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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El foie gras es tortura animal, y lo sabes

Fotografía: Igualdad Animal

Estas Navidades, el foie gras de pato sigue siendo el complemento alimenticio de moda en todas aquellas mesas que quieren dar un toque sofisticado a sus platos a precio económico. Nada que ver con el tradicionalmente denominado en España fuagrás, el humilde paté (pasta) de hígado de cerdo o pollo de muchos bocadillos.

Antigua exquisitez solo apta para bolsillos de millonarios, en las últimas décadas la producción industrial de foie gras ha tirado los precios e incluso es ya ingrediente habitual en muchos pinchos de bar. Una popularidad con la que salen perdiendo los patos. Porque como todo el mundo que consume este producto sabe perfectamente, el foie gras es tortura animal.

Cada año más de 1.150.000 patos y gansos son sometidos a la alimentación forzada en España para que sus hígados crezcan hasta diez veces su tamaño normal y obtener foie gras. Sólo con comparar las imágenes entre el estado de salud del hígado de un pato sano y uno utilizado por esta industria se te ponen los pelos de punta.

Comparativa de un hígado de un pato sometido a alimentación forzada y uno sano / Igualdad Animal

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Me rindo. No habrá Navidad vegetariana

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© Wikimedia Commons

Los vendedores de fruta y verdura lo saben y aceptan con resignación la llegada de unas semanas de incomprensión generalizada hacia sus productos. Por mucho que se empiece a notar en España una leve recuperación en el gasto alimenticio navideño, lo verde sigue teniendo poco espacio en la cesta de la compra de estos días de contenido derroche. De hecho, la Navidad es para fruteros y verduleros su peor época del año.

Mariscos, cordero, merluza, pavo, jamones, besugo, bacalao o ternera han desbancado de las mesas de Nochebuena y Año Nuevo a todo producto vegetal. De aparecer alguno será, a lo sumo, como guarnición o en ensalada. Y salvo las uvas en Nochevieja y alguna que otra piña tropical, los polvorones, turrones, mazapanes y chocolates mandan rotundos en los postres.

Quizá aparezca algún cuñado vegetariano, el rarito de la familia, poniendo caras y pidiendo plato especial, pero lo tradicional es y ha sido siempre relacionar una buena comida con abundantes manjares de origen animal. Porque como recuerda el sabio refrán castellano, “de un cólico de acelgas nunca murió rey ni reina”. Y para un par de días que nos vemos todos al año, tampoco es cuestión de enredarse en discusiones sobre el impacto ambiental de consumir tanta carne y pescado, los peligros para la salud de toda esa medicación con la que los atiborramos o el inmenso sufrimiento infringido a las ocas para producir el denostado foie. O proponer un cambio de dieta a la familia. ¡Ni se te ocurra!

Por todo ello me temo que, una Navidad más, mi militancia ecologista deberá decretar el temporal cese de las hostilidades. Y puesto que «no hay más alta virtud que la prudencia«, prometo eludir las discusiones sobre política, religión, fútbol o vegetarianismo. No se me vaya a enfadar el personal y descubra aquello tan terrible de “tripa vacía, corazón sin alegría”.

Pues eso, que ¡Feliz Navidad!

Pregunta para el debate: ¿Alguno de vosotros tiene problemas en las comidas navideñas por ser vegetariano? Contadnos, contadnos.

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Denuncian el inmenso sufrimiento animal que hay detrás de un plato de foie gras

Hay días en que preferirías no haber encendido el ordenador. No haber recibido un correo y pinchado el enlace del vídeo. Hay días en que no puedes seguir mirando la pantalla y la apagas, pero otros te quedas paralizado y sigues atónito hasta el final.

Ese día ha sido hoy. Una investigación de Igualdad Animal sobre la producción de foie gras en Francia y España me ha dejado sobrecogido. No descubren nada aparentemente ilegal. Tan sólo muestran la realidad de estas granjas de engorde forzado de ocas y patos para lograr hígados inmensos que luego consideramos delicias de la alta gastronomía. Una realidad terriblemente cruel:

  • Animales encerrados en diminutas jaulas individuales, sacando el cuello por las rejas, sin apenas espacio para moverse.
  • La alimentación forzada provoca algunas veces graves heridas en el esófago de los pobres bichos.
  • En algunas granjas, tras su alimentación forzada con embudo se les coloca una goma elástica en el cuello que impide el vómito.
  • Un porcentaje de aves llegan conscientes al degüello, aleteando y pataleando mientras se desangran.
  • Hay animales con claros indicios de estrés y problemas respiratorios.
  • Algunos patos debilitados acaban muriendo dentro de sus jaulas.
  • Uso indiscriminado de antibióticos para facilitar el engorde y reducir el número de bajas durante el cebado.

En Europa sólo se produce foie gras en cinco países: Francia, Bulgaria, España, Hungría y Bélgica. En España hay 34 granjas dedicadas a alguna de las fases de producción de patos para foie, la mayoría en Navarra.

Frente a ello, la producción de foie gras ha sido prohibida en Alemania, Argentina, Austria, estado de California (EEUU), Dinamarca, Finlandia, Holanda, Inglaterra, Irlanda, Israel, Italia, Luxemburgo, Noruega, Polonia, República Checa, Suecia, Suiza, Turquía.

En este enlace tienes el informe completo. También en esta web de Igualdad Animal, donde puedes firmar pidiendo a políticos y supermercados que pongan fin a esta tortura injustificada.

Porque si después de ver este vídeo sigues comiendo foi gras… es que no tienes corazón.


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