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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Ésta es la etiqueta de pescado que no quieren que exijas

etiqueta

Existe una normativa de etiquetado europeo en los productos pesqueros que brilla por su ausencia en la mayoría de las pescaderías. Y eso que fue aprobada hace ya dos años. Pero muchos no quieren que sepamos de dónde viene el pescado fresco, cómo fue capturado e incluso no les interesa que conozcamos la especie concreta. De nuestra confusión viene su negocio.

Según la normativa vigente, todos los puntos de venta de pescado y productos pesqueros deberían ofrecer diferente información a los consumidores como el origen del pescado, el método de captura o si ha sido previamente congelado o no.

“La aplicación efectiva de esta normativa lleva dos años de retraso en España, lo que dificulta a los consumidores hacer una compra responsable con los océanos”, ha declarado Celia Ojeda, responsable de océanos de Greenpeace. “La falta de un etiquetado correcto fomenta la pérdida de la trazabilidad en los productos pesqueros y además demuestra la poca implicación que tiene el Gobierno en implementar una política pesquera que propicie la sostenibilidad del sector y los océanos”. Lee el resto de la entrada »

No tenemos ni idea de lo que comemos

Fish_and_chips

Clásico fish&chips o pescado frito con patatas. © Wikimedia Commons

Me lo olía. Tan mal como me huelen algunos de esos establecimientos de comida rápida que me niego a denominar restaurantes. Da igual lo que pidas. Hamburguesa de ternera o kebab de cordero. Tan sólo cambia el formato del bocata, pues al final muchos te dan la misma bazofia, puré de carne de procedencia ignota.

© Wikimedia Commons

© Wikimedia Commons

Ya se nos ha olvidado el escándalo de la carne de caballo, pero seguro que por ahí siguen sus proteínas relinchando/rechinando entre nuestros sufridos dientes.

El último informe de la OCU es demoledor. De 25 kebabs analizados en Madrid, tan sólo uno era 100% la prometida carne de vacuno. 11 presentaban una higiene deficiente y la vaca tenía plumas, pues en un 50% era pollo.

Todo eso sin entrar en su calidad ni analizar de dónde vienen y en qué condiciones se crían esos pobres animales que acabarán travestidos en nuestras mesas, tras haber hecho más kilómetros dentro de un congelador que los famosos baúles de la Piquer, doña Concha.

¿Qué quieres que te den por 4 euros?, dirá más de uno. Pues quiero que no me estafen ni jueguen con mi salud.

Porque volviendo a los kebabs, el mismo informe de la OCU señala que superan en aporte de sal y grasas a las hamburguesas más denostadas, que ya es decir. Y por ello sus expertos recomiendan moderar el consumo.

Muy complicado, por no decir imposible, evitar lo que no se ve o, peor aún, lo que no se quiere ver. En muchos comedores y restaurantes la merluza es panga vietnamita, el mero triste perca del Nilo (la pesadilla de Darwin), la lasaña de ternera tiene caballo y cerdo, la empanada de atún es de bacoreta o listado y el pulpo a la gallega, ¡ay el pulpo a la gallega!, se hace con potón del Pacífico.

Destrozando el bello poema de Campoamor, podríamos decir que “en este mundo traidor / nada es verdad ni mentira”. Sobre todo si hablamos de comidas.

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No seamos merluzos comprando pescado falsificado

Me acaba de llamar mi madre. Ya ha encargado la merluza para la comida de Navidad. “De las gallegas”, me advierte. “No de esas que te venden en el supermercado a 5 euros el kilo”. Aprecio el gasto, aunque me queda la duda. ¿Serán de verdad gallegas o en realidad son de esas baratas de Argentina, Perú o Namibia camufladas como de Celeiro?

Mi madre no tiene duda de su origen noratlántico, como tampoco lo tiene su pescadera de toda la vida. Los científicos son más escépticos, especialmente después de comprobar con modernas técnicas genéticas que una tercera parte de esos pescados de altísima calidad son burdas falsificaciones vendidas a alto precio. Lo mismo ocurre con otras especies como el mero, el bacalao o el lenguado, en realidad perca del Nilo, abadejo, fletán, tilapia o panga. El fraude no se comete ni en las lonjas ni en las pescaderías. Lo realizan intermediarios sin escrúpulos. Pero lo sufrimos todos.

El problema es doble. Por un lado la crisis nos hace abrazar con entusiasmo productos con sospechosos bajos precios, ajenos a que nadie regala duros a cuatro pesetas. Pero por otro lado está la sobrepesca. De acuerdo con la alianza de organizaciones ambientalistas Ocean2012, si en enero Europa dependiera únicamente del pescado salvaje capturado en sus aguas, el suministro se acabaría a principios del mes de julio. En definitiva, queremos más y más barato, un binomio económicamente difícil y ambientalmente imposible.

Hay alternativa, claro está. Consumir pescado etiquetado con algún distintivo de calidad nos garantizará siempre la trazabilidad de su origen. Pero sobre todo es necesario leer la letra pequeña de la información que por ley debe acompañar a todo pescado, donde se indica especie, zona de captura, método de producción y si es fresco o descongelado. No seas merluzo. Conviértete en un consumidor precavido. O te darán gato por liebre y panga por merluza.

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