Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

El coleccionista de ‘primeros capítulos’

Tengo la mesa de la librería absolutamente abarrotada de montoncitos de marcapáginas gratuitos.

Colocarlos es la tarea más parecida a la confección de un mandala tibetano que haya realizado jamás. Hay que armarse de paciencia y soltar algún que otro ‘Om’ para recuperar la armonía espiritual y no cercernarte las venas con ellos, si, pero tiene su gracia.

Bueno, tienen su gracia y a los clientes les encantan, así que ahí seguirán, que por algo soy la Regina. Además, poco a poco voy dominando el arte de coger el teléfono, tomar notas y revisar facturas prácticamente sin rozarlos ni respirar.

A los marcapáginas, los expositores temáticos y pósters de turno la industria del libro añade otro elemento publicitario: cuadernillos con el primer capítulo de una novela.

Este curioso cebo jamás me llamó especialmente la atención. Hasta hoy, por obra y gracia de un misterioso visitante.

Su aparición me pilló en pleno frenesí antipolvo, tirada en el suelo y plumero en mano. Por eso lo primero que vi tras escuchar un carraspeo fue un par de inesperados zapatos blancos; luego se fueron dibujando dos piernas de pana, un abrigo de lana, una bufanda escocesa, una barba rojiza, gafas redondas y una gorra verde.

Mientras me incorporaba rompí el hielo:

— REGINA: ¿Puedo ayudarle?- CLIENTE: Si. ¿Tienes ‘PRIMEROS CAPÍTULOS’?

Y yo, a punto de cubrirme de gloria profesional dije:

– R.: Pero, ¿es una novela? Porque no me suena, la verdad- C.: No, señorita, lo que quiero son PRIMEROS CAPÍTULOS, los que tenga.

– R.: Tiene que disculparme, pero no le entiendo.

– C.: Si, PRIMEROS CAPÍTULOS que dan de regalo.

Aquí fue cuando caí…

– R.: ¡Ah! Vaya, ya se. Mmmm, pues déjeme mirar… No, ahora no me quedan. Como me los suelen pedir no los saco, la verdad.- C.: Qué faena. Y si vengo de vez en cuando, ¿me los guardaría?

– R.: Si, supongo que puedo hacerlo.

– C.: Es que yo no compro libros, ¿sabe? Desde que descubrí los PRIMEROS CAPÍTULOS es lo único que leo. Tengo 132 en casa, ordenados. ¿A ver? Si, más o menos como tienes aquí tus libros.

– R.: Pero, ¿no terminó ninguno de los libros que los completan?

– C.: Pues no. Prefiero inventarme yo el resto, es muy entretenido. Y como mi casa es pequeña, pues mejor así.

– R.: Ya veo, tiene su lógica. En fin, se los iré guardando, no se preocupe.

– C.: Muchas gracias, señorita, es muy amable.

– R.: De nada, para eso estamos. ¿No quiere unos marcapáginas?

– C.: No, gracias, ¿para qué me servirían? Como sólo leo primeros capítulos nunca me quedo a la mitad de uno.

Y se dio media vuelta y sus zapatos blancos lo sacaron de mi tienda.

Creo que su visita le dará una nueva dimensión al concepto ‘primer capítulo de regalo’ aquí , en reginaexlibrislandia.

Y vosotros, ¿qué opináis de los PRIMEROS CAPÍTULOS de regalo? ¿Habéis leído alguno? ¿Son útiles?

15 comentarios

  1. Dice ser Hugo G.

    Buenas!!Descubrí en el día de ayer este blog y como amante del mundo literario me ha encantado.Francamente es la primera vez que ogio hablar de los «primeros capítulos», vamos que han supuesto para mi un hallazgo.Mi duda es la siguiente: ¿Qué siente un «empresario» cuando vienen a pedirle que le guarden artículos promocionales, personas que te declaran abiertamente que nunca te realizarán desembolso alguno (se agradece la sinceridad eso sí xD)?

    16 enero 2008 | 2:09

  2. Dice ser Lilith

    Holame he quedado alucinada con esto que cuentas, Regina, desde luego, es verdad que la realidad siempre sorprende…Hugo G, yo pienso que al empresario esto no le hace ninguna gracia, y obviamente darán preferencia a los clientes «reales» en las promociones, pero, también pienso que casos tan extremos son minoría. Saludos y buen día a todo el mundo.

    16 enero 2008 | 10:03

  3. Dice ser Anónima

    A mi me regalaron un «primer capítulo» de la novela «Tan fuerte, tan cerca» al comprar otro libro. El resultado fue que me acabé comprando el libro entero (que por cierto, me encantó!) porque eso de leer solo un capítulo te deja un poco a medias…Vamos, un marketing como cualquier otro pero que no le veo mucho sentido, la verdad.Y por cierto, enhorabuena por el blog!

    16 enero 2008 | 11:41

  4. Dice ser Ultimointento

    Yo soy adicta a los primeros capítulos y la verdad es que ¿si el primero no te engancha para qué vas a seguir con el resto del libro? A mi me sirven como guía para decidir si compro el libro o no.Y los marcapáginas me encantan, así que guárdame unos cuantos, maja.

    16 enero 2008 | 13:36

  5. Dice ser Hugo G.

    Yo también soy fan de los marcapáginas xDVolviendo al tema del post, ¿cuantas veces hemos leído un libro cuyo comienzo resultaba desalentador y al final resultaban ser grandes lecturas? A mi me pasó con Los Pilares de la Tierra,1984, el tambor de hojalata y esos son algunos de los que recuerdo ahora mismo.

    16 enero 2008 | 13:55

  6. Dice ser Alexiei

    A mí me divierten mucho. Y como los que sacan suelen ser casi siempre de best sellers, me permiten estar al día acerca de éstos sin tener que perder el tiempo leyéndolos completos para descubrir que son el enésimo timo comercial.

    16 enero 2008 | 19:07

  7. Dice ser Miranda

    A mí me encantan los marcapáginas también! Los colecciono,de he hecho soy tan friki que cada vez que empiezo un libro lo primero que hago es buscarle un marcapáginas que combine…como una cabra.A mí sólo me han dado una vez un primer capítulo de esos,en una Feria del Libro, en la editorial Salamandra, y no recuerdo el título, no me enganchó. Me parecen muy bien, como han dicho por aquí, pueden servir de criba previa. Lo que pasa es que no creo que se gasten el dinero en hacerlos más que de libros que piensen que se van a vender bien de todas formas, editoriales grandes, etc…

    16 enero 2008 | 22:31

  8. Dice ser Ale

    Estimada Miranda, yo hago exactamente igual: busco entre mi colección un señalador a juego con el libro. No sé si alegrarnos de no ser unos frikis absolutos o entristecernos de no ser tan originales como creíamos :)))

    17 enero 2008 | 13:22

  9. Dice ser Dracid

    Ami los primeros capitulos sicneramente no me gustan , empece a leerme el unico que tengo y no llege a pasar la hoja, que insulso.Ahora marcapaginas soy un acerrimo colector, y tengo una preciosa coleccion, aunque para marcar la hoja … doble la esquina XD

    17 enero 2008 | 16:20

  10. Dice ser armstrongfl

    reginaexlibrislandia¡vaya idea!Me gusta.Regina, Armstrong no es partidario de los Primeros capítulos, cree que es una forma de destrozar un libro con una sóla parte. Sin embargo he de decir que su hombre de zapatos blancos tiene una estrategia interesante cuando él mismo crea la novela o la historia.Me pasa con los primeros capítulos lo mismo que con las Mix de música o las antologías de poesía, por ejemplo. Parece que quien va tras ellos sólo se queda en la primera fase de buscador de catálogos. Me gusta la obra entera.

    17 enero 2008 | 20:17

  11. Dice ser Isla

    Había visto lo de los primeron capítulos en algunas revistas de regalo, pero no tenia ni idea de que en las tiendas también pudiern adquirirse. La verdad a mi no me gustan mucho, porque como el primer capítulo sea un poco flojo deshechas la novela cuando ésta puede merecer la pena….

    17 enero 2008 | 21:00

  12. Dice ser fer

    me parece precioso lo de este hombre…cuando leo libros que he comprado de segunda mano me gusta pensar en quien lo habra leido, que le habra parecido, si comparte mi opinion del libro…

    17 enero 2008 | 22:46

  13. Dice ser Poor Diooos!!

    Creo que los primeros capitulos son como tomar el aperitivo en lugar de degustar una vianda.Pensé que ese acopio de marcapáginas,era solo una obsesión de mi hermana!!En cada viaje, buscando los mas originales de todos los lugares nuevos que conozco.Es lo primero que pregunta en cada reencuentro, ávida de su pequeño tesoro,como un Golum cualquiera,nada de; ¿Como te ha ido?¿Fue bonito?…Que trajín!!!

    18 enero 2008 | 11:17

  14. Dice ser Fernando Alvarez Junco

    He escrito un libro, “Escrito con la zurda”, donde se esconden las claves necesarias para descubrir el verdadero y único lugar de la Mancha al que se refería Cervantes con su “de cuyo nombre no quiero acordarme” o “que no le saldrá en la vida” del romance “El Amante apaleado“, mediante cuatro sistemas: hieroglíficos, anagramas, profecías y lógica de la orientación con respecto a Puerto Lapice deducida del texto quijotil. Esto es sólo una parte, pues también la identidad de Avellaneda queda descubierta, y, lo que es más importante, un método para desentrañar frases ocultas de Cervantes en algunos párrafos de sus obras. Comprendo que lo dicho puede resultar extraño e increíble pero es absolutamente cierto y demostrable. El descubrimiento de estos enigmas me ha llevado tres años de trabajos y a escribir este mi primer y único libro que esconde un autentico tesoro literario: la existencia de formas ocultas en la obra de Cervantes, especialmente en el Quijote, algo que ha permanecido oculto durante 400 años y que ahora sale a luz. Quisiera ser tomado en serio y no es mi propósito tomar el pelo a nadie ni exponer teorías fantasiosas, repito que todo lo dicho es matemáticamente demostrable, y que de la lectura del libro se puede llegar a conocer el nombre de la aldea del Quijote, un pueblo nunca antes mencionado ni como sospechoso. Con todo, el libro oculta nuevamente dicho nombre, dejando que sea el lector avizor el que destape tal misterio si sigue las indicaciones y tiene un buen mapa de la zona o es conocedor de la Mancha. La identidad de Avellaneda, basada en la hipótesis de J. L. Pérez López, queda plenamente confirmada mediante la utilización del método descrito en el libro, aquí no se oculta nada, se dice clara y abiertamente quienes están implicados en el apócrifo y por qué. Todo esto puede sonar a vieja cantinela de los misterios de Cervantes y la cantidad de orates que ha generado, como Benjumea, Estrada, Atanasio Rivero y otros, de ellos también se habla en el libro, pero lo sorprendente es que en este caso se trata de un estudio serio y riguroso, presentado en forma de novela, con pruebas concluyentes que muestran la existencia de esas formas difíciles correspondientes al mejor manierismo literario y muy de moda en la época de Cervantes, que se sirvió de ellas para plantear adivinanzas sobre el lugar y Avellaneda. Sólo pido algo de credibilidad y también paciencia para leerse el libro.Éste es el comienzo de la narración:CAP. I . DE CÓMO LA RAZÓN DE LA SINRAZÓN TRIUNFÓ SOBRE LA SINRAZÓN DE LA RAZÓN, DEJANDO AL POBRE PIERRE HECHO UNA EQUIS AL NO PERCATARSE DE UNA SUTIL Y TRAICIONERA MANO ARÁBIGA.Un minúsculo y sobado lapicero palpita entre los dedos de una mano anciana y temblorosa, repentinamente le hace escribir una frase en un andrajoso cuaderno y es obligado a subrayar machaconamente hasta siete veces lo que ha anotado:Estos años eternos escribiré sin papel, el talento oye, Miguel Cervantes Saavedra.Esta vuelta llenó de gozo y emoción al ingenuo de Pierre, que imaginó ser un talento con buen oído. Era la señal que buscaba, sus primeros comentarios en el desvaído cuaderno eran entusiastas a más no poder, creyó haber llegado al mejor momento de su larga vida ¡un éxito, por fin! Después de tantos desvelos y fatigas su insólita investigación se veía coronada por un definitivo triunfo que recompensaba con creces todos sus anteriores fracasos.Él era el talento que oía, el único que había conseguido leer sin papel al gran genio, además, este caso era muy especial, se trataba nada menos que de la despedida del gran genio a sus lectores y a la vida misma. La apoteosis de sus trabajos quedaba marcada por este momento grandioso del descubrimiento que había tenido la suerte y habilidad de hacer, no podía estar más regocijado y orgulloso por el logro que su gran esfuerzo había alcanzado.Pensó en pegar los extraños caracteres que componían la vuelta a la bandeja de madera, para así inmortalizar lo que él consideraba ya una autentica comunicación con Cipión más de tres siglos después de su muerte. Sería una bandeja sagrada, intocable, ¡histórica!, la colgaría en la pared y le serviría de inspiración y consuelo en los momentos bajos de su sublime investigación, que eran muchos y demasiado frecuentes.Remiraba una a una las letras para cerciorarse de que no hubiera algún fallo, alguna tontería en la que no se hubiese fijado, pero no, todas cuadraban gloriosamente cada palabra, y, felicitándose a si mismo, pensó que todos los sufrimientos pasados quedaban sobradamente compensados por tamaño hallazgo. El cual, sin duda, excedía largamente de lo que él había esperado y soñado durante tantos años, y así, feliz, se olvidó de los infinitos agravios y reveses que esa misma bandeja le había causado en anteriores aventuras.Pero le estaba esperando el mismísimo Benengeli a la vuelta de la esquina. El astuto príncipe de los espejos le tenía reservada una de sus más ingeniosas jugarretas, sabía que sólo tendría que esperar un ratito y … el muy incauto de Pierre, tratando de rizar el rizo, quiso pulir aún más la frase y, tomando sólo las doce letras de “el talento oye”, después de unos pocos meneos formó otra que decía “y atento lo lee”, que casi le pareció aún más bordada y perfecta que la primera. Así que releía una y otra vez:Estos años eternos escribiré sin papel, y atento lo lee Miguel Cervantes Saavedra.Aunque no le acababa de convencer, era mejor la primera, más brillante y auténtica, se decía mientras sus ojos recorrían las palabras, y algunas letras ya empezaban a temblar temiendo por su posición, eterna durante siglos, y efímera por momentos.Cide, que le conocía bien, se regodeaba con la situación, sabía que más pronto que tarde la cuestión empezaría a enredarse, su mano esperó un poquito y … los dedos empezaron a moverse, se oyó la fricción de los cartoncillos sobre la madera de la bandeja, y poco a poco empezaron a aparecer otras curiosas combinaciones, demasiadas para el gusto y humor de Pierre. Descubrió que con las mismas letras se podían componer nuevas variantes, tales como “ya lee el tonto” o “en total él oye”, que le parecieron interesantes aunque no verdaderas, y así, tras un rápido análisis de la coyuntura anagramática de esa docena de letras, salieron a la luz hasta veinte posibilidades más.Las dudas empezaron a corroer su inicial alegría, ya había profanado la bandeja sagrada y se daba cuenta de que se acabarían complicando las cosas. Temió que, como siempre, el éxito se tornaría primero en duda y luego en fracaso. Con todas las demás frases, cientos, miles, que ya tenía aparcadas para mejor ocasión, y ahora ponerse a perder su escaso tiempo con una sola, por muy última y significativa que fuese ¡con lo bien que le había quedado la primera!Aún así, sus ansiosos dedos no pudieron resistir la tentación, se dirigieron hacia una de las atareadas letras y, atentando contra su posición, la buscó un nuevo oficio entre bambalinas y no sin un buen papel, y eso fue su perdición definitiva. Extendiendo el radio de acción al resto de letras de la frase completa le salió otra que incluía la palabra teatro, cosa para él muy reveladora, significativa y adecuada, y el lapicero, harto de su dictador, le escribió esta farsa:En estos años eternos, sin un papel, yo, Miguel Cervantes Saavedra, le escribí teatro.¡Fantástica!, pensó, ésta sí que es la verdadera, mucho mejor que las otras. Pero, viendo que la “ñ”, además de para años, podía servir también para sueños, se lanzó por esta otra dirección y llegó a una nueva vuelta, que para sorpresa increíble resultó ser así:¡Este sueño eterno! estas allí y ni tienes papel ¡socorro! Miguel Cervantes Saavedra.No daba crédito a sus ojos, no podía ser, estaba soñando. Sin embargo la frase seguía ahí, en la misma bandeja, y esa era la demostración incuestionable de su existencia. Desconcertado, apartó la bandeja de su vista unos minutos, necesitaba meditar la estrategia a seguir.Y aquí Hamete estuvo a punto de reventar de risa, dominaba hasta el último de los reflejos del espejo y conocía a todos y cada uno de los mareados grillos que, a miles, invadían la jaula que rellenaba la azotea de su ingenuo palomo. La trampa era perfecta, el cebo bien rico y apetitoso, el anzuelo ya había sido mordido, sólo tenía que tirar suavemente del sedal y … el confiado pececillo retomó el tablero, observó detenidamente la posición de las fichas, ponderó los posibles movimientos y sus consecuencias, decidió seguir maniobrando y movió ficha.Durante una hora no se oyó otra cosa que su dudoso talento, la agitación de sus peculiares cartoncillos deslizándose sobre la rayada palestra y su pequeño lapicero garabateando tornas en el sufrido cuaderno, en el que, para su desgracia, había ido anotando inquietamente cada una de las sorpresas con que a cada rato le regalaba una mano invisible:Ya paso el sueño eterno en el cielo, por si están tristes, Miguel Cervantes Saavedra.Si tiene suerte pasa años eternos en el cielo ¡por listo! Miguel Cervantes Saavedra.Años eternos y sin papel, esto escribe Miguel Cervantes Saavedra, y leerlo atentos.Si por suerte estoy en el cielo y le esperan tantos años, Miguel Cervantes Saavedra.Estos años eternos, en el teatro y sin papel, y lo escribe Miguel Cervantes Saavedra.Años eternos en el cielo, sin papel estoy triste, os verá Miguel Cervantes Saavedra.Si por suerte estoy en el cielo y piensa leer tantos años, Miguel Cervantes Saavedra.Soy sueño eterno, escrito sin papel, leer así es talento. Miguel Cervantes Saavedra.Estos años eternos lee sin papel, irá escrito el viento. Miguel Cervantes Saavedra.Si por suerte estoy en el cielo y sepan leer tantos años, Miguel Cervantes Saavedra.Si pasa por el sueño eterno en el cielo, si resiste tanto Miguel Cervantes Saavedra.El cielo, estos años eternos, y estar sin papel ¡reviento! Miguel Cervantes Saavedra.Y aquí también reventó el ánimo del sufrido Pierre, por listo, por querer retocar lo ya perfecto. Qué bien se hubiera quedado si no hubiera movido el asunto, siempre le pasaba lo mismo. Encontrada una buena vuelta hay que dejarla como verdadera, se reprochaba. Ahora, la situación había cambiado, se encontraba con más de una docena de anagramas ¿cuál elegir? ¡maldito Benengeli! no se puede distraer uno con él ni un instante.Confuso, trató de reordenar su cabeza, pero se le había quedado la mente en blanco. Intentó que su talento escuchase algo, pero sólo percibió un débil silencio misterioso tras la mucha cera que habitaba sus oídos. Desesperado, clamó a las musas suplicando orientación, alguna pista o explicación a tal fenómeno. Éstas, calladamente, se apiadaron de él y le concedieron una tonta duda que inmediatamente empezó a pasearse por entre sus menguadas entendederas.Repentinamente, los dedos comenzaron a deslizarse a gran velocidad, y, como si supiesen el camino, se lanzaron sobre las temerosas letras, señor se mudo con los años, eternos hizo renacer el estribo, puesto el pie salió de papel, gran muerte de Miguel, y rápidamente surgió una nueva vuelta, ¡ésta sí que era la verdadera! ¡la auténtica! la original de la que habían salido todas las demás, la que dicen que fue su última frase:Puesto ya el pie en el estriuo, con las ansias de la muerte, Gran Señor esta te escriuo.La observó largo rato, preguntándose qué era lo que ocultaba, qué habría querido esconder, cuál sería la verdadera vuelta clandestina.Pero ninguna vuelta era la verdadera, todas, sin ningún género de duda, eran completamente falsas, posibilidad que ni remotamente se le había pasado por la cabeza. Esas combinaciones no eran más que casualidades caprichosas de una frase especialmente dúctil desde el punto de vista anagramático. Pasaba a veces aunque no con frecuencia, dependía todo de las letras, la casualidad, la habilidad y, sobre todo, del tiempo que se le dedicase.Pero el loco de Pierre ya no atendía a razones, su manía obsesiva se había apoderado totalmente de él, y lo razonable era un abismo en el que no quería caer, prefería la sólida base de su segura locura, al terreno pantanoso de una dudosa cordura.Aunque todo era un mero juego, y, se pusiese como se pusiese, no hacía otra cosa que moverse entre arenas movedizas, o algo peor, pues se trataba de letras móviles hormigueando entre palabras corredizas que pululaban y bailaban con frases escurridizas. Y todo por su obsesión perfeccionista, con lo fácil que era cortar una vez que conseguía una buena torna, pero, como siempre, por mera curiosidad daba una vuelta de tuerca más y lo estropeaba todo.No era la primera vez que le había pasado, ni mucho menos, tras las vueltas inexorablemente venían las revueltas. De hecho éste es un ejemplo, uno más, de la tónica de los trabajos y estudios de este cándido erudito francés en su inútil esfuerzo por desentrañar los inexistentes enigmas en torno al Quijote y su autor.Pierre, ya bastante acostumbrado, bien a su pesar, a estas bromas arábigas, había resuelto malamente este tipo de situaciones con una irreflexiva teoría, según la cual, cuando encontraba una sola vuelta es que hablaba Cipión, que así llamaba a veces a Cervantes, entonces el espejo sólo irradiaba una única imagen, la verdadera. Pero cuando las tornas eran muchas y, como en esta ocasión, no sabía cuál escoger por verdadera, en este otro caso decía que era Benengeli el que hablaba, el cual solía desconcertarle grandemente de manera asidua y sistemática, por lo que al final se veía obligado a dejar todo aparcado para mejor ocasión, y eso fue lo que hizo.El azar puede hacer malas jugarretas a cualquiera que se interne en estos campos de los misterios que nunca lo fueron. La casualidad puede tener caprichos insoslayables, llevarte al frenesí de la verdad innegable y después, tranquilamente, dejarte caer en la más negra y ciega ignorancia. En el océano de las dudas, tras la tempestad del paroxismo venía la calma de la confusión y el desconcierto. Pero cuando uno se inventa un enigma donde jamás lo hubo, existe la posibilidad de encontrar una solución que nunca existió, y éste será el tema y asunto a tratar con motivo del comento y análisis de la extraña documentación, privada y nunca publicada, que de forma también casual llegó a mis manos.Si bien, para narrar esta extraña historia, tan cierta como verdadera, es necesario que la empiece por el principio y, sobre todo, que no me deje ningún detalle por contar, siendo puntilloso en extremo, pues la curiosidad de su urdidumbre, más que su interés académico o científico, es su principal virtud.En el propósito de destapar esta trama está también el ánimo por desterrar en lo posible ese afán por las aventuras esotéricas de la caballería anagramática y otras elucubraciones, estúpidas y mal fundamentadas, sobre la vida y personalidad de Cervantes que en los últimos tiempos se han venido formulando, tales como su supuesta homosexualidad o su judaísmo encubierto. No tienen en cuenta que del conjunto de su obra nada induce a pensar en tan interesadas hipótesis, más propias de oportunistas de alguna moda que ven mercado abierto, o de cabalistas trileros con alguna ocurrencia cuanto más descabellada mejor.Todo tan falso como las extravagantes conclusiones que se extraen de estos documentos inéditos y sorprendentes que llegaron a mi poder. El cómo llegaron, cuando y porqué, es lo que a continuación voy a tratar de contar, ya que todo afecta a la difícil comprensión de esta historia, en la que los pormenores son fundamentales, sin poder dejar escapar el más mínimo y escondido detallito. Así, hasta las letras, todas y cada una, han de ser contadas y pasadas revista, y el orden que se ha de mantener ha de ser estricto en extremo, incluso las comas, o cualquier otra puntuación, han de ser consideradas y discutidas en cualquier pasaje.Bien lejos de mi intención está contar el final de este cuento. Ninguna cosa puede ser más torpe y miserable que descubrir el pastel que se ha escondido trabajosamente página tras página. Nada hay peor que decirle quién es el asesino al que comienza a leer una obra de misterio, cuál es el secreto que se oculta tras un enigma laboriosamente invisible, ver en el trailer cómo al final llega el 7º de caballería y la pareja se besa, chafar alegremente, destripar con cara de listillo, sorprender cantando el contenido antes de abrir el paquete. Pero me veo obligado a anticiparles la solución de este caso, y descubrir torpe y miserablemente su conclusión: y ésta no puede ser otra sino que el pobre Pierre quedó más perdido aún de lo que había ciegamente empezado, y que jamás logró encontrar ni la más leve pista ni nada que le condujese a ningún lugar o resultado de algún interés, ¡ah! y también que al final Benengeli se salió con la suya.Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos es aún más importante, más significativo para valorar esta traza y la máquina que la animaba, o para comprender el nulo alcance de lo que prometiendo mucho acabó en poco o más bien en nada de nada. Ésta es la historia de una extensa colección de fracasos sin paliativos, de un imposible sueño que parece ser eterno, pues cuando no hay uno es que hay veinte con la copla de los misterios cervantinos, una ilusión óptica que ha engatusado a muchos y hecho reír a más.Pero aquí hay que decir que la investigación de este engendro ha estado relegada al ámbito de lo privado, no siendo Pierre culpable de su salida a luz. Pues el autor de estos documentos y estudios nunca los publicó y ni siquiera los pudo terminar, y es muy dudoso que los quisiera dar a conocer según se deduce de algunas de sus notas. Es pues la aplicación y el esmero de sus vanos esfuerzos y la irremediable inutilidad de los mismos lo que me mueve a comentarlos y presentarlos al ocioso lector.Olvidémonos ahora de las frases, de sus necias vueltas y de sus inoportunas revueltas, dejemos a un lado a Cide y a Cipión, descansen tranquilas las letras en cajas y bandejas, esténse los dedos quietos y las palabras en calma chicha, pasemos llanamente a los datos históricos que conforman y afectan a esta desatinada y compleja historia. Vayamos raudos y directos al comienzo de la narración de los hechos más relevantes, aunque para esto deba remontarme algo más de medio siglo ¡como pasa el tiempo! y volver a recordar sucesos de mi infancia en Zamora y en concreto algunos de los que acontecieron en un lugar, de cuyo nombre sí quiero acordarme, Puebla de Sanabria, donde llegué a pasar un mes de cierto verano.

    26 febrero 2008 | 14:30

  15. Dice ser Manuel

    Estimada Regina;La verdad que en un pais donde el hábito por la lectura que no sea los editoriales del diario provincial y del diario deportivo e mas bien triste, el ofrecer gratuitamente el primer capítulo de una novela puede ser un aliciente para que uno lea la novela completa..con todo este y a vista de que dices que tienes «montoncitos» de marcapáginas por doquier, te agradecería ( sin intención de ser descortés) si me pudieras remitir un buen lote de ellos (cuanto más atrasados mejor), pues soy coleccionsta compulsivo de los dichosos trocitos de papel.Saludos CordialesManuel Santos PuertoC/ Los Hornos 824540 CACABELOS.- El Bierzo

    12 abril 2010 | 16:52

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