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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Los romanos ya lucharon (inútilmente) contra la sequía en Córdoba

Laguna sin agua por la sequía. Foto: Universidad de Almería

Científicos de siete instituciones españolas han descubierto que los romanos alteraron hace 2 000 años la hidrología de un gran lago de Córdoba para tratar de paliar los efectos de la sequía. Y que con esta intervención, en lugar de garantizar más recursos hídricos, prácticamente lo secaron, además de aumentar la salinidad del agua, haciéndola inservible para el regadío y acabando con mucha de la vida acuática que allí vivía.

El estudio, que ha sido publicado en la revista ‘Scientific Reports’, revela que durante el periodo en que los romanos dominaron la península Ibérica (siglos II a.C a V d.C) se enfrentaron a periodos de sequías intensas, en los que llovía hasta un 20% menos que en la actualidad. En esa coyuntura, y para satisfacer la alta demanda de agua para uso urbano y agrícola en la zona central de Andalucía, desviaron riachuelos que de forma natural alimentaban zonas húmedas.

Así se ha podido comprobar que ocurrió en la Laguna de Zóñar, en Córdoba, la más profunda de Andalucía con hasta 16 metros de profundidad en la actualidad.

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Los dragos de Fuerteventura ‘aberruntan’ un invierno lluvioso

Dragos Fuerteventura

Si te pasas este verano por la isla de Fuerteventura, donde yo vivo, descubrirás algo más insólito que sus famosas playas de arena dorada con aguas de color turquesa. La mayoría de los dragos (Dracaena draco), ese típico y sorprendente árbol canario, están florecidos.

No es habitual. Lo normal es que sólo florezcan cada 15 años a partir de un esfuerzo biológico tal que, a modo de parto natural, acaban ramificando a través de las cicatrices producidas. Por eso, contando cada una de esas heridas hechas cada tres lustros es posible calcular su edad. Lee el resto de la entrada »

No te puedes perder el desierto florido de Canarias

Flores Fuerteventura 2

Es la gran noticia del año. Por eso no entiendo cómo las agencias de viajes y los touroperadores de toda Europa no lo están pregonando en papel cuché y a los cuatro vientos: ¡el desierto canario ha florecido!

Después de cinco años de terrible sequía por fin ha llovido en las islas de Fuerteventura y Lanzarote. En el patio de mi casa 140 litros en apenas dos meses, casi el doble de todo lo caído el año pasado.

Así se entiende el prodigio, la actual explosión de color verde cubriendo arenas y lavas, rejuveneciendo unas tierras resecas donde, de repente, gracias a ese milagro que los botánicos llaman «banco de semillas«, de la nada han surgido con fuerza bellísimas plantas. Y todas de golpe han reventado en flores, sabedoras que aquí el agua es un espejismo efímero. Como el alhelí canario (Mattihola bolleana), un endemismo capaz de teñir de morado inmensas laderas donde durante décadas sólo había piedras. O de azul añil como lo logra la viborina (Echium bonnetii), el más humilde de los tajinastes canarios. O de amarillo intenso gracias a la potencia de cerrajas (Reichardia tingitana) y crisantemos (Chrysanthemum coronarium).

Mires hacia donde mires, el brevísimo jardín isleño se muestra espectacular. Y los bichos están como locos. Los machos de hubara (Chlamydotis undulata), una curiosa avutarda del desierto, agotados de tanta carrera sexual; inflados como pavos, corriendo con la cabeza hacia atrás pero sin tropezarse jamás. Los alcaravanes (Burhinus oedicnemus) roncos de gritar por las noches eso que aquí suena como «Pedro Luis», de ahí su nombre popular. Los tarros canelos (Tadorna ferruginea), un pato más propio del Sáhara, volando desorientados pues de nadar en seco tienen ahora decenas de charcas donde poder criar. Hasta los extraños corredores saharianos (Cursorius cursor) se muestran más inquietos que de costumbre, asombrados ante tantos insectos sabrosos a los que poder echar el pico.

Es el gran espectáculo de la naturaleza y llega con fecha de caducidad. En apenas un mes todo volverá a estar tan sediento como antes. Así que no lo dudes. Ni sol ni playas ¿Qué haces que no vienes?

Flores Fuerteventura

 

Fuerteventura verde

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Las dos últimas primaveras «locas» dejan el campo con menos pájaros

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El tiempo está loco. Tanto como para acabar convenciendo a los más incrédulos de que eso del cambio climático al final va a ser cierto. Las dos últimas primaveras han sido un fiel reflejo de una inusual tendencia meteorológica que cada año parece más arbitraria.

Según AEMET, mayo, junio y julio de 2012 fueron meses más secos y cálidos de lo normal. Con temperaturas medias superiores en 2ºC con respecto a otros años y valores de precipitación media inferiores al 50%.  2013 ha sido justo al contrario, esos mismos meses resultaron mucho más fríos y húmedos de lo habitual, con la temperatura media en junio más baja desde 1997.

Sin embargo el verano, en contra de aquellos que pronosticaron que tal estación no existiría en 2013, y como acertadamente anunció mi compañero bloguero Emilio Rey, está siendo tan cálido y seco como siempre se le supuso al periodo estival.

Víctimas inocentes de las estaciones extremas, las aves también se comportan como excelentes bioindicadores de los altibajos climáticos. Para su desgracia, y según los resultados del programa Paser de seguimiento de aves de SEO/BirdLife, la productividad de aves comunes de 2012 y 2013 ha sido especialmente baja.

Entre las especies afectadas se encuentran nuestros pájaros más urbanos como el jilguero, el verdecillo, el verderón, el pinzón, el mirlo y el petirrojo. También las cigüeñas. En todos los casos han volado menos pollos por pareja de lo habitual.

Es la ley de naturaleza, es verdad, pero apena saber que los fríos y lluvias de la primavera han malogrado decenas de miles de puestas de esas avecillas que tanto nos gusta ver y escuchar cuando salimos al campo o paseamos por los parques y jardines. Y da todavía mucha más pena saber que la culpa en el fondo es de todos nosotros. Y de ese cambio climático provocado por la especie humana que amenaza con cambiarnos a todos, pero a peor.

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Los bosques producen las lluvias, y no al revés

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Tradicionalmente se decía que las excepcionales selvas del Amazonas o del Congo se debían a la elevada pluviosidad de estos lugares, las más altas del planeta. Pero un nuevo estudio científico parece demostrar lo contrario: que son los bosques quienes hacen las lluvias y no las lluvias quienes permiten el desarrollo de los bosques. De hecho, sin los árboles, esas inmensas áreas continentales de junglas impenetrables serían desiertos.

Un controvertido trabajo recién publicado refuerza la teoría de que los bosques desempeñan un papel fundamental en la determinación de las lluvias, generando vientos atmosféricos que bombean la humedad tierra adentro como si se tratara de una «bomba biótica«. El modelo podría revolucionar la forma de entender el clima local y su extraordinaria vulnerabilidad. Sugiere, por ejemplo, que plantar bosques en las regiones desérticas y áridas como el sediento Sahel africano podría atraer beneficiosas lluvias.

Del mismo modo, la pérdida de bosques podría transformar las exuberantes regiones tropicales en áridos paisajes.

«Esta teoría nos da una razón más para proteger y conservar la cubierta forestal», ha asegurado Douglas Sheil, co-autor del artículo publicado en la revista Atmospheric Chemistry and Physics e investigador del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).

El modelo explica por qué el aire se eleva sobre las zonas con mayor evaporación intensiva, como los bosques. La baja presión resultante aspira el aire húmedo adicional, dando lugar a una transferencia de vapor de agua que cae en forma de lluvia en las zonas con mayor evaporación.

Debido a que el modelo propuesto es contrario a los actuales modelos climáticos, los autores se han enfrentado a numerosos obstáculos a la hora de poder difundir sus investigaciones. Finalmente, los editores de Atmospheric Chemistry and Physics han decidido publicar el trabajo junto a un comentario explicativo donde se destaca lo inusual de la propuesta, controversia que han dejado abierta a los científicos en este enlace.

Los autores del estudio están convencidos de la importancia de su descubrimiento. Para ellos la lección es muy clara:

Gestionar los bosques es preservar el principal corazón del planeta por donde circula nuestro bien más preciado: el agua.

Y el mensaje final resulta no menos trascendental:

Hay que detener por completo la actual deforestación e iniciar cuanto antes la recuperación de los bosques perdidos.

Fuente: Forest News


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Se buscan cazadores de estrellas

Debo confesaros un pecado imperdonable. Llevo toda la vida dedicado al estudio de la flora y la fauna, de la geología, del mar, del arte (que también es un milagro de la naturaleza, pues somos parte de ella), del paisaje en su más amplia acepción, y me había olvidado de lo más importante. Me había olvidado del firmamento. Hasta hace unos meses miraba al cielo y sólo veía puntos de luz en la noche.

Un reciente viaje iniciático por el Atlántico, navegando a vela bajo un firmamento sin luna cuajado de estrellas, me abrió los ojos y desde entonces vivo entusiasmado tratando de introducirme en tan apasionante mundo. ¿Cómo podía estar tan ciego?

Algo parecido le pasó a Gustavo Muller, a quien conocí hace una semana durante la celebración en Fuerteventura de unas interesantísimas Jornadas de Astronomía. Un día asistió a unas conferencias de astronomía semejantes y acabó abducido. Hace cuatro años no distinguía la estrella polar y hoy es uno de los más importantes caza asteroides aficionados del mundo. Carpintero de profesión, se ha construido en madera un observatorio en la azotea de su casa, en el pequeño pueblo lanzaroteño de Nazaret, cúpula incluida.

Con un telescopio comprado por Internet, una cámara de fotos y un ordenador ha logrado descubrir 65 objetos cósmicos hasta la fecha desconocidos, que la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, ha incluido en el catálogo mundial. Incluso se ha permitido el lujo de poner a dos de ellos los nombres de sus hijos, Mauricio y Alessio.

Yo no aspiro a tanto. Para mí es suficiente mirar al cielo y admirar Las Pléyades, sorprender la salida de Sirus o hacer un guiño a Aldebarán. O salir estos días con los niños bien abrigados para ver juntos la lluvia de estrellas Gemínidas. Las mismas que admiraron los neandertales hace 250.000 años y que verán nuestros descendientes… si para entonces hemos logrado poner fin a la contaminación lumínica.

Sobre esta líneas os dejo un vídeo que me enseñó Gustavo Muller y me ha dejado asombrado. Está filmado en Canarias, así que os podéis hacer una idea del privilegio que tenemos todas las noches los que vivimos en estas hermosísimas islas. Su autor es Daniel López, uno de los mejores astrofotógrafos del mundo.

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Las lluvias resucitan el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel

Aunque nunca llueve a gusto de todos, las torrenciales lluvias del último mes, unidas a las importantes nevadas, han logrado resucitar el sediento Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Algo tan natural como que los ríos Guadiana y Cigüela volvieran a llevar agua en sus cauces obraron el milagro.

Mientras a primeros de diciembre el parque estaba completamente seco y sus entrañas de turba se consumían en un infierno de fuego subterráneo, hoy tiene encharcadas 160 hectáreas y el incendio está en proceso de extinción.

De todas formas, tampoco podemos echar las campanas al vuelo. Primero, porque tener con agua 160 de sus 1.750 hectáreas inundables no es aún una cifra de locura.

Segundo, porque el problema de las Tablas de Daimiel sigue siendo la sobreexplotación del acuífero 23, un gigantesco embalse subterráneo de 5.000 kilómetros cuadrados. Si no hacemos algo, todo ese agua que ahora llega generosa acabará saliendo por los más de 23.000 pozos que perforan el subsuelo, secando de nuevo nuestro triste Parque Nacional.

Y en tercer lugar está la mentira de los millonarios trasvases salvadores. El del Tajo-Segura primero, y ahora el de la Tubería Manchega, nunca lograrán sustituir a los aportes naturales de los ríos y arroyos.

Si alguien todavía cree que Las Tablas de Daimiel se van a salvar gracias al agua de una tubería, o es tonto, o piensa que los tontos somos nosotros.

Como estas lluvias nos han demostrado, el Parque Nacional sólo puede y debe recuperarse con agua de la cuenca del Guadiana, gracias a una gestión racional y sostenible de los recursos hídricos. O el próximo invierno volveremos a llorar por Daimiel.

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Foto: El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel la pasada semana, otra vez con agua. EFE/A. de la Beldad

Las lluvias arruinan las cerezas del Jerte

Nunca llueve a gusto de todos. Pero en los valles del Jerte y de La Vera, en Extremadura, tanta lluvia y durante tanto tiempo, precisamente ahora, en el momento más álgido de la recolección de sus archifamosas cerezas, está dando al traste con toda la cosecha.

Hace una semana, el presidente de la Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte, Angel Prieto, se mostraba todavía confiado, calificando el daño como «soportable». Pero ha seguido lloviendo, y las previsiones meteorológicas apuntan a que este fin de semana volverá el agua con fuerza al norte de Cáceres. Justo ahora en que comienza a recogerse la variedad picota, la más preciada de todas ellas.

Tanta agua en la fruta reduce la calidad y dificulta su envío en buenas condiciones a los mercados centroeuropeos, donde las cerezas extremeñas tienen justificada fama.

Llueve sobre mojado

Pero la situación puede todavía empeorar aún más si, como pasó ayer en Logroño, junto con la lluvia también llegase el temido pedrisco. Exactamente lo que ocurrió el año pasado, cuando unas 4.000 familias extremeñas perdieron toda su cosecha de cerezas por culpa del granizo y el exceso de agua.

Más de 12.000 hectáreas de cerezos se cultivan en el norte de Cáceres, la mayor superficie de toda Europa dedicada al nutritivo frutal.

Esta primavera, su radiante floración, a modo de delicado manto blanco, fue de nuevo un espectáculo único que congregó a miles de turistas. Pero ahora, prácticamente concluido el mes de mayo, las cumbres de Gredos se siguen manteniendo blancas, aunque no por las flores, sino por la nieve recientemente caída. ¿Es eso lo normal, o lo raro fueron los calores del invierno?

Definitivamente el tiempo está loco, por nuestra culpa, y como penitencia nos vamos a quedar sin cerezas.