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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Así fue cómo dos científicos engañaron a Franco para proteger Doñana

Francisco Bernis y José Antonio Valverde lograron engañar a Franco para proteger Doñana.

El 14 de agosto de 1969, hace justo hoy 50 años, el Consejo de Ministros aprobó la creación del Parque Nacional de Doñana.

Se protegieron así las primeras 35.000 hectáreas que constituyen el actual corazón de esta joya natural y se cerró una de las historias de conservación de la naturaleza más apasionantes y épicas del siglo XX: cuando dos científicos españoles lograron engañar al dictador Franco para detener el brutal proyecto del Gobierno que había comenzado a destruir el delta del Guadalquivir.

Lo que hoy es uno de los espacios naturales más importantes de Europa, estaba siendo arrasado para cultivar arroz y plantar eucaliptos. ¿Cómo lograron pararlo? Lee el resto de la entrada »

Los eucaliptos amenazan Doñana

Como en la peor de las pesadillas medioambientales, vuelven las plantaciones de eucaliptos y precisamente donde más daño pueden hacer, en el corazón del Parque Nacional de Doñana.

Ecologistas en Acción ha denunciado que los propietarios de las fincas Cochinato y Cerrado Garrido, a menos de 10 metros del Parque Nacional de Doñana, están preparando ya los terrenos para la plantación masiva de los polémicos árboles australianos con el objeto de destinarlos a la producción de biomasa, una fuente de energía renovable basada en la combustión de su madera. Y piden el blindaje del espacio natural y su zona de influencia contra estas repoblaciones exóticas.

A fin de cuenta árboles, dirán algunos. Tan malos no serán, responderán otros. Pues están equivocados.

Como ha señalado un totalmente escandalizado director de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), Fernando Hirando,

«el eucalipto es una verdadera bomba de extracción de agua del subsuelo».

Y para visualizar la catástrofe hace el siguiente cálculo:

«Si en cada hectárea caben 1.400 eucaliptos, o lo que es lo mismo, un consumo de 42.000 litros de agua por hectárea /día. Sería como colocar junto a Doñana varias ciudades como Sevilla».

Según los ecologistas, esta nueva área de expansión del eucalipto se sumaría a las más de 2.000 hectáreas que la Empresa Nacional de Celulosa en España (ENCE) está implantando en Huelva para su empleo en una planta de biomasa,

«por si no fueran pocas las 100.000 hectáreas que aún hay de eucalipto para pasta de papel y que han transformado uno de los mejores bosques mediterráneos de Andalucía en un predesierto».

Los eucaliptos no son nuevos en Doñana. Fue precisamente la amenaza de su plantación masiva, junto a algodonales y arrozales, la que dio lugar a la creación del Parque Nacional en 1969.

La Administración reconoce igualmente que estas plantaciones exóticas suponen una amenaza importante para los espacios naturales. De hecho, la Junta de Andalucía lleva décadas gastando ingentes cantidades de dinero en erradicarlas en Doñana. Sólo en el Parque Nacional, entre 1998-2002 se han gastado 2.644.453 euros en la erradicación de este tipo de árboles que ahora se quieren plantar justo a su lado. Y en el Parque Natural circundante las cifras invertidas en este arranque en la última década superan los 9 millones de euros.

Y ahora se quiere volver a plantarlos para, supuestamente, ayudar al planeta. No sé a vosotros, pero a mi todo esto me parece un colosal disparate.

Como nos señala estos días el periódico Huelva Información, quizá a más de uno de la Junta de Andalucía habría que recordarle la intervención que en 1979 tuvo en el Congreso el diputado por Huelva y secretario general del PSOE, Carlos Navarrete, donde proclamó ante el asombro de todos:

«El eucaliptus es un árbol de derechas porque sólo produce beneficio al empresario. Es genocida porque afecta a la fauna y a la flora. Es anticristiano porque va contra lo que debe ser el idílico paraíso terrenal; y es además un vampiro vegetal, analfabeto e imperialista».

No sé si el supuesto árbol de derechas se ha pasado ahora a las filas socialistas, pero desde luego me parece inaceptable destruir uno de los espacios naturales más importantes de Europa por los mismos intereses espurios que ya lo amenazaron en tiempos de Franco. ¿Es que no hemos aprendido nada en 50 años?