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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Este pájaro parecía mudo pero le canta a la Luna

Macho de hubara canaria cantando. Foto: Inmaculada Abril-Colón

La creíamos muda, incapaz de cantar. Algunos habían registrado su reclamo con mucha paciencia y sofisticados sistemas de grabación, pero prácticamente nadie la había escuchado en el campo, como se puede oír a la madrugadora alondra, el vocinglero alcaudón o la machacona abubilla. Y sin embargo, la rara y muy amenazada hubara canaria, Chlamydotis undulata fuertaventurae, canta. Pero lo hace sobre todo en noches de Luna llena, cuando el silencio permite llevar muy lejos sus quejidos amorosos. Lee el resto de la entrada »

La resurrección de Tindaya convierte a Chillida en Walking Dead

Visto así la historia tiene algo de espectacular perfomance de la donostiarra Esther Ferrer, sólo que su promotor, el artista también donostiarra Eduardo Chillida, lleva 15 años muerto. Su proyecto de Tindaya daría para llenar de locuras uno de los pabellones de la feria ARCO con la intervención artística post morten más cara de la Historia del Arte. Entre 18 y 26 millones de euros gastados en aire, pues en dos décadas de despilfarro no se ha movido ni una sola piedra.

Todo este dineral se lo ha gastado el Gobierno de Canarias en lo que nos han vendido a los contribuyentes como una inversión necesaria para relanzar la economía de Fuerteventura, una isla con 100.000 habitantes que recibe al año más de tres millones de turistas. Según la diputada regional Águeda Montelongo, perforar esta montaña abriendo en sus entrañas un gigantesco cubo de 50 metros de altura «nos va a dar realce mundial».

Personalmente me quedo con el realce de contar con las mejores playas de Canarias y unas riquezas naturales que le han hecho merecedora a la isla de ser declarada Reserva de la Biosfera. Y con una montaña que no es una montaña cualquiera. Es uno de los espacios más protegidos de Europa. Lee el resto de la entrada »

Las cabras felices de Juan Pérez y su perro Arrogante

Con el amanecer de cada mañana Juan Pérez salta de la cama, desayuna un buen tazón de leche con gofio y saca a pastar sus 20 cabritas felices. En realidad 25 si contamos los pequeños baifos, palabra de origen aborigen con la que se nombra en la isla canaria de Fuerteventura a los cabritos o chivos lechales. No olvida la lata, una larga pértiga de fibrosa madera con punta de hierro a modo de cayado con la que lo mismo se apoya en ella que da unos saltos increíbles por entre la lava. El salto del pastor lo llaman. Tampoco se olvida cubrirse la cabeza con su raído cachucho de lana, típico sombrero con al menos el medio siglo de vida de su propietario al que Juan es tan fiel como a su flamante bigote setentero.

Le acompaña su fiel perro Arrogante, un bardino majorero de cinco años con pelo grisáceo tirando a verde y las rayas atigradas propias de los de su raza. Otra peculiaridad de esta isla. El bardino o perro majorero es una de las cinco razas caninas autóctonas de Canarias. Tradicionalmente se usó como perro ganadero y guardián, por eso ahora está tan amenazada como la misma profesión de pastor. Por el abandono del campo pero también por su mala fama. Se les acusa de ser celosos, desconfiados y traicioneros; de no avisar, acercarse cautelosos y soltarte una fuerte dentellada con sus poderosas mandíbulas cuando menos te lo esperas.

No es el caso del animal de Juan, o al menos eso espero cuando me los cruzo en el campo, ellos vigilando el ganado y yo buscando con mis prismáticos esos machos de avutarda hubara encelados estos días en sus carreras vertiginosas de amor ciego. Lee el resto de la entrada »

No te puedes perder el desierto florido de Canarias

Flores Fuerteventura 2

Es la gran noticia del año. Por eso no entiendo cómo las agencias de viajes y los touroperadores de toda Europa no lo están pregonando en papel cuché y a los cuatro vientos: ¡el desierto canario ha florecido!

Después de cinco años de terrible sequía por fin ha llovido en las islas de Fuerteventura y Lanzarote. En el patio de mi casa 140 litros en apenas dos meses, casi el doble de todo lo caído el año pasado.

Así se entiende el prodigio, la actual explosión de color verde cubriendo arenas y lavas, rejuveneciendo unas tierras resecas donde, de repente, gracias a ese milagro que los botánicos llaman «banco de semillas«, de la nada han surgido con fuerza bellísimas plantas. Y todas de golpe han reventado en flores, sabedoras que aquí el agua es un espejismo efímero. Como el alhelí canario (Mattihola bolleana), un endemismo capaz de teñir de morado inmensas laderas donde durante décadas sólo había piedras. O de azul añil como lo logra la viborina (Echium bonnetii), el más humilde de los tajinastes canarios. O de amarillo intenso gracias a la potencia de cerrajas (Reichardia tingitana) y crisantemos (Chrysanthemum coronarium).

Mires hacia donde mires, el brevísimo jardín isleño se muestra espectacular. Y los bichos están como locos. Los machos de hubara (Chlamydotis undulata), una curiosa avutarda del desierto, agotados de tanta carrera sexual; inflados como pavos, corriendo con la cabeza hacia atrás pero sin tropezarse jamás. Los alcaravanes (Burhinus oedicnemus) roncos de gritar por las noches eso que aquí suena como «Pedro Luis», de ahí su nombre popular. Los tarros canelos (Tadorna ferruginea), un pato más propio del Sáhara, volando desorientados pues de nadar en seco tienen ahora decenas de charcas donde poder criar. Hasta los extraños corredores saharianos (Cursorius cursor) se muestran más inquietos que de costumbre, asombrados ante tantos insectos sabrosos a los que poder echar el pico.

Es el gran espectáculo de la naturaleza y llega con fecha de caducidad. En apenas un mes todo volverá a estar tan sediento como antes. Así que no lo dudes. Ni sol ni playas ¿Qué haces que no vienes?

Flores Fuerteventura

 

Fuerteventura verde

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La naturaleza también depende del color de los cristales

gafas

Una de las experiencias más esperpénticas de mi vida fue asistir como periodista a la inauguración de una gran urbanización en Majanicho, en el norte de Fuerteventura. Rodeado de azafatas, aduladores y numerosas botellas de champán francés, el promotor inmobiliario agarraba el micrófono cual predicador para glosar su particular milagro:

“Antes aquí no había nada y en un par de años hemos levantado un emporio turístico”,

aseguraba ufano.

¿Nada?, me preguntaba yo. Y veía horrorizado esos arenales urbanizados donde hasta hacía muy poco reinaba la hubara (Chlamydotis undulata), una avutarda del desierto. Espacios vírgenes a los que la crisis del ladrillo ha convertido ahora en un triste erial de viviendas a medio construir.

Reflexionando en positivo, reconocía apesadumbrado que la percepción de la realidad es algo muy, pero que muy personal. Como ocurre con el bosque. Reserva natural para unos, reserva maderera para otros, y montón de árboles para la mayoría.

Otro ejemplo son los barbechos. Pocos, muy pocos, aprecian la importancia de dejar descansar un par de años las tierras de cultivo, sin labrarlas, a la espera de futuras cosechas bien surtidas. La mayoría se lamentará ante el supuesto abandono del campo, entregado a los rastrojos. U optará, si es agricultor moderno, por gastar ingentes cantidades de abonos y fertilizantes. Sin embargo, el ornitólogo valorará la presencia de campos incultos para el desarrollo feliz de aves esteparias como el sisón  (Tetrax tetrax).

Al final llegamos a lo de siempre: la educación. Fundamental para distinguir un campo abandonado de uno en barbecho, de apreciar la importancia de la avutarda y del sisón, la cultura, el paisaje, el arte o las tradiciones. Todo encierra un valor superior al directamente económico, aunque hace falta tener los conocimientos mínimos para apreciarlo. O las gafas. Porque como decía Campoamor:

“En este mundo traidor

nada hay verdad ni mentira;

todo es según el color

del cristal con que se mira”.

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Protecciones «intermitentes» de especies en Canarias

La desfachatez de algunos políticos para machacar el medio ambiente mientras aseguran protegerlo no tiene límites. El último esperpento lo han protagonizado el grupo parlamentario regional de Coalición Canaria, al proponer una proposición de Ley que modifica el catálogo canario de especies protegidas a su antojo.

Lo hacen para facilitar legalmente la destrucción de uno de los mayores bosques submarinos del mundo (sebadal) a cambio de desarrollar un esperpéntico proyecto de mega puerto industrial en el sur de Tenerife. De paso, eliminan obstáculos para futuros planes de supuesto progreso.

Sin aportar ningún informe técnico, los nacionalistas han decidido rebajar la categoría de protección de 9 especies de aves, entre las que se encuentran la avutarda hubara, el paíño pechialbo, el corredor sahariano o la tarabilla canaria, y retirar la desprotección a casi una veintena de especies amenazadas. Y lo que es peor, se inventan una nueva categoría denominada de “interés para los ecosistemas canarios” que, en resumidas cuentas, supone el absurdo de que la protección de un ave irá variando dependiendo en cada momento de si ésta se encuentra sobrevolando o no un espacio protegido. En flora el despropósito es aún mayor.

Se protege y se desprotege «a la carta», de acuerdo con los intereses de cada momento. Los científicos no tienen posibilidades de opinar, son los políticos quienes deciden unas protecciones «de quita y pon».

SEO/BirdLife ha denunciado esta burda maniobra política, solicitándole al Ministerio de Medio Ambiente que en caso de que la proposición de Ley sea aprobada, el Gobierno de España la recurra ante el Tribunal Constitucional. Y es que, aunque parezca increíble, tal disparate tiene muchos visos de salir adelante.

Ante ello, Greenpeace ya ha puesto en marcha una ciberacción de protesta dirigida a Domingo Berriel, consejero de Medio Ambiente, y a José Miguel González Hernández, presidente del Grupo Parlamentario de Coalición Canaria. Si quieres ayudarnos, pincha aquí y ciberactúa.

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En la imagen superior, un macho de avutarda hubara, una de las especies cuya categoría de protección se pretende rebajar por mera decisión política, tras lo que se ocultan fuertes intereses empresariales. Para demasiados, flora y fauna amenazadas son vistas tan sólo como escollos en los actuales planes de destrucción de Canarias.

Un príncipe saudí aniquila a las hubaras

Me lo advirtió mi amigo Joachim Hellmich antes de viajar al Sáhara. “En Tarfaya están las mejores poblaciones de hubara de África, así que abre bien los ojos. Y ten cuidado, no te vayas a encontrar con los halconeros del príncipe Bin Abdulaziz, que suelen ir a cazar allí a finales de diciembre”.

Hellmich es probablemente el mayor experto del mundo en hubaras, una pequeña avutarda del desierto seriamente amenazada de extinción. Le conocí en Fuerteventura, donde ha dedicado muchos años de su vida al estudio de esta esquiva ave, prácticamente invisible a pesar de su gran tamaño. Luego se fue unos años a Errachidia, en el sur de Marruecos, para trabajar con las poblaciones saharauis. Le contrató Su Alteza Real el Príncipe Sultán Bin Abdulaziz Al Saoud, príncipe heredero y ministro de Defensa y Aviación Civil del Reino de Arabia Saudita.

El sultán es un cetrero compulsivo, amante de la caza de la hubara con halcón peregrino, y está preocupado pues cada vez le resulta más difícil capturar a estas extrañas avutardas. De hecho, en su país ya están extinguidas. Como dinero no le falta, ha montado en Agadir la Fundación Internacional para la Protección y el Desarrollo de la vida silvestre, un centro de estudio y cría en cautividad de hubaras. Para Hellmich fue una decepción. Pasaba meses siguiendo hubaras marcadas que luego le traían muertas los cazadores. Así que se fue.

Aunque de refilón, la semana pasada me encontré con el campamento base del sultán cerca de Akfnir, no muy lejos de Tan Tan. Parecía un campo de refugiados, con cientos de tiendas de campaña blancas, el mismo color de los modernos todoterrenos aparcados junto a ellas. Pero los vehículos no eran los de la MINURSO para el Sáhara. Eran los de los cetreros. La expedición de caza del príncipe saudí estaba integrada por más de 500 personas, un centenar de halcones, un número indeterminado de caballos y varios helicópteros. En sus expediciones cinegéticas han llegado a capturar hasta 121 hubaras, además de infinidad de liebres del desierto, perdices y prácticamente todo bicho viviente que se les ponga por delante. Se consideran respetuosos con el medio ambiente, amantes de la naturaleza, depositarios de las antiguas tradiciones de la altanería, pero son como el caballo de Atila. Por muchos proyectos de cría en cautividad que desarrollen, a ese ritmo acabarán con las hubaras. Y nadie les dirá nunca nada porque ¿quién se atreve a denunciar a tan egregio personaje? El desierto es suyo y los petrodólares también.

Vista parcial del campamento de caza con halcones de hubara en Akfnir (sur de Marruecos), montado la semana pasada en medio del desierto para disfrute del príncipe Bin Abdulaziz.

Retrato oficial del príncipe saudí.