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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El Vaticano mata a un gigante

Tenía 120 años y con sus 33 metros de altura prácticamente tocaba el cielo. Vivía en una remota selva montañosa del municipio de Gutenstein, en el Valle de Piesting (Baja Austria), ajeno a nuestras guerras y miserias, tan sólo preocupado por aguantar el peso de la nieve sobre sus ramas, es verdad, cada año más escasa. Hasta que un día llegó el ingeniero forestal y se fijó en él.

−Sin duda es el mejor ejemplar, el más grande y hermoso −dijo con voz profunda, de experto.

Al oírlo, algunas de las acículas más bajas del viejo abeto se sonrojaron de vergüenza, mientras todo el árbol se pavoneó de orgullo aprovechando la llegada de una fría racha de viento. Seguro que los otros abetos de la vaguada se estaban muriendo de envidia.

Días más tarde volvió el ingeniero, pero esta vez acompañado por decenas de obreros y un gran camión grúa. Cuando los vio encender las terribles motosierras supo con certeza que su final había llegado.

−¿Pero no decían que era el más bello, alto y bien proporcionado del bosque? ¿Por qué entonces le querían matar?

−Amigo, tienes suerte −le explicó uno de los leñadores.

−Tu cadáver es el regalo de nuestro gran país, Austria, al país más pequeño del mundo, el Vaticano. Te clavaremos en medio de una hermosísima plaza, la de San Pedro, adornado con más de dos mil esferas, cientos de luces y una gran estrella en la punta. Un coro de niños de Altenburg te dará la bienvenida, aunque para entonces ya no te darás cuenta de nada porque estarás muerto. Allí se expondrá tu cadáver mes y medio, hasta el 2 de febrero, para mayor gloria austriaca. Serás símbolo del nacimiento de Cristo y de la vida eterna que tú ya no tendrás. Miles de personas se fotografiarán felices a tu lado.

−¿Y después? −preguntó el gigante.

−¿Después? Después te tirarán a un vertedero.

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No es un cuento de Navidad. Es una triste realidad, mantenimiento de una idiota costumbre inaugurada por Juan Pablo II, así que en absoluto antigua y tradicional.

¿Tan difícil es para la curia vaticana dar ejemplo y salvar la vida a estos excepcionales abuelos vegetales? Mientras tanto, sobre sus conciencias caerá el pecado de ser cómplices del asesinato de nuestros más fabulosos gigantes, y del derroche energético de su traslado desde tan lejanos lugares por meros intereses estéticos.

Sirvan las siguientes imágenes de la llegada e instalación del cadáver de la última víctima inocente de nuestra insensibilidad forestal al Vaticano, como crítica a sus promotores y homenaje al gran abeto talado.

Talarán un abeto gigante para adornar el Vaticano

En las pasadas Navidades critiqué al Vaticano y a su jefe de Estado, Benedicto XVI, por la decisión de instalar en la plaza de San Pedro un gigantesco abeto de 33 metros procedente del Parque Nacional de Sila, en Calabria. Y lo hice por lo que supone de destrucción de un ejemplar centenario para un uso tan frívolo como el de servir de pobre adorno navideño, por el gasto económico y energético de la operación, por la nula sensibilidad medioambiental demostrada por los jerarcas católicos, unida a la inaceptable vanidad de los responsables de un parque nacional.

La noticia fue la más leída de ese día en 20Minutos.es y recibió 147 comentarios, la mayoría de ellos furibundos contra la Iglesia.

Ahora debo daros una mala noticia. Vuestras protestas no sirvieron para nada. Esta Navidad los italianos van a batir su propio y ridículo récord. Un abeto de 35 metros de alto, dos más que el calabrés, procedente de la región alpina italiana de Trentino, será colocado en el Vaticano junto al tradicional Portal de Belén. El árbol es un regalo al papa de cinco localidades de Val Badia, obsequio con el que pretenden subrayar su “generosidad y religiosidad”.

El ya condenado a muerte abeto se trasladará a Roma a primeros de diciembre, donde se iluminará con 2.000 bombillas y las tradiciones guirnaldas navideñas. Como remate de la ofrenda, al envío se le añadirá un lote de medio centenar de abetos de varias alturas para adorno de las lujosas estancias vaticanas.

No serán los únicos. Otros muchos gigantes caerán en diciembre no para aprovechar su madera, no para evitar la propagación de una plaga. Tan sólo por capricho consumista. Por ver quién lo tiene más grande, quién es más bruto.

Y es que la estupidez acaba siendo contagiosa.

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Hoy 15 de octubre es el Blog Action Day, el Día de Acción del Blog, dedicado en esta ocasión a los temas medioambientales. Somos más de 14.000 blogueros de todo el mundo (con 12 millones de lectores) los que, a través de nuestros posts, intentaremos mejorar esta pobre y maltrecha casa común en la que vivimos. No se trata de cambiar el mundo con nuestras reflexiones, tan sólo de hacerlo más habitable. Les juro que mi intención inicial era la de ser muy positivo. Hoy quise ser optimista respecto a nuestro futuro, escribir sólo de lo bueno que también hay. Pero como el Vaticano me acaba de recordar, la realidad es tozuda. Si no logramos evitar la tala estúpida de un centenario abeto ¿cómo vamos a evitar el cambio climático?

Creo sinceramente que aún nos falta mucho camino de sensibilización real por recorrer. Sólo espero que cuando lo logremos, si finalmente lo logramos, no sea demasiado tarde.