La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Entradas etiquetadas como ‘sobrepeso’

Estamos matando a nuestros hijos a cucharadas

obesidad

Comparto con el mediático cocinero británico Jamie Oliver su preocupación por nuestros (malos) hábitos alimentarios.

Comparto sus críticas a esa comida de catering que diariamente dan a nuestros hijos en los comedores escolares y luego reforzamos los fines de semana llevándolos a hamburgueserías y pizzerías.

Comparto sus elogios hacia los productos frescos y nutritivos, sus críticas salvajes (y merecidas) hacia la comida preparada, transformada, congelada, trufada de conservantes, antioxidantes, espesantes, colorantes, aromatizantes, estabilizantes, emulgentes, gelificantes, antiespumantes, antipelmazantes, antiaglutinantes, humectantes, correctores, acidulantes, potenciadores, edulcorantes y una larguísima panoplia de productos químicos de síntesis.

Comparto su lucha contra los refrescos azucarados y las leches coloreadas para imitar ese chocolate, fresa o vainilla que no tienen.

He firmado en change.org su petición para que en los colegios de todo el mundo exista una asignatura obligatoria en educación alimentaria; para que entre las competencias básicas de todo joven se incluya el saber hacer al menos 10 recetas de cocina diferente.

Pero también estoy de acuerdo con el dietista-nutricionista y bloguero de 20 Minutos Juan Revenga en que la auténtica revolución de la comida la debemos hacer en nuestras casas.

La culpa es nuestra y de nadie más. Porque en el pecado de este sistema de vida urbano, estresante, frenético, sin tiempo para preparar un guiso y ni tan siquiera para pelar una naranja, llevamos nuestra penitencia, terrible penitencia: 42 millones de niños menores de cinco años padecen sobrepeso u obesidad en el mundo, muchos de ellos con un tipo diabetes que hasta hace poco sólo se desarrollaba a partir de los 40 años.

En un espeluznante reportaje Jamie se lo explicaba así a una madre norteamericana que no paraba de llorar. “Estoy matando a mis hijos con toda esta comida basura”, le venía a decir al cocinero.

Y éste, también lloroso, le respondía: “Es verdad, los estás matando, pero aún estás a tiempo de evitarlo”.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interesen estas otras:

Somos biofilios, aunque no lo sepas

Senderismo

© Wikimedia Commons

Biofilio es un nuevo palabro, de momento con escasa aceptación popular. Viene a describir a aquellas personas con una inusitada pasión por todo lo que tiene vida y el contacto directo con la naturaleza. Me la apunto. Yo y todos esos de miles de personas que en cuanto tenemos un momento libre salimos al campo a pasear, a ver pájaros, a contemplar el paisaje o, sencillamente, a disfrutar del aire puro. En el campo o en el parque, pues a fin de cuentas los jardines son reductos mínimos de naturaleza en las ciudades, pero naturaleza a fin de cuentas.

En realidad no es una pasión. Es una necesidad de los seres humanos. En el mes pasado ya os hablé aquí de esos estudios médicos que confirman el valor terapéutico de los bosques, especialmente los que cuentan con árboles centenarios y para dolencias como las fibromialgias.

Gracias a un reportaje de la Agencia SINC, descubro ahora que este poder benéfico es aún más genérico. La hipótesis de la biofilia del entomólogo y biólogo estadounidense Edward O. Wilson señala que, aunque vivamos en las ciudades, nuestro sistema nervioso aún echa de menos el tipo de estimulación psicofísica de los entornos naturales.

Este rasgo heredado se traduce en el hecho de que nuestro sistema nervioso mantiene una conexión emocional intensa con la naturaleza que facilita el desempeño y funcionamiento psicológico. Por ello hay médicos nórdicos que recomiendan a personas mayores con riesgo de enfermedades de deterioro neurológico, como párkinson o alzhéimer, estancias prolongadas en entornos naturales. No se curan, pero sí se reducen los síntomas depresivos y de irritabilidad ¡y sin medicamentos ni efectos secundarios!

Por el contrario, cuando optamos por aislarnos en las ciudades vienen los problemas. Una carencia de contacto con la naturaleza a la que los científicos se refieren como ‘trastorno por déficit natural‘. No se trata de un síndrome, pero sí conlleva patologías asociadas como la hiperactividad, el sobrepeso, las enfermedades neumónicas y respiratorias, y el déficit de vitamina D. Especialmente cuando afecta a la población infantil, urbana y teleadicta.

Hasta para estudiar y trabajar mejor es bueno el paseo por el campo. La psicología ambiental ha demostrado el efecto restaurador de la naturaleza sobre la fatiga causada por un exceso de atención concentrada. Poner la mente en verde nos ayuda a reprogramar nuestro cerebro.

¿Necesitas más razones para ponerte las botas y pisar barro? No lo pienses más. Apaga el ordenador, desconecta el móvil y hazte biofilio.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interesen estas otras: