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Vendo lobo o algo parecido

Perro lobo

Me lo he encontrado nada más llegar a Burgos. Tradicional paseo por La Quinta y Fuentes Blancas, saludo obligado a media ciudad paseante y, allí estaba. Un lobo auténtico. O al menos eso parecía. Estaba atado a la puerta de un bar, así que, por lógica, no podía ser un ejemplar salvaje. Al momento me acordé de lo que decía Félix Rodríguez de la Fuente respecto al primero de estos cánidos salvajes que vio en su vida. Un fiero ejemplar al que intentaban dar caza en su pueblo, Poza de la Sal, cuando era niño.

Fíjate en sus ojos. Son de un brillante amarillo ámbar. Hipnotizantes. Tanto que el jovencito Félix, a quien esa vez habían situado estratégicamente para que diera el aviso a los cazadores si veía llegar al perseguido animal, lo dejó escapar sin emitir apenas un leve sonido, mudo ante la impresión provocada por la presencia cercana de ese formidable lobo.

Yo hice lo mismo frente al animal que tenía a mi lado. Al momento los ojos me revelaron su condición de mascota. Marrones claros pero sin un atisbo de fiereza y, por supuesto, sin ese espectacular color del que hablaba Félix. Sólo podía ser lo que aquí en España se conoce por un «perro lobo«. Un cruce de macho de lobo con hembra de perro. Forzado o natural, esto último no tan raro. De hecho, los últimos estudios genéticos han demostrado no sólo que el perro es la domesticación del lobo salvaje, sino que ésta surgió hace menos de 20.000 años en China a partir de no más de 50 lobas salvajes. E incluso más. Otro trabajo científico ha demostrado igualmente que en las poblaciones ibéricas lobunas hay  un 4% de ejemplares híbridos, todos ellos de padre perro y madre loba.

Supuse por ello que el ejemplar burgalés sería uno de estos híbridos forzados, un wolfdog. Pero me equivoqué. Como rápidamente me explicó un seguidor en mi cuenta de Twitter [@lacronicaverde], naturalista, burgalés y experto precisamente en el lobo, lo que acababa de ver, admirar y fotografiar era un pastor checoslovaco. «Hay varios en la ciudad», me confirmó. «Incluso un criadero en [el barrio de] Castañares».Collage lobo

¿Pastor checoslovaco? Ni idea de la existencia de esa raza. Rápidamente mi compañera bloguera en 20 Minutos, Melisa Tuya, me brindó igualmente a través de las redes [esta vez Instagram] toda la información necesaria: «Raza nueva, de 1999. Cuesta de 1.000 euros para arriba, por lo que he visto. […] Me da que también necesitan manos expertas […] Para gente que sabe bien lo que tiene entre manos».

La Wikipedia, una vez más, nos amplía con detalle la información. El perro lobo checoslovaco es un híbrido de lobo con pastor alemán al que se le supone el temperamento, la mentalidad y la capacidad de entrenamiento del pastor alemán, junto con la fuerza, la constitución física y la resistencia de los lobos. Físicamente tienen una apariencia muy similar a los lobos de los Cárpatos. En resumen. Como tener en casa un lobo. O algo casi parecido.

Prácticamente todos los meses me llega algún mensaje al blog de gente bastante inculta (a tenor de las numerosas faltas de ortografía con las que escriben), donde me piden información comprar un lobo. Lo quieren «cueste lo que cueste». E incluso algunos me especifican la edad: «Ni muy cachorros ni adultos». ¿Un lobo en casa? ¿O un león, una pantera, un oso? ¿Estamos locos?

Esta sociedad nuestra nunca dejará de sorprenderme. ¿Cómo puede alguien aspirar a tener en su casa un animal salvaje, o un híbrido que se lo parezca? Y puestos en nuestros cabales, buscando una mascota: ¿Cómo se puede preferir un perro de raza extraña valorado en una millonada, cuando miles de perros anónimos son abandonados y sacrificados todos los meses en España? Sinceramente, no lo entiendo.

La mía es una opción personal, lo sé, pero prefiero mil veces un maravilloso chucho rescatado de la perrera. Y seguir soñando porque algún día, como le pasó a Félix, caminando por el campo me encuentre frente a frente con los ojos ambarinos de un lobo salvaje, nos miremos apenas un segundo y siga su trote libre para no volver a encontrármelo nunca más.

Pero saber que está allí, en el monte, es y será para mí suficiente.

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