Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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«Si me llevo esos libros no como»

Años y años atrincherada en un mundo de letra impresa y resulta que es justo ahora, que por fin vivo con, de y por los libros, cuando las historias y dobleces más asombrosas me llegan del tú a tú con desconocidos que respiran, caminan y me hablan.

La trama de una de las últimas apariciones que más me ha impactado se desarrolló en tres actos.

Acto I. SE ABRE EL TELÓN: Reginaexlibrislandia una pacífica mañana de martes, y Regina plumero en mano en la eterna batalla contra el polvo.

El desafortunado empujón de unas cajas provoca una densa cortina de ácaros, y tras ella se materializa una mujer de cuarenta y pocos años, con la mirada llena de abatimiento, el pelo recogido en una trenza y que blande un papel arrugado en la mano derecha.

– Regina: Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla?- Clienta: Querría que me consiguiese los libros de ésta lista.

– R.: Claro, déjeme ver. Son A photographer’s life 1990-2005. Anne Leibovitz; Africa, de Sebastiao Salgado; Arte y fotografía, de David Campany; Bette Davis, Amarga victoria, de Ed Sikov; Cazadores de Luz, de National Geographic y Cocinar de cine, de Xabier y Juan Miguel Gutiérrez. Bueno, aquí tengo el de Bette Davis y el de Cocinar de Cine, y el resto tendríá que pedírselos. ¿Le corren prisa?

– C.: No, no. Además prefiero recogerlos todos juntos, así que pídamelos y cuando estén todos me llama y vengo. ¿Le parece?

– R.: Claro, como quiera.

Acto II. SE ABRE EL TELÓN: Poco más de una semana después Regina recibe por fin el último de los libros del encargo de la misteriosa mujer; es el de Sebastiao Salgado, que ha sido el más remolón en llegar a mis confines.

Cotejo los libros con los de la lista y apunto sus precios:

A photographer’s life 1990-2005. Anne Leibovitz: Random House, 108,75 euros; Africa, de Sebastiao Salgado: Taschen, 49,99 euros; Arte y fotografía, de David Campany: Phaidon, 44,95 euros; Bette Davis, Amarga victoria, de Ed Sikov: T&B, 24 euros; Cazadores de Luz, de National Geographic, 45 euros; y Cocinar de cine, de Xabier y Juan Miguel Gutiérrez: Everest, 42 euros. Total: 314,69 euros.

Dejo la pluma y marco el número telefónico que me dejó la mujer:

– C.: ¿Hola?- R.: Mire, perdone si la molesto; le llamo de Reginaexlibrislandia, la librería, porque ya tengo todos los libros que me encargó.

– C.: ¿Todos? ¿De veras?

– R.: Si, pero…

– C.: ¡Esta misma tarde me paso a por ellos!

– R.: Como quiera, aquí estaré. Lo que sí me gustaría decirle es que el total son 314,69 euros, porque se trata de títulos caros…

– C.: Ah, no se preocupe, contaba con ello. Llevaba tiempo queríendome regalármelos.

– R.: Perfecto, pues no la entretengo más. Hasta luego.

Acto III. SE ABRE EL TELÓN: A primera hora de la tarde ella aparece. Llevaba el pelo suelto y se había dibujado la sonrisa en un rojo intenso, aunque no se quitó las gafas de sol. Saqué sus libros.

Con un ligero temblor de manos cogió el de Anne Leibovitz, y como en ese momento entró un cliente yo me excusé para ir a atender.

De pronto, ¡PLAF! oímos el sonido de un libro pesado desplomándose sobre el cristal de mi mesa, pasos apresurados y el golpe seco de la puerta al cerrarse.

Corrí a mi escritorio. Allí estaban los seis ejemplares, pero ni rastro de la mujer.

Al fijarme un poco más me topé con la factura que había preparado para ella. Sobre mis números me escribió una nota con una barrita de pintalabios rojo, que se dejó olvidada:

«Lo siento. Si me llevo esos libros no como».

Se cierra el telón.

Y yo, queridos, ¿cómo me como yo eso?

Manoseándole el alma a la librería

Todos los días parecen una tómbola en reginaexlibrislandia; bueno, más bien aquellos en los que recibimos los pedidos que hicimos a editoriales a través de distribuidoras.

Algunos son encargos de clientes, y otros son de nuestra cosecha, títulos con los que modelamos nuestro fondo. Así que, de alguna manera, día si y día no le manoseamos el cuerpo y el alma a la librería.

Ahora que lo pienso, y que la Mary Shelley de la que hablábamos hace un par de días me perdone, somos como el doctor Frankenstein con su criatura: reginaexlibrislandia está sobre la camilla, sembrada de costurones, y nosotros operamos bisturí en mano. Pero algún día se levantará y caminará sola. Y yo gritaré como una loca:

¡¡¡¡¡¡VIVEEEEEE, VIVEEEEEEE!!!!!!

Por ahora nuestra tarea es dotarla de órganos vitales: hacernos con libros para su corazón, sus riñones, sus pulmones, el cerebro, los músculos, etc., y trasplantárselos con éxito y poco a poco.

Por eso tratamos de llevar un orden con los pedidos y todos aportamos ideas, así que es enriquecedor y tremendamente divertido.

Las charlas previas a la elaboración de los listados son regias, y cuando llegan las cajas volamos en círculos sobre el paquete como buitres leonados, esperando ver nuestros títulos dentro para llevarlos a su balda y ganar una función vital más de nuestra criatura.

Si, queridos, cuando ves aparecer los libros que quieres te sientes como si te tocara el puñetero perrito piloto o la muñequita chochona de las tómbolas de toda la vida. ES fantástico.

Hoy llegó uno de esos pedidos:

Regina: ¡Ha llegado un pedido de Antonio MachadoLibrero1: ¿Dónde, dónde está? ¿Es el de la semana pasada?

Librera2: ¿Y el albarán?

Regina: Aquí, lo tengo yo, espera.

Librero1: Déjame, yo abro las cajas.

Regina: Toma el cutter.

Librera2: A ver… el de Mailer y la edición de bolsillo de Guía del autoestopista galáctico de Anagrama, El desencantado de El Acantilado, Zapatos italianos de Mankell de Tusquets, El mundo de sofía y Caperucita en Manhattan de Siruela, El segundo tomo de Lovecraft de Valdemar…

Los etiquetamos y los colocamos. !Y vuelta a empezar!

Pero no quiero reventar raginaexlibrislandia a base de libros ni topar de pronto con una criaturita fuera de mi control, irremediablemente monstruosa y enloquecida.

Así que ha llegado la hora de un buen inventario.

Esta noche, queridos, va a ser muy, muy larga…

«Murakami, mi amor»

Cuando pienso en las tareas diarias que, como librera, me competen en la librería me viene a la cabeza un caleidoscopio. Si, queridos, ese cilindro preñado de piezas inconexas que requiere el giro adecuado para ver la imagen final.

Recepcionar mercancía, puntear, cotejar albaranes y facturas, etiquetar, colocar, atender, preparar pedidos y encargos de clientes así como avisarles de su estado son las piezas, pero sólo llevarlas al día te da la visión de una reginaexlibrislandia impecable.

Por eso esta Regina que suscribe se desdobla en otras siete cada jornada. Pero aunque lucho en cada frente con igual bravura hay algo que cuido especialmente: los encargos de los clientes.

Si me comprometo con alguien a localizarle un libro jamás descuido la misión. Soy tan maniática que me lo tomo como algo personal. Cuando tengo que decirles que el libro está descatalogado o en proceso de reedición hasta se me quiebra la voz.

Pero si el parte es positivo la llamada es solo el pregón que anuncia la gran fiesta: cuando vienen a por su ejemplar. Y aquí la dimensión de la bacanal es proporcional a lo difícil que me resultara conseguir el libro.

Y hoy en reginaexlibrislandia hubo más confeti que en el día grande del Carnaval de Río de Janeiro. Y todo porque un cliente tuvo por fin en sus manos, tras meses de búsqueda infructuosa, su ejemplar de La caza del carnero salvaje, de H. Murakami

Del autor nipón Tusquets ha editado en castellano Tokio Blues, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Al sur de la frontera al oeste del sol, Kafka en la orilla y Sputnik mi amor (que ya os recomendé, aunque cualquiera de Murakami es candela pura). Y Anagrama tiene La caza del carnero salvaje, pero no es fácil de encontrar.

Lo sé porque yo me volví loca en su día, así que entendí su alegría. Dramaticemos la escena para que os hagáis una idea. Se abre el telón y aparece una pareja de enamorados (Cliente y Regina ExLibris) que acaban de ser padres de un bebé (La caza del carnero salvaje):

Él observa a la madre y al bebé con una mirada cargada de felicidad espolvoreada de desconcierto, porque no acaba de creerse que ese sea su hijo. Y ella, radiante y orgullosa, proyecta el haz de luz de sus ojos primero sobre uno, luego sobre el otro. Un silencio apacible y denso como un velo les aísla para que todo se ralentice y la escena de felicidad compartida se congele en sus memorias sin interferencias. Él pregunta por el nombre que le pondrán, y ella responde a media voz: «Murakami, mi amor».

Fue fabuloso, queridos. Y para rematar le di algo que me acababa de llegar: el cuadernillo del primer capítulo de la nueva novela de Murakami, Sauce ciego, mujer tranquila, que sale el próximo 6 de febrero. El caballero estaba como flotando… y la imagen que me reveló tras el cierre mi caleidoscopio deslumbraba más que el faro de Alejandría.

Y vosotros, ¿encargáis libros? ¿Os avisan? Si no lo hacéis, ¿por qué? ¿Tenéis alguna anécdota?