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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Los especuladores sitian Numancia

A los romanos les costó un triunfo dominar la ciudad celtíbera de Numancia. Hizo falta enviar a Escipión el joven, el vencedor de Cartago, quien tras más de un año de cerco infernal sólo logró entrar en una ciudad devastada después de que sus habitantes la prendieran fuego y se inmolasen en ella. Prefirieron morir libres antes que vivir como esclavos.

Hoy Numancia es un apacible cerro elevado sobre el río Duero, sin más vida en ella que algún alcaraván despistado correteando por entre sus piedras milenarias. Sin embargo, la vieja ciudad vuelve a estar sitiada, esta vez por los especuladores sin escrúpulos y, lo que es peor, por la especulación institucional, la peor de todas. Son ellos los que pretenden robarnos su riqueza más sagrada, su paisaje histórico, en aras de algo tan poco original como el pelotazo urbanístico. Para nuestra desgracia, son precisamente las administraciones que deberían proteger este inmenso legado quienes lo promueven, vayan ustedes a saber por qué espurios intereses.

La situación es tan grave que el yacimiento ha sido incluido en la Lista roja de patrimonio en peligro elaborado por la asociación Hispania Nostra.

La relación completa de amenazas causa escalofríos:

Un complejo residencial de 288 viviendas junto al campamentos romano de Alto Real, a pesar de estar protegido como bien arqueológico e histórico.

800 viviendas en un nuevo pueblo de colonización VIP al que irónicamente han dado en llamar Ciudad del Medio Ambiente, y que incluye hasta un hipódromo y varios hoteles. Ya han talado 3.000 pinos y amenazan a la segunda mayor colonia de cigüeñas de la provincia de Soria, a pesar de ser un espacio de alto valor ecológico y ambiental protegido por la Directiva Hábitats.

Un polígono industrial, Soria II, de 150 nuevas hectáreas, cuando tienen 300 sin usar en Valcorba y la ciudad tan sólo necesita 1,5 hectáreas al año.

Hasta con los espíritus románticos arremeten, pues han autorizado la construcción de un tanatorio en el famoso Monte de las Ánimas que cantara Bécquer.

No se dan cuenta de que el gran valor de Numancia no son sus piedras, es su paisaje. Sólo en este cerro podemos dar un salto en el tiempo para, 2.150 años después, reconstruir en nuestra imaginación la mirada desafiante de los resistentes numantinos a sus sitiadores romanos, con la misma intensidad y emoción de entonces. Porque allí la historia está viva gracias a su entorno.

Para protegerla definitivamente sólo hay una solución: declarar a Numancia Patrimonio de la Humanidad, poner su preservación en manos de la Unesco, ya que nuestros representantes son incapaces de hacerlo.

Esta vez los sorianos no van a prender fuego a la ciudad como pretenden sus políticos irresponsables. Esta vez pondrán todo su esfuerzo y valentía en defenderla; con uñas y dientes si hace falta.

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En el mapa inferior podéis ver cómo los proyectos urbanísticos están estrechando el cerco histórico romano a la ciudad celtíbera.

Músicos contra natura

Dicen amar la Naturaleza, pero en realidad actúan contra ella. ¿Me pueden explicar qué tiene de ecológico organizar un macroconcierto para 10.000 personas en el corazón de la Sierra de Gredos, en un pueblo de 500 habitantes? Pues ahí lo tienen un año más en Hoyos del Espino (Ávila), esta vez una docena de espléndidos artistas en un lugar equivocado. Capitaneados por los incombustibles Miguel Ríos, Ana Belén y los Burning, ‘Músicos en la Naturaleza 2009’ quiere llevar el próximo 11 de julio la buena música a un Parque Regional protegido, a una zona de extrema sensibilidad ecológica, al último lugar donde un espectáculo de masas debería celebrarse.

Lo llaman la noche verde, pero el único verde que se verá esa noche, bajo miles de vatios de luz y sonido, será el de las botellas de cerveza.

Sin embargo, los organizadores lo presentan como una muestra más de su compromiso de responsabilidad social con el medio ambiente, una actividad de defensa y “puesta en valor” de nuestro patrimonio natural. Bienvenidos a la moda del “todo es compatible”, queridos hijos del rock and roll.

La elección del lugar no es casual. Trece años después de la declaración de Gredos como espacio natural protegido, la Junta de Castilla y León todavía no ha aprobado un Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) que, con toda seguridad, prohibiría este tipo de festivales. Aunque tampoco importa demasiado, pues la actual ley regional del ruido debería impedir la celebración de un concierto que superará unos niveles sonoros por encima del máximo fijado de 95 decibelios, pero no lo hará.

¿Ecológico? Piensen en el despilfarro de combustible del público para acudir a tan apartado rincón, el consumo desmedido de electricidad, la salvaje acumulación de basuras, el peligro de incendios, el gasto nunca hecho público que costará tal evento a las arcas públicas.

Frente a tan gigantesco despropósito publicitario de un gobierno regional que pretende urbanizar Picos de Europa y hasta Numancia, no hay dinero para educación ambiental, ni para la protección de animales y plantas amenazadas, ni para detener la destrucción de los hábitats más vulnerables.

Conciertos en playas, en bosques, en montañas, en cuevas, en catedrales. Dice el refrán: “Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa”, pero eso ya no sirve. Ahora sólo interesa el más difícil todavía. El márketing. La imagen. Gastar mucho dinero en lo superfluo y ahorrarlo en lo verdaderamente importante. Quizá por eso el próximo concierto lo hagan en el circo (glacial) de Gredos, y llevarán hasta leones.