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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Agresión urbanística «sin ánimo de lucro» cerca de Monfragüe

Sigo siendo un ciudadano en permanente estado de asombro y perplejidad. Por poca sensibilidad ambiental que uno tenga, es imposible no sobresaltarse ante anuncios como el último que acabo de ver en la prensa.

La localidad cacereña de Aldeacentenera, situada a las puertas del Parque Nacional de Monfragüe, ha presentado estos días el proyecto de una macrourbanización residencial que integrará un complejo turístico con un centro de vuelo ultraligero, un campo de golf y un centro de hípica. Pomposamente denominado ‘Air Park Golf’ (en inglés, off course), supone el primer proyecto europeo que integra estas tres posibilidades deportivas aparentemente incompatibles.

La información no señala cuántos cientos de viviendas se levantarán en las 160 hectáreas de terrenos seleccionados por los promotores, hasta ahora rústicos y de gran valor natural. Tan sólo que, como ha indicado el alcalde, Francisco Monterroso, el acceso a las instalaciones no tendrá «ánimo de lucro», pues las cuotas de acceso a las instalaciones «amortizarán los costes de producción y el mantenimiento de las instalaciones, aunque no pretenden obtener beneficios».

El autor del proyecto, Jorge Gosalves, ha señalado que los vehículos aéreos podrán aterrizar en las viviendas del complejo y es una «apuesta ambiciosa» para atraer los amantes de este deporte, ya que estos vehículos alcanzan una velocidad de unos 200 nudos y permiten a los usuarios arribar a Madrid o Málaga en tan sólo una hora.

Por otro lado, el alcalde ha explicado que el proyecto está englobado dentro de un proyecto más amplio de recuperación, que incluye la rehabilitación de un castro descubierto en el municipio que data de la época celta y pretende atraer al turismo.

En estos momentos, ha señalado, el Consistorio Municipal está a la espera de pasar «lo antes posible» todos los trámites administrativos para que, una vez superados, su construcción tenga un tiempo de ejecución de tres años.

Si me pinchan no sangro. ¿Nos hemos vuelto locos? ¿O quizá tenga razón Ionesco y nos estaremos convirtiendo todos en estúpidos rinocerontes?

El deporte de los pelotazos

El Ayuntamiento de Villalbilla (Madrid) pretende legalizar en un próximo pleno las obras de ampliación del campo de golf Valdeláguila, a pesar de que las actuaciones están siendo objeto de un procedimiento penal. Según ha denunciado Ecologistas en Acción, la promotora HERCESA ha ofrecido adelantar dinero de convenios urbanísticos si se produce tal legalización.

Para los ecologistas, dicha ampliación es el proyecto que mejor refleja el desmadre urbanístico del pequeño municipio de Villalbilla. Y señalan como prueba que las obras han sido realizadas sin someterse al preceptivo trámite de evaluación de impacto ambiental a pesar de afectar a zonas arboladas protegidas.

El golf se juega con pelotas pequeñas, pero sus promotores dan con ellas los grandes pelotazos. En Madrid, Andalucía, Canarias e incluso en el desierto de Los Monegros. En este último lugar se proyecta ahora una gran ciudad de lujo y diversión, ajena a las gigantescas necesidades de agua y energía que harán falta para ponerla en marcha. Un vídeo, realizado por Pau Lamuà, ironiza sobre el proyecto Gran Scala-Las Vegas que se quiere realizar en el corazón de este importante espacio natural con una inversión de 17.000 millones de euros. Quítese Aragón y póngase cualquier otro lugar. Digan lo que digan, tras este deporte minoritario sólo hay especulación.

La especulación española llega al Sáhara

Desde hace una semana Canarias está conectada al Sáhara por barco. Han hecho falta 32 años desde nuestra vergonzosa descolonización de esos territorios para que vuelvan a recuperarse las comunicaciones perdidas, pero no la libertad de un país que de la bota militar española ha pasado a la todavía más férrea bota militar marroquí.

El Assalama es un viejo paquebote de la Naviera Armas, de capital canario pero bandera de conveniencia panameña. Une Puerto del Rosario, en Fuerteventura, con Tarfaya, la antigua capital de Cabo Juby, la olvidada Villa Bens, entregada a Marruecos en 1958 tras la Guerra de Ifni. Cuatro horas de travesía para salvar los 100 kilómetros de distancia, mil veces surcados por las pateras, cientos de veces salpicados con la sangre de tantos náufragos inocentes.

En la polvorienta ciudad de 4.000 habitantes, semienterrada en las arenas del desierto y la incuria marroquí, la llegada del barco se celebró como en Bienvenido Mister Marshall. Nosotros éramos aquí los americanos “guapos y sanos” y el wali hacía de Pepe Isbert “como alcalde vuestro que soy…” Se plantó una jaima de recepción, ondearon banderas multicolores y las mujeres nos regalaron rosas. Siguiendo el guión de Berlanga, muchos nos trajeron sus listas de deseos de prosperidad a la sombra de esos euros que se supone nos salen por las orejas y regalamos a manos llenas.

Como soñar es gratis, todos sueñan. Los saharahuis y marroquíes con salir de la pobreza. Los españoles con dar el pelotazo y forrarnos.

La naviera tiene la concesión en exclusiva del puerto durante 25 años. La empresa está participada por canarios y marroquíes, quienes con ayudas de la Unión Europea han ampliado el puerto y ahora preparan un polígono industrial de 80.000 metros cuadrados. También han aterrizado las constructoras, de la mano de un polo turístico que pretende levantar junto a sus inmensas playas 10.000 camas en los próximos cinco años, hacer un puerto deportivo para 360 atraques e incluso un lago artificial. Paralelamente, los listillos han comenzado a comprar casas, disparando los precios en este villorrio sin alcantarillado, ni aceras ni hospital, con las ruinas del antiguo cine español y un pequeño museo dedicado a Saint-Exupéry (el de El Principito) como única oferta cultural. Las viviendas han pasado así en un año de valer 10.000 euros a costar 50.000. Es nuestra desinteresada aportación al desarrollo en el Tercer Mundo. Y como en la película les enseñaremos a cantar:

«Los españoles han venido,

olé salero, con mil regalos,

y a las niñas bonitas

van a obsequiarlas con aeroplanos,

con aeroplanos de chorro libre

que corta el aire,

y también rascacielos, bien conservaos

en frigidaire .»

El buque Assalama, fondeado en el puerto de Tarfaya junto a los barcos sardineros.

Autoridades marroquíes esperan impacientes el atraque del barco, la primera conexión marítima de viajeros del Sáhara con Europa.

Muchos españoles se han lanzado ya a comprar casas en Tarfaya, prometiéndose un buen negocio especulador gracias a los futuros proyectos de desarrollo turístico de la localidad. Calles y viviendas muestran mientras tanto el aspecto desolador de décadas de abandono e incuria.

Las playas en Tarfaya son gigantescas, salvajes, surferas y peligrosísimas.





Saramago pide que Lanzarote no sea una nueva Marbella

¡Qué suerte tiene la isla de Lanzarote! Primero César Manrique, el padre del paisajismo, de la arquitectura sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Y ahora José Saramago, Premio Nobel de Literatura pero, ante todo, una de las cabezas pensantes más realistas y mejor amuebladas de nuestra vieja Europa. Aún mejor filósofo que maravilloso escritor, desde su llegada a Canarias en 1993 se ha convertido en un abanderado de la lucha de los canarios contra la especulación urbanística. Porque por mucho Parque Nacional y Reserva de la Biosfera que tengan, Lanzarote está sufriendo de una manera terrible la devastación de sus más virginales espacios. Y donde antes gritaba César Manrique grita ahora con la misma o mayor energía Saramago.

En silla de ruedas, con voz firme a pesar de una neumonía, lo volvió a dejar bien claro el pasado sábado:

“Invito a los conejeros a que luchen para que Lanzarote no se convierta en una nueva Marbella. Espero que refuercen su conciencia para que no dejen de prestar la atención que merece el privilegio que significa vivir en una isla como ésta”.

No lo dijo con la boca pequeña. Aprovechó la inauguración en Arrecife de una sala de exposiciones de la Fundación César Manrique, que con toda justicia lleva su nombre, para proclamarlo frente a los políticos lanzaroteños responsables, en mayor o menor medida, de la imparable destrucción del bellísimo territorio. Seguramente por eso, en el acto no estuvo presente ningún representante del Gobierno regional (Coalición Canaria y Partido Popular). Nadie los echó de menos.

Hace un par de años tuvimos la inmensa suerte de lograr el apoyo de Saramago en Fuerteventura para impedir la construcción de hoteles y campos del golf en El Cotillo, en el noroeste isleño. Lo hizo como mejor sabe hacer, regalándonos un manifiesto soberbio. Su prosa contundente supuso un revulsivo en las conciencias de todos nosotros y al final el proyecto fue anulado. Pero el mensaje sigue actual. Nos da ánimos para seguir luchando contra el avance avasallador de ese monstruo especulativo con corazón de hormigón en cualquier lugar del mundo. Por eso lo reproduzco a continuación. Para que la mente lúcida de Saramago nos permita seguir ganando batallas contra el irracional saqueo del patrimonio de todos.

SOBRE EL COTILLO
Al principio, todos los hombres eran dueños de la tierra. Luego llegó el día en que una persona puso cerco a una parcela y dijo, «Esto es mío y lo voy a trabajar para mí y mis descendientes». Qué lejos estaba ese hombre de suponer que aquel acto más o menos egoísta, más o menos ingenuo, quizá necesario, iba a acabar en esta sinrazón precavernícola y disparatada, irracional y por tanto inhumana, en que algunos propietarios de la tierra se han instalado, creyendo, sin ninguna razón moral que lo justifique, que son algo más que simples usuarios de la tierra, porque la verdad incuestionable es que la tierra es de todos y todos tenemos sobre ella derechos y obligaciones.

Quizá alguien puede venir diciendo «Esto es mío y voy a hacer aquí un imperio de hormigón que me va a rendir muchos millones que luego me llevaré a la tumba para alimentar a mis gusanos». Hay quien piensa así, desgraciadamente, pero la sociedad entera tiene la obligación de hacerle entender que carece de derecho, porque la tierra y el bien común esta por encima de la desmedida ambición y del crimen. Y crimen es herir una tierra que no es infinita, un paisaje que no tiene la culpa de ser hermoso, unas personas que no pueden ser atropelladas por lo peor de esta civilización, por el dinero rápido, la soez grosería, el encanallamiento de quien nada respeta porque nada entiende.

Hay hombres así, constructores que no saben qué significa el concepto respeto, políticos sin escrúpulos y sin imaginación que promueven y fomentan la destrucción inmediata porque carecen de ideas alternativas para facilitar la vida a sus paisanos, propietarios que venden como si detrás de ellos nada existiera y que luego encabezarán manifestaciones racistas y xenófobas argumentando que lo malo que les ocurre a ellos y a sus hijos llega de fuera, sin darse cuenta de que ellos abrieron la caja de los truenos al permitir que se instalara en su sociedad el desarrollo explotador e incontrolado, que es todo lo contrario al deseable progreso humano.

Pero no nos equivoquemos: el mal avanza. Estos propietarios que no respetan las tierras que recibieron de sus antepasados o que compraron especulativamente, estos políticos de piedra y ambición que se mantienen con la coartada de los votos, tantas veces manipulados, estos constructores que edificarán mal y rápido, utilizando esclavos, sin consideración por nada y por nadie, ese grupo conseguirá sus objetivos si los ciudadanos no logramos frenarlos.

Ese es el gran reto que tenemos: utilizar, frente a la ambición inmoral, la inteligencia; frente a las artimañas legales, el peso del Derecho; frente a la rapiña la honestidad; frente a la corrupción, la fuerza de la razón moral y creadora. Los ciudadanos de buena voluntad no pueden ceder, no podemos cansarnos. El Cotillo no puede ser destruido, Fuerteventura tiene que ser preservada, las Islas Canarias no se pueden permitir otra agresión.

Hoy en El Cotillo, ayer en El Berrugo, mañana otra vez en el Berrugo y en El Cotillo y en todos los lugares donde pretendan instalar la destrucción y la muerte nos iremos encontrando, porque es nuestra responsabilidad, porque no podemos permitir que acaben con Canarias.







Una macrourbanización en Ronda arranca cientos de encinas centenarias

La polémica construcción de una macrourbanización en uno de los mejores encinares de Europa sigue adelante a pesar de incumplir la declaración de impacto ambiental y estar siendo investigada por la Fiscalía.

El proyecto de Los Merinos (Ronda, Málaga) prevé construir 800 chalés de lujo, dos hoteles y dos campos de golf junto al espacio protegido de la Sierra de las Nieves, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Cientos de encinas centenarias han vuelto a ser las víctimas de la especulación, duramente podadas y replantadas estos días en otro lugar para dejar paso a las construcciones. Las imágenes hechas por John Clarke en este triste bosque de venerables árboles mutilados por espurios intereses económicos resulta sobrecogedora. Alineados en recia formación en hilera son seguros cadáveres vegetales.

No es la primera vez que cometen un arboricidio así. En 2003 la misma promotora ya fue sancionada con 260.000 euros por la tala ilegal de 1.300 encinas, aún no abonadas al haber recurrido la multa.

El plan cuenta con el decidido apoyo municipal, pero está provocando el rechazo generalizado de la población local debido a su irreversible impacto en un espacio especialmente frágil. Ante las denuncias de Izquierda Unida, la Fiscalía de la Audiencia de Málaga ha remitido ahora a los juzgados rondeños una denuncia contra el alcalde de esa localidad, Antonio María Marín Lara, por un presunto delito de ordenación del territorio o contra los recursos naturales y el medio ambiente.

Frente a ello, la promotora ha presentado unas 80 querellas contra las voces más críticas, en lo que los ecologistas consideran “una clara práctica mafiosa e intimidatoria”.

Ecologistas en Acción ha denunciado que la promotora del complejo, Promociones Club de Campo y Golf de Ronda, SL, está dirigida por Jaime Montaner, ex-consejero de Obras Públicas de la Junta de Andalucía, cesado en 1996 tras verse involucrado en un escándalo de corrupción en Marbella.

Debido a la escasez de agua en la zona, la empresa invertirá diez millones de euros en una canalización de entre 16 a 20 kilómetros de longitud, desde la depuradora municipal a la finca, con capacidad para unos 6.000 metros cúbicos. No se andan con chiquitas, pues la construcción de la urbanización tiene un presupuesto inicial de 100 millones de euros. Así que el precio de arrancar encinas centenarias apenas son céntimos para ellos. Por eso no tienen remordimientos, la especulación siempre resulta rentable.