El biólogo Juan Carlos Blanco, una de las personas que más saben de lobo ibérico en este país, fue el primer sorprendido. Por encargo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, este verano estaba siguiendo muy de cerca una manada de lobos en Guadalajara con la intención de poder marcarlos con GPS. Se trata de conocer con detalle sus movimientos, para de esta manera poder evaluar con seriedad científica su impacto real en la fauna salvaje y la ganadería.
Eran nueve lobeznos de diferentes edades y sexos. Pero de la noche a la mañana les entró una enfermedad muy contagiosa, el moquillo, un virus pariente del sarampión. En muy poco tiempo murieron siete ejemplares. Los dos supervivientes escaparon de milagro, pero tremendamente debilitados. Tanto que después pillaron la sarna. Cuando finalmente atraparon vivo a uno de ellos el animal daba pena. «Estaba en un estado lamentable», confiesa Blanco. «Al final no le pusimos el collar pues se encontraba demasiado débil para soportarlo». Lee el resto de la entrada »