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Hazte un bibliofavor y lee ‘Chesil Beach’ de Ian McEwan antes de ver la peli

Primero fue el Verbo impreso, luego la película, o cualquier otra adaptación posible. Es el primer versículo del biblioevangelio reginaexlibrislandiano, y aunque en la librería nos consagramos al dogma librero, nuestro bibliodogmatismo se redobla si de lo que se trata es de un libro sublime.

Es el caso de Chesil beach, de Ian McEwan, editado en 2008 por Anagrama y sobre cuya calidad hay consenso entre los libreros de reginaexlibrislandia. Una novela emotiva, absorbente, equilibrada y de una sutileza y sencillez demoledoras, cuya adaptación a celuloide es un hecho y su estreno en España inminente.

Una reginaexlibrislandiana asidua y muy, pero que muy cinéfila es quien nos ha dado la noticia:

Clienta: Oye, Regina, ¿Qué tienes de Ian McEwan?

Regina: ¿De McEwan? Solar, Amsterdan, Expiación, Sábado, Operación Dulce, El placer del Viajero y Chesil Beach. ¿ah, sí! Y los relatos Primer amor, últimos ritos

Clienta: Mmm, vale, veamos… Empiezo por los relatos y algún otro, pero estoy entre Solar y Chesil Beach, ya sabes, por lo de la peli

Regina: ¿La peli? ¿Qué peli?

Clienta: El 29 de junio se estrena «En la playa de Chesil», de Dominic Cooke

Regina: ¿Ya? Alguien nos lo comentó, pero creí que el proyecto iba para largo

Clienta: Pues ya ves, y tiene muy buenas críticas por lo que he visto. Supongo que ayuda el hecho de que el guíon es de McEwan

Regina: Ah, pues sí, eso seguro. Mimará más al original, espero.

Clienta: entonces, ¿qué, Regina? ¿Solar o Chesil Beach? Porque a la verla ya te digo yo que voy directa en cuanto la estrenen

Regina: ¿Qué QUÉ te digo? Pues que te hagas un bibliofavor y leas ‘Chesil Beach’ antes de ver la peli. Es un pedazo de novelón, en serio. Un novelón.

Y abandonó mis confines reginaexlibrislandianos con sus ejemplares de Primer amor, últimos ritos y de Chesil beach, a ver qué le parecen.

Por mi parte me abalancé sobre el ordenador para reforzar mi arsenal de ejemplares de Chesil beach de Ian MacEwan en Anagrama por si se produce el ‘efecto bibliollamada’ cuando «En la playa de Chesil” esté en cartelera.

Y sinceramente espero que así sea, porque es tan buena que ojalá la versión de celuloide descubra la novela original a legiones de lectores despistados que no saben que desean leerla hasta que la tengan delante. Palabra de Regina ExLibris.

 NOTA DE REGINA EXLIBRIS:

Chesil Beach. Ian McEwan. Anagrama. En la Inglaterra de inicios de los años 60 el sexo era todo un tabú: ni se hablaba sobre él ni, por supuesto, se practicaba antes del matrimonio. Y esa represión será precisamente la bomba de relojería que lleven en su equipaje Edward y Florence en su viaje de novios a un hotelito modesto en Chesil Beach, donde la promesa de una luna de miel idílica les estallará en mil pedazos. El deseo insatisfecho de él y la mezcla de repulsión y culpa de ella por no ser capaz de entregarse a quien ‘supo esperar’ durante todo el noviazgo volatilizan su relación y revelan otras diferencias insalvables de la joven pareja. Ian McEwan disecciona, entre aséptico, irónico y tierno, la desventura de los enamorados mientras dibuja un glorioso retrato de los claroscuros de una época. Sencillamente maravillosa.

Entre tanto os dejo con el trailer de «En la playa de Chesil”. Después de verlo la verdad es que, para mi, la película apunta maneras… ya veremos:

Viva el ‘humor inglés’ de Anagrama

Tenía que ser Jorge Herralde, cuerpo y alma de la editorial Anagrama, quien impulsara una gloriosamente inesperada promoción bibliófila más de las que se incluyen en el programa de celebraciones del 40 aniversario del sello.

La cosa va así: al comprar dos títulos de Anagrama el cliente se lleva de regalo un ejemplar de ‘El mejor humor inglés’, que recoge fragmentos de 11 novelas de las lenguas y los ingenios más afilados, hilarantes y certeros de las letras de la Gran Bretaña.

Sí, queridos, sin duda una iniciativa a la medida de Reginaexlibrislandia, donde como firmes defensores de las propiedades terapéuticas del humor hecho letras, recibimos la iniciativa herraldiana a lo grande: con un lingotazo extra de café.

Tan contenta estaba yo con este oasis promocional en medio de la aridez estival sembrada de reediciones de los mismos títulos de siempre con cubiertas renovadas y en formato bolsillo –así, entre nosotros os diré que como vea otra reedición más de La sangre de los inocentes creo que me voy a poner a gritar– cuando la Providencia Librera arrojó a mis confines a una mujer que, parapetada al otro lado de un bolso descomunal, me soltó a media voz:

 

– Clienta: Buenas, ¿puede ayudarme?- Regina: Sí, claro, ¡usted dirá!

– C.: Verá, el humor inglés me gusta, y quisiera leer libros de humor inglés.

 

A ver, queridos, una petición tan singular a bocajarro no es fácil de encajar con gracia, y a veces el estupor me bloquea la neurona y retarda mi capacidad de reacción bibliófila.

En esos momentos me quedo en ‘modo regina automática», programada para no dejar de sonreír y para parpadear cada dos segundos, mientras de epidermis para adentro me entrego a una frenética actividad cerebral…

… Y en esas estaba, cuando ella prosiguió:

 

– C.: Me refiero a algo de un tal Barnes, o de Gudhose… y de alguno más que no recuerdo.

¡Plim! Campanilla cerebral a lo juego de pim-ball que me desactivó el automatismo y me retrotrajo a la realidad bajo mi regio pelucón. Ella misma me dió la clave:

 

– Regina: ¿Julian Barnes?- C.: Sí, ese.

– R.: ¿Y Wodhouse, quizás?

– C.: Sí, sí, me equivoqué. Y también un tal Jornby.

– R.: Mmm, ¿Hornby? ¿me permite una indiscreción?

– C.: Sí, dígame.

– R.: ¿Tiene usted un ejemplar de El mejor humor inglés, de Anagrama, que recoge fragmentos de británicos dados al humor?

– C.: Uy, si, ¿cómo lo sabe? En realidad se lo vi a un compañero de trabajo, me lo prestó a la hora de la comida y me hizo tanta gracia lo que leí que decidí comprarme los libros de donde sacaron esos textos. Es que, verá, con tanto problema y tanta crísis esa será una buena terapia de choque, ¿no cree?

– R.: Sin duda. Pues, mire, le enseño los títulos para que los vea:

 

 

Wilt no se aclara, de Sharpe; Relatos de los inesperado, de Roald Dahl; Con lo puesto, de A. Bennet; El loro de Flaubert, de Julian Barnes; Mar gruesa, de Martin Amis; Primer amor, últimos ritos, de Ian McEwan; Guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams, y Alta fidelidad, de Nick Hornby.

 

 

Ella se llevó ¡Pues vaya!, de P.D. Woodehouse, Merienda de negros, de Evelyn Waugh y, como no, su ejemplar de regalo de El mejor humor inglés no sin antes decirme:

 

«Mira qué bien, así ya sé los que me puedo seguir comprando. ¡Gracias!»

En ese momento fue en el que decidí montar una mesita veraniega dedicada al ‘Humor Inglés» con los títulos seleccionados por Herralde (gracias de antemano, caballero), con el ejemplar de regalo en medio.

Y vosotros, regianexlibrislandianos de pro, ¿vísteis en alguna librería la promoción de Anagrama? ¿Conocíais el volumen ‘El mejor humor inglés’? ¿Qué títulos de autores británicos editados o no por Anagrama me sugeriríais para mi mesa temática?

«¡Y yo sin Chesil Beach, de McEwan!»

Los mejores augurios bibliófilos parece que se cumplen y en estas ‘navidades sin blanca’ el libro ha sido uno de los regalos estrella, queridos. Al menos en reginaexlibrislandia.

A un par de horas del cierre de campaña es pronto para dar cifras y modelar análisis certeros, pero la caja registradora humea y mis libreros parecen sacados de un maratón de baile a lo ¿Acaso no matan a los caballos? de H. McCoy

En cuanto a mi… la sombra de María Callas interpretando Lucia di Lammermoor de Donizetti tenía más energía que yo, que me muevo por entre mis baldas como flotando pero, eso sí, con el ceño fruncido, el pelucón encrespado y los puños apretados.

Y es que el agotamiento existencial y librero sólo me deja ver lo que yo llamo mis ‘reginazos’ o, lo que es lo mismo: errores… de cálculo, de previsión, de lo que queráis, pero errores. Ajenos o propios, pero erroresssssssssss.

En estos momentos son cuatro de esos patinazos reginos los que me revientan los higadillos… cuatro títulos que mis reginaexlibrislancianos asiduos y ocasionales no han dejado de pedirme, de los que me quedé sin existencias antes de lo previsto y sin opción de hacerme con más, no ya por temas vacacionales en editoriales y distribuidoras, sino porque ‘ellos’ también patinaron calculando sus tiradas, y se quedaron cortos. Os hablo de:

Los hombres que no amaban a las mujeres, de S. Larsson.- Eclipse, de S. Meyer.

Tercer viaje al Reino de la Fantasía (Gerónimo Stilton)

Chesil Beach, de Ian McEwan

Y dicho lo cual aprovecho para recomendaros éste último, el de MacEwan, porque me pareció fabuloso y porque de los otros tres ya hemos hablado más de una vez:

La novela os clava en la Inglaterra de inicios de los 60 el sexo era todo un tabú: ni se hablaba sobre él ni por supuesto se practicaba antes del matrimonio. Y esa represión será precisamente la bomba de relojería que lleven en su equipaje Edward y Florence en su viaje de novios a un lugar llamado Chesil Beach, donde la promesa de una luna de miel idílica les estallará en mil pedazos. El deseo insatisfecho de él y la mezcla de repulsión y culpa de ella por no ser capaz de entregarse a quien ‘supo esperar’ durante el noviazgo volatilizan su relación y revelan otras diferencias insalvables de la pareja. Ian McEwan disecciona, entre aséptico, irónico y tierno, la desventura de la pareja mientras dibuja un glorioso retrato de los claroscuros de una época.

 

Y a vosotros, queridos, ¿hubo algún libro estas fiestas que quisisteis comprar y que os resultó más difícil de lo previsto porque os dijeran que estaba agotado? ¿Leísteis Chesil Beach? ¿Os gustó?