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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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¿Y si en Navidad también reciclamos los tapones de vino, cava y sidra?

Tapones de corcho de vino y champagne. Foto: PIxabay

Ya nadie duda en que hay que reciclar el vidrio de las botellas de vino, cava y sidra de nuestras fiestas. ¿Pero qué hacemos con los corchos? El corcho es un producto 100% natural procedente de la corteza de los alcornoques. Un producto ecológico, sostenible, renovable y biodegradable que no contamina, ya que el proceso de descortezamiento se lleva a cabo manualmente. Aunque desgraciadamente se recicla muy poco. Lo normal es que vaya a la basura orgánica y se pueda convertir en compost, aunque lo habitual es que termine en el contenedor gris de otros restos. Lee el resto de la entrada »

El cambio climático amenaza a los jamones ibéricos

Dehesa

Nos quedamos sin jamones. Sin los buenos, los auténticos patanegra de cerdo ibérico criados en las dehesas españolas a base de bellotas. Porque por culpa del cambio climático y el avance de una compleja enfermedad llamada «la seca» nos estamos quedando sin robles y encinas. Y sin estos árboles no hay comida verdadera ni monte auténtico para alimentar a las piaras de cochinos autóctonos; no hay jamón, lomos ni chorizos ibéricos de bellota. Lee el resto de la entrada »

Llega el turismo «del corcho a la botella»

Korkensammlung

Saca del corcho

Fotos © Wikimedia Commons

Amo el vino, pero cada vez que elijo una botella, la descapsulo cuidadosamente y me encuentro con que el corcho no es tal, que lleva un tapón de silicona, automáticamente pierdo el interés por un caldo que, seguro, no puede ofrecerme nada interesante.

¿Cómo un bodeguero de los buenos va a cuidar con mimo sus viñedos, vendimiar con delicadeza, elaborar con esmero, si para culminar su obra elige por remate un vulgar e irreciclable tapón de plástico?

Sus defensores aseguran que así evitan el acorchamiento, ese enmohecimiento que echa a perder un 0,6% de los vinos sin distinción de su calidad. Aunque por la misma razón podrían también optar por botellas de plástico y así evitar el porcentaje habitual de roturas, seguramente mucho mayor.

Penoso, pero por doble motivo. Porque así se mata al vino, impidiéndole que respire, que evolucione. Y porque así se mata un paisaje, una cultura y una economía única, la del alcornoque. Desde la llegada del tapón plástico, el consumo de corcho de calidad ha comenzado a caer peligrosamente, haciendo cada día menos rentables a los alcornocales.

Aunque algunos no lo sepan, alcornoque no es (sólo) un insulto. Es un árbol (Quercus suber) primo de la encina y del roble, de cuya corteza esponjosa se extrae el corcho sin provocar daño alguno al árbol. Típico de nuestras dehesas mediterráneas, entre España y Portugal acaparamos la mayor parte de sus bosques, más de un millón de hectáreas. Y también la producción mundial de corcho, unas 340.000 toneladas al año de las cuales Portugal produce un 61%, España un 30% e Italia un 6%.

Frente a siliconas e incendios forestales resulta obligada la protección a ultranza de tan maravilloso patrimonio. Y se está haciendo, aunque esta iniciativa, que debería de ser española o ibérica, es norteamericana. La Cork Forest Conservation Alliance (CFCA) es una organización sin ánimo de lucro dedicada exclusivamente a la protección y preservación de los bosques de alcornoque, a la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes y a la conservación de la enorme biodiversidad que éstos albergan. Desde mediados de 2013 está desarrollando el proyecto “From bark to bottle» (de la corteza a la botella), una iniciativa turística destinada a mostrar la realidad de los alcornocales y la trascendencia del consumo de corcho.

Para ello, la entidad nos propone participar en una experiencia eco-turística recorriendo algunos de los principales territorios corcheros de la península Ibérica. Un tour donde se combinan actividades de sensibilización a través de la observación directa del descorche, la visita a centros tecnológicos, museos temáticos… junto con otras destinadas a conocer y disfrutar los valores naturales y culturales más atractivos y representativos de cada territorio visitado.

El toque hispano se lo ha dado Two Birds One Stone Ecoturismo, una modélica empresa, vallisoletana para más señas, seleccionada por la CFCA para poner en marcha uno de esos grandes viajes que no puedes perderte: la sierra extremeña de San Pedro, el andaluz Parque Natural de Los Alcornocales y el catalán Massís de les Gavarres. Tres paraísos ecológicos y etnográficos con una fauna, una flora y, también, una gastronomía, únicas.

Estoy seguro. Después de conocer con detalle estos rincones y a su gente, no volverás a comprar vino con corcho de silicona.

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La silicona amenaza al bosque

Una buena cena entre amigos es siempre con un buen vino. Pero cada vez con más frecuencia, coges el sacacorchos para abrir la botella… y no hay corcho. En su lugar aparece un famélico tapón de silicona marrón con vetitas longitudinales pintadas. Te sientes estafado ante tan burda falsificación. ¿Quién ha cambiado el tapón?

Vino y corcho son inseparables desde que el monje Dom Perignon los uniera en los primeros champañas hace ahora cuatro siglos, aunque mucho tiempo antes romanos y fenicios ya utilizaban la esponjosa corteza del alcornoque para sellar sus ánforas. Hasta ahora.

Desde hace apenas una década el plástico está arrinconando al corcho. Dicen los defensores de estos nuevos cierres artificiales que así se evita el problema del acorchamiento, algo que tan sólo afecta a un 0,6% de los caldos y que también se produce con los sintéticos, pues en realidad es enmohecimiento. Sin embargo, el cambio resulta mucho más grave y dramático. La silicona está haciendo caer el consumo mundial de corcho, poniendo en peligro a los alcornocales, uno de los bosques con mayor biodiversidad del mundo, refugio de águilas imperiales y linces. Sustento de 100.000 trabajadores del igualmente muy amenazado mundo rural, quienes utilizando viejas técnicas artesanales producen 12.000 millones de tapones al año, la mitad en Portugal y un tercio en España.

Volvamos a la cena y a la botella. En la contraetiqueta aparece claramente la denominación de origen, el método de crianza, una pequeña ficha de cata y hasta la advertencia del uso de sulfitos. Pero en ningún lado se dice que el tapón sea de corcho, que con su uso protegemos el bosque, a sus gentes y a sus animales.

No sé vosotros, pero yo el próximo día en que me abran una botella con el tapón de silicona se la devuelvo al camarero. Si el tapón no es de corcho el vino no puede ser bueno. Ni ecológicamente admisible.

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