Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

Entradas etiquetadas como ‘etiquetas precio’

¡Guerra a las etiquetas adhesivas con el precio en los libros!

Como amanecí absolutista a puntito estoy de erradicar de reginaexlibrislandia las etiquetas adhesivas con las que marco el precio de mis libros.

Me resultan odiosas y terriblemente molestas, no solo para mi, sino para mi clientela y, como no, para mis libros, que son mis tesoros y no mis ‘reses’.

Por la parte que me toca como librera resultan un incordio -etiquetar cada libro que entra, desetiquetarlo cuando sale, bien porque se ha vendido bien porque va de vuelta a su editorial- y un gasto en tiempo -hacerlas y pegarlas/despegarlas- y en dinero -los rollos de papel y la tinta de la impresora.

Ese es el pan nuestro de cada día, pero queridos, paraos un segundo a pensar que con cada variación de precios los libreros tenemos que cambiar las etiquetas de todos los libros de nuestro fondo. Y hablamos de miles y decenas de miles de ejemplares hasta en las más modestas.

En cuanto a mis reginaexlibrislandianos de pro asiduos o esporádicos más allá del indicativo puntual del precio del libro de poco creo yo que les sirven, salvo para dañar la portada trasera del ejemplar. Según sea ésta, o sale a la primera o la superficie quedará marcada a perpetuidad con una odiosa escarificación o con jirones pegajosos, recuerdo de la dichosa etiqueta.

Sed unos ángeles y tomaos un segundo para responder a esto: ¿qué porcentaje de las etiquetas que quitáis a un libro recién adquirido salen sin dejar secuelas en vuestro ejemplar?

Y claro, es justo ahí, en el daño que infieren a mis libros, cuando a mi me tocan el pelucón. Y por ahí no paso.

¿Solución? Máquinas lectoras de códigos de barras estratégicamente colocadas por toda reginaexlibrislandia. Adiós al trabajito manual, a la impresión de miles de etiquetas y un daño menos a mis criaturas de papel y tinta. Para saber el precio de un libro sin consultar al librero de turno basta con acercar el ejemplar al lector óptico y ¡tachan! precio actualizado al instante.

¿El problema? Bueno, supongo que el miedo a una mala acogida de la iniciativa entre la clientela. Aunque puestos a sincerarnos os diré que, aún teniendo todos y cada uno de los libros que pueblan reginaexlibrislandia perfectamente etiquetados por detrás, el 70% de quienes se adentran en mis confines vienen a preguntarme el precio con el ejemplar en la mano. Entonces entre los dos le damos la vuelta y leemos el precio.

Así que si esa es mi realidad, ¿qué más da que les diga el precio pasando el código de barras por el lector de pared, por el de mi ordenador o leyéndolo de la puñetera etiquetita?

Pero como no hago nada sin consultar a mi consejo de sabios decidme, queridos, ¿os molestaría encontraros con lectores de esos en vuestra librería, en lugar de las etiquetas con el precio? Como cuando me obceco en algo no veo más allá de este mi regio pelucón, ¿veis vosotros alguna ventaja en el etiquetado que a mi se me escape?