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El Parque Nacional de Daimiel puede dejar hoy de ser Patrimonio de la Humanidad

El Consejo Científico de la Unesco debatirá hoy, 13 de junio, la posibilidad de retirar la catalogación como Reserva de la Biosfera de La Mancha Húmeda y el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel.

Esta decisión dará respuesta a la solicitud de revisión de su declaración, enviada el pasado mes de septiembre por las principales ONG ambientales españolas.

Todo indica que la Unesco finalmente optará por dar un varapalo de aviso al Gobierno de España, poniendo como fecha tope para mejorar la situación el año 2015, aunque tampoco se descarta una «reiterada cautelar» de la protección. Si para entonces la Mancha Húmeda no vuelve a ser húmeda, cerca de un millón de hectáreas de antiguas lagunas (como las cervantinas de Ruidera), lavajos y aguazales (en total más de 60) perderán la más alta distinción medioambiental.

La situación no es nueva. Hace dos años os lo contaba aquí mismo: Hemos perdido un Parque Nacional, el de las Tablas de Daimiel. Desde hace 30 años, la Mancha Húmeda es un desierto.

Estamos hablando de una serie de afloramientos al exterior de un gigantesco embalse subterráneo natural que llegó a almacenar 12.500 hectómetros cúbicos, los acuíferos 23 y 24, y que en las últimas décadas ha sido esquilmado hasta la extenuación por 70.000 pozos, un gran número de ellos ilegales. Su nivel está ahora mismo 25 metros por debajo de su antigua altura natural.

Todavía recuerdo con horror la primera vez que visité el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel en julio de 1979. Era medio día, caía el sol de forma implacable, y los sistemas de riego por aspersión literalmente inundaban los campos próximos de cebada. ¿Se habían vuelto locos los agricultores? Está claro que sí. Han malgastado toda esa inmensa riqueza hídrica y ahora ya no hay agua ni para ellos ni para los valiosos ecosistemas acuáticos. Hace 13 años el Parque Nacional se secó. Ahora además está seco el Guadiana, el Cigüela y el Záncara.

¿Y dónde están ahora los patos?

Pues pásmense ustedes. La mayoría ha desaparecido, pero una pequeña parte se ha ido a las depuradoras de aguas residuales de localidades como Daimiel o Alcázar de San Juan. Allí, en sus aguas ponzoñosas, se han refugiado las últimas malvasías y los espléndidos patos colorados. Porque estará sucia, pero es la única que queda aprovechable en La Mancha.

¿Tiran los ecologistas piedras contra su propio tejado pidiendo la retirada de la distinción de la Unesco?

En absoluto. Su petición es tan lógica como un puro ejercicio de sinceridad. ¿A quién engañamos cuando vendemos al mundo una de las zonas húmedas más importantes del mundo y, al llegar, sólo vemos una raquítica laguna alimentada por agua bombeada de pozos comprados a los agricultores? Y donde los guardas del Parque Nacional señalan al visitante que, si quiere ver patos, se vaya a la depuradora de Daimiel.

Recuperar el déficit hídrico perdido. Esa es la única solución. El Plan Especial del Alto Guadiana, 3.900 millones de euros, el presupuesto más elevado de toda la historia de España para un proyecto medioambiental, quiere lograrlo en los próximos 20 años.

Pero como han denunciado los ecologistas, mal empezamos si entre sus objetivos está el legalizar un gran número de extracciones ilegales, manteniendo una insostenible superficie de regadíos que hace imposible la recuperación de los humedales protegidos.