La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Botánicos salvan la vida al cabrito que se come sus especies más amenazadas

Pobre cabrito. Atrapado en el cercado, qué otra cosa podíamos hacer que salvarle la vida.

Al final se les coge manía. Ellas no tienen la culpa claro está, pero eso de que miles de cabras anden triscando sin la supervisión de sus dueños por los riscos de Fuerteventura comiéndose los últimos ejemplares de valiosas especies endémicas únicas en el mundo cuesta aceptarlo cuando eres botánico, naturalista o, sencillamente, un amante de las plantas.

Sin embargo, cuando te las encuentras desvalidas, indefensas ¿qué vas a hacer con ellas?

Esta es una historia real. La de cómo la Administración malgasta dinero en idear unos artefactos inútiles para tratar de cumplir mínimamente su obligación de preservar la biodiversidad en los espacios naturales protegidos y, en lugar de microrreservas botánicas, construye trampas que acaban tanto con la víctima como con el verdugo. Lee el resto de la entrada »

Primer videoclip murciano para proteger una especie amenazada

Garbancillo

Me encantan. Ya sabéis que soy muy fan de los entusiastas promotores del proyecto LIFE+ del Garbancillo de Tallante, oficialmente denominado  «Conservación de Astragalus nitidiflorus en su hábitat potencial en la Región de Murcia«. Una planta endémica que vive exclusivamente en el Campo de Cartagena y con una historia fascinante para la botánica. Después de haber estado desaparecida durante 95 años, en 2004 fue redescubierta para formar parte de la identidad de las poblaciones de Tallante y  Los Puertos de Santa Bárbara, su única zona conocida de distribución mundial.  Lee el resto de la entrada »

No te puedes perder el desierto florido de Canarias

Flores Fuerteventura 2

Es la gran noticia del año. Por eso no entiendo cómo las agencias de viajes y los touroperadores de toda Europa no lo están pregonando en papel cuché y a los cuatro vientos: ¡el desierto canario ha florecido!

Después de cinco años de terrible sequía por fin ha llovido en las islas de Fuerteventura y Lanzarote. En el patio de mi casa 140 litros en apenas dos meses, casi el doble de todo lo caído el año pasado.

Así se entiende el prodigio, la actual explosión de color verde cubriendo arenas y lavas, rejuveneciendo unas tierras resecas donde, de repente, gracias a ese milagro que los botánicos llaman «banco de semillas«, de la nada han surgido con fuerza bellísimas plantas. Y todas de golpe han reventado en flores, sabedoras que aquí el agua es un espejismo efímero. Como el alhelí canario (Mattihola bolleana), un endemismo capaz de teñir de morado inmensas laderas donde durante décadas sólo había piedras. O de azul añil como lo logra la viborina (Echium bonnetii), el más humilde de los tajinastes canarios. O de amarillo intenso gracias a la potencia de cerrajas (Reichardia tingitana) y crisantemos (Chrysanthemum coronarium).

Mires hacia donde mires, el brevísimo jardín isleño se muestra espectacular. Y los bichos están como locos. Los machos de hubara (Chlamydotis undulata), una curiosa avutarda del desierto, agotados de tanta carrera sexual; inflados como pavos, corriendo con la cabeza hacia atrás pero sin tropezarse jamás. Los alcaravanes (Burhinus oedicnemus) roncos de gritar por las noches eso que aquí suena como «Pedro Luis», de ahí su nombre popular. Los tarros canelos (Tadorna ferruginea), un pato más propio del Sáhara, volando desorientados pues de nadar en seco tienen ahora decenas de charcas donde poder criar. Hasta los extraños corredores saharianos (Cursorius cursor) se muestran más inquietos que de costumbre, asombrados ante tantos insectos sabrosos a los que poder echar el pico.

Es el gran espectáculo de la naturaleza y llega con fecha de caducidad. En apenas un mes todo volverá a estar tan sediento como antes. Así que no lo dudes. Ni sol ni playas ¿Qué haces que no vienes?

Flores Fuerteventura

 

Fuerteventura verde

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Los niños conocen más especies exóticas que locales

Ya se ve el final. O el principio, según se mire. Los niños están a punto de concluir el curso escolar, de terminar los últimos exámenes, de entregarse a las siempre ilusionantes vacaciones estivales. Con los viajes, aunque sea al pueblo del abuelo, tendrán la oportunidad de poner en práctica lo mucho que han aprendido a lo largo del año en, pongamos por caso, geografía y ciencias naturales.

Desgraciadamente serán los menos. Ya casi nadie se sabe los afluentes del Ebro ni las capitales de Europa. Y de plantas y animales mejor no hablemos. Apenas reconocen las especies más famosas que, paradojas de la globalización, no son las ibéricas sino una extraña mezcla entre las propias de la sabana africana y el Amazonas. Ya saben, tigre, león, elefante, tucán, guacamayo. Como toque ibérico no pasan de los famosos oso, lince y buitre. De árboles nada. Y de cultivares, el truco para distinguir cebolletas de puerros está en mirar de reojo el cartel del supermercado.

Pero no se piensen que critico nuestro sistema educativo, Rajoy y su ministro Wert nos libre. El mal, como la crisis, es global. El problema lo tienen hasta en Argentina, donde un reciente estudio ha demostrado que los alumnos de entre 7 y 18 años conocen más especies de plantas y animales exóticos que nativos.

La culpa la tenemos todos. Demasiados documentales extranjeros y ninguno local. ¿Se acuerdan de Félix Rodríguez de la Fuente? Con él logramos convertir en mascota infantil al lirón careto. Hicimos bueno al lobo, divertido al zorro, inteligente al alimoche, imprescindible al encinar. Los héroes de nuestros hijos son ahora el móvil y la tablet. Pero tiene remedio. A falta de Félix, aprovechemos el verano para salir al campo y descubrirles esa fauna y esa flora única, la nuestra. Y dejemos los leones para la BBC.

Muchas gracias a la profesora Victoria Eugenia Martín Osorio, en cuyo blog sobre invasiones biológicas publicó la referencia al estudio argentino.

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