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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Ser ecologista es bueno para el alma

Lo acaba de asegurar nada menos que el arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia anglicana, Rowan Williams: Hazte ecologista y salvarás tu alma.

En opinión del clérigo inglés, llevar una vida verde, respetuosa con el medio ambiente, es bueno para el espíritu. Consecuente con este modo de pensar, el preste ha pedido a los feligreses que hagan «pequeñas modificaciones» en su vida que ayuden a salvar el mundo como reciclar más, volar menos en avión o consumir fruta y hortalizas plantadas por ellos mismos.

Durante el sermón pronunciado el pasado fin de semana en la londinense catedral de Southwark, y según recoge el Daily Telegraph en su edición digital, Williams dijo que la respuesta cristiana al cambio climático es tratar de minimizar cualquier efecto nuestro sobre el medio ambiente.

Como ejemplos prácticos propuso apagar los aparatos eléctricos cuando no se usan, pasar las vacaciones en el propio país o tener una huerta donde cultivar nuestros propios alimentos. En su opinión, ayudar a la naturaleza nos pondrá de nuevo en contacto con el alma humana.

El arzobispo anglicano dijo que la actual obsesión con el crecimiento económico nos ha llevado al «ecocidio«, con más especies que nunca en peligro de extinción, una creciente desertificación y deforestación del planeta, así como a un «malestar espiritual básico«.

Y fue aún más lejos pidiendo al Gobierno del Reino Unido que lidere el camino del desarrollo sostenible invirtiendo más en energías renovables, tecnología verde y la construcción de edificios energéticamente eficientes. También hizo un llamamiento a los países de la ONU para que suscriban un nuevo acuerdo internacional sobre cambio climático en Copenhague el próximo mes de diciembre, con metas más estrictas para los países ricos en cuanto a la reducción de sus emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.

Nunca antes había visto un sermón tan ecologista, en este caso protestante. Y yo me pregunto: ¿pensarán igual nuestros sacerdotes católicos?

Inglaterra declara la guerra a los loros

Verdes, ruidosas, exóticas, llegaron al Reino Unido hace apenas 40 años y ya son un incómodo enemigo con alas.

La cotorra de Kramer (Psittacula krameri) y la cotorra argentina (Myiopsitta monachus) acaban de convertirse oficialmente en plaga en Inglaterra. Como la barnacla canadiense (Branta canadiensis) o el ganso de Egipto (Alopochen aegyptiacus), son consideradas una amenaza, ya sea para la fauna nativa o para la salud pública. Una designación que permite que cualquier persona podrá dispararlas en cualquier época del año sin ningún permiso especial, e incluso destruir sus nidos. Es la guerra contra ellas.

Escapadas o soltadas inconscientemente de las jaulas, estas aves se han adaptado admirablemente al duro clima británico. Su población reproductora actual supera las 4.700 parejas y se están expandiendo de manera constante por el norte hasta llegar a Escocia. A costa de quitar los nidos a los pájaros carpinteros para criar en ellos, y de dañar los cultivos frutales. Como ocurre igualmente en España, donde también se quiere acabar con las cotorras.

El control de las especies invasoras es un grave problema de conservación en Europa. Su eliminación de los ecosistemas naturales debería de ser una prioridad de las Administraciones desde el primer momento en que se detecta su presencia, pues luego ya es demasiado tarde. Mejillón cebra, cangrejo americano, los loros y una larga lista de plantas y animales acaban provocando un grave impacto medioambiental y también económico.

Pero a tiros no vamos a solucionar nada. Servirá para aplacar al agricultor afectado, a quien le dejarán desahogarse del daño provocado por estas aves a tiro limpio. Y nada más. La única solución real es impedir el tráfico mundial de especies exóticas, pero eso nunca se hará pues hay mucho dinero en juego.

De todas formas, disparar a una bellísima cotorra ¿no os parece una salvajada? Qué culpa tendrá ella de nuestras manías y de nuestros vicios.

Rambo sobrevive al invierno

Rambo es una heroica golondrina común (Hirundo rustica) que ha logrado una hazaña inimaginable, sobrevivir en Inglaterra al invierno más frío de los últimos 30 años.

Pájaro extremadamente delicado, debería haber migrado al cálido África subsahariano el pasado otoño, pero por razones desconocidas no lo hizo, prefirió quedarse en una reserva natural cercana a la ciudad de Penzance, en la península de Cornualles.

Otras seis compañeras que se quedaron con ella no lo resistieron y perecieron con la llegada de los primeros fríos. Pero emulando al sufrido personaje de Sylvester Stallone, esta joven golondrina (cuyo género se ignora) sigue viva para desconcierto de los ornitólogos, tras haber superado temperaturas inferiores a los 12 grados bajo cero. Un frío que acaba con moscas y mosquitos, su único alimento y fuente energética disponible. ¿Qué comía? Nadie lo sabe.

Una noticia como ésta habría pasado completamente desapercibida en España, pero en el Reino Unido, donde el amor por las aves es generalizado, ha acaparado estos días televisiones y periódicos, entre ellos los populares Daily Mail y The Sun.

Aquí en nuestro país la climatología es más benigna, por lo que siempre se quedan algunas golondrinas y aviones a pasar el invierno en el sur peninsular. Y aunque el frío todavía sea generalizado, las primeras valientes están comenzando a regresar de su viaje africano. Por ejemplo en el sur de Madrid, donde estos días se han visto varias en unas graveras encharcadas.

Nosotros no lo notamos, pero ellas, aunque no sean Rambo, ya huelen la primavera.

Fotos: Daily Mail.

Viaje alucinante (y antiecológico) de una manzana

Sano como una manzana. ¿Existe un alimento más natural? Pues depende, tanto de su método de cultivo (ecológico o industrial) como de su lugar de origen. Porque al menos en gasto energético, la energía primaria necesaria para que una manzana perfecta de esas que en estas fechas invernales vemos en las fruterías, pongamos por caso de la popular variedad ‘Golden Delicious‘, llegue a ciudades densamente pobladas como las nuestras desde países remotos, es escalofriante.

La energía invertida en el transporte de una manzana (o un kiwi o unos lichis) de países tan lejanos como Nueva Zelanda a España (23.000 kilómetros) representa 35 veces la que se ha utilizado en forma de abono para producirla. Exactamente la energía equivalente a tener encendida una bombilla incandescente de 100 watios durante más de 10 días seguidos. Un derroche salvaje que, a pesar de todo, logra poner en la mesa fruta con precios más bajos que los de nuestras sabrosas manzanas leridanas o del Cinca.

Incluso almacenándola durante meses en cámaras frigoríficas siguen siendo energéticamente más eficientes que las llegadas de muy lejos. Esto último lo ha demostrado recientemente el investigador alemán Michael Blanke, en un Congreso Internacional de Horticultura cuyas actas han visto este año la luz.

En su caso Blanke hizo el cálculo con frutas llegadas a la populosa región alemana del Rhein-Ruhr (8 millones de consumidores) en el mes de abril. Para ello comparó el gasto energético entre dos lotes de manzanas. Por un lado las cosechadas en Alemania a mediados de octubre y almacenadas durante 5 meses en cámaras de refrigeración hasta mediados de marzo. Por otro lado manzanas frescas de la misma variedad nacidas en el hemisferio sur, en Hawke’s Bay, Nueva Zelanda o Grabouw-Elgin, en la provincia occidental del Cabo, Sudáfrica. Estas manzanas fueron recogidas en marzo y tardaron 28 días y 14 días de transporte, respectivamente, en llegar en buques frigoríficos a Amberes para su posterior venta en Alemania.

El resultado fue el esperado. El transporte desde lugares tan lejanos como nuestras antípodas consume mucho más que el almacenamiento de los productos locales. Con el añadido de su beneficiosa implicación en el mantenimiento del empleo local, huertos frutales, redes regionales de producción, preservación del paisaje, junto con una mayor seguridad alimentaria y empleo de sistemas de garantía de calidad europeos tales como QS y EUREP-GAP.

Resumiendo. Cuando vayas a comprar fruta mira bien antes su procedencia. Cuanto más lejos vienen mayor es el derroche energético y el daño que le hacemos a nuestra agricultura nacional. Así que seamos consumidores concienciados, también en Navidad.