La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El cantante más incansable es extremeño

Se llama Plusma, es extremeño y un incansable cantante, pero sólo lo conocen tres personas en el mundo, sus descubridores.

Plusma, el ruiseñor, llegó al jardín de la familia Langlois el 22 de marzo. Dave, el padre, y Sammy, el hijo, dos apasionados de la ornitología, lo recibieron encantados en su casa de Villanueva de la Vera. El pájaro apareció cantando y en estos tres meses no ha parado de pregonar a los cuatro vientos la excelencia de su territorio y la no menor fortaleza de su garganta prodigiosa, prueba evidente de una altísima calidad como reproductor. Igual de día que de noche, incansable, entusiasta y entusiasmado, como ocurre con los de su especie, se le oye a todas horas pero nunca se le ve, hábilmente escondido entre las zarzas y otros arbustos donde encuentra cobijo y comida.

Es lo normal, se dirán algunos. Quizá sí pero ¿se han detenido a pensarlo? Plusma está la cuarta parte del año cantando, que se dice pronto. Y tanto antes como después se pega unos increíbles viajes migratorios entre el África subsahariana, donde pasa los inviernos, y la cacereña Comarca de la Vera, donde pasa los veranos. Miles de kilómetros de ida y vuelta hechos por la noche, orientándose por las estrellas, y todo para cantar como un loco en el jardín de los Langlois.

Como comenta con sorna británica Dave:

«Deberían condecorarlo, ponerle una placa, nombrar una calle en su honor en el pueblo, concederle una beca para su viaje a África. Sus hazañas deberían ser destacadas en todas las revistas y los periódicos en vez de la Belén Esteban esa».

Pero en realidad no lo necesita. Tan sólo pide respeto a sus necesidades básicas. Que no le arranquemos sus arbustos favoritos en aclareos forestales tardíos, no fumiguemos la zona con insecticidas, no le acerquemos nuestros dañinos tubos de escape al nido.

A cambio se zampará cientos de miles de molestos mosquitos. Y encima seguirá regalándonos su canto, sabiendo que no es el único campeón. Que como Plusma hay multitud de locos cantarines desgañitándose estos días para impresionar a sus hembras y, por qué no, para animarnos a todos en este bello verano que acaba de comenzar.

¿No sabes cómo canta el ruiseñor? Es muy fácil reconocerlo, pues siempre da la impresión de que se va a ahogar, cantando incansable sin apenas parar para tomar aire. En este vídeo le puedes escuchar y admirar.

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Fallece el «abuelo» de los ornitólogos españoles

Ha muerto el abuelo de los ornitólogos españoles, el entrañable Adolfo Aragüés, símbolo de la lucha por proteger del desarrollismo miope paraísos aragoneses a punto de ser destruidos como los Galachos del Ebro, el cañón de Añisclo, las lagunas de Gallocanta y de Sariñena, o las estepas de Los Monegros. Y no pudo elegir mejor fecha para su deceso, la celebración del Día Internacional de la Biodiversidad.

Nacido en Zaragoza hace 77 años, Aragüés era un veterano en el conocimiento, la divulgación y la defensa de la naturaleza en Aragón, todo un símbolo como pionero en la protección del medio ambiente español, a semejanza de Bernis o Valverde.

Doctor en Veterinaria, su voz profunda y entusiasmo contagioso nos recordaba siempre a Félix Rodríguez de la Fuente, a quien involucró en varias ocasiones en la defensa de las estepas de Los Monegros, el Pirineo y las grandes lagunas endorreicas. No en vano, en aquellos tiempos era uno de los pocos ornitólogos españoles, capaz de redescubrir la existencia de especies que habían pasado hasta entonces desapercibidas como la Alondra de Dupont, a quien él gustaba en llamar como lo hacían los pastores aragoneses, Rocín. Por ello fue a él a quien el famoso naturalista le pidió ayuda para grabar por vez primera al quebrantahuesos en el Pirineo oscense, en dos famosos nidos localizados en San Juan de la Peña y el Parque Nacional de Ordesa. También le acompañó a localizar las esquivas ortegas y gangas en escondidos bebederos de Belchite.

Maestro de ornitólogos, presidió la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) de 1984 a 1988, entidad de la que fue miembro desde su fundación en 1957.

Gran comunicador y divulgador, mantuvo durante 18 años el programa de Radio Zaragoza «Aragón y su Naturaleza», pionero en su género. También escribió decenas de artículos en la prensa local, en lo que hoy llamamos educación ambiental y entonces era “hablar de bichos”.

El abuelo Aragüés se nos ha ido detrás de algún ave sin identificar, pero su semilla ha quedado bien plantada; especialmente en esos desiertos ibéricos que con su tesón científico y bastante mañico logró que todos los viéramos como lo que son, auténticos reductos de biodiversidad. Gracias maestro.

Foto superior: Adolfo Aragüés (derecha) acompañado de su inseparable amigo el profesor Javier Lucientes, así como del Dr. Félix Rodriguéz de la Fuente, durante una jornada de anillamiento de aves para niños (Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos)

Foto inferior: Félix Rodríguez de la Fuente, durante su visita a Gallocanta en 1978 gracias a la solicitud de Aragüés, en pleno debate para impedir la proyectada desecación de la laguna (El Heraldo de Aragón)

Addenda. Como recuerdo final al entrañable naturalista, os dejo aquí un vídeo donde se recoge el emocionante discurso que dio a Aragüés con motivo de recibir en 2007 el Premio al Desarrollo Sostenible.


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La joya secreta de la Giralda

Dice el refrán que «quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla», y tiene razón. De todas las joyas arquitectónicas de esta hermosísima ciudad su catedral, la más grande del mundo de las levantadas en estilo gótico, es sin duda la más conocida. Y de ese templo metropolitano se lleva justa fama su torre, la Giralda, antiguo alminar de la primitiva mezquita almohade.

Pero a pesar de que todos conocen al Giraldillo, la veleta con figura de la Fe que corona el esbelto campanario y que, inocentemente, dio nombre a toda la torre (la que gira), muy pocos saben de la existencia de una joya natural oculta entre los huecos de sus venerables piedras.

Son los cernícalos primilla (Falco naumanni), la joya secreta de la Giralda de Sevilla.

En el caso de Sevilla y del cernícalo primilla, la relación de esta pequeña rapaz con edificios tan emblemáticos como La Giralda, la basílica de El Salvador o el monasterio de San Isidoro ha pasado desapercibida para buena parte de la población, pero no para los científicos.

De hecho, la Guía de Aves de Europa elaborada por los ornitólogos Lars Svensson, Peter J. Grant, Killian Mullarney y Dan Zetterström, y considerado el libro de campo más común de los ornitólogos europeos, ilustra la ficha referida al cernícalo primilla con un dibujo de La Giralda desde su primera edición, editada a finales del pasado siglo.

El cernícalo primilla no es especialmente abundante en Sevilla, cuyas principales colonias se ubican en el antiguo monasterio de San Isidoro del Campo, en la Giralda-Catedral y en la Basílica del Salvador, con poco más de cien parejas en total. Sin embargo, resulta todo un milagro que su silueta siga siendo aún habitual en el interior de esta ciudad cada vez más aglomerada y bulliciosa. Incluso por las noches, donde se les puede ver cazando insectos aprovechando la iluminación nocturna del monumento.

Una alegría más que nos podemos llevar con sólo mirar por encima de tan embrujados tejados.

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Foto superior: Ángel Pulido Domínguez / Photo.net. Foto central, voluntarios de SEO/Bird Life muestran a los turistas los primillas de la Giralda (Alfredo Martínez / EFE). Bajo estas líneas, detalle de la Bird Guide de la editorial Collins, que incluye el dibujo de la famosa colonia sevillana.

Pikachu vence al quebrantahuesos

Ayer hice una prueba desoladora con mi hijo de 10 años. Le enseñé una revista de turismo ornitológico y sólo fue capaz de identificar la fotografía de un águila imperial, ignorando los nombres de grulla, avutarda, cigüeña negra y mirlo.

A continuación seguí los consejos de Alejandro Sánchez, el director de la Sociedad Española de Ornitología (Seo/BirdLife), y le pregunté por los Pokémon. Ahí mi hijo se mostró un experto, señalándome los alias de decenas de esos estrambóticos seres, con sus consabidas generaciones y evoluciones. Crecido por el éxito, pasó luego al contraataque con los Gormiti, “los invencibles señores de la naturaleza”, preguntándome uno por uno los nombres de los muñequitos de raras formas de su preciada colección. Por supuesto, no supe ni uno.

El resultado me ha dejado sumamente preocupado. Nuestros hijos lo saben todo sobre seres irreales, pero muy poco sobre las plantas y animales que les rodean, aquellos que pueden observar con sólo salir a la calle.

Ven gorriones en el patio de la escuela y para ellos son sólo pájaros, igual que las palomas, los vencejos o los buitres. Ven camelias y son sólo flores, los trigales quedan convertidos en hierbas, las encinas en anónimos árboles, las madreselvas en arbustos.

Cuando Antonio Machado habla en sus poemas de

“los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores”,

¿a qué se estará refiriendo?

La razón es sencilla, nuestra sociedad cada vez es más urbana, más de televisión, más encerrada en burbujas de cemento y cristal.

¿Cómo vamos a conservar el día de mañana osos, linces, quebrantahuesos, hayedos, robledales, incluso escribanos palustres o violetas de Sierra Nevada, si no los conocemos?

Está claro, hace falta más educación ambiental a pie de calle, más salir con nuestros hijos al campo para descubrir toda esa gran riqueza natural que nos rodea. O acabaremos declarando a Pikachu especie protegida.

Así se zampa una garza a un conejo

No es algo imposible, pero cuando lo ves paso a paso a través del ojo del fotógrafo no puedes quedarte indiferente. Os cuento la historia tal y como la recoge la versión on line del periódico británico Daily Telegraph.

El fotógrafo holandés especializado en naturaleza Ad Sprang salió una mañana al campo en Vianen (Holanda) dispuesto a fotografiar aves acuáticas en una cercana zona húmeda.

Interesado en una garza real (Ardea cinerea), llevaba un rato retratándola cuando a su lado, y de un agujero, salió un pequeño conejo negro. La patilarga lo miró curiosa y se acercó a él, quedándose ésta inmóvil, como calculando las distancias. Y en un abrir y cerrar de ojos ¡zas!, lanzó su afilado pico cual arpón certero contra el confiado gazapo.

Las garzas son habitualmente ictiófagas, se alimentan de peces, pero en la práctica no descartan cualquier presa que puedan atrapar, desde pequeños mamíferos como ratones y topillos, hasta insectos, anfibios e incluso aves. Ese día, la ardea se despertó carnívora y depredadora.

Inútilmente, el pobre animal gemía débilmente mientras la garza trataba de ahogarlo en el agua. Al final lo logró, pero ahora venía lo más difícil, tragarse al pobre conejillo de un solo bocado como si fuera una gran boa constrictor. Y aunque parecía imposible, la hambrienta zancuda lo acabó logrando, no sin esfuerzo.

Una pequeña tragedia, aterradora a nuestros ojos, pero la naturaleza es así de bella y de terrible. Para que unos sobrevivan otros muchos deben morir.

7.000 euros por molestar a un quebrantahuesos

Un naturalista acaba de ser condenado en Francia a pagar 7.300 euros de multa por molestar la primavera pasada a una pareja de quebrantahuesos. Quería filmarlos con una cámara de vídeo en su nido, localizado en las montañas pirenaicas del Alto Garona, el primero en la región en más de un siglo. Seguramente con tan buena voluntad como inexperiencia, se acercó tanto que los adultos asustados abandonaron la incubación de su único huevo durante más de una hora, un lugar extremadamente frío a 1.700 metros de altitud. Al final el pollo nació, pero para morir poco tiempo después. Y este año la escarmentada pareja ha trasladado el nido a un lugar mucho peor, donde probablemente fracasará de nuevo.

“Hay amores que matan”, asegura el refrán, y éste es un buen ejemplo de ello. Todos tenemos derecho a disfrutar del vuelo del águila, del canto del ruiseñor, de las acrobacias del abejaruco. Pero nadie tiene derecho a molestar innecesariamente a las aves, a poner en peligro su bien más preciado, su prole.

Es tiempo de nidos, aunque por suerte ya no se puede salir a coger huevos y pollos como hacían antes los niños, por el mero placer de coleccionarlos o intentar criarlos en casa.

Mis abuelos siempre me lo advirtieron: “Si tocas un nido los pájaros lo aborrecen y lo abandonan”. ¿Por qué lo hacen? Por prudencia. No hay nada más peligroso para un ave que la nidificación; nunca estarán más indefensos que incubando. Por eso sólo el instinto de supervivencia puede romper los estrechos lazos paterno-filiales, obligándolos muy a su pesar a abandonar los huevos, o a dejar sin su calor protector a las crías durante horas, a merced de depredadores oportunistas. Cada desamparo de un nido es una pequeña catástrofe. Pensémoslo cuando nos encontremos uno. ¿Lo mejor? Irnos rápido y no molestarlos.

Un ejemplo más de este amor incontrolado por las aves lo podemos ver en la red. Desde Galicia, un aficionado está controlando diariamente y fotografiando la evolución de un nido de verderón (Carduelis chloris), imágenes que luego sube a su página. Dice que no los molesta pero, ¿hacía falta meter una pila en el nido para hacernos una idea de su tamaño?

Un halcón logra volar a 293 kilómetros por hora

Nuestro tren más rápido, el AVE, tiene un duro competidor, otra ave, pero ésta auténtica: el halcón peregrino.

¿Es posible que un pájaro logre superar los 240 kilómetros por hora de la famosa locomotora?

Un grupo de cetreros lo han demostrado en Estados Unidos, forzando al máximo las posibilidades biológicas de la especie. Para llevar a cabo su experimento eligieron una espectacular hembra, siempre más robustas y fuertes que los machos, y en una avioneta la subieron a 12.000 pies, 3.658 metros de altitud, donde la propia respiración se ve comprometida por la falta de oxígeno. Un detector de velocidad instalado en una de las plumas de su cola enviaba los datos a un ordenador central. Un paracaidista se tiró y, desde el aire, lanzó el cimbel, una bola de cuero con un pequeño trozo de carne, a modo de presa.

El halcón no se lo pensó dos veces. Como podéis ver en este espectacular vídeo de National Geographic, se lanzó como una bala, a tumba abierta. Y no falló. ¿La velocidad de caída? Impresionante, 293 kilómetros por hora.

Por suerte para todos, estas auténticas saetas con plumas son cada vez más habituales en España. Y no sólo en agrestes risqueras y apartados cortados montañosos.

También en las ciudades e incluso grandes urbes. Como Madrid, donde acaban de anillarse los pollos de una pareja que por segundo año consecutivo cría en la torre del Museo de América. O como Barcelona, donde gracias a un proyecto de reintroducción están criando incluso en las torres de la Sagrada Familia. Son los halcones urbanitas, de los que ya os hablé en una ocasión, el más bello sistema de lucha biológica contra palomas y tórtolas.

En toda España la población se estima entre 2.400 y 2.700 parejas pero realmente nunca, hasta ahora, se había abordado un censo nacional. Por eso este año cerca de 300 voluntarios, coordinados por SEO/BirdLife, están realizando el I Censo Nacional de halcón peregrino. Todo indica que sus poblaciones han aumentado, para satisfacción nuestra y terror de sus tradicionales presas.

Si estos días miras al cielo, es muy posible que puedas ver algún ejemplar de tan fabulosas rapaces, ahora enfrascadas en la cría de su prole. Fíjate bien en su vuelo raudo. Son auténticas flechas lanzadas al cielo.

En la imagen superior, los dos pollos de halcón anillados este año en el Museo de América (Madrid). Sobre estas líneas, un peregrino sobrevuela en Barcelona la Sagrada Familia.

El cambio climático nos trae más golondrinas

Hoy traigo a mi blog una buena noticia. ¡Ya era hora! La golondrina dáurica (Hirundo daurica), la hermana exótica de nuestra popular golondrina común (Hirundo rustica), prácticamente ha concluido su conquista ibérica.

Desde su primera observación en Cádiz en 1921, esta pequeña ave insectívora de origen africano ha ido poco a poco ampliando hacia el norte su límite de distribución peninsular. Cantabria y el País Vasco eran las dos comunidades que hasta el momento se le resistían a esta especie claramente mediterránea, pero la tierra pasiega acaba de ceder ante los encantos del pajarillo culinaranja.

Bueno, en realidad el primer nido descubierto se encuentra en la provincia de Burgos, pero a menos de 500 metros de la frontera entre ambas comunidades, con lo que las aves son compartidas. El ornitólogo cántabro Isidoro Fombellida encontró este año su peculiar casa de barro con el característico tubo de entrada en uno de los lugares más impresionantes del norte español: la iglesia rupestre de Presillas. Un bellísimo templo altomedieval excavado en roca viva en el siglo X por monjes refugiados de las persecuciones agarenas en estas fragosas tierras del alto Ebro. Hace años criaba allí la lechuza. Cuando lo visité por primera vez, me pareció un ejemplo soberbio de simbiosis entre arte y naturaleza. La presencia ahora de la dáurica en las comarcas de Bricia y Valderredible aumenta aún más la belleza de esta unión.

¿Por qué está en expansión la golondrina dáurica?

Como es frecuente con el Medio Ambiente, aquí nos movemos más por intuiciones que por certezas. Y todas estas intuiciones apuntan en la misma dirección: el cambio climático. Aunque no se trata de subirse al carro de una moda mediática. Como recuerda el atlas ornitológico español, hace medio siglo ya señaló esta posibilidad el investigador Simeonov (1968), teoría en la que volvió a reincidir Von Wicht en 1978. De hecho, el Atlas Climático de las Aves Reproductoras de Europa apunta la posibilidad de que esta avecilla siga en las próximas décadas su conquista territorial hacia Centroeuropa.

Ave de roquedos, los puentes y las casas abandonadas son para ella zonas perfectas donde poder criar. Y no le va nada mal. De contar con unas pocas parejas en España hace 50 años, ahora se calcula una población mínima de 22.500 parejas.

Lo dicho. Una buena noticia. Aunque otro día hablaremos de lo contrario, de las especies que van de cráneo por culpa de nuestra mala influencia ambiental.

Espectacular interior de la iglesia rupestre de San Miguel de Presillas de Bricia (Burgos), en cuyo interior ha criado una pareja de golondrina dáurica.

Regresa del país de los muertos

Tan sólo se le había visto dos veces desde 1920, la última vez hace 79 años. Considerado “Críticamente amenazado”, era dado por muerto por la mayoría de los científicos. Pero contra todo pronóstico, el petrel de Beck (Pseudobulweria becki) ha regresado del país de los muertos, del listado de las especies extinguidas.

En realidad nunca se había ido, pero sus poblaciones son tan escasas y se localizan en una zona tan remota del Pacífico austral, que las probabilidades de que un experto en aves marinas diera con él y lo identificara con precisión eran mínimas.

El mérito de este redescubrimiento tiene nombre propio: Hadoram Shirihai. Un entusiasta ornitólogo israelita empeñado, por no decir obsesionado, en el petrel perdido. Creyó haberlo visto en 2003 en el archipiélago de Bismarck, al noreste de Papúa Nueva Guinea. La duda no le dejaba tranquilo. Así que en el verano del año pasado emprendió una apasionante aventura personal en su busca. Alquiló un yate y durante 15 días recorrió 1.400 kilómetros por entre algunas de las más de 200 islas del lejano archipiélago. Shirihai justificó así su decisión: «Estaba ansioso por saber sobre estos sorprendentes petreles… y comprender mejor cómo podemos ayudar a conservarlos». Para muchos era una excentricidad, por no decir una locura. Pero como ocurre tantas veces, el éxito sonrió al idealista contumaz.

No sólo vio un petrel de Beck. ¡Vio 30 de estas imposibles aves marinas! Entre ellas varios jóvenes, evidencia clara de que la especie sigue criando. También los fotografió, algo que no se había logrado nunca. Por si todo esto fuera poco, encontró el cadáver reciente de una de esas aves en el mar, que lo convierte en el tercer espécimen recolectado para su estudio por la ciencia.

Los petreles son un grupo de aves parecidas a pequeñas gaviotas que pasan toda su vida en el mar y sólo se acercan a las costas para criar. Al igual que las pardelas, presentan un orificio tubular sobre el pico por el que expulsan el exceso de sal consumida, una sorprendente adaptación al mundo marino.

A los de Beck, así llamados en honor a su descubridor para la ciencia Rollo Beck, se les supone amenazados por las mismas causas que afectan a otros petreles del Pacífico: gatos y ratas introducidos en sus lugares de cría, tala y desmonte de los bosques para plantaciones de aceite de palma, sobrepesca, contaminación. Pero hasta que no conozcamos sus lugares exactos de cría tan sólo son suposiciones.

Les reconozco mi envidia al enterarme de esta noticia. Todavía quedan rincones en el mundo por explorar. Las islas Bismarck, por ejemplo. ¿Necesitará Hadoram Shirihai un viejo grumete inexperto para su próxima expedición? Por si acaso le mandaré mi currículum.

Mapa de la ruta seguida por el ornitólogo Hadoram Shirihai en julio-agosto de 2007. La zona donde descubrió al petrel de Beck se encuentra cerca del Cabo San Jorge, en la punta sur de Nueva Irlanda.

Semáforo verde en Gibraltar

¿Habéis estado alguna vez en el estrecho del Gibraltar? Sólo allí se puede ver uno de los mayores espectáculos naturales del mundo. La migración de las grandes aves planeadoras en su incesante viaje ora al norte, ora al sur, es una sobrecogedora exhibición de instinto.

Apenas 14 kilómetros de mar separan África de Europa. Pero por carecer de buenas térmicas y estar batido por fuertes vientos su travesía resulta extremadamente difícil. Como expertos navegantes, las aves se agrupan en la orilla, esperando el momento exacto para cruzar. Ni antes ni después, ahora. Y son muchas las veces que iniciado el asalto del otro lado deben volver ante la imposibilidad de alcanzar su objetivo. Tarifa y Tánger se convierten así en un gran embudo, el nexo de unión de todas las rutas hacia el camino más corto. Me lo imagino como el semáforo entre dos continentes. Rojo, no pasar. Amarillo, cuidado. Verde, pista libre.

Estos días es el momento de la migración prenupcial. Los pájaros han pasado el invierno en el Sahel e incluso el África tropical. Han repuesto fuerzas en un ambiente con abundante comida. Es su paraíso, pero en un momento, siempre en la misma época, algo les impide seguir disfrutando de tan envidiables condiciones. El impulso por ir hacia el norte, atravesar el terrible desierto del Sáhara, recorrer miles de kilómetros en pocos días para ocupar un territorio y tener descendencia es demasiado fuerte. Imposible acallar esta llamada incrustada en su registro genético.

Esta semana un grupo de ornitólogos españoles situados en Sierra de la Plata, en Bolonia, contemplaron embelesados la entrada de 2.700 milanos negros a la hora. Los grandes bandos les pasaron a muy pocos metros por encima de sus cabezas, volando en silencio absoluto hacia una misma dirección: Europa. ¿Se lo imaginan? También pasaron más de 900 águilas culebreras, miles de cigüeñas blancas y negras, aguiluchos, alimoches. Para todos ellos la primavera ya ha comenzado.

El estrecho de Gibraltar desde la orilla española. Al igual que la imagen superior, el autor de la fotografía es Fernando Barrios.