La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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¿Conoces la isla canaria de la gente feliz?

Sabina de El Hierro

Existe una isla donde la gente es feliz. Donde llamas a las puertas y te abren el corazón.

El Hierro, en el occidente de Canarias, es el territorio más aislado de Europa y, seguramente por ello, el más sabio. Gente inteligente, está apostando muy fuerte por la sostenibilidad. Gracias al proyecto Gorona del Viento es la primera isla en el mundo 100% sostenible pues obtiene toda su energía eléctrica gracias a esos vientos alisios capaces de elevar agua hasta el cráter de un volcán y dejarla caer en un beneficioso círculo energético. Lee el resto de la entrada »

Los dragos de Fuerteventura ‘aberruntan’ un invierno lluvioso

Dragos Fuerteventura

Si te pasas este verano por la isla de Fuerteventura, donde yo vivo, descubrirás algo más insólito que sus famosas playas de arena dorada con aguas de color turquesa. La mayoría de los dragos (Dracaena draco), ese típico y sorprendente árbol canario, están florecidos.

No es habitual. Lo normal es que sólo florezcan cada 15 años a partir de un esfuerzo biológico tal que, a modo de parto natural, acaban ramificando a través de las cicatrices producidas. Por eso, contando cada una de esas heridas hechas cada tres lustros es posible calcular su edad. Lee el resto de la entrada »

Cádiz se queda sin su árbol más histórico y falsamente protegido

Drago

Proteger un árbol singular no consiste tan sólo en apuntarlo en una lista, publicar su nombre en el Boletín Oficial. Puede servir con el Patrimonio Histórico-Artístico, pues por degradado que éste se encuentre casi siempre será posible acometer su restauración. Pero con el patrimonio natural no sirve. Se trata de un ser vivo, un delicado ser vivo con fecha de caducidad. Por eso resulta fundamental su conservación preventiva. Una vez muerto no hay nada que hacer.

En Cádiz lo han comprobado tristemente este sábado. Acaban de perder el famoso drago centenario del callejón del Tinte, símbolo vivo de la historia de la ciudad. Fue con toda probabilidad uno de los primeros ejemplares de drago plantados fuera de Canarias. Por algo el puerto gaditano era el principal enlace del archipiélago canario con Europa, su vinculación comercial y cultural con la metrópoli. Aunque ya Estrabón asegura que en Cádiz había dragos en tiempos de los fenicios.Drago Cádiz

Tenía más de 250 años, así que ya era un ejemplar respetable cuando hace dos siglos los diputados doceañistas elaboraron la primera Constitución de España. Figuraba en el catálogo de Bienes de propiedad municipal inscritos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. La Junta de Andalucía lo incluyó además dentro del ‘Legado patrimonial de los lugares de las Cortes y de la Constitución de 1812’, con todo lo que ello suponía de protección como Bien de Interés Cultural. Una protección que no le ha servido para nada.

Ubicado en el patio de la antigua Escuela de las Artes, las peleas entre Ayuntamiento y Junta de Andalucía por el control del edificio les hicieron olvidarse del viejo drago. Cada vez más vencido por los años pedía a gritos su apuntalamiento. Una sencilla intervención que a buen seguro hubiese impedido su desaparición. Pero nadie movió un dedo por el árbol. Y ahora  que ha colapsado todos tratan (a empujones políticos) de ponerlo otra vez en pie. Ridículo.

Había otro drago centenario en Cádiz. El del patio de la Facultad de Medicina, traído a Cádiz por el cirujano y botánico Pedro Virgili, que también cayó al suelo hace 20 años. Otros dos dragos centenarios han muerto recientemente por culpa de los excesos urbanísticos, uno en El Hierro y otro en Alicante. La lista de esta sangría es interminable. Restar, nunca sumar. Y nuestro patrimonio natural más querido desapareciendo a toda velocidad por culpa de la incuria, la política, el abandono y la irresponsabilidad.

Lo dijo un gaditano universal, Rafael Alberti:

«Hijos del drago, venid a socorrerme. Vuestras oscuras,
invisibles espadas me defiendan».

Foto: Ecologistas en Acción de Cádiz

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Los amores urbanos matan a dos dragos centenarios

Drago2

El drago (Dracaena draco) es un árbol mágico, legendario, de roja savia medicinal y piel semejante a la de esos dragones a quienes pudo conocer. En la isla más occidental de todas las Canarias, El Hierro, en el municipio más alejado, La Frontera, y en su localidad más extrema, Tigaday, había uno gigantesco, fabuloso. Tenía 240 años. Dos siglos y medio luchando contra temporales de toda potencia. Pero esta semana no pudo más. Los últimos vientos huracanados lo arrancaron de raíz y estrellaron su cuerpo fibroso contra el suelo. Hoy es una triste montaña de astillas.

Dicen que estaba enfermo. Es verdad. Pero su mal no fue ni un hongo ni un insecto. Drago de FronteraLe mataron las recientes obras de urbanización de la zona. Le asfaltaron todo el entorno, rodearon con un muro de piedra y apuntaron con focos halógenos. Quisieron ponerlo en valor y se olvidaron de lo más importante: sus raíces. Tantas zanjas, tantas heridas, acabaron con él poco a poco. El viento tan sólo le dio el empujón final.

Ocurrió lo mismo con otro drago centenario. Era un bicho raro, un endemismo canario en la huerta alicantina de La Vila Joiosa. Y hace apenas un mes fue igualmente tumbado por el viento. Pero no. También a éste le había matado antes la expansión urbanística. Esa misma que se llevó por delante la alquería de sus antiguos dueños junto a viejos naranjos y almendros. Le mató el ajardinamiento del entorno después de haberle sajado la vida con zanjas y brutalidades de todo tipo. Un trozo de su cadáver se guarda ahora inútil en el Museo Arqueológico de la localidad, mustio recuerdo de lo mal que cuidamos de nuestros árboles ancianos.

Es verdad. Tanto en El Hierro como en Alicante prometen plantar otros dragos como sustitutos de los muertos/matados. Pero nunca será lo mismo. Y además, seguro que los quieren ya grandes ¿De dónde los arrancarán?


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El árbol más famoso del mundo es eléctrico


El árbol más famoso y fotogénico del mundo, el drago milenario (Dracaena draco) de Icod de los Vinos, sobrevive gracias a la electricidad. Se podría decir que, en cierta manera, es eléctrico.

Muy pocos lo saben, pero este formidable abuelo vegetal cuyo peso sobrepasa las 140 toneladas está completamente hueco, y en su interior día y noche, las 24 horas del día, dos ventiladores renuevan el aire del interior para impedir la formación de perniciosas plagas. Como un enfermo terminal, sus constantes ambientales son igualmente monotorizadas para prevenir cualquier posible achaque que ponga en peligro el símbolo vegetal de Canarias, orgullo y gran negocio de la localidad tinerfeña de Icod de los Vinos.

A pesar de su extraordinaria importancia, el famoso drago no está legalmente protegido, como no lo está ningún árbol singular canario. Tan sólo cuenta con una referencia como Sitio Nacional de 1919 en la misma ley que protegió el primer parque nacional de España, el de Covadonga. Una caduca mención que no le aporta protección alguna y que el Gobierno de Canarias no parece dispuesto a actualizar.

Últimamente el Ayuntamiento de Icod de los Vinos trata de nuevo de lograr su declaración como Patrimonio de la Humanidad, dado su excepcional valor universal. Ojalá lo consigan. Con este motivo, hace unos días me desplacé al Parque del Drago de esa localidad para participar en el rodaje de un documental televisivo. La ocasión me permitió entrar por segunda vez en el sancta sanctorum del árbol, sus entrañas cibernéticas, y comprobar su excelente estado de salud. Un privilegio que me gustaría compartir con todos vosotros a través de unas cuantas fotografías, pálido reflejo de la emoción que he sentido dentro del colosal gigante verde, una gran cueva vegetal donde caben cómodamente cinco personas de pie.

Sobre estas líneas, entrada natural al drago de Icod de los Vinos. Cuando estuve aquí hace 15 años la entrada era otra un poco más a la izquierda cerrada con una pequeña puerta de madera, al estilo de una casa de los gnomos. Ahora mismo la vieja apertura está a punto de cerrarse de forma natural gracias a un proyecto de conservación promovido por los técnicos, y que consiste en fomentar el avance de sus raíces adventicias hasta lograr cubrir todo el hueco.

Y aquí podéis ver una imagen nunca antes publicada: las tecnológicas entrañas del árbol. Máquinas y sensores garantizan la supervivencia de un recurso natural que, además de su extraordinario interés botánico, atrae diariamente a más de 6.000 turistas diarios.

¿Cuántos años tiene el drago? Es su gran misterio.

Humboldt le calculó «a ojo» 7.000 años. El Libro Guinness de los Records le certifica, también sin pruebas científicas, 3.500 años. En el folleto que recibes tras pagar la entrada para poder verlo de cerca se reduce su edad a milenario. Sin embargo, los últimos estudios realizados con la especie a partir del conteo de sus ramificaciones (23 en total) no le conceden una edad más allá de los 360-400 años.

Yo, que respeto tanto a las personas mayores, no osaré en preguntarle los años. En mi libro Árboles y arboledas singulares de Canarias dije de él que, como una tía abuela mía, «tiene los años que aparenta». Aunque como me señaló luego mi amigo y excelente botánico y geógrafo Rafael Almeida, en realidad deberíamos decir que «no tiene los años que aparenta«. Pero qué más da, lo importante es poder disfrutar de este drago, el más famoso y bello del mundo.

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