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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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38 Audis para pasear ministros un día por A Coruña

¿Sabes que el pasado viernes hubo una cumbre de ministros de Transporte de la Unión Europea en A Coruña?

Fue otra de tantas. Hoy aquí, mañana allí. Por eso de hacer turismo, de salir del sopor de Bruselas, de acercar la política a los ciudadanos.

La cumbre no ha tenido apenas repercusión mediática pues nada importante se decidió en ella. Y a mí se me habría pasado completamente desapercibida de no ser por un correo que me ha enviado Jose, un lector madrileño de La Crónica Verde al que agradezco el chivatazo. En él me informa de algo tan indecente como desvergonzado.

Para facilitar el transporte de los señores ministros desde el aeropuerto a la ciudad durante tan sólo un día, la UE ha hecho llegar al puerto de A Coruña 13 camiones articulados que transportaban 38 vehículos de alta gama y dos furgonetas.

Una lujosa flotilla de Audi A8, probablemente traída desde miles de kilómetros de distancia, quizá porque sus señorías piensen que aquí en España no tenemos coches de la alcurnia suficiente que ellos se merecen.

Para que luego estos mismos ministros nos hablen de ecología, de desarrollo sostenible, de limitación de la contaminación, de lucha contra el cambio climático, de ahorro, de crisis, de recorte de las pensiones,… de usar el transporte público y la bicicleta.

¿No os parece algo escandalosamente obsceno?

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Fotos: César Quian /La Voz de Galicia.

Aquí os dejo un vídeo sobre el traslado de todos esos vehículos de lujo una vez terminada la cumbre.

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Ya no nos gustan las gaviotas

Antes las gaviotas eran sagradas, predecían las tragedias en el mar llorando por los marineros muertos, anunciaban la cercanía de la tierra salvadora, matarlas traía mala suerte. Pero ahora es diferente. Ahora nos molestan, las odiamos, las llamamos ratas con alas y decretamos su extinción.

Es verdad, hay muchas, cada vez más descaradas, más urbanas, más agresivas. Aunque la culpa no es de ellas, es nuestra.

La pasada semana estuve haciendo un estudio medioambiental en una colonia de gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) en la zona más desolada de Fuerteventura, en Canarias. Hace 10 años había apenas cien parejas y ahora son más de 300. Al ir a anillar uno de los pollos, éste vomitó asustado lo último que había comido y ¿saben lo que escupió? Una loncha de jamón york. Me quedé asombrado, pues no hay ningún pueblo ni basurero cercano. ¿Se lo habrían quitado sus padres a algún turista en la playa? Seguramente.

Lo mismo, pero más preocupante, está ocurriendo en ciudades como Barcelona, donde los alumnos de un céntrico colegio deben ahora almorzar en clase antes de salir al recreo, para evitar que las aves les roben sus bocadillos. Una ciudad donde las denuncias por supuestos ataques de las gaviotas no paran de aumentar, como también pasa en Gijón, La Coruña, Vigo o Cádiz.

El remedio fácil es destruir sus nidos instalados en los tejados y hasta matarlas, pero no sirve de nada. Las patiamarillas hacen puestas de reposición, cambian de sitio e incluso, eliminando adultos, facilitamos la llegada de subadultos.

Sólo existe una solución, dejarlas sin comida. Y no sólo sin basura, reciclando y aprovechando al máximo las 1,3 millones de toneladas de residuos que Europa produce al año. Hace falta acabar con el derroche de los descartes pesqueros, 3.000 toneladas diarias tiradas al mar sólo en la Unión Europea. Con tanto despilfarro ¿cómo no va a haber gaviotas?

Burras para defenderse de los lobos

Una modélica ganadería gallega cuenta desde hace unos meses con dos burras como celosas guardianas de sus vacas, el sistema más eficaz y sorprendente para evitar el ataque de los lobos.

La historia es como sigue. Con 200 hectáreas en la provincia de A Coruña y 400 vacas felices, Casa Grande de Xanceda es uno de los mayores productores de lácteos ecológicos en España.

En 40 años los lobos habían respetado a esta ganadería, pero en apenas dos meses varias mandadas lobunas mataron a cuatro de sus vacas e hirieron gravemente a dos más. Sin embargo, en lugar de liarse a tiros, colocar venenos o poner el grito en el cielo, sus responsables preguntaron a los expertos. Y fue nada menos que una organización de protección de los animales carnívoros en Namibia quien les dio la solución, hacer lo mismo que hacen en África para evitar el ataque de leopardos y guepardos, confiar la protección de sus vacas a varias burras jóvenes.

Yo no lo sabía, pero los testarudos equinos, que tantas veces me lanzaron al suelo en inolvidables paseos infantiles, protegen a las vacas como si de su propia familia se tratara. Ante un ataque, en vez de correr aterrorizadas se enfrentan valientemente a los lobos soltándoles coces a diestro y siniestro. Y es esta dura reacción defensiva la que convence a los cánidos para buscar una presa menos arriesgada, fuera del alcance de sus fuertes pezuñas.

Además, ante el ataque las burras rebuznan alarmadas con fuerza inusitada, alertando así del peligro a los ganaderos.

Y parece que funciona. Tras la llegada de Xanceda y Júnior, como han sido bautizadas las originales pastoras, sólo han sufrido un ataque de lobos que se saldó con heridas a una de las vacas, y fue porque las burras no estaban en ese momento con ellas.

Hombres prudentes, como complemento han incorporado al equipo a dos buenos perros (un mastín leonés llamado Yogur y una perra loba por nombre Fresa), contundente refuerzo a tan ecológica batería de excelentes elementos disuasorios. Es lo que podríamos llamar lucha biológica contra el lobo, al fin y al cabo el modelo que los ganaderos han venido utilizando con éxito durante siglos, antes de que se enzarzaran en subvenciones, ponzoñas y escopetas.

Sobre estas líneas os incluyo el vídeo de la noticia tal y como la ofreció la Televisión de Galicia (TVG) y que ha recogido el siempre tan interesante blog de Forestman.

Foto: Diario Cinco Días.