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Piden el cierre del Everest

Hay amores que matan. Y el turismo es uno de los peores amores, de los más desestabilizadores de las culturas tradicionales, de la naturaleza en estado puro. Un ejemplo terrible lo tenemos nada menos que en el techo de nuestro destartalado mundo. Desde que hace 50 años sir Edmund Hillary y su sherpa Tenzing Norgay lograran conquistar el Everest (8.848 metros), la creciente presión turística por emular al deportista británico está poniendo en serio peligro ese frágil ecosistema alpino. Más de 2.000 personas han llegado desde entonces a la mítica cima y muchos miles más lo han intentado, pero al bajar, además de banderitas gloriosas, dejaron el peor recuerdo posible de su presencia, unas 500 toneladas de basura.

La situación, lejos de mejorar, está empeorando, por mucho que todos los años se organicen expediciones de limpieza. Tanto que grupos ecologistas y famosos escaladores, incluido el propio Hillary, han solicitado al gobierno de Nepal el cierre temporal de la montaña. El turismo se ha convertido prácticamente en el único medio de vida rentable para los naturales de esos valles, pero al tiempo supone un terrible problema medioambiental. Y no sólo por las basuras. Las exigencias de los miles de turistas a disponer de duchas con agua caliente está provocando la deforestación de la comarca. Por no hablar del impacto de hoteles, albergues, restaurantes y cibercafés a lo largo de todo el camino. A 5.000 metros de altura, pero también allí hemos construido un gran parque temático a mayor gloria de nuestro estrés urbano.

¿Hay que cerrar el Everest? ¿Limitar el número de visitas?

La lógica dice que sí, pero no se hará nunca. Entre otras razones, porque Nepal no se puede permitir ese lujo. El control y la sostenibilidad en ese remoto lugar deberíamos imponérnoslo nosotros mismos desde aquí, pero tampoco lo haremos. Nos gusta demasiado ir de cómodos aventureros.

Hace un año, el periodista británico Dan McDougall publicó en The Observer un interesantísimo reportaje sobre este tema. Lo traduzco a continuación en versión libre, por si alguien quiere ampliar la información.

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¿Debería cerrarse el Everest?

El turismo está convirtiendo al monte Everest en un gigantesco basurero, aseguran los conservacionistas, que están ejerciendo presión para que se cierre temporalmente la montaña más alta del mundo. En este año, un grupo de geólogos patrocinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) descubrió indicios de un considerable cambio en el paisaje del Everest desde que sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay conquistaron por primera vez la cumbre de esta montaña en 1953. Una de las causas principales es el calentamiento del planeta, aunque el grupo de investigadores concluyó que el turismo ejerce un efecto que grava cada vez más y con más peso sobre la región que circunda la cima más alta del mundo. De acuerdo con este estudio, el glaciar que antes se encontraba cerca del primer campamento de Hillary y Horgay se ha reducido tres millas en los últimos 20 años. Hillary mismo ha declarado que esta situación está convirtiéndose en un escándalo ecológico. “He recomendado al Gobierno del Nepal que dejen de autorizar el ascenso a la montaña y la dejen descansar durante algunos años”.

Elizabeth Hawley, responsable en Katmandú de The Himalaya Trust, un grupo conservacionista fundado y promovido por el propio Hillary, se confesó “consternada” por los efectos del turismo alrededor del Everest. Las aldeas cercanas están creciendo desmesuradamente, instalándose a lo largo del sendero hacia la cumbre restaurantes, bares y cibercafés. “Estamos especialmente preocupados por la deforestación de la zona, gran parte de ella provocada para mantener el turismo, así como por la falta de medios para recoger y reciclar las basuras”.

La japonesa Junko Tabei, 66 años, la primera mujer en alcanzar la cumbre, dijo: “El Everest está demasiado concurrido. Necesita un descanso. Sólo dos o tres equipos deberían ser admitidos cada temporada, y los viajes turísticos al campamento base deberían prohibirse totalmente. A lo largo del sendero al campamento base del Monte Everest, en Nepal, la deforestación está empeorando al talar árboles la población local para calentar las comidas y proporcionar duchas de agua caliente a los extranjeros. El entorno local está en peligro y la dignidad de la montaña está siendo socavada”.

Incluso el ecoturismo está haciendo más daño que bien. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) estima que “sólo 20 peniques de cada 2 libras gastadas como media al día por los montañeros llegan a las economías locales”.

Prakash Sharma, director de Amigos de la Tierra Nepal, considera que los grupos de montañeros no están teniendo en cuenta las consecuencias ambientales. “El aumento exponencial de la contaminación y otras situaciones perjudiciales para el medio ambiente en el Monte Everest es un resultado directo del incremento masivo de visitantes a la región”, dijo. “La región de Khumbu y de la ciudad de Katmandú puede cómodamente acoger a unas 40.000 personas. Pero en los próximos meses, durante el pico de la temporada turística, en la parte baja del valle habrá no menos de 700.000 personas. Entre 20.000 y 40.000 de estas personas intentan, de una manera u otra, ascender las montañas del Himalaya. No hay ninguna infraestructura en la región para hacer frente a la contaminación que generan esta cantidad de personas, y como resultado el Himalaya nepalés se ha convertido en el mayor basurero del mundo

Sharma afirma que las toneladas de basura en el Everest incluye equipo de escalada, alimentos, plásticos, latas, latas de aluminio, vidrio, ropa, documentos, tiendas de campaña e incluso aparatos electrónicos tales como antenas parabólicas. Algunos escaladores han encontrado jeringuillas usadas y frascos de medicamentos no etiquetados. Otros activistas señalan cómo el rescate de los cadáveres de montañeros allí abandonados, 188 según diversas estimaciones, es suficiente razón para cerrar temporalmente la montaña.

Pero ¿el cierre del Everest o la regulación del turismo en la montaña no repercutirán en los medios de subsistencia de la población local? Los sherpas, que se ganan la vida con la peligrosa ocupación de guiar a los alpinistas hacia la cima, se oponen enérgicamente al cierre de la montaña y a la reducción del número de permisos para escalarla. Ang Dawa, un guía sherpa de Katmandú declaró: “Para nosotros es muy sencillo. Hay decenas de miles de personas en la región que viven exclusivamente de los alpinistas. Si éstos no llegan, esas personas y sus familias morirán de hambre. Un sherpa que llega a la cima del Everest gana un mínimo de 1.600 libras esterlinas por 60 días de trabajo. Eso en Nepal es mucho dinero, puede mantener a toda una aldea”.

A pesar del informe de la ONU y de las advertencias de los ecologistas, funcionarios nepaleses han asegurado que no tienen planes inmediatos para cerrar la montaña. “Todos los escaladores son bienvenidos siempre en la medida en que están dispuestos a pagar», dijo un portavoz del Gobierno. Los críticos dicen que no es de extrañar que las autoridades nepalíes no tengan planes para reducir el alpinismo turístico en la región. Sólo para poder poner un pie en las laderas del Everest, cada equipo de siete escaladores debe pagar un canon de 50.000 libras al gobierno nepalés.