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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Soria apuesta por el ecoturismo de naturaleza y estrellas

Observatorio astronómico de Borobia.

Observatorio astronómico de Borobia.

Los caminos de Soria son los del ecoturismo, esa forma alternativa de viajar que privilegia la sostenibilidad, la preservación del paisaje, el cuidado del patrimonio natural y cultural, que sensibiliza a los viajeros haciéndoles partícipes de sus riquezas como uno más y no como un turista despistado.

Cruce natural entre la meseta castellana y el valle del Ebro, la provincia de Soria, tan castigada por el éxodo rural a las grandes ciudades, ofrece unos lugares únicos cuya contemplación bien se merece un viaje. Y no es sólo por visitar la Laguna Negra, el Cañón del Río Lobos o la Fuentona de Muriel. Cuenta con el Moncayo y sus hayedos, bosques de ribera acompañando al padre Duero, los acebales más grandes de la Europa meridional, inmensos mares de pinos excepcionalmente bien cuidados, circos glaciares, sabinares con ejemplares milenarios, encinares, robledales y especialmente unos cielos nocturnos limpísimos, sin contaminación atmosférica ni lumínica, ideales para disfrutar de algo tan maravilloso pero cada día más difícil como es la contemplación de las estrellas. Lee el resto de la entrada »

El Ministerio de Medio Ambiente ordena fumigaciones masivas

Thaumetopoea_pityocampa_larva

Nido con orugas de la procesionaria del pino. © Wikimedia Commons

Estoy indignado. El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) está decidido a fumigarnos. A matar orugas a cañonazos envenenados, haciendo tratos con las multinacionales químicas pero oídos sordos a los científicos.

Ese Ministerio que debería velar por la biodiversidad ha autorizado el uso masivo de Diflubenzurón, un producto incluido en la lista de pesticidas altamente peligrosos, como disparatada lucha química contra la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa). Las avionetas ya han esparcido su ponzoña por pinares de la Comunidad de Madrid y próximamente se repetirán estos vuelos de la muerte en las comunidades autónomas de Andalucía, Islas Baleares, Extremadura y en las provincias de Álava y Bizkaia.

Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife, WWF, ARBA, GRAMA, El Soto, Sierra Oeste desarrollo S.O.S tenible e investigadores del CSIC  han difundido un comunicado de prensa con el que alzan su voz frente a estas fumigaciones generalistas y nada selectivas que solucionan poco y destrozan mucho.

Según expertos y ONG, los tratamientos autorizados no han sido sometidos a evaluación ambiental por parte de las comunidades autónomas donde se van a realizar las fumigaciones aéreas, por lo que no se han previsto sus impactos sobre el medio ambiente y la salud humana.

El Diflubenzurón está clasificado como “peligroso para el medio ambiente” por ser nocivo para los organismos acuáticos y porque puede provocar a largo plazo efectos negativos no sólo sobre en el medio acuático, sino también sobre los organismos terrestres.

Es un potente inhibidor de la síntesis de quitina que actúa de forma no selectiva sobre todos los organismos que sintetizan dicha molécula (especialmente invertebrados y hongos). Por tal motivo, resulta importante evaluar los efectos medioambientales de su aplicación masiva ya que tiene efectos severos directos sobre un amplio espectro de seres vivos acuáticos y terrestres, y efectos indirectos sobre las especies animales que consumen dichos organismos como anfibios, reptiles, aves o micromamíferos, así como sobre el ser humano.

La fumigación de este producto desde el aire en amplias áreas es un método nada selectivo e improcedente para la prevención de una plaga esperable tras un otoño húmedo y cálido. Por ello los científicos apuestan por otras medidas más específicas y eficaces, aplicadas en el momento adecuado y que minimicen los efectos secundarios.

Pero en el Ministerio de Medio Ambiente quedan todavía herederos del aborrecible ICONA que apuestan con irresponsable alegría por matar orugas a cañonazos, para desgracia de insectos, anfibios, reptiles, aves y hasta de nosotros mismos, pobres recogedores de setas o bañistas de bosque que, ¡oh desilusión!, estos cañoneros quieren convertir en actividades de riesgo químico.

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¡¡Cuidado con los robaperas!!

Le ocurrió el otro día a un amigo. Paseaba por las afueras de un pueblo y vio un manzano repleto de suculentos frutos. El árbol parecía no estar cuidado, plantado en una finca llena de malezas. El caso es que mi amigo sacó diligente una bolsa de plástico del coche y la llenó de olorosas manzanas. Ya saben cómo está de abandonado el campo últimamente, desde que las subvenciones europeas han convertido a los agricultores en funcionarios jardineros de nuestro territorio. Tan concentrado estaba en la recolección que no se dio cuenta de la llegada de un paisano. Éste se paró frente a él y le soltó, a modo de saludo:

– Buenos días ¿es suyo el árbol?

Rojo como un tomate, sospechando lo inevitable, mi amigo negó con la cabeza en culpable silencio.

-“Pues parece que sea suyo”, le espetó con resignación el dueño del manzano.

La historia podría ser una anécdota, pero se ha convertido en el pan nuestro rural de cada día. Llegan los de la ciudad, ven los perales, ciruelos o viñedos granados de frutos y arramplan con ellos. Para muchos, lo de la propiedad privada no existe en el campo, es de todos, como los parques públicos. Son los popularmente conocidos como robaperas.

No es ésa una especie endémica española. Recuerdo hace unos años haber visto en Inglaterra una carretilla a la puerta de un chalet llena de espléndidas manzanas. Encima había un cartel de madera con la siguiente leyenda: «Llévese todas las manzanas que quiera, son buenísimas, pero por favor, no se lleve la carretilla».

En Cataluña, y especialmente en el sector de los frutos secos, la situación es sin embargo grave. Allí el Consorcio Forestal de Cataluña (CFC) ha denunciado que prácticamente toda la cosecha de piñas de piñón de este año, estimada en 23.000 toneladas, ha sido directamente robada, y cifra las perdidas en más de 7,6 millones de euros. No se trata pues de urbanitas aprovechados, sino de auténticas mafias piñoneras. Actúan como si los pinares fuesen suyos, puestos por la naturaleza para su exclusivo beneficio personal. Pero seguramente si no los recogiesen acabarían perdiéndose, como toda esa fruta abandonada en el campo pues ya no resulta rentable su recolección, o el dueño se ha jubilado y ha perdido el interés por el negocio.

Son muchos quienes piensan, no sin razón, que “lo que se van a comer los gusanos, que lo disfruten los cristianos”. El refrán tan bien vale para la alimentación. Aunque olvidan lo más importante, la educación: pedir antes permiso.