Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
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Bibliopatinas (y mucho) si no lees un novelón como Ivanhoe, de Walter Scott

Cualquier momento es bueno para disfrutar de la obra máxima de uno de los padres de la novela histórica: Ivanhoe, de sir Walter Scott.

Con múltiples adaptaciones a celuloide, televisión, teatro, animación e incluso a un musical, su trama de intrigas palaciegas, torneos medievales, traiciones, damas y caballeros es parte del imaginero popular. Peeero, aún así y por desgracia, es una más de esas novelas imprescindibles que son las grandes no leídas de las letras.

Para prueba mi conversación reginaexlibrislandiana de hace un par de días con un cliente asiduo de la librería:

Cliente: Regina, anda, recomiéndame algo bueno pero entretenido. Algo para disfruar, evadirme y disfrutar como un enano… que me voy una semanita y quiero desconectar.

Regina: ¿Te has leído Ivanhoe, de Walter Scott?

Cliente: ¿Ivanhoe? Pues no. Vi  varias veces la peli de los cincuenta con Liz Taylor. Muy entretenida con las cruzadas, los caballeros y demás.

Regina: Pues es un novelón y, más aún, pionera del género de novela histórica.

Cliente: Mmm, ¿y no será un poco, no sé, densa? ¿No me aburrirá?

Regina: ¿Aburrirte? ¡Querido, es todo un biblioplanazo!

Cliente: ¿Seguro?

Regina: Dímelo tú… ponte el calzón, la cota de malla, el yelmo y el escudo, hazte con tu espada y una maza, conviértete en el azote de los malditos normandos que han aprovechado que estabas de cruzado en Tierra santa para despojarte de todo, vence en un torneo al imbatible Caballero Negro, recupera tu buen nombre y tu herencia, asalta fortalezas y castillos, rescata damas en apuros, recupérate de tus heridas, haz prisioneros a esos traidores, deja que el mismísimo Robin Hood te saque de una mazmorra infecta, ayuda a destronar al usurpador Juan sin Tierra para devolver a Ricardo Corazón de león su legítima corona de Inglaterra… y todo eso en tiempo récord y mientras lidias, eso sí, con dos hermosas mujeres que se disputan tu amor, la judía Rebecca de York, a quien amas, y la aristócrata lady Rowena, colgada de vos. ¿Se puede pedir más para una tarde de asueto y desconexión?

Cliente: ¡Ja, ja, ja, ja! Hombre, claro, es que visto así, Regina… ¡pinta bien!

Al final se la llevó en la edición de Penguin Ramdon House, e iba cargadito de biblioentusiasmo,

Y seguro que no le decepcionará, porque la novela, trepidante de principio a fin, lo tiene todo para brindar una experiencia lectora absolutamente alucinante que no deberías dejar de lado.

Está ambientada en la convulsa Inglaterra medieval, donde, durante el reinado de Ricardo Corazón de León, el país bullía en una lucha continua entre los sajones subyugados y sus nuevos señores normandos, que ejercían su poder con demasiada alegría y muy poca cabeza, mientras exprimían a un pueblo cada vez más y más miserable.

Por ese escenario deambulaban caciques de medio pelo enriquecidos y ebrios de poder, caprichosas y altivas normandas, hermosas damas judías desposeídas de su abolengo y espoleadas por su origen.

También templarios, clérigos, usurpadores de sangre azul y turbias intenciones, consejeros ladinos, nobles déspotas, caballeros imbatibles en torneos a vida o muerte, y antihéroes de alta cuna emperrados, como Robin Hood, en reinstaurar el viejo orden en Inglaterra y acabar con las injusticias, los abusos y el hambre a flechazos.

Así que con el talento brutal de Walter Scott, en ese escenario y con semejantes personajes las luchas encarnizadas, los romances, las emboscadas, los desamores, las traiciones, los asedios a castillos y fortalezas, los torneos de caballeros, las estancias efímeras en húmedas mazmorras, los rescates de damas ultrajadas, las escaramuzas y las aventuras de pelaje múltiple están más que aseguradas a cada salto de línea.

¿Alguien da más en una novela?

Permitidme que lo dude… y mucho, queridos. Palabra de Regina exlibris.

Y para terminar os dejo un aperitivo de celuloide con el trailer de la legendaria adaptación homónima de 1952, con Robert Taylor y Elizabeth Taylor en las pieles de Ivanhoe y de Rebecca de York:

«¿Sabes qué autor le sugiere la librera al viejo en la película La librería

La Providencia Librera es gloriosamente imprevisible, querid@s, y más en reginaexlibrislandia.

(The Bookshop, 2016 / A Contracorriente Films)

(The Bookshop, 2016 / A Contracorriente Films)

De no ser así sería impensable presenciar pequeños milagros librescos como el que viví en mi librería poco antes de echar el cierre, cuando sin saber muy bien cómo se materializaron ante mí Penélope Fitzgerald y Ray Bradbury para bailar al son que tocó un reginaexlibrislandiano asiduo dando el compás con su bastón.

Y la que suscribe acabó, atónita, dando palmas con las orejas, con el pelucón desmadejado y una sonrisa entre radiante y bobalicona que me daba la vuelta a la cara.

La cosa fue así: estaba yo lamentándome por tener que orquestar la devolución de un título de fondo cuando mi reginaexlibrislandiano, de cuya presencia no me había percatado por tener la nariz literalmente metida en el ejemplar de la discordia, me devolvió a la realidad con un rotundo par de bastonazos en el suelo (Taq, taq).

Regina: Hola, caballero, ¿cómo va?

Cliente: Bien, bien… acabo de salir del cine, de ver la última de Isabel Coixet, la de La librería. ¿La has visto? Porque a ti te encantaría, Regina.

Regina: Sí, sí, ya la he visto. Una buenísima adaptación de La librería de la grandísima Penélope Fitzgerald. A ver, la Coixet se tomas sus licencias con respecto al original, pero lo cierto es que me gustó. La ambientación es impecable y borda a los personajes principales.

Cliente: ¡Fantástico! Entonces seguro que me puedes ayudar. ¿Recuerdas qué autor le descubre la librera al viejo ermitaño que vive entre libros y que tanto se parece a mi, enclaustrado y leyendo? ¡ja, ja, ja! Y no te hablo de Nabokov y su Lolita, sino de los otros…

Regina: ¡Jajajaja! Sí, hombre, sí. Tu alter ego en la película se llama Mr. Brundish, y lo de ese autor es una de las licencias que se tomó Coixet al adaptarla. Según ha comentado, es fanática de él y, como piensa que está infravalorado, es su particular homenaje a su obra.

Cliente: Mmm, eso lo explica todo. Porque yo leí la novela hace 7 u 8 años y no me sonaba nada de eso. De ahí mi desconcierto, Regina, aunque con la cabeza que tengo… Bueno, primero le envía un título, y luego él no hace más que pedirle otros nuevos del mismo autor.

(The Bookshop, 2016 / A Contracorriente Films)

(The Bookshop, 2016 / A Contracorriente Films)

Regina: Sí, así es

Cliente:¿Y bien? ¿Quién era? ¿Qué títulos le descubre? ¿Los tienes?

Regina: Pues nada más y nada menos que Ray Bradbury, uno de los pesos pesados de la Ciencia Ficción y artífice de una de las más grandes novelas distópicas. La primera que le envía es Fahrenheit 451, después Crónicas Marcianas y la que esperaban ambos es El vino del estío

Cliente: ¡Uy, sí! Ahora que lo mencionas recuerdo un fotograma con la cubierta del de los marcianos. Pero no soy yo mucho de ciencia ficción…

Regina: Te sorprenderás absolutamente enganchado a los libros y te sobrecogerá lo certeras que son las visiones y fantasías del Bradbury de los años cincuenta en el mundo de hoy, querido.

Tras charlar largo y tendido sobre Penélope Fitzgerald y sobre los tres títulos de Ray Bradbury, mi querido reginaexlibrislandiano se fue con ellos bajo el brazo y me dejó sobre el escritorio la promesa de volver a comentarlos cuando los termine (siempre lo hace).

Ahora, si os parece, repasemos esos títulos, que son de los que siempre pueblan las baldas de mi librería:

1. Fahrenheit 451. Ray Bradbury. Fahrenheit 451 es la temperatura a la que el papel se enciende y arde. También es la novela distópica por antonomasia (junto a 1984, de G. Orwell, y Un mundo feliz, de A. Huxley), que describe una civilización esclavizada por los medios, los tranquilizantes y el conformismo. En ella los libros están prohibidos y el trabajo de los bomberos como Guy Montag es quemarlos mientras las autoridades rastrean y eliminan a los disidentes que aún conservan y leen libros. La visión de Bradbury es brutalmente profética: pantallas de televisión que ocupan paredes con folletines interactivos; avenidas donde los coches corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a peatones; una población que no escucha otra cosa que una insípida corriente de música y noticias transmitidas por unos diminutos auriculares insertados en las orejas. Absolutamente sobrecogedor.

Fahrenheit 451

Fahrenheit 451

2. Crónicas marcianas. Ray Bradbury. Esta colección de relatos recoge la crónica de la colonización de Marte por una humanidad que huye de un mundo al borde de la destrucción. Los colonos llevan sus deseos más íntimos y el sueño de reproducir en el Planeta Rojo una civilización de perritos calientes, cómodos sofás y limonada en el porche al atardecer. Pero su equipaje incluye también los miedos ancestrales, que se traducen en odio a lo diferente, y las enfermedades que diezmarán a los marcianos.

Crónicas marcianas

Crónicas marcianas

3. El vino del estío. Ray Bradbury. En lugar de imaginar el futuro, Bradbury reconstruye su pasado en dos títulos sucesivos (El vino del estío y El verano del adiós). El primero es la crónica agridulce del verano de 1928 a través de los ojos y la voz de Douglas Spaulding, un muchacho de doce años en Green Town. Lo fantástico y lo cotidiano y lo tierno y lo abrupto aderezan de forma brillante esta deliciosa crónica de la infancia.

El vino del estío

El vino del estío

Y, dicho lo cual, repasamos esa maravilla bibliófila que es La Librería firmada por una de las grandes damas de las letras anglosajonas del SXX:

La librería. Penélope Fitzgerald. Impedimenta. Obra maestra de la entomología librera narra odisea de Florence, una viuda de guerra que quiere montar una librería en un pueblo costero de Sulfolk en 1959. Si con eso ya hay material para una buena historia, es en los matices donde reside la maestría de Fitzgerald. Porque Florece opta por una librería no solo por bibliofilia, sino porque su experiencia profesional fue en su juventud entre libros. Porque la aldea está aislada -su acceso por tierra es un infierno y la opción más directa es en una barca de remos- y en él no existe actividad comercial. Porque el local está infestado de ratas, de humedad y de poltergeist y, para remate, porque ese enclave es el elegido por la reina social local para su ateneo cultural, motivo por el que comanda una resistencia sutil y despiadada contra la librería. Así que Florence luchará con uñas, dientes, libros y su niña-ayudante para mantener a flote su negocio y resistir ante una presión vecinal que pasa de clama tensa a tormenta a punto de estallar cuando se plantea vender ejemplares de Lolita, de Nabokov.

La librería

La librería

 

  • Y vosotros, queridos, ¿leísteis alguno de esos títulos de Ray Bradbury? ¿Y La librería, de Penélope Fitzgerald? ¿Qué os pareció?
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