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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Llega a Madrid uno de los árboles más raros del mundo

Acabo de regresar a casa tras un emocionante viaje a Madrid, donde he tenido el privilegio de asistir a la plantación de uno de los árboles más raros del planeta. Se trata del ciprés del Sáhara (Cupressus dupreziana), uno de los escasos descendientes de los 231 ejemplares que aún quedan vivos en el mundo, la mayoría de ellos con más de 2.000 años de edad.

Se trata de una especie en grave peligro de extinción, originaria del altiplano del Tassili n’Ajjer, en Argelia, cuya edad milenaria se relaciona con los míticos bosques anteriores a la llegada del desierto y con una extraordinaria cultura neolítica desarrollada a su sombra hace 8.000 años. En la actualidad constituye una población arbórea única y aislada, alejada cientos de kilómetros de los árboles más cercanos, localizada en un entorno único declarado Parque Natural y Cultural, Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera.

El espécimen es una donación del Instituto para la Protección de las Plantas (IPP) de Florencia, gracias al proyecto europeo del ciprés «CypFire» del programa MED que desarrolla el Departamento de Árboles Monumentales de la Diputación de Valencia, y la colaboración del Observatorio de Árboles Singulares de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente.

¿Dónde pensáis que hemos plantado esta joya? No hay duda, en el Real Jardín Botánico de Madrid, uno de los más importantes del mundo y que gracias a esta primavera lluviosa luce ahora más bello que nunca. Lo podéis ver cuando queráis por debajo de la Terraza de los Laureles, donde están los famosos bonsáis de Felipe González, y junto a la colección de agaves americanos.

Como madrina para tan singular acto tuvimos la suerte de contar con la siempre entusiasta y querida amiga Odile Rodríguez de la Fuente, hija del admirado naturalista, quien recibió el retoño con la misma emoción que sentimos nosotros al entregárselo. No lo veremos, pero ojalá aguante vivo varios miles de años como sus primos del desierto.

En la imagen superior, Odile Rodríguez de la Fuente planta el retoño de ciprés siguiendo las indicaciones de Mariano Sánchez, vicedirector del Real Jardín Botánico de Madrid, y del jardinero Eustaquio Bote (Foto: Jose Moya). Sobre estas líneas, uno de los viejísimos ejemplares que aún subsisten en el desierto argelino del Sáhara.

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Aparecen envenenadas nueve cigüeñas en Soria

Agentes medioambientales de la Junta de Castilla y León han localizado hoy nueve ejemplares de cigüeña blanca muertos en las colonias ubicadas en el Soto de Garray (6) y Los Royales (3), cerca de Soria capital.

Ante las sospechas de que se trate de un envenenamiento masivo se ha activado el Protocolo de Actuación ante Casos de Envenenamiento de Castilla y León por si pudiese tratarse de una intoxicación por ingestión de productos tóxicos.

Sin embargo, en las instalaciones del vertedero de residuos urbanos de Golmayo, donde suelen acudir a comer estas aves, no se han localizado ejemplares muertos, descartándose que fuera aquí donde hubieran ingerido alguna sustancia mortal.

Sólo la necropsia de los cadáveres aclarará la causa de la muerte, pero todo apunta a veneno. Cebos envenenados como los que hace dos años mataron a una docena de buitres leonados en esta misma provincia. O quizá potentes raticidas que eliminan a todo bicho viviente.

El veneno es así de asesino incontrolable. Hoy cigüeñas, mañana buitres y pasado perros.

Es la terrible ponzoña contra la que tanto luchó Félix Rodríguez de la Fuente, que logró vencer gracias a sus documentales y mágico poder de convicción, pero que 30 años después de su muerte ha vuelto con inusitada fuerza.

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Cabra montés: amor a testarazos

Hace frío pero la sangre está muy caliente. El viento gélido de las altas cumbres nos trae estos días los golpes secos, violentos, de imponentes testarazos retumbando en el aire. Todavía no han concluido los ciervos el prodigio de su berrea cuando, con la llegada de noviembre, en las sierras españolas comienza otro espectáculo aún más impresionante, el celo de la cabra montés (Capra pyrenaica).

En Sierra Nevada, Maestrazgo, Ronda, Sierra Morena e incluso en la cada vez más masificada sierra madrileña de La Pedriza, pueden verse ya a los grandes machos dándose cabezazos inmisericordes, tratando de lograr los favores de alguna hembra con la que establecer coyunda.

La conservación de este emblemático endemismo, joya exclusiva de la Península Ibérica, tiene en los cazadores una doble historia de culpa y mérito. Ávidos de sus colosales cuernas, fueron ellos los que la sometieron durante siglos a una incansable persecución, llevándola al borde de una extinción que acabó con las razas pirenaica y gallega, mientras dejaba tan sólo un macho y siete hembras en Gredos.

Pero también fueron los cazadores los que pusieron en marcha las primeras reservas de caza, embriones de nuestros parques naturales, donde una acertada gestión cinegética las ha permitido hacerse habituales de nuestras serranías, superando los 50.000 ejemplares.

Contrario como sabéis a los amigos del rifle, personalmente prefiero disfrutar de estas exhibiciones de la naturaleza con unos prismáticos antes que ensangrentarme las manos. Buscar a las cabras en las solanas de las pedrizas, al calor del sol mañanero. Y en la distancia, sin molestarlas, contemplar las salvajes competiciones de los machos para hacerse con el mayor número posible de hembras. Largas peleas para lograr fugaces cópulas de apenas dos o tres segundos, seguro de supervivencia de tan extraordinario animal.

Todos fuimos atentos espectadores de estas luchas en la pequeña pantalla de la mano de Félix Rodríguez de la Fuente. Gracias a su labor y a la de tantos otros, hoy este espectáculo es cada día más habitual. Disfrutemos pues de él. Merece la pena.