son cosas profundas que tú sabes porque lees, analizas e investigas. Pero, ¿y lo del género? eso lo sabe todo el mundo, ¿no?

Regina ExLibris: Pues mira no, y yo tampoco lo tengo muy claro. ¿Es terror o es Fantasía-Ciencia Ficción? De hecho hace tiempo tuve un debate bibliófilo al respecto con un reginaexlibrislandiano. Yo lo tenía colocado en Terror, y el insistía en que la novela inauguró el género de la Ciencia Ficción…

Librero: No, si al final soy yo quien se va a llevar uno hoy. Porque, ejem, verás, es que yo tampoco me lo he leído. Y lo fui dejando justo por eso, porque di por sentado que las cosas eran como me imaginaba. Pero veo que no. Pues, nada, nada, sigue con tu campaña bibliofrankensteinadora. ¡Te ayudo!

Regina ExLibris: ¡Vale, IGOR, pues entonces traeme ejemplares de la de Mondadori y de la ilustrada de Nórdica! JAJAJAJAJA

Y ahí estuvimos un rato aquí la pseudo novia de Frankenstein e Igor-librero haciendo montoncitos por ediciones de la gran Frankenstein o el moderno prometeo. Porque sí o sí es un Clásico con mayúsculas que no debe relegarse al olvido.

NOTA DE REGINA EXLIBRIS:

Frankenstein, Nórdica

Frankenstein, Nórdica

En una noche de tormenta, los poetas Lord Byron, Polidori, Shelley y la esposa de éste se retaron a escribir una historia de terror antes del alba. Con 16 años, Mary Shelley gestó su Frankenstein o el moderno Prometeo, con el que dio forma a una de sus pesadillas más recurrentes, la de un ser monstruoso creado por el hombre con retazos de cadáveres. Con ella inauguraba el género de la Ciencia Ficción y alcanzaba una de las cimas del terror gótico-romántico, ahondaba en la rivalidad del hombre con Dios, planteaba cuestiones delicadas acerca del uso irresponsable de la ciencia y de la tecnología y del miedo a los distintos, y silueteaba a palabras una ya mítica criatura que, despojada del amor de su creador y rechazada por los hombres, se aísla y trata de dar sentido a su existencia y a su soledad llenando su doloroso vacío con poesía, lenguas y filosofía. Aunque se conozca la trama, merece una lectura. O dos.

 

Piratas de Somalia… ¡y de novela!

Uno de los síntomas de quienes padecemos bibliofilia congénita es la reconducción patológica y sistemática de cualquier tema al ámbito de la Literatura. Y en reginaexlibrislandia mis libreros y yo lo hacemos casi continuamente.

Por ejemplo, lo que empezó siendo un simple comentario sobre el Melody, el crucero italiano que este fin de semana repelió el ataque de unos piratas somalíes

 

 

… Pronto cambió de rumbo hasta un repaso por libros poblados por piratas, bucaneros y filibusteros.

Sí, queridos, esos carismáticos renegados con alma de tormenta, piel de salitre y alguna que otra gota de ron en vena. Esos que sin escrúpulos, patria ni más raíces que las velas y el ancla de su navío, surcaban las aguas a la caza del botín, tiñendo el azul marino de rojo escarlata y junto a los que vivimos cientos de aventuras entre líneas.

Románticos como Espronceda (La canción del Pirata) y Lord Byron (El Corsario) dedicaron poemas a estos feroces lobos de mar, y en prosa más de uno vendió su pluma a un corsario, real o ficticio. Defoe, Stevenson o Salgari son ejemplos de autores de novelas de piratas con patas de palo, garfios y mapas del tesoro que conquistaron a lectores de varias generaciones.

Aquí os dejo algunos de los títulos varados en los anaqueles de reginaexlibrislandia y os invito a que citéis vuestros preferidos para completar mi fondo-pirata…

¿Listos? ¡¡¡¡¡¡Al aaaaaaabordaaaajeeeeee!!!!!!

‘La isla del tesoro’. R. L. Stevenson. Jim Hawkins se embarca en La Española junto al capitán Smollet, Long John Silver y el resto de la tripulación, rumbo a la isla del tesoro. Emoción, salitre y alguna botella de ron.

‘El corsario negro’. Emilio Salgari. El noble Emilio de Roccanera se convierte en el Corsario Negro, un héroe solitario y feroz que surca el Caribe para vengar a su familia, pero también a su amor.

‘El relato de un corsario yanqui’. N. Hawthorne. Narra la vida de un corsario de la guerra de 1812 de EE UU contra Inglaterra, sus peripecias en el mar y en la prisión de Dartmoo.

‘Historias de piratas’. A. Conan Doyle. Fresco sobre las aventuras y peripecias de bucaneros, piratas y filibusteros que, con la calavera por bandera, se entregaban a rapiñas por todos los mares.

‘El cazador de piratas’. R. Zacks. El capitán Kidd, un mercenario al servicio de la Corona inglesa, capturaba a otros piratas y los obligaba a devolver sus botines.

‘El libro de los piratas’. Howard Pyle. Historias ilustradas de bucaneros que surcaban el Caribe hacia el Canal de las Bahamas en busca de los tesoros de los galeones españoles.

‘Los buscadores de tesoros’. W. Irving. Sanguinarias hazañas, amoríos y aventuras de carismáticos renegados con piel de salitre y viento en perpetua búsqueda de grandes tesoros.

‘La taza de oro’. John Steinbeck. Cuenta la vida del pirata Henry Morgan, que arrebató la isla Providencia (hoy Santa Catalina) a los españoles y emprendió la conquista de Panamá.

‘Historias de piratas’. Daniel Defoe. Un marino francés navega por el Índico y las costas africanas. Él y otros piratas toman Libertaria, donde crean su propia civilización con los botines de todos.

‘El halcón del mar’. Rafael Sabatini. Oliver Tressilian se convierte, a su pesar, en uno de los piratas más temidos y respetados del Mediterráneo tras sobreponerse a muchas penalidades.

Mujeres piratas’. G. V. Chamorro. Siempre hubo corsarias, auténticas lobas de mar cuyos nombres están escritos en letras de oro y escarlata en los anales de la piratería.

‘Bajo bandera negra’. David Cordingly. Centrándose en los siglos XVII y XVIII, la edad de oro de la piratería, el libro analiza cómo era la vida entre piratas, sus costumbres y sus tópicos.

‘El galeón de Manila’. M. Lozano Leyva. En 1755 un galeón español sale hacia Acapulco cargado de tesoros. Su tripulación se empleará a fondo para repeler el asedio pirata y proteger su botín.

‘Los tigres de Mompracem’. Emilio Salgari. Sandokán y su querida Lady Mariana se enfrentan a animales salvajes junto a Yáñez y J. Brooke y contra el despechado barón Willi.

‘El médico de los piratas’. Carmen Boullosa. En el siglo XVIII, el esclavo Smeeks, que sabe curar, se une a la Cofradía de los Hermanos de la Costa, piratas sanguinarios, pero generosos entre sí.

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿os gustan las novelas de piratas, bucaneros, corsarios y filibusteros? ¿Cuál es vuestra preferida?

Frankenstein: ¿terror o ciencia ficción?

Adoro estar en la librería. Creo que estar literalmente enterrada bajo cientos de libros tiene efectos terapéuticos en mi. Es como si en lugar de volúmenes polvorientos mis días transcurrieran entre mares de nubes que me acolchan el cuerpo y la mente frente a una realidad rugosa y afilada como un gotelé mal dado.

De otra forma no me entra en el pelucón que alguien tan irascible y asocial como yo encuentre fascinante todas las charlas que mantengo a diario con todo tipo de personas. La última de hoy ha sido regia, queridos. Quedaba muy poco para el cierre cuando una voz quebrada a ducados me arrancó del cuarto en el que gestiono las devoluciones:

¿Por qué demonios tiene usted Frankenstein en Terror?

La frase se materializó en una garra que me atenazó el hombro. Como intuía que algún demiurgo librero me iba a poner a prueba decidí que para no arriesgarme a perder los papeles mejor me metía de lleno en ellos. Así que sin perder tiempo en soltar la caja que aguantaba abrí la puerta de una patada y me materialicé frente a él a este lado de la densa cortina de polvo que yo misma había levantado. Aparecí con el gesto paralizado por la sorpresa y el pelucón alborotado y encanecido a franjas, como la mismísima novia de Frankenstein.

Él me miró de arriba abajo y volvió a la carga:

Él: Le preguntaba por qué tiene a Frankenstein colocado en Terror.

Regina: Bueno, es una novela entre gótica y romántica, por eso.

Él: Pues está usted equivocada, y mucho.

R.: Ah, ¿y dónde cree que debiera ir?

Él: Pues obviamente en ciencia ficción.

R.: Pero Frankenstein es un monstruo…

Él: Si, pero creado por un hombre, como un robot.

Esta vez su frase formó en el aire no una garra, sino una mano sólida que me asestó un bofetón con la palma, seco: ZAS. El impacto sobre mi cabeza desbarató mis esquemas mentales, porque llevaba algo de razón.

Y aunque no me cerré a su criterio, argumenté a mi favor las circunstancias en que Mary Shelley esbozó su Frankenstein o el moderno prometeo.

Imaginad una noche de tormenta en un palacete junto a un lago un día de junio de 1816. La propiedad era de Lord Byron, pero tenía como invitados a sus amigos más íntimos: el poeta Percy B. Shelley y su joven esposa Mary (de apenas 16 años) y el doctor Polidori.

Para dar esquinazo al aburrimiento leían relatos de fantasmas, hasta que Byron propuso un juego: ver quién era capaz de escribir la mejor historia sobrenatural antes del alba. La ganadora fue Mary Shelley, que poco después completó su novela.

Creo que para mi sigue siendo Terror, aunque también podría considerarse Frankenstein como precursor del género fantástico y de ciencia ficción, por lo que no sobraría en esa sección.

Al final decidí equilibrar las cosas y coloqué ejemplares de Frankenstein o el moderno prometeo en Terror y en Fantasía-Ciencia ficción. Y ya que estamos os recomiendo que la leais, a ser posible en una edición de Mondadori del 2006, que es una auténtica maravilla.

Y para vosotros, ¿qué es Frankenstein, terror o fantasía?