La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Arte, naturaleza y buena onda en Santo Domingo de Silos

Te gusta viajar, pero muchas veces no le sacas a esta experiencia todo su partido. Algunos se conforman con visitar un lugar, ver todo lo que nos dicen las guías que es necesario ver, hacerse unos cuantos selfis para las redes, buscar un lugar donde comer (esto al final es lo que más tiempo nos lleva) y volverse a casa con la falsa sensación de que «ya lo has visto todo». Otros somos menos turistas y más viajeros. Nos gusta disfrutar de los viajes con los cinco sentidos. No buscamos tan solo lugares. Buscamos paisajes. Y los catamos intensamente, con los cinco sentidos.

Aprovechando mi participación en el programa de Radio Nacional de España «No es un día cualquiera«, dirigido en su edición del verano por el periodista Carlos Santos, he intentado condensar en una sección viajera lo mucho que un lugar nos puede decir y evocar. Una vez emitida, le voy ha dar formato de blog, para que así muchos viajeros puedan aprovecharse de esta información.

Nuestra primera cata de paisaje nos lleva hoy a Santo Domingo de Silos, en Burgos. Que no es tan solo un famoso monasterio benedictino. Es naturaleza, historia, arte y muy buenos alimentos.  Lee el resto de la entrada »

Ya puedes tener toda la biodiversidad del Real Jardín Botánico de Madrid en la palma de tu mano

Visitar el Real Jardín Botánico de Madrid y llegar al punto exacto donde se encuentra el árbol más alto de todos, un olmo del Cáucaso (Zelkova carpinifolia) o el más viejo, un ciprés común (Cupressus sempervirens); visitar de una manera óptima y adecuada zonas de interés como las cuatro terrazas, la rosaleda, los invernaderos,  la huerta o la platabanda; preparar tu propia visita guiada; o disponer de la información más básica del Jardín es muy fácil gracias a su nueva aplicación móvil ‘RJB Museo Vivo’, de descarga gratuita. Lee el resto de la entrada »

El bosque más amenazado de Europa está en Cartagena

Tetraclinis

La semana pasada tuve la suerte de conocer sobre el terreno el bosque más amenazado del continente europeo, el de la sabina o ciprés de Cartagena (Tetraclinis articulata). Tan en peligro de extinción que casi resulta imposible distinguirlo aunque lo tengas justo enfrente, pues ya no hablamos de hectáreas; apenas ejemplares dispersos. Exactamente, y según el último y triste censo europeo, 8.455 árboles individuales, repartidos en cuatro áreas a lo largo de una extensión máxima de 557 hectáreas. Lee el resto de la entrada »

¿Conoces el árbol más viejo y legendario de Madrid?

Ciprés calvo

Cuenta una vieja leyenda madrileña que este monumental árbol de extraño aspecto es hijo del situado en Popotia (México), bajo el cual Hernán Cortés lloró en la Noche Triste. Ese 30 de junio de 1520, los aztecas pasaron a cuchillo a la mitad del ejército español y les expulsaron de Tenochtitlán, la actual capital mexicana. Las lágrimas de amargura del conquistador habrían regado así el retoño antes de llegar a España.

Pero para algunos jardineros del Parque del Retiro (Madrid), donde se yergue majestuoso, su origen es más antiguo. Incluso los hay que piensan que lo trajo Colón después de uno de sus primeros viajes a América. “Así siempre se dijo”, ratifica una tradición oral sin duda equivocada.

En realidad no lo pudo traer ni Colón ni Cortés porque el Retiro es posterior. Más de un siglo. Aunque el misterio se mantiene, pues no se sabe con exactitud ni de dónde vino el árbol, ni quién lo trajo, ni cuándo se plantó.

Oficialmente se considera que fue de los primeros ejemplares plantados en 1633, cuando el conde duque de Olivares crea el parque madrileño como lugar de descanso y recreo para la corte de Felipe IV.

Especie originaria de México (Taxodium mucronatum), donde se conoce como ahuehuete, también recibe el nombre de ciprés calvo por ser una de las pocas coníferas de hoja caduca; pero las de este ejemplar, en lugar de caer, se mantienen secas en el árbol hasta la primavera.

Otra antigua leyenda madrileña señala la horcadura de este viejo árbol como el lugar sobre el que las tropas francesas instalaron un cañón durante la guerra de la Independencia, desde donde disparaban contra la ciudad. Esta historia podría ser cierta, pues se sabe que los soldados napoleónicos establecieron en esta zona del Parque del Retiro su cuartel general y convirtieron en leña la mayor parte de sus árboles, respetando el ciprés sólo por su utilidad artillera. Aunque los botánicos también la ponen en duda, pues su madera es muy blanda y un cañón puesto encima lo hubiese destrozado.

Pero poco importa si todas estas leyendas son verdaderas o falsas. El ciprés calvo del Retiro está considerado el árbol más viejo, monumental e histórico de la ciudad de Madrid, un símbolo viviente apreciado por todos. O por casi todos.

Desde hace varios años, una reja lo protege de los vándalos que en varias ocasiones han intentando acabar con él arrojando sal sobre sus raíces. Y hasta de los alucinados que lo eligieron como altar para supuestos ritos de magia negra.

También está protegido legalmente, pues es uno de los 255 ejemplares incluidos en el Catálogo de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre de la Comunidad de Madrid.

Lo puedes ver (y disfrutar), estos días de maravillosa primavera, en el parterre francés del parque, cerca de la puerta de Felipe IV y la calle Alfonso XII.

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¿Matar un árbol de 3.500 años es un asesinato?

¿Puede asesinarse un árbol? Consulto el verbo en el Diccionario de la Real Academia. Asesinar: Matar a alguien con premeditación, alevosía. Y también: Causar viva aflicción o grandes disgustos. Así que no me cabe ninguna duda, quien mata a un viejo árbol amado y venerado por muchos es un asesino. Ergo la norteamericana Sara Barnes, de 26 años, es una asesina de árboles, o más exactamente una homicida, pues según ha informado la Agencia EFE, fue ella quien prendió fuego en Florida a «El Senador», uno de los árboles más antiguos del mundo, con unos 3.500 años de vida.

«El Senador» era uno de los más grandes y antiguos árboles de Estados Unidos. Tenía 36 metros de altura y 10 de perímetro, aunque previamente había llegado a levantar unos 50 metros, hasta que un huracán seccionó su copa en los años veinte.

Durante el incendio, ocurrido en la noche del pasado 16 de enero, Barnes tomó fotos con su teléfono móvil de las llamas y tras su detención explicó a la Policía local que no había alertado a las autoridades porque lo quemó mientras trataba de iluminarse con el fuego para consumir drogas. El Departamento de Agricultura de Florida relató que Barnes enseñó a varios amigos una foto de «El Senador» quemándose y dijo: «No me puedo creer que haya quemado un árbol más antiguo que Jesús».

«El Senador» era un atractivo turístico desde el siglo XIX para el centro de Florida. Rivalizaba con algunas de las conocidas secuoyas de California, como «El General Sherman», considerado el árbol más voluminoso del mundo, o el viejo «Matusalén» un pino al que se le calcula unos 4.650 años de antigüedad. Pero ahora está muerto. Su asesinato ¿debería considerarse un magnicidio?

La primera foto es de El Senador a principios del siglo XX. Esta segunda es cómo quedó el pobre árbol tras el incendio que acabó con su vida.

El Blog del Becario ya nos había contado hace unos días esta misma historia, que me ha servido a mí ahora para reflexionar sobre la importancia y fragilidad de los árboles singulares.

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Llega a Madrid uno de los árboles más raros del mundo

Acabo de regresar a casa tras un emocionante viaje a Madrid, donde he tenido el privilegio de asistir a la plantación de uno de los árboles más raros del planeta. Se trata del ciprés del Sáhara (Cupressus dupreziana), uno de los escasos descendientes de los 231 ejemplares que aún quedan vivos en el mundo, la mayoría de ellos con más de 2.000 años de edad.

Se trata de una especie en grave peligro de extinción, originaria del altiplano del Tassili n’Ajjer, en Argelia, cuya edad milenaria se relaciona con los míticos bosques anteriores a la llegada del desierto y con una extraordinaria cultura neolítica desarrollada a su sombra hace 8.000 años. En la actualidad constituye una población arbórea única y aislada, alejada cientos de kilómetros de los árboles más cercanos, localizada en un entorno único declarado Parque Natural y Cultural, Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera.

El espécimen es una donación del Instituto para la Protección de las Plantas (IPP) de Florencia, gracias al proyecto europeo del ciprés «CypFire» del programa MED que desarrolla el Departamento de Árboles Monumentales de la Diputación de Valencia, y la colaboración del Observatorio de Árboles Singulares de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente.

¿Dónde pensáis que hemos plantado esta joya? No hay duda, en el Real Jardín Botánico de Madrid, uno de los más importantes del mundo y que gracias a esta primavera lluviosa luce ahora más bello que nunca. Lo podéis ver cuando queráis por debajo de la Terraza de los Laureles, donde están los famosos bonsáis de Felipe González, y junto a la colección de agaves americanos.

Como madrina para tan singular acto tuvimos la suerte de contar con la siempre entusiasta y querida amiga Odile Rodríguez de la Fuente, hija del admirado naturalista, quien recibió el retoño con la misma emoción que sentimos nosotros al entregárselo. No lo veremos, pero ojalá aguante vivo varios miles de años como sus primos del desierto.

En la imagen superior, Odile Rodríguez de la Fuente planta el retoño de ciprés siguiendo las indicaciones de Mariano Sánchez, vicedirector del Real Jardín Botánico de Madrid, y del jardinero Eustaquio Bote (Foto: Jose Moya). Sobre estas líneas, uno de los viejísimos ejemplares que aún subsisten en el desierto argelino del Sáhara.

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El ciprés de Silos está sano y seguirá creciendo

El ciprés del claustro románico de Santo Domingo de Silos, uno de los árboles más famosos del mundo, está sano y lozano.

Lo ha certificado su médico personal, el ingeniero agrónomo Juan Tuset, del Departamento de Protección Vegetal del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA).

Fue a él a quien acudieron los monjes benedictinos en 1990, cuando una extraña enfermedad hizo saltar todas las alarmas. Se temía por su vida, pero nadie acertaba a descubrir la razón de aquel preocupante mal.

Tuset dio con el diagnóstico preciso. El árbol de los poetas se moría no por viejo, no por un virus, no por una plaga. El árbol de los poetas se moría por exceso de cuidados.

En concreto, por exceso de riego. Se había plantado césped a su alrededor, y el agua de la zona, altamente caliza, estaba provocando un altísima acumulación de carbonato cálcico en sus raíces. Al disminuir la llegada del oxígeno, literalmente el agua lo estaba asfixiando. Debilitado, también empezaba a sufrir la acción de los hongos en sus ramas.

Retirado el césped y reducido el aporte hídrico a tan sólo dos riegos anuales pero abundantes, en verano y en otoño –de los que se encarga el padre Dionisio Rubio–, el árbol volvió a reverdecer.

Debido a la instalación en febrero pasado de un gran andamio alrededor del ciprés con la intención de limpiarlo y sanearlo, el abad volvió a llamar al ingeniero agrónomo valenciano para que le hiciera un chequeo general. Y los resultados son esperanzadores.

Como explican los propios monjes en el último número de su boletín Glosas Silenses,

«el ciprés goza de muy buena salud y está todavía en periodo de crecimiento, de suerte que aún podría alcanzar unos siete metros más de altura».

En la actualidad mide 28 metros, así que podrá llegar con facilidad a los 35 metros, todo un récord en su especie.

Aunque tampoco es muy viejo. Fue plantado por los monjes restauradores franceses del cenobio en 1882, cuando ajardinaron el claustro, así que tiene ahora unos 125 años.

Como ya he explicado en alguno de mis libros sobre árboles singulares, inicialmente se plantaron cuatro ejemplares, uno en cada esquina, pero tan sólo ha sobrevivido uno de ellos, el situado en la zona con más luz.

¿Y porqué es tan famoso este árbol?

Muchos ya lo sabéis. Principalmente, por el bellísimo soneto dedicado por el poeta Gerardo Diego al “enhiesto surtidor de sombra y sueño”, aunque también le cantaron Unamuno, Machado y Alberti.

Ayer volví a Silos y una vez más acudí a saludar a este querido amigo vegetal. Hoy ya nadie puede imaginarse el claustro románico del viejo cenobio benedictino, cuna del castellano, sin su silueta espiritual y poética.

Se lo enseñé a mis hijos como quien les presenta a un viejo amigo, pues me conoce desde que era niño como ellos.

Confío en que dentro de mucho tiempo, cuando yo ya sólo sea un recuerdo, siga siendo tan buen amigo suyo como lo ha sido mío.