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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Enseñanzas de las aves para luchar contra la crisis

Pavo real

Lo reconozco. Soy un ateo muy espiritual. Recolector de tradiciones populares, estos días no he podido evitar el recordar muchas de ellas, buscando solución a la actual crisis económica, al pasear por las frondas misteriosas de la Selva de Irati, en el Pirineo navarro, el hayedo más extenso y primario de Europa.

Fue allí donde, embarrado en mitad del bosque, escuché con asombro el poderoso machaqueo sobre un árbol del picamaderos negro (Dryocopus martius), un ave de leyenda. No estaba haciendo su nido. Tan sólo tamborileaba un viejo tronco para advertir a sus semejantes machos que el territorio estaba ocupado, y en la esperanza de ver aparecer alguna hembra dispuesta. Dice la gente mayor que, cuando se oye el golpeteo de un pájaro carpintero, las oportunidades llaman a tu puerta. Aún estoy esperando su llegada, pero no desisto.

Oportunidad la que tuve media hora después, al escuchar en un claro del bosque el inconfundible reclamo del cuco (Cuculus canorus). Recordé que era el primero del año, así que casi maquinalmente hice lo que un viejecito me recomendó hace tiempo. Llevarme la mano al bolsillo. “Si tocas monedas será un año de dinero”, aseguran. Desgraciadamente, sólo llevaba el teléfono móvil y, efectivamente, desde entonces no deja de sonar, pero pidiendo, no dando.

Dentro de mi relación mágico-descreída con el mundo animal la guinda se la lleva el pavo real (Pavo cristatus). En la tradición cristiana es signo de inmortalidad, pero también de vanidad. Siempre ha sorprendido que un animal tan bello emita como único canto un destemplado trompeteo, terrorífico cuando se oye por las noches. Estos días en Gran Canaria, el señor Anselmo me dio una nueva explicación sobre tan estentóreo canto. “¿Lo ves hermoso y ufano?”, me dijo señalando al más elegante. “Pues lo que grita sin parar es ‘A peor, vamos a peor’, así que aplícate el cuento”.

¿Veis por qué es mejor no creer en estas cosas?

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Aves increíbles: Alcaudones viajan de León a Mozambique pasando por Italia

Alcaudón dorsirrojo

La semana pasada tuve la inmensa suerte de realizar un estudio botánico en la Selva de Irati (Navarra), el bosque de hayas más extenso de Europa. Allí, en una pradera donde pastaba un rebaño de ovejas latxas, las carinegras del famoso queso Idiazábal, observé un precioso macho de alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio).  Pájaro increíble, acababa de llegar a su zona de cría después de un enigmático viaje migratorio. Enigmático pues hasta ahora no se sabía a ciencia cierta a dónde iba, y por dónde, desde que desaparece de España en agosto y hasta que lo volvemos a ver en mayo.

Gracias a las nuevas tecnologías de geolocalización, y a un estupendo trabajo de la Fundación Migres, en colaboración con el Centro de Macroecología, Evolución y Clima de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y la consultora ambiental Opsis, acabamos de conocer estos días los detalles de la peculiar «migración en lazo» de los alcaudones dorsirrojos ibéricos.  Casi 20.000 kilómetros a lo largo de tres continentes recorridos al año por esta pequeña ave que viaja con eficiencia, sola y de noche, aprovechando sus complejos recursos genéticos, pues nadie le enseña el camino: nace con el mapa en la cabeza.

A través de una nota de prensa, la Fundación Migres nos ofrece un detallado relato del periplo. Desde la zona de cría, en las inmediaciones de la ciudad de León, los alcaudones marcados iniciaron la migración postnupcial hacia el este, alcanzando el norte de Italia a mediados de agosto. Desde allí cruzaron el Mediterráneo y el Sáhara, alcanzando el sur del desierto a principios de septiembre. Realizan paradas en las sabanas del sur de Sudán (1-2 meses), para proseguir lentamente hacia sureste hasta alcanzar entre Zimbabue y Mozambique sus zonas de invernada a finales de octubre, tras un agotador viaje de 8.750 kilómetros.

El viaje de retorno se inicia en marzo y les lleva hacia el norte-noreste, alcanzando a finales de marzo el Cuerno de Africa. La migración entonces se acelera y a lo largo del mes de abril alcanzan las vegas del Tigris y el Eufrates, tras atravesar la península Arábiga, virando después al oeste para recorrer el Mediterráneo vía Grecia y el sur de Italia. Alcanzan las áreas leonesas de cría a finales de mayo, tras un viaje de 10.950 kilómetros que incluye 4.070 kilómetros de duro desierto y jornadas diarias que en algunos casos llegaron a los 200 kilómetros. Impresionante para un pájaro básicamente insectívoro del tamaño de un gorrión que viaja de noche sin seguir a nadie, dejándose llevar tan sólo por su instinto innato.

Pero todavía más extraordinario. Los pájaros estudiados se hicieron todo el periplo llevando a sus espaldas una pequeña mochila geolocalizadora. Cuando al año siguiente regresaron a la zona de cría, lo hicieron con una precisión desconcertante. Tras 11.000 kilómetros de peligroso viaje nocturno, los investigadores los encontraron ¡a menos de 200 metros de donde los habían capturado el año anterior!

En este vídeo sueco puedes ver al extraordinario pájaro del que te hablo. Para que no se te despiste cuando salgas al campo.

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