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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Las lágrimas del jefe Raoni

El jefe Raoni no pudo aguantar las lágrimas cuando se enteró de que la presidenta brasileña Dilma Rousseff ha autorizado el inicio de la construcción de la polémica central hidroeléctrica de Belo Monte, incluso después de que decenas de miles de cartas y correos electrónicos dirigidos a ella, así como más de 600.000 firmas, le pidieran el abandono del proyecto. Esta decisión supone la sentencia de muerte de los pueblos indígenas del río Xingu y de una naturaleza única.

El embalse de Belo Monte será la tercera presa más grande del mundo. Inundará 400.000 hectáreas de selva amazónica, expulsará del territorio a 40.000 personas y destruirá hábitats naturales extremadamente valiosos para la biodiversidad. Todo para producir electricidad a un alto coste social, económico y ambiental, en lugar de apostar por alternativas como mejorar la eficiencia energética del país. Para colmo de males, su construcción duplicará la población regional en al menos 85.000 personas más que llegarán buscando trabajo, provocando aún más presión sobre la tierra y los bosques circundantes.

Estas son noticias terribles que nadie cuenta pues a nadie parece importarle las lágrimas de un indígena.

Más información sobre el proyecto: Survival, Amazon Watch.

P.D. Gracias a Alberto por pasarme la información.

ACTUALIZACIÓN (1 DE JULIO DE 2011): Norte Energia, la empresa que construirá la Central Hidroeléctrica Belo Monte en el Río Xingú, nos ha remitido a 20Minutos un comunicado de prensa donde desmiente que el proyecto vaya a afectar a las comunidades indígenas. Os incluyo a continuación el texto íntegro para que cada uno saque sus propias conclusiones.

Comunicado de prensa – Brasilia Junio 2011
Central Belo Monte preserva áreas indígenas
La construcción de la Central Hidroeléctrica Belo Monte en el Río Xingú, en el estado de Pará, Brasil, cuya Licencia de Instalación (LI) fue concedida el 1 de Junio por el Instituto de Recursos Naturales y Medio Ambiente (Ibama), no va a inundar tierras indígenas. Estas tierras permanecerán sin tocar por la presa y demás estructuras de ingeniería de la UHE Belo Monte, tanto durante la fase de construcción como durante la fase de operación, que está prevista para su inicio en Febrero de 2015.
Eso significa que, al contrario de lo que publican algunos periódicos y otros medios, la construcción de la Central Belo Monte no alcanzará el área ocupada por tribu indígena alguna y menos aún la de los indios Kayapó.
Cabe destacar que la región ocupada por los Kayapó se situa a 530 km de distancia del embalse de la Central. El proyecto de construcción de Belo Monte, preparado por la empresa Norte Energia S.A., ha sido elaborado con el cuidado de no inundar ningún territorio indígena y por esta razón, ninguna comunidad indígena resultará desplazada como consecuencia del emprendimiento.
El proyecto prevé la construcción de una embalse de 502,8 km², de los cuales 228 km² corresponden al propio caudal natural del río Xingú.
Por tal razón, es fantasiosa la afirmación de que el área inundada deberá alcanzar una extensión de algunos miles de quilómetros cuadrados, como se ha noticiado. Ni siquiera la concepción del proyecto inicial, preparado en la década de los años ochenta, durante el régimen militar, contemplaba una inundación de tal envergadura. Según el proyecto inicial, el área inundada sería de 1.600 km² que, con las adecuaciones impuestas por los órganos ambientales e indígenas, se redujeron hasta alcanzar la actual dimensión.
Es improcedente la información de que el impacto de la inundación será enorme, causando la liberación de gas metano o de dióxido de Carbono, como resultado de la desintegración de materiales orgánicos. La liberación de esos gases tuvo lugar en construcciones antiguas y no solamente en centrales brasileñas. El proyecto de Belo Monte prevé el rescate previo de la flora existente en el área de inundación, evitandose este problema.
El proyecto prevé además el traslado de unas cinco mil familias que viven hoy en situación precaria, en la ciudad de Altamira, gran parte de las cuales residen en palafitos y sin acceso a servicios básicos de saneamiento. Estas familias se transferirán a otra área cercana, donde Norte Energía construirá casas de albañilería, con saneamiento básico y energía eléctrica.
La reubicación de esas familias en otra área constituye una de las 40 condiciones impuestas por el Ibama para la outorga de la Licencia de Instalación de Belo Monte, con las que se comprometió Norte Energia.
El proyecto se estima en 25.800 millones de reales (unos € 11.220 millones). De este total, se aplicarán € 1.400 millones para la ejecución de acciones socio-ambientales en la región. Además, Norte Energia destinará adicionalmente, por su parte, cerca de € 220 millones para apoyar el Plan de Desarrollo Regional Sostenible de Xingú, en asociación con los gobiernos federal, del estado de Pará y de los ayuntamientos de once ciudades en el área de influencia de Belo Monte, que alcanzará más de millones de € 1.200 millones. Durante el pico de las obras, que está previsto para 2013, Norte Energia estima que el personal directamente empleado en la construcción será de 18.700 personas. Otras 23.000 personas estarán empleadas en actividades relacionadas con las obras y 54.300 familiares y otras personas convergirán en la región, llegando a un total de 96.000 personas Involucradas con la construcción de Belo Monte.
El atraso en la concesión de la Licencia de Instalación por parte del Ibama no afectará al cronograma de la obra. Norte Energía considera que dicho atraso se verá compensado con alternativas de ingeniería y de metodología de construcción, a fin de cumplir con la operación comercial de la 1ª turbina en la Zona Pimental el 28 de Febrero de 2015, instalándose la última turbina en la Zona Belo Monte el 31 de Enero de 2019.

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Bosquicidio en Marruecos

Miren la foto. ¿No se les saltan las lágrimas? ¿No sienten al menos un escalofrío?

Más de cinco siglos de vida, quizá mil años, convertidos en un gigantesco tarugo de madera olorosa, a lomos de un destartalado camión aparcado en una desforestada planicie frente a las desnudas montañas de donde se arrancó a este viejo cedro del Atlas Cedrus atlantica.

¿Cuántas historias podría habernos contado, cuánta magia trasmitido, cuánto amor comunicarnos?

Hoy ya no existe.

Convertido en anodinos tablones, habrá servido para hacer puertas con las que cerrar de las miradas indiscretas los palacetes de los nuevos ricos occidentales. Para proteger con el debido lujo nuestras propiedades privadas, dándole al mismo tiempo un toque «cool» y étnico a nuestras mansiones.

La imagen, publicada en el Foro Andaluz de la Naturaleza, evidencia una triste realidad. En los últimos 20 años ha caído bajo el hacha implacable el 60% de los bosques de cedro de Marruecos, especialmente los ejemplares centenarios, los más valiosos para el ecosistema, pero también los más apetecibles para el mercado internacional de la madera.

Por si fuera poco, la expansión del cultivo de cáñamo indio (Cannabis indica) para abastecer de hachís a Europa está causando una grave deforestación en las montañas del Rif, en lugares tan emblemáticos como la región de Ketama. Y lo que no talan los agricultores lo degradan los ganaderos quienes, azuzados por el hambre, están sometiendo a este frágil bosque a un sobrepastoreo insostenible.

Más al sur, en el Atlas Medio, el avance del desierto y el aumento de la cabaña ganadera está dando lugar a un terrible bosque, el de los cementerios de cedros, antiguos cedrales de cuyos arboles muertos apenas quedan ya sus esqueletos en pie.

Dice Hermann Hesse en El viandante:

«Un árbol es vida de la vida eterna».

Y añade:

«Quien ha aprendido a escuchar a los árboles ya no desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es».

Desgraciadamente, nuestra sociedad ya no escucha a los árboles, a la Naturaleza. Preferimos talarlos, convertirlos en insulsos metros cúbicos de madera.

Indudablemente, perdemos eternidad.