Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
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Échate unas risas leyendo Los papeles póstumos del Club Pickwick, de Dickens

Aunque Dickens es sinónimo de novelón decimonónico de denuncia social, su ironía y sentido de humor son proporcionales a su genio. Tal cual.

En mi caso no solo perdí la cuenta de las bibliocarcajadas que me he echado con el amigo Charles, sino y mejor aún, de las veces que he prescrito su lectura como biblioterapia de risas para cualquier reginaexlibrislandiano que se me pone a tiro. Y casi siempre con éxito.

Buena prueba del mejor humor charlesdickensiano es Los papeles póstumos del Club Pickwick.

En ella el colosal talento literario de Charles Dickens se materializa en su vertiente más lúcida, mordaz y divertida para contar las desternillantes aventuras de Samuel Pickwick, un excéntrico gentleman, fundador de una sociedad que se ha impuesto el digno y solemne propósito de investigar, diseccionar y catalogar los más surrealistas, inesperados y extravagantes fenómenos de la vida en todos los rincones de la mismísima Gran Bretaña.

(The Pickwick Papers, 1985 / BBC)

Samuel Pickwick y sus tres socios en este singular y disparatado Club recorrerán la Inglaterra victoriana para dar pormenorizada cuenta de sus absurdas pesquisas a cada uno de sus colegas en cientos de páginas cargadas de hilarantes anécdotas y de personajes tan entrañables como extravagantes, irreverentes, auténticos, tiernos, cómicos y a veces cáusticos, que son pura delicia, sabiduría, ingenio y diversión.

Una auténtica joya que es también un delicioso y mordaz fresco caricaturesco de la Inglaterra victoriana en todo su contradictorio esplendor, y en la que la carcajada está asegurada a cada salto de línea.

Para quien se haga eco de mi biblioconsejo y quiera echarse unas risas con Samuel Pickwick, cuyas andanzas se publicaron inicialmente por entregas entre 1836 y 1837, hay tres ediciones donde elegir: una en tapa dura e ilustrada (Literatura Random House) y dos en formato bolsillo (Austral y Penguin), amén de las ediciones digitales.

Cualquiera de las citadas ediciones es más que óptima para disfrutar del humor dickensiano. Palabra de Regina ExLibris.

Y para ir haciendo biblioboca os dejo un aperitivo audiovisual: uno de los seis episodios de la miniserie homónima que la BBC produjo en 1985, y que es casi tan desternillante como la novela original…

Cinco novelas para leer, reír y espantar la astenia primaveral a librazos

En la librería siempre me sacudo la astenia primaveral a librazos. Pero este año la melancolía y la desgana amenazaban con desplomarse sobre mi regio pelucón como una masa densa y gelatinosa de la que no iba a lograr desprenderme tan fácilmente, así que me autoprescribí la lectura encadenada de cinco títulos para echarme unas risas de novela.

Y funcionó, queridos, vaya si funcionó. Tanto que llevo unos días que soy todo dientes, con una sonrisa que me da la vuelta a la cara. Palabra de Regina ExLibris.

De hecho ha sido tan efectiva mi bibliomedia y tan radical el cambio en mi ánimo que mi equipo de libreros decidió probar mi biblioterapia. Y como a ellos también parece que les funciona me he dicho:

“Nena, que fluyan las risas de novela. Monta una mesa con esas cinco novelas que tantas carcajadas de tan hecho soltar”

Y aquí estoy. Y estas son mis más recientes cinco novelas para leer y echarse unas risas y, de paso, sacudirse la astenia primaveral del demonio a librazos.

¿Listos? Vamos:

1. Lucky Jim. Kingsley Amis. ImpedimentaDesternillante novela ambientada en el ecosistema universitario británico que catapultó a la fama a Kingsley Amis. Su protagonista es Jim Dixon, un profesor universitario de Historia Medieval que procede de un estrato social humilde y que si quiere conservar su puesto debe escribir y publicar un artículo que haga hincar la rodilla a lo más granado de los eruditos del claustro. Si ya de entrada con semejante papelón no sabe por dónde demonios salir, también necesita ganarse la camaradería de su jefe de departamento, un pedante insufrible de difícil trato. Y para rematar, tiene que reconducir la atracción que siente por una compañera en un precario equilibrio emocional tras intentar suicidarse por un desengaño amoroso. Vertiginoso despliegue de humor cáustico e inteligente, que es marca de la casa en un género, el de la narrativa de campus, que es típicamente inglés.

Lucky Jim

Lucky Jim

2. Mi abuela rusa y su aspiradora americana. Meir Shalev. Ático de los libros. Todas las abuelas son especiales, pero algunas más que otras. En Nahalal, el pueblo natal de Shalev, conocemos a su asombrosa abuela Tonia, que llegó a Palestina en barco desde Rusia y pasó toda su vida luchando contra el peor enemigo de su familia en esas nuevas tierras: la suciedad. A Tonia no se la vio nunca sin un trapo al hombro. Recibía a los visitantes fuera de casa y sólo permitía a unos pocos elegidos entrar en su inmaculada morada. Hilarante y conmovedora, la historia de la abuela Tonia y sus reglas cobran vida en un relato que gira alrededor de la llegada de una enorme y reluciente aspiradora americana, regalo de un tío que había emigrado a EEUU. Todo el pueblo asistirá atónito a la llegada del curioso objeto, que despertará reacciones encontradas. La abuela Tonia estará encantada con su misterioso aparato hasta que un detalle la relegará a un aseo al que ya nadie entra. Mezclando magistralmente realidad y ficción, Shalev crea personajes inolvidables y traza un retrato emotivo de su familia y de toda una época, la de los primeros colonos judíos en el recién creado Estado de Israel, con humor, ternura y sin caer en adoctrinamientos.

Mi abuela rusa y su aspiradora americana

Mi abuela rusa y su aspiradora americana

 3. Genio. Patrick Dennis. Acantilado. En un Hollywood donde la mentira, el engaño y la ostentación son moneda corriente, el director de culto Leander Starr es capaz de engatusar al mismísimo diablo. Pero los años no perdonan ni a un genio como él, y aunque el público le adora, sus ex mujeres y el fisco terminan por cercarle. Por eso se fuga a México decidido a rodar una película, que le permita recuperar el prestigio y la fortuna. Se trata de El Valle de los Buitres, y solo necesita dinero y a un guionista. Por suerte conoce al candidato perfecto, Patrick Dennis, un escritor en plena crisis creativa. El encuentro del director y el escritor detona una lucha de egos y una hilarante sátira del disparatado mundo de las estrellas del cine clásico de Hollywood tan trepidante, divertida y asombrosa como pocas, sí, pero en la línea de su maravillosa Tía Mame.

Genio

Genio

4. Cómo se hizo la guerra de los zombis. Libros del Asteroide.  Josh Levin es un aprendiz de guionista treintañero que se gana la vida dando clases de inglés para extranjeros mientras sueña con vender sus historias a una productora de Hollywood. Su portátil está lleno de ideas para guiones, pero su mayor apuesta es «La guerra de los zombis». Cuando un día llega a su apartamento y se encuentra al casero -un veterano de guerra tarado- hurgando en su colada, decide mudarse con Kimiko, su adorable novia. Todo parece ir bien hasta que Josh va a una fiesta en casa de Ana, una estudiante bosnia con un marido violento y celoso… Ambientada en unos Estados Unidos todavía traumatizados por los atentados del 11-s, esta es una hilarante novela sobre un tipo que está convencido de que «uno se puede organizar bien la vida sobre la base de la ausencia absoluta de esperanza y ambición». Risas y lucidez a cada salto de línea.

Cómo se hizo La guerra de los zombies

Cómo se hizo La guerra de los zombies

5. Lunario del Paraíso. Gianni Celati. Periférica. A finales de los años 70 el gran Gianni Celati, uno de los autores italianos más relevantes del cambio de siglo, publicó esta novela mítica y desopilante. En ella Giovanni se enamora en una playa de su país de una jovencita alemana y la sigue hasta el Hamburgo de The Beatles presa de cien mil furores, tanto de la carne como del espíritu. He aquí un filósofo andarín, un amante caballeroso y galante hasta el delirio, pero con un agujero en el zapato, un pobre infeliz que filosofa con profundidad y con palabras sencillas. Esta divertidísima novela, escrita en estado de gracia, cargada de diálogos y de escenas memorables, ofrece humor a raudales y aventuras trepidantes y disparatadas con ecos de la mejor literatura picaresca. Un antihéroe entre bobalicón y admirable que, sin duda, termina por conquistarte como lector.

Lunario del paraiso

Lunario del paraiso

Trivial: ¿Cuánto sabes de la novela ‘El fantasma de Canterville’ de Oscar Wilde?

El Fantasma de Canterville / EZR

El Fantasma de Canterville / EZR

Ferozmente irónica y mortalmente divertida farsa que es, además, uno de los cuentos más conocidos de Oscar Wilde.  En ella una ‘moderna’ familia estadounidense adquiere un castillo inglés a pesar de la advertencia de que un fantasma lleva suelto tres siglos por sus dependencias. El ruidoso y pragmático clan yanqui se instala y Simon, el fantasma y narrador, pronto comprende, entre frustrado y horrorizado, que nada de lo que haga espantará al irritante grupo. En reginaexlibrislandia recomendamos la edición de El Zorro Rojo con ilustraciones de Oski y la traducción de Esther Tusquets.

Si eres de los que sí leyó el libro demuéstralo respondiendo al trivial ‘El fantasma de Canterville’ de Regina ExLibris. ¿Listo para demostrar lo ‘fantasma’ que eres? ¡Vamos!

 

Seis novelas de Evelyn Waugh para leer y disfrutar de la mejor prosa mordaz

Se cumplen 52 años de la muerte de Evelyn Waugh, otro santo bibliopatrón de mi librería y uno de los titanes de las letras anglosajonas del SXX. Escasamente admirado como ser humano pero venerado como escritor y como cronista despiadado de la frívola generación de entreguerras, yo siempre pensé en él como en una flapper atrapada en el cuerpo de un católico converso, gruñón, soberbio, misógino y snob de bofetón con la mano abierta, pero con un talento portentoso para la literatura.

Evelyn Waugh

Evelyn Waugh

Alguien atormentado por una feroz lucha interna y en perpetuo pie de guerra contra el mundo que implosionó en artefactos literarios cargados de veneno, de ironía y de verdad. De ahí que la ‘marca Waugh’ se materialice en novelas divertidas y alocadas con espacio para el desencanto y la crítica, pero, eso sí, de forma perversamente sutil.

Adoro su obra, su sentido del humor, su lucidez mordaz y esa gloriosa lengua bífida con la que describe esos entornos en los que se maneja como pez en el agua: la aristocracia con toda su pompa, los círculos diplomáticos y las corruptelas, el ejército y los conflictos bélicos, la flema universitaria y la prensa.

Así que con ese bibliocuadro entenderéis por qué siempre que puedo prescribo sus novelas a discreción.

Y ahora más que nunca, puesto que con la biblioefeméride de peineta atornillada al pelucón me he venido arriba y he montado un escaparate evelynwaughiano con seis novelas de Evelyn Waugh que ningún lector debería perderse según Regina ExLibris. No están todas las que son, pero si son todas las que apuntalan su universo literario al completo.

¿Listos? Van:

1. Retorno a Brideshead. Evelyn Waugh. Tusquets. La vuelta de Charles a la elegante mansión de lord Marchmain, convertida ahora en cuartel por la guerra, le devuelve a un pasado en que recorría embelesado sus jardines y salones, y se dejaba seducir por sus singulares habitantes, en especial por el ambiguo y cautivador Sebastian y su fascinante hermana, lady Julia, y el misterio que envuelve a toda la estirpe. Un libro soberbio, se mire por donde se mire. Cuenta con una ya mítica adaptación catódica de la BBC británica y, ya en los 2000, una película homónima.

Retorno a Brideshead

Retorno a Brideshead

 

2. ¡Noticia Bomba! Evelyn Waugh. Anagrama. Un magnate de la prensa de Fleet Street llamado Lord Copper presume de la infalibilidad de su olfato para descubrir talentosos reporteros que inundan de exclusivas su tabloide y ganarle así lectores a la competencia. Sin embargo, a causa de una confusión de apellidos, envía a «cubrir» la guerra civil en una remota república africana a uno de los periodistas más improbables para tal misión. A partir de ese equívoco, Evelyn Waugh se lanza a una feroz y desopilante sátira sobre el mundo del periodismo, los enviados especiales, la información, la desinformación y la confusión. Considerada como una de las grandes novelas de humor del siglo XX, es también un vívido y corrosivo retrato de la profesión y del sector que arrancará las carcajadas tanto de quienes la sufren a diario como de los ajenos al mundillo.

¡Noticia Bomba!

¡Noticia Bomba!

3. Izad más banderas. Evelyn Waugh.  RBA. Tanto si aún no han leí­do a Evelyn Waugh como si sólo se perdieron por las páginas de Retorno a Brideshead o de Noticia bomba no dejen de hacerse con Izad más banderas, y les aseguro que caerán rendidos ante el particular y acerado sentido del humor con el que el escritor inglés recrea sus propias experiencias y desventuras en el frente en la II Guerra Mundial. Así, a través de su carismático y caradura Basil Seal, levanta a palabras un fresco del periodo en el que Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Hitler, incidiendo en el desconcierto generalizado que supuso tanto para la sociedad -especialmente la alta, que es el ecosistema natural de Waugh- como para el ejército pasar de la euforia inicial a un baño de realidad y crudeza con las primeras derrotas del bando aliado. Realismo, humor y un giro de tuerca a los acontecimientos verí­dicos hacen de este libro un artefacto narrativo de alto voltaje y risa continua.

Izad más banderas

Izad más banderas

4. Un puñado de polvo. Evelyn Waugh.  RBA. Cuando se trata de diseccionar la decadencia de la alta aristocracia británica de los años veinte no hay lengua más bífida que la de Evelyn Waugh. Ya fuera con una exquisita melancolía o con un hilarante sentido del humor, el trasfondo siempre era el mismo: las grandezas y miserias de quienes añadían a su martini varios lingotazos de cinismo e hipocresía. Pues bien, con Un puñado de polvo. Waugh depura su tema, su técnica y su estilo para ofrecernos un cóctel de infidelidad conyugal: la de Lady Brenda Last que, tras siete años de aséptico matrimonio, tiene un tórrido affaire con una sanguijuela social mientras el cornudo Tony trata de encajar el golpe emprendiendo una huida en compañía de un lector que se dará de bruces con un final tan inesperado como demoledor.

Un puñado de polvo

Un puñado de polvo

5. Una merienda de negros. Evelyn Waugh. Anagrama. Destructiva farsa colonial que ataca tabto a los salvajes de la jungla como a los de las ciudades modernas, y en la que abundan personajes inolvidablemente cómicos como el inepto y petulante embajador inglés o las dos damas que se presentan para observar el tratamiento dado a los animales en ese país «bárbaro». En ella Seth, el nuevo emperador de Azania, «tirano de los mares y licenciado en Oxford», ofrece a su antiguo condiscípulo Basil Seal –insolente, sofisticado y amoral, una perfecta garantía contra la estabilidad– el cargo de «ministro de modernización» de su africano país. A partir de ahí se emprenden las más descabelladas innovaciones, provocándose un sinfín de intrigas tribales y diplomáticas que desembocan en la anarquía y el caos, y en un auténtico festín caníbal absolutamente despiadado, hilarante y veraz.

Merienda de negros

Merienda de negros

6. Cuentos completos. Evelyn Waugh. RBA. Si lo que buscas es una dosis reconcentrada de hastío, crítica mordaz, esnobismo caricaturizado y satirización extrema de personajes hazte ipso facto con los Cuentos completos de Evelyn Waugh. Son 39 relatos del escritor británico que pulverizó la escritura decimonónica con un estilo literario que marcará toda la novela del siglo XX y en el que, con su prosa estilizada e incisiva pero siempre inteligente, no deja títere con cabeza mientras arranca cada relato con frases-garfio que enganchan al lector al texto sin darle opción a abandonarlo hasta el punto y final.

Cuentos Completos

Cuentos Completos

Échate unas risas de libro con ‘La hija de Robert Poste’, de Stella Gibbons

Pocos lectores se resisten a una buena carcajada de novela. Tanto es así que reírse leyendo un libro es la mejor, la menos invasiva y la más infalible de las fórmulas de prescripción que, como libreros, practicamos en reginaexlibrislandia.

Lo acabo de verificar una vez más hace apenas unos instantes cuando, café en mano y tras finiquitar un maratón de papeleo, decidí tomarme un bibliorespiro de ficción con la hilarante La Hija de Robert Poste, de la gran Stella Gibbons.

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

Su protagonista, Flora Poste, es una criatura tan tozuda y descarada como divertida, y más allá de las múltiples relecturas que yo haya podido hacer es una de las biblioterapias de risas que me autoprescribo de vez en cuando para espantarme el tedio, la angustia, la rabia o la desgana a librazos.

Total, que me puse a leer La Hija de Robert Poste en la impecable edición de Impedimenta y en apenas un par de páginas reía y temblaba toda yo como un flan de gelatina dejado a su suerte sobre la mesa coja del vagón-restaurante de una locomotora, que es como servidora se ríe “para adentro”, mientras me encapsulaba las carcajadas en lágrimas para poder reírme a gusto, sí, pero en silencio y con la máxima discreción para evitar perturbar la quietud de reginaexlibrislandia.

Sin embargo parece que mis esfuerzos resultaron inútiles, porque al poco rato un débil carraspeo me sacó de las entrañas lóbregas de Cold Confort Farm:

Clienta: Oye, perdona

Regina: estooo, ¿sí? ¿dígame?

Clienta: No he podido evitar verla leer y…

Regina: ¿sí?

Clienta: Y, bueno, que no ha parado de reírse con ese libro, y me ha intrigado mucho, la verdad

Regina: ¡Claro! ¿le suena eso de «hay algo sucio en la leñera»?

Clienta: No, para nada.

Regina: ¡Es del libro, jajaja! ¡de La hija de Robert Poste, de Stella Gibbons! Es divertidísimo. Lo de la frase de la leñera tiene su miga, pero no le diré más.

Clienta: Por cómo se reía no lo dudo. ¿Y de qué va? ¿es de humor? No conozco a la tal Gibbons, la verdad.

La hija de Robert Poste

La hija de Robert Poste

Regina: Pues verá, Stella Gibbons es una escritora británica de la primera mitad del S.XX. La Hija de Robert Poste, que es su libro más famoso, se publicó en 1933. Con él pretendía satirizar las historias rurales y de corte costumbrista y romántico que arrasaban entonces. Y vaya si lo logró… de la mano de Flora Poste, que es todo un PERSONAJE, la verdad. De esos para “darles de comer a parte”. La historia es simple: Flora Poste, que nunca había convivido con sus padres tras haber encadenado internados, se queda huérfana y con una renta muy limitada. En lugar de buscar trabajo y asentarse en Londres decide hacer un “casting” entre parientes a quienes no conoce para acoplarse con ellos. Los afortunados son una lejana, turbia y rústica rama de la familia Poste atrincherados en Cold Confort Farm, una destartalada granja que la matriarca controla con mano de hierro.

Clienta: ¡Ahh! ¿Y entonces lo divertido es cómo se adapta a la vida rural?

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

Regina: No exactamente. Flora Poste viaje con la idea de civilizar a esos parientes asilvestrados. NO de adaptarse ella, sino de que ellos se adapten a ella y su forma de vida refinada. No solo se les acopla, sino que pretende reventar su existencia desde dentro. Así que las escenas que monta son antológicas, y no solo las escenas: los personajes y las ideas de la propia Flora.

Clienta: Pues tiene buena pinta, sí. Pero, vamos, que solo con verla reírse ya había decidido llevármelo… ¡jajajaja!

Y se fue de mis confines librescos con su ejemplar de La hija de Robert Poste bajo el brazo y una enorme sonrisa estampada en la cara.

Y a mi, justo antes de regresar a lo mío con Flora Poste, me vino a la mente la adaptación que filmó la BBC a mediados de los años 90, que tiene mucho del mordaz encanto de Stella Gibbons:

Yo me apuesto el pelucón y parte de mi biblioteca personal no solo a que se echa unas risas de libro con esta grandísima novela, sino a que no será lo único que lea de Stella Gibbons.

Porque, queridos, una vez pasas el rato con la Gibbons siempre quieres más. ¿O es que hay algo más atractivo que la promesa de una buena carcajada de libro?

«Si te reíste con Bridget Jones no dejes de leer a su bisabuelo literario»

Que levante la mano el reginaexlibrislandiano que no haya protagonizado un solo momento Bridget Jones en toda su vida.

(Diario de Bridget Jones, 2001 / Miramax)

(Diario de Bridget Jones, 2001 / Miramax)

Ese instante en el que el maldito universo se alía en tu contra para que, cuanto más empeño pones en mostrarle al mundo la mejor versión de ti más ridículo pareces. Sí, como Bridget haciendo su aparición estelar en la supuesta fiesta de Fulanas y Vicarios embutida en su traje de conejita con orejas y pompón trasero incluido. Patinazo regino de proporciones bíblicas y muestra de un tipo de humor que se ensaña con el hecho de que cuanto más tratas de encajar a la fuerza en un arquetipo más y más histriónicamente evidencias tu absoluta e irremediable disonancia con él.

Y es que, queridos, la divertida novela de Helen Fielding (Diario de Bridget Jones) y su estupenda adaptación homónima siguen la estela de un tipo de humor, el inglés, que pulveriza la flema británica y ciertos convencionalismos a carcajadas, independientemente de su marco histórico.

Y hoy se adentró a mis confines librescos una joven reginaexlibrislandiana en busca de un ejemplar de Bridet para regalárselo a una amiga. Y así fue como detonó la charla que nos llevó directas hasta Charles Pooter, el Bisabuelo literario de la Jones:

Clienta: ¿Qué tal, Regina?

Regina Exlibris: Divinamente, ¿y tú?

Clienta: Muy bien. Vengo a la caza del Diario de Bridget Jones. Quiero regalárselo a una amiga que lleva una mala racha y, aunque no es de mucho leer, seguro que le encanta y le anima. Yo me reí un montón… y además se lee fácil. ¿Lo tienes?

Regina Exlibris: Sí, buena elección. Le gustará.

Clienta: Es un pedazo de personaje, ¿verdad? ¡Única, la tía!

Regina Exlibris: Mmm, bueno, más bien digna descendiente de sus ancestros. Bridget Jones es una de las muestras contemporáneas del humor inglés, que ya se daba en plena era victoriana, y que tiende a ridiculizar estereotipos y convenciones sociales. En este caso el de una treintañera soltera y rellenita en un hábitat donde, si no tienes un cuerpo diez y no has cazado marido ni procreado, mal vas… Entre otras cosas, claro.

Clienta: Sí, esa es la clave. Ella es un desastre total, pero tiene más que ver con muchas de nosotras que el rol al que parece aspirar, o, mejor dicho, al que la empujan. ¿Y qué otros libros hay anteriores?

Diario de un Don Nadie

Diario de un Don Nadie

Regina Exlibris: Pues mira, tienes a Evelyn Waugh o a P.G. Woodhouse, por ejemplo. Pero para mi el bisabuelo literario de Bridget Jones es Charles Pooter.

Clienta: ¿Charles Pooter?

Regina Exlibris: Sí, protagonista y narrador del Diario de un Don Nadie, escrita por George Grossmith e ilustrada por su hermano Weedon, que apareció por entregas en la revista Punch entre 1888 y 1889, y que se publicó en 1892. Es un clasicazo del humor y no ha dejado de imprimirse desde entonces.

Clienta: ¿Y de qué va?

Regina Exlibris: Pues verás, Charles Pooter es un oficinista mediocre y charlatán, aficionado a los chistes bobalicones y con aspiraciones sociales, que nos narra 15 meses de su día a día en el Londres victoriano. Su absurdo afán por mostrarse como un ciudadano ejemplar le lleva a hacer el ridículo casi continuamente, lo que a su vez encierra una sarcástica disección de los modales y costumbres de la época victoriana tardía. ¿Te suena?

Clienta: ¡Sí, sí! Es más o menos como lo que te comentaba de Bridget Jones.

Regina Exlibris: Ambos son ejemplos del arquetipo del inglés ansioso con el que sus autores se ríen de sí mismos e ironizan sobre su hábitat social.

Clienta: ¡Dime que lo tienes aquí, Regina, que me lo llevo también!

Y se fue con Bridget Jones y su bisabuelo literario bajo el brazo.

Y mientras la observaba abandonando mis confines reginos traté de imaginarme qué papelón hubiera hecho Charles Pooter en una no fiesta de Vicarios y Fulanas. Seguro que no desentonaría con la conejita Bridget. Ni yo tampoco.

Así que corred si podéis a por un ejemplar del maravilloso Diario de un Don Nadie (Nórdica), de George & Weedon Grossmith, y os echaréis unas risas de libro. Palabra de Regina Exlibris.

(Diario de Bridget Jones, 2001 / Miramax)

(Diario de Bridget Jones, 2001 / Miramax)

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¿Te crees inmune a una sesión de mi biblioterapia de risas?

¿Qué puede ser más efectivo que una buena carcajada para ayudar a pasar por el gaznate un mal trago vital? Nada, excepto que seas reginaexlibrislandiano.

(Katherine Hepburn / Paramount)

(Katherine Hepburn / Paramount)

En ese caso que un libro detone la catarsis intensifica la cualidad terapéutica de la risa, porque también alimenta la bibliofilia. Algunos son conscientes y vienen a pedirme libros que les hagan reír. En cambio otros se adentran en mis confines en «modo joven Werther«: apesadumbrados, llorosos, derrotados y sin saber que la respuesta a su malestar emocional es tan simple como abrir el ejemplar adecuado y reírse a librazos.

Por eso siempre tengo a mano y actualizada lo que en su día denominé la biblioterapia de risas by Regina ExLibris. Consiste en prescribir una serie de títulos específicos para estados carenciales de alegría y episodios de apatía congénita. También son adecuados para prevenir depresiones, desconectar de una rutina plomiza y recuperar la armonía con el entorno.

Su consumo es apto en dosis son ilimitadas y su ingesta masiva no produce efectos secundarios más allá de ataques de risa, espasmos, lagrimones y sonoras carcajadas, o quizás alguna que otra situación incómoda, especialmente si se consumen en espacios públicos.

Son lecturas que no producen somnolencia, reactivan las ganas de vivir y son 100% efectivos salvo en un único supuesto que ya en su día tipificó Oscar Wilde:

«Hay que tener un corazón de piedra para no morirse de risa ante ciertas páginas«.

Así que, queridos, aquí os dejo mi nueva selección de esas «ciertas páginas» de las que hablaba Oscar Wilde. Son 6 novelas para reír y pasar páginas, y en ellas la carcajada acecha a cada salto de línea:

1. Pero… ¿quién mató a Harry? Jack Trevor Story. Alba. Verano, campiña inglesa, mariposas, tardes somnolientas, luz estival, noches estrelladas cargadas de magia y de quietud… y un cadáver abandonado en el bosque que parece no encontrar su lugar de descanso porque cada vecino y visitante que se topa con él lo desentierra para enterrarlo después en otro rincón a fin de autoinculparse del crimen. Cada cual tiene sus motivos, no para haber matado al difunto, sino para querer cargar con el muerto. Así que aquí lo que sobran son sospechosos y lo que tiene entre manos el lector es una hilarante vuelta de tuerca a los mecanismos del género policiaco y una comedia negra cargada de ironía y de humor inglés del bueno que Hitchcock filmó en 1955.

Pero ¿quién mató a Harry?

Pero ¿quién mató a Harry?

2. Caída y auge de Reginald Perrin. David Nobbs. Impedimenta. Hay muchas razones por las que sugiero esta novelita desternillante, pero como tengo que ser escueta, me quedo con éstas: es una buenísima novela editada de forma impecable con la que cualquier lector, además de disfrutar y empatizar con el protagonista, se reirá a carcajadas. Y porque su autor, David Nobbs, levantó en torno a Reginald Perrin uno de los artefactos narrativos más irreverentes, agridulces y divertidos de las letras anglosajonas contemporáneas, que inspiró una adaptación televisiva homónima.

Reginald Perris

Reginald Perris

3. La Tía Mame. Patrick Dennis. Acantilado. No concibo que nadie pueda leer este libro sin haber soltado más de una carcajada ni caer rendido a los pies de uno de los personajes más carismáticos, divertidos, imprevisibles, glamurosos y entrañables de las letras anglosajonas. Creado por Patrick Dennis, alias Edward Everett Tanner III, y publicado en 1956 tras varios rechazos editoriales, reventó las listas de ventas de EEUU y cuenta cómo tras quedar huérfano a los 10 años el joven Patrick conoce a su tutora en su mansión neoyorquina justo antes del crack del 1929. Lejos de ser una solterona al uso, la tía Mame es una criatura divina y magnética con más pájaros en la cabeza que plumas en su boa pero con las cosas muy claras y encanto y tozudez a prueba de bombas y declives bursátiles. Por eso, el huerfanito no tarda en adorar a esta viuda chispeante, bífida y deshidratada, para quien las 9 am son «la mitad de la noche». Rica, deslenguada y estilosa hasta lo imposible, tiene tanto fondo de armario como registros dramáticos, y las peripecias que vivirán sobrino y tía no tienen desperdicio. Muy, muy divertida.

La Tía Mame

La Tía Mame

4. Elling, el baile de los pajaritos. Ingvar AmbjØrnsen. Nórdica. Elling posee mucha vida interior y una ajetreadísima imaginación que le muestra una realidad ligeramente distinta a la que perciben los demás. Creció aislado y superprotegido por su madre, así que cuando ella muere se queda descolocado y lo instalan en un «centro recreativo», que en realidad es un psiquiátrico. De ahí saldrá tras un periodo de adaptación para compartir un piso tutelado en Oslo junto a su único amigo, un gigantón que es su contrapunto en todos los sentidos, y asistiremos entre otras muchas y desternillantes batallas a su affaire imaginario con una de las enfermeras. También narrará sus peripecias en un divertidísimo viaje a Benidorm, el paraíso del turista nórdico, donde todo será nuevo para él. Una comedia conmovedora e hilarante donde la diferencia es sinónimo de ingenio, de humor, de ternura y de inteligencia.

Elling, el baile de los pajaritos

Elling, el baile de los pajaritos

5. A la caza del amor. Nancy Mitford. Libros del Asteroide. Nancy Mittford utiliza la búsqueda del amor verdadero de Linda Radlett para pintar con palabras el fresco de una familia de la aristocracia británica de entreguerras, de la que ella y su clan fueron parte esencial. Una típica casa de campo, maratones sociales, personajes estrafalarios y mucha gente con clase y bastante mala baba son los ingredientes de este martini bien seco al que Mittford añade una aceituna rellena con un afiladísimo ingenio, que es marca de la casa Mitford. Una novela vibrante y mordaz, que es un fresco en tres dimensiones de una época, un entorno y sus gentes.

A la caza del amor

A la caza del amor

6. La excursión. Beryl Bainbridge. Ático de los Libros. Freda es rubia, pesa cien kilos y tiene un rostro angelical, un genio endiablado y una tozudez extrema. Brenda, su apocada compañera de piso, la sobrelleva con resignación. Se conocieron el día que Brenda abandonó a su marido y la engatusó para entrar juntas a una fábrica italiana de botellas. Y allí están, en un trabajo tedioso, rodeadas de operarios italoparlantes y cada una batallando en su frente: Freda a la caza del sobrino del dueño, y Brenda esquivando manos que tratan de sobarla por doquier. Si el día a día ya es surrealista, todo se complica cuando Freda decide organizar una excursión a Windsor para todos los trabajadores -sin sus parejas- con el objetivo de intimar con Vittorio. La preparación del evento, la llegada del «día D» y como puede llegar a complicarse una sencilla actividad lúdico-campestre aderezada son las claves de una divertidísima novela cargada con un humor a veces negro y a veces surrealista, pero siempre inteligente.

La excursión

La excursión

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Si tiene un ‘toy boy’ que lea a Somerset Maugham

Uno de los efectos secundarios de mi bibliofilia extrema es apoyar sin fisuras cualquier causa orientada a promover, incentivar o despertar el apetito lector en terceros. Vamos que, como en cualquier otra guerra, todo vale.

Pero eso es una cosa y otra que haya motivos tan inesperados o surrealistas que, cuando menos, me abomben el regio pelucón.

Por ejemplo, el otro día la Providencia Librera materializó ante mí a una reginaexlibrislandiana asidua que me disparó a bocajarro su particular ardid bibliófilo:

 

– Clienta: ¿Qué tal, Regina?- Regina: ¡Muy bien, XXX! ¿Y tú? ¿Te gustó El lamento del perezoso?

– C.: Mmmm, sí, pero tengo que reposarlo un poco, ya te contaré.

– R.: Uy, me intrigas. ¿Necesitas algo?

– C.: A ver cómo te digo esto… ¿Qué tal andas de adúlteras de novela?

– R.: ¿Perdona?

– C.: Mira. Mi prima está, ¿cómo te lo digo? Con un ‘toy boy’ en plan Madonna: dejó atrás hace un par de años los cincuenta, lleva casada 25 años y va y se lía con un chulazo de gimnasio de la edad de su hijo. ¡Y no veas que aires tiene! Así que en lugar de charletas morales he decidido hacerla leer una novela para que simplemente sopese las consecuencias de lo que está haciendo ¿sabes? ¡Que reflexione un poco, aunque sólo sea porque le está comiendo el suelo a regalazos!

– R.: Ahhh, bueno, pues… sí, nunca nadie me había pedido algo así, pero entiendo lo que pretendes hacer.

– C.: Lo que pasa es que tampoco quiero machacarla con un dramón en plan Madame Bovary, ¿sabes? Querría para ella algo ligero de leer, pero con lo que se identifique sin darse cuenta

– R.: Mmm, sí. Así que descartamos a Flaubert y, por lógica, La Regenta, Anna Karénina y la Therese Raquin de Emile Zola descartadas también…

– C.: Sí, sí, me temo que esas maravillas no son lo que necesitamos.

– R.: Pues entonces deberíamos centrarnos en las plumas más bífidas de los años 20, 30 y 40…

– C.: ¿Por ejemplo?

– R.: Pues mira, una opción sería Un puñado de polvo, de Evelyn Waugh. La reeditó RBA hace meses, y es una maravilla, aunque quizá demasiado agridulce.

– C.: ¡Claro! ¿Cómo no caí? Sí, la conozco, lo que pasa es que la trama da un giro para centrarse más en el marido, no?

– R.: Cierto… veamos…

– C.: Pero sí, sería algo así lo que busco…

– R.: ¡JULIA!

– C.: ¿Julia? No, se llama Marta.

– R.: No, mujer, que la novela Julia, de William Sommerset Maugham sería lo más aproximado a lo que buscamos que se me ocurre…

– C.: ¿El de El filo de la Najava?

– R.: Exacto. Que yo recuerde también trata el adultero en El Velo pintado, pero yo ahora apostaría por Julia, que en inglés se editó como Theatre.

– C.: ¿Y de qué va?

– R.: Pues plantea algo muy curioso: ¿Qué hay de real en quien nace para actuar? ¿Dónde acaba la actriz y empieza la mujer? El incisivo e inato don de W.Somerset Maugham moldea su respuesta a palabras en Julia, una diva del teatro londinense de mediana edad a punto de perderlo todo por un joven dandy. Fascinante perfil de quien, nacida para actuar y cautivar, pone la misma pasión en el escenario que en el amor y la venganza…

– C.: ¡Anda! Pero, ¿no hay película? Me suena muchísimo…

– R.: Sí, hace cinco años estrenaron Conociendo a Julia (Being Julia) que, por cierto, es una buenísima adaptación de la novela…

– C.: ¡Sí! Con Annette Bening y Jeremy Irons, ¿no? Joder, pues no sabía que era de Maugham…

– R.: Pues sí, y el libro es maravilloso, cargado de humor inglés, ironía y verdades. Por lo que me dices, plantea una situación muy similar a la de tu prima, sólo que al estar disfrazada la trama con el tema del artisteo no le va a cantar tanto a ella

– C.: Mmmm, sí, veo por donde vas. ¿Lo tienes?

– R.: Sí, justo hace unos meses Ediciones B lo reeditó en bolsillo, aunque me queda un ejemplar en balda en rústica

– C.: Mejor en bolsillo, que viaja bastante y así se lo lleva. ¡Gracias, mi reginaaaa!

 

Y se fue con el ejemplar en bolsillo de Julia, de William Somerset Maugham, y a mi me dejó pensando en cómo reaccionaría la tal Marta al descifrar entre líneas el mensaje de su prima.

Yo, la verdad, no sé cómo reaccionaría… Pero lo que sí sé es que horas después me teníais revisando compulsivamente mi biblioteca en busca de motivos e intenciones ocultos en libros que en su día me regalaron para forzarme a leerlos. Dos horas después estaba desquiciada y al borde del colapso emocional…

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿leísteis Julia, de Somerset Maugham? ¿Y algo del escritor? ¿Qué libro le hubiérais sugerido vosotros a mi clienta? ¿Alguna vez regalasteis libros con intenciones veladas? Y a la inversa, ¿descubrísteis intenciones veladas en libros que os regalaron en según que circunstancias?

Y no sin antes sugeriros la lectura de la maravillosa Julia, de Somerset Maugham, me retiro a mi laberinto de anaqueles para dejaros a solas con el trailer de Being Julia:

 

Viva el ‘humor inglés’ de Anagrama

Tenía que ser Jorge Herralde, cuerpo y alma de la editorial Anagrama, quien impulsara una gloriosamente inesperada promoción bibliófila más de las que se incluyen en el programa de celebraciones del 40 aniversario del sello.

La cosa va así: al comprar dos títulos de Anagrama el cliente se lleva de regalo un ejemplar de ‘El mejor humor inglés’, que recoge fragmentos de 11 novelas de las lenguas y los ingenios más afilados, hilarantes y certeros de las letras de la Gran Bretaña.

Sí, queridos, sin duda una iniciativa a la medida de Reginaexlibrislandia, donde como firmes defensores de las propiedades terapéuticas del humor hecho letras, recibimos la iniciativa herraldiana a lo grande: con un lingotazo extra de café.

Tan contenta estaba yo con este oasis promocional en medio de la aridez estival sembrada de reediciones de los mismos títulos de siempre con cubiertas renovadas y en formato bolsillo –así, entre nosotros os diré que como vea otra reedición más de La sangre de los inocentes creo que me voy a poner a gritar– cuando la Providencia Librera arrojó a mis confines a una mujer que, parapetada al otro lado de un bolso descomunal, me soltó a media voz:

 

– Clienta: Buenas, ¿puede ayudarme?- Regina: Sí, claro, ¡usted dirá!

– C.: Verá, el humor inglés me gusta, y quisiera leer libros de humor inglés.

 

A ver, queridos, una petición tan singular a bocajarro no es fácil de encajar con gracia, y a veces el estupor me bloquea la neurona y retarda mi capacidad de reacción bibliófila.

En esos momentos me quedo en ‘modo regina automática», programada para no dejar de sonreír y para parpadear cada dos segundos, mientras de epidermis para adentro me entrego a una frenética actividad cerebral…

… Y en esas estaba, cuando ella prosiguió:

 

– C.: Me refiero a algo de un tal Barnes, o de Gudhose… y de alguno más que no recuerdo.

¡Plim! Campanilla cerebral a lo juego de pim-ball que me desactivó el automatismo y me retrotrajo a la realidad bajo mi regio pelucón. Ella misma me dió la clave:

 

– Regina: ¿Julian Barnes?- C.: Sí, ese.

– R.: ¿Y Wodhouse, quizás?

– C.: Sí, sí, me equivoqué. Y también un tal Jornby.

– R.: Mmm, ¿Hornby? ¿me permite una indiscreción?

– C.: Sí, dígame.

– R.: ¿Tiene usted un ejemplar de El mejor humor inglés, de Anagrama, que recoge fragmentos de británicos dados al humor?

– C.: Uy, si, ¿cómo lo sabe? En realidad se lo vi a un compañero de trabajo, me lo prestó a la hora de la comida y me hizo tanta gracia lo que leí que decidí comprarme los libros de donde sacaron esos textos. Es que, verá, con tanto problema y tanta crísis esa será una buena terapia de choque, ¿no cree?

– R.: Sin duda. Pues, mire, le enseño los títulos para que los vea:

 

 

Wilt no se aclara, de Sharpe; Relatos de los inesperado, de Roald Dahl; Con lo puesto, de A. Bennet; El loro de Flaubert, de Julian Barnes; Mar gruesa, de Martin Amis; Primer amor, últimos ritos, de Ian McEwan; Guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams, y Alta fidelidad, de Nick Hornby.

 

 

Ella se llevó ¡Pues vaya!, de P.D. Woodehouse, Merienda de negros, de Evelyn Waugh y, como no, su ejemplar de regalo de El mejor humor inglés no sin antes decirme:

 

«Mira qué bien, así ya sé los que me puedo seguir comprando. ¡Gracias!»

En ese momento fue en el que decidí montar una mesita veraniega dedicada al ‘Humor Inglés» con los títulos seleccionados por Herralde (gracias de antemano, caballero), con el ejemplar de regalo en medio.

Y vosotros, regianexlibrislandianos de pro, ¿vísteis en alguna librería la promoción de Anagrama? ¿Conocíais el volumen ‘El mejor humor inglés’? ¿Qué títulos de autores británicos editados o no por Anagrama me sugeriríais para mi mesa temática?