Un otoño más, el castañar de El Tiemblo (Ávila), uno de los bosques más mágicos, centenarios y asombrosos de la península Ibérica, camina irremediablemente hacia la destrucción. Es tan famoso y tan visitado (más de un millar de personas al día) que está muriendo de éxito. Y lo que es aún peor, en lugar de protegerse estrictamente para velar por su seguridad, sus gestores están más empeñados en aprovechar su tirón turístico.
Según denuncia la la Plataforma Salvemos el Castañar de El Tiemblo, los fines de semana de estos meses otoñales ha llegado a haber hasta 18 personas (entre policía municipal, miembros de Protección Civil y empleados del Ayuntamiento) para controlar y velar por el orden en el acceso de vehículos y para cobrar la tasa de subida, y sin embargo, «ni una sola persona vigilando dentro del bosque, y por supuesto, nadie en ningún sitio el resto del año”.