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Rebuznos y mordiscos contra (o a favor) del lobo

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© Wikimedia Commons

Ayer por la noche #LoboMarley fue tendencia nacional (trending topic) en Twitter. Tal día como hoy, hace ahora dos años, caía abatido un lobo muy especial en el Parque Nacional de Picos de Europa. Los científicos lo llamaban Marley, pues su pelaje les recordaba al del famoso icono del reggae jamaicano Bob Marley. Llevaba un emisor GPS que les permitía espiar sus movimientos durante meses.

Pero su fama no le sirvió para nada. Lo peor del caso es que no lo mataron ni unos cazadores furtivos ni un ganadero encolerizado. Lo mató personal funcionario del propio Parque Nacional, como parte de la supuesta gestión medioambiental de la especie.

Sí, lo has oído bien. Fueron los propios guardas del parque, obedeciendo lógicamente las órdenes de sus superiores, quienes acabaron con su vida. Aquellos que siguen pensando que el mejor lobo es el lobo muerto. Y que con lobos no hay paraíso.

La terrible noticia os la ofrecí puntualmente en La Crónica Verde. Pero informar no era suficiente. De la indignación de muchos conservacionistas nació hace también dos años la asociación Lobo Marley. Un grupo de defensores del lobo empeñados en lograr que el lobo sea declarado especie protegida en toda España.

En Portugal el lobo está catalogado por la legislación como Especie en Peligro de Extinción, lo cual implica el máximo grado de protección legal en todo el Estado luso ¿Cómo es posible que en España no lo esté?

Pero aquí no lo protegemos. Todo lo contrario. Tratamos de extinguirlo. Sin ir más lejos,  la Junta de Castilla y León prepara una nueva matanza. Como publicó el pasado 8 de agosto en su Boletín Oficial y denunció Lobo Marley, ha aprobado un nuevo cupo de 140 lobos a abatir hasta febrero de 2015.

Sin estudios poblaciones serios y actuales, estos cupos son pura invención, fruto exclusivo de la presión ejercida por los ganaderos, que ni tan siquiera mantienen una lógica de descaste basada en la eliminación de los ejemplares más peligrosos o enfermos.

Imposible, dirán algunos. Contra el lobo sólo se puede luchar a escopetazo limpio.

Pues no. Los ganados se pueden proteger de una manera tan sencilla como ecológica: con rebuznos y a mordiscos.

Rebuznos de burros vigilantes. Una experiencia muy positiva que, como ya os he contado en La Crónica Verde, está teniendo éxito en Galicia o la zamorana Sierra de La Culebra, y que ahora se pretende extender a Asturias, Cantabria y Castilla y León. Los asnos detectan al lobo antes que otros animales y rebuznan alertando al ganado de su presencia, con lo que los cánidos abandonan la idea de atacar y se van en busca de otras presas más sencillas.

A mordiscos. Recuperando la buena costumbre ganadera de vigilar los rebaños con perros mastines. Bien entrenados, los lobos ni se acercan. Sin vigilancia ni vallado es ponérselo demasiado fácil al depredador.

Lo último es matarlos, perseguirlos, aniquilarlos, extinguirlos. Son una joya natural, un aliado de los ecosistemas sanos. Puro paisaje.

Pero algunos políticos y ganaderos no lo ven así. Por eso rebuznan. Y nos dan mordiscos a quienes clamamos por su conservación.

No nos importa. Seguiremos aullando hasta que el lobo sea una especie protegida en toda España.

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Nos quedamos sin ganaderos

Las últimas estadísticas son terribles. Castilla y León ha perdido en apenas 20 años el 60% de sus ganaderos de ovino y caprino.

Según el estudio realizado por la Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL) en base a los datos que ofrecen las solicitudes de la PAC, entre el año 1988 y el 2008 se ha pasado de 24.236 a los 9.672 que existen en la actualidad.

La falta de relevo generacional es la causa principal de este preocupante descenso. Los jóvenes ya no quieren dedicarse a la ganadería como hicieron sus padres y sus abuelos. Y no se les puede culpar por ello, pues es una profesión tan sacrificada como escasamente rentable.

Pero hay muchos más problemas que explican la crisis del sector, como el descenso del precio de la carne y la leche, el aumento brutal del precio de los piensos, la paulatina reducción del importe de las primas y hasta la dificultad para encontrar pastores.

El otro día os comentaba cómo los sonidos tradicionales se extinguen. Alguno de vosotros se acordaba entonces del sonido del rebaño de ovejas pasando por delante de su casa. Ese murmullo tan especial de cientos de pisadas y cencerros está en crisis.

Pero si desaparece la ganadería extensiva, la tradicional, la de toda la vida, no sólo desaparecerá un sonido, ni siquiera una manera de vivir que ha mantenido a nuestra especie durante miles de años. La desaparición y/o industrialización de la ganadería es una tragedia medioambiental de altísimo calado. Nuestro paisaje, y con él mucha de nuestra fauna amenazada como los buitres o el lobo dependen directamente de ella. Y si la ganadería se extingue, ellos también se extinguirán.

Hace unos años participé en el Reino Unido en un proyecto de la The Royal Society for the Protection of Birds (RSPB) para la conservación del alcaraván (Burhinus oedicnemus). Pájaro estepario con escasas poblaciones en Inglaterra (347 parejas), el abandono de la ganadería ha reducido a la mínima expresión los pastizales donde antaño criaba este ave. Allí me quedé con los ojos a cuadros cuando vi que, para controlar el avance del bosque y mantener esos pocos lugares aptos para la especie, dedican mucho dinero a segar una hierba que antes se comían las ovejas.

¿Acabaremos haciendo nosotros lo mismo? Está claro que sí, si el abandono del campo continúa al mismo ritmo actual. Pero nuestras caras acciones serán apenas una gota en un mar de necesidades, absolutamente insuficientes para tratar de evitar la fuerte pérdida de la biodiversidad y de cultura que se nos avecina.

El lobo pone en peligro al queso Idiazábal

Una entrevista recientemente publicada por el periódico El Correo evidencia la imposibilidad de conciliar ganaderos con lobos. Fede Cruzado entrevista a Mikel Basterra, directivo de la Asociación de Ganado Ovino de Raza Latxa de Álava, Agorala. Con razón o sin ella, el ganadero acusa al cánido salvaje de estar arruinándoles. E incluso asegura que la producción del queso Idiazábal, una de nuestras joyas gastronómicas, puede desaparecer. Y es que los pastores vascos en 2007 sufrieron 106 ataques lobunos, un 31% más que el año anterior.

Lo cierto es que los ganaderos están pasando por un mal momento en toda España. El precio del pienso se ha disparado, pero el de la carne, la leche y el queso se mantiene. Sólo los intermediarios hacen el agosto. Pocos jóvenes quieren dedicarse a un oficio tan sacrificado, y muchos menos seguir el modelo de explotación tradicional, el más natural, dejando los animales pastando libres en el campo, en la montaña, bajo su atenta vigilancia. Para los alaveses, como para los asturianos, la llegada del lobo ha sido la gota que ha colmado el vaso de su paciencia y de su crisis. Y culpan ahora al animal de todos sus males. De hecho, piden matar a todo lobo que ose pisar tierras alavesas.

Puestos a escoger, ¿tú qué elegirías, queso de Idiazábal o lobos? Forofo de ese inigualable queso de oveja latxa, de ese paisaje ganadero único, de esa milenaria cultura vasca, pero también de ese noble animal, de esa joya de la naturaleza, de ese importante eslabón de la cadena trófica del ecosistema de montaña, en mi caso tengo el corazón partido. ¿Tan difícil es aunar ambos intereses?

Incluyo a continuación la entrevista casi completa, que puedes leer en su integridad en la edición de El Correo Digital. Las negritas son mías.

MIKEL BASTERRA, GANADERO

«Hay que declarar Álava zona exenta de lobos para que sobrevivamos»

-¿Qué les ha llevado a paralizar la actividad de Agorala?

-No teníamos otra salida. Habíamos hecho todo tipo de presiones y manifestaciones. Pero nadie ha tomado medidas sobre el tema. Lo único que nos quedaba era frenar la actividad de la asociación para ver si así se hace algo.

-¿Tan preocupante es la situación?

-La continuidad de la producción del queso Idiazabal está en peligro. Eso está muy claro. El sector sufre otros problemas que se agravan por el lobo.

-¿Por ejemplo?

-El precio del cordero está como hace 30 años, pero nuestros costes de producción no dejan de subir. Los piensos se han incrementado espectacularmente en 2007. No sabemos hasta qué punto pueden llegar. Lo tenemos crudo.

-Es decir, el pastoreo tradicional podría llegar a desaparecer.

-Sí. Pero el lobo aparte de poner en peligro el pastoreo de ovejas que hacemos en los comunales, también ataca a terneros, yeguas, potros… Pero su víctima más fácil son las ovejas. Cuando éstas faltan atacan a lo que sea.

-Ante este panorama pocos jóvenes se animarán a crear su explotación ganadera.

-Sí. La gente joven ni se plantea entrar en el sector tal como están las cosas.

_¿Cuántas cabezas mueren por los ataques?

-Muchas. Pero el problema de la muertes de animales también es la pérdida de calidad de vida. Ahora mismo daba veinte ovejas al año si me asegurase de que el lobo no va a matar más. Pero sin tener que cambiar de vida. Cuando empecé hace 26 años, si estabas dos o tres días sin subir al monte porque tenías mucho trabajo en la explotación no pasaba nada. Pero ahora hay que subir a continuamente.

-¿Los mastines no sirven entonces como medida preventiva?

-Los perros pueden dar resultado si vas por la mañana y por la tarde a ver a las ovejas y las recoges de noche. Pero aún así el lobo los baila. Aquí en Badaia ha atacado con perro y todo. Lo ha hecho a menos de 500 metros de las casas.

(…)

_¿Qué se debe hacer entonces para atajar el problema?

Se debe declarar Álava zona exenta de lobos, como ocurre en algunas áreas de Asturias. Animal que entra, animal que se mata. En Salamanca se lo están planteando para proteger al toro de lidia. Las instituciones, cuando les da la gana, no hacen tanto caso a los ecologistas.

-Pero el lobo forma parte de la biodiversidad ¿No habría que protegerlo?

-Es mejor ecológicamente que no haya lobo a que no subamos el ganado al monte para mantenerlo limpio y evitar incendios. Hay decenas de estudios que lo demuestran ¿Qué ha pasado los últimos veranos en Galicia?

Ovejas de raza latxa en un aprisco de las montañas vasco-navarras, donde reside el secreto del queso Idiazábal.