La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Gijón es la ciudad española con más muertes por falta de espacios verdes. Elche la que menos

Las famosas «letronas» de Gijón

¿Es Gijón la ciudad de España más peligrosa para vivir por culpa de sus escasas zonas verdes? Parece imposible si pensamos en sus hermosas playas como la de San Lorenzo y toda esa inmensidad campera asturiana alrededor, pero es una conclusión científica. La misma que sitúa a la ciudad de Elche exactamente en el polo opuesto, en la que menos de este tipo de mortandad sufre gracias a su abundancia de espacios naturales (seguro que su famoso palmeral tiene mucha culpa).

Así lo confirman expertos del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), tras elaborar un ranking de las ciudades europeas con mayor y menor mortalidad atribuible a esa falta de áreas verdes. Es una investigación seria, basada en datos científicos, que analiza más de 1.000 ciudades de 31 países europeos. Y concluye que entre todas ellas podrían evitar hasta casi 43.000 muertes prematuras cada año si cumpliesen con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en cuanto a proximidad residencial a espacios verdes. Los resultados se han publicado en la revista The Lancet Planetary Health. La lista final elaborada se puede consultar a través de la web www.isglobalranking.org.

En este preocupante ranking europeo, Gijón ocupa el cuarto puesto y A Coruña el noveno. En el lado contrario de la tabla, Elche y Telde encabezan la lista europea de ciudades más saludables.

Pensábamos que los espacios verdes en las ciudades son poco más que puro adorno, unos arbolitos para que las calles queden monas. O sitios para que jueguen los niños y hagan sus cositas los perros. Pero se acaba de demostrar que son, más que espacios necesarios, absolutamente vitales.  Lee el resto de la entrada »

El picudo amenaza de muerte al palmeral de Elche

Palmeral Elche

El palmeral de Elche (Alicante), el más grande y bello de Europa, se muere. Un terrible escarabajo asiático lo está devorando sin que hagamos otra cosa que contabilizar sus víctimas. La plaga del picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) avanza imparable a un ritmo cada vez más vertiginoso. 50 árboles al mes sólo en el palmeral histórico, plantado por los árabes hace doce siglos y declarado por la Unesco ¿inútilmente? Patrimonio de la Humanidad. El desastre es total. En todo el municipio llevan taladas este año 27.816 palmeras. 165.000 desde 2010.

Una sola hembra del voraz insecto vive hasta tres meses, tiene puestas de 300 a 500 huevos y es capaz de volar decenas de kilómetros en busca de nuevos árboles. Lee el resto de la entrada »

El asesino de las palmeras se extiende por España

Las palmeras están condenadas a muerte. Un gran escarabajo llegado de Asia las está matando por miles en toda España y no hacemos nada para impedirlo. El picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus), el asesino de las palmeras, vuela libre de árbol en árbol por Canarias y todo el sur español, dejando tras de sí un rastro de desolación arbórea.

Vino hace apenas 15 años de Egipto, escondido entre las decenas de miles de grandes palmeras datileras importadas sin control fitosanitario para nuestras avenidas, urbanizaciones y campos de golf. Al principio habría sido fácil acabar con él, pero ahora es imposible, la plaga está descontrolada y las Administraciones se han dado por vencidas. Si quiere matar, que mate.

El único tratamiento seguro es detectar los pies enfermos, talarlos y destruirlos para evitar su expansión, pues todos los remedios alternativos han sido un fracaso. Durante una década fueron las Administraciones las encargadas de hacerlo, pero este año la legislación ha cambiado. Ahora los responsables de eliminar los árboles contaminados son sus dueños. Y todos ellos, incluido los Ayuntamientos, se niegan a hacerlo pues no tienen dinero. Dan así nuevos bríos a los hambrientos asesinos, quienes han puesto ya contra las cuerdas a palmerales tan emblemáticos como el de Elche (Patrimonio de la Humanidad) o los del sur de Gran Canaria. En el murciano Mar Menor los árboles de sus avenidas se caen por decenas a pedazos con riesgo para los transeúntes sin que nadie los retire. Y todo el entorno de Valencia está infestado. Como Paterna, donde en 2008 murieron 30 palmeras, en 2009 más de 300 y este año en sólo dos meses está a punto de agotarse el presupuesto de todo el año para la retirada de ejemplares muertos.

La burbuja inmobiliaria nos lo trajo y la crisis del ladrillazo le acaba de dar alas. Nuestras palmeras tiemblan pues presienten su final, como ocurrió con los olmos y la grafiosis. Esas “antorchas al aire” que elogiara Unamuno están a punto de apagarse.

Sobre estas líneas, una foto que hice estas Navidades de numerosas palmeras canarias afectadas por el picudo rojo en la principal avenida de Los Alcázares (Murcia), junto al Mar Menor. Como nadie las corta y destruye, la plaga sigue extendiéndose sin control.

Como véis en la siguiente imagen, todas ellas están llenas de larvas del escarabajo, listas para buscar nuevos árboles.

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El Hondo: Paraíso secuestrado

Alrededor de 1.500 personas participaron hace 15 días en una manifestación «en defensa de los derechos de riego» en el embalse de El Hondo (Elche y Crevillent), y del trasvase Tajo-Segura. Para ellos, 20 años no son nada, los que lleva este espacio protegido como paraíso natural. Dos décadas después, los patos siguen siendo los mayores enemigos de los regantes.

Básicamente los agricultores exigen dos cosas al Gobierno. Más agua para sus tierras y el derecho a administrarla como les dé la gana, al margen de bichos y protecciones medioambientales.

Y para lograrlo quieren algo igualmente surrealista, tener vía libre para destruir una de las zonas húmedas más importantes de España, reduciendo paralelamente la protección legal a la malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), una de las anátidas más amenazadas de Europa y que conserva aquí uno de sus últimos santuarios. Esta medida también afectaría gravemente a la cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris) y a la focha cornuda (Fulica cristata).

Pero no se piensen que estaban solos los regantes. A su lado, recogiendo los siempre necesarios votos para mantenerse en la poltrona, les acompañaron en la manifestación representantes de los grupos municipales ilicitanos (PSOE, PP y Compromís).

Al final de la concentración, el presidente de Riegos de Levante, entidad propietaria del pantano, leyó un comunicado donde se solicita «comprensión» a los partidos políticos, poderes públicos y a la sociedad para que entiendan que

«el agricultor es un ave en peligro de extinción y que, a diferencia de la malvasía, que tiene alas y puede volar de un lugar a otro si no tiene agua, el agricultor no tiene alas y no puede volar de charca en charca».

Volar, ¿a dónde van a volar estos patos si éste es prácticamente el último refugio que les hemos dejado a esas pobres aves?

Lo que no explican los regantes es que el embalse es de ellos, es verdad, pero las aves son de todos. Tampoco el medio millón de euros que reciben todos los años a cambio de mantener el caudal ecológico en esta joya natural. Ni que desde hace más de un año impiden el acceso al lugar a los técnicos de Medio Ambiente (y a cualquier amante de la naturaleza) pues no quieren que nadie sepa lo que hay ahí ni lo que están haciendo. Como dejarlo sin agua para tratar de acabar con esos patos a los que tan sólo ven como un problema.

El asunto es grave. Como ha denunciado SEO/BirdLife, la caótica gestión de El Hondo y la multiplicidad de intereses sobre el agua del Parque Natural han producido auténticos desastres medioambientales que han terminado con el gerente de Riegos de Levante imputado por delito ecológico.

Ayer estuve en El Hondo intentando ver pájaros y me encontré de nuevo con la verja cerrada a cal y canto. En realidad tienen secuestrado al embalse del Hondo, con toda su flora y fauna en peligro de extinción, y el rescate que piden es innegociable, pues además del dinero de las ayudas pretenden matarlo poco a poco.

En otros sitios, la policía ambiental habría liberado hace tiempo a este espacio natural de sus secuestradores, pero aquí el rehén es una pobre marioneta chantajeada por todos. Y las malvasías y las cercetas, tristes víctimas colaterales de esta lucha esperpéntica.