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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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¿Cuánto picante eres capaz de aguantar en una guindilla?

Guindilla

Pensé que me gustaba (y aguantaba) el picante hasta que me fui a vivir a Inglaterra. Uno de mis primeros días en ese país, llegué al comedor de la empresa donde trabajaba con un tarro de las famosas guindillas de Ibarra como original presente culinario. Tras probarlas, mis compañeros me dedicaron una mirada entre desdeñosa y condescendiente. Uno de ellos, natural de la isla de Mauricio, me ofreció una de sus guindillas favoritas, las mismas que en fresco se ponía como relleno en el sándwich. Todavía estoy buscando agua. Nunca antes había probado nada tan picante, aunque él se las comía como si fueran hojas de lechuga.

Me ha venido a la memoria esta anécdota tras visitar estos días en el famoso Real Jardín Botánico de Kew (Londres, 120 hectáreas y 700 empleados) una curiosa exposición sobre las guindillas, que como todos los pimientos proceden de Sudamérica y llegaron a Europa después de Colón, a partir del siglo XVI. Por lo tanto, y aunque nos sorprenda, son unos recién llegados a la cocina mediterránea (¿cómo haríamos antes el chorizo?), la india o la thailandesa.

En los jardines podían verse diferentes variedades cultivadas junto a carteles donde se señalaba su número de unidades Scoville (SHU) o, lo que es lo mínimo, su índice de picante. Frente al pimiento dulce de ensalada, cero en picor, estaba el temido Trinidad Scorpion Butch Tel pimiento más picante del mundo, con 1.463.700 unidades SHU. Para que os hagáis una idea, los pimientos del padrón que pican no llegan a 5.000 unidades SHU.

Estos índices se hacen ahora con exactos análisis computerizados en laboratorio, pero originariamente, el americano Wilbur Scoville lo hacía con un curioso método de cata. Un comité de cinco catadores iban disolviendo en agua azucarada extracto del chile hasta que el picante ya no podía ser detectado; imagino que por que todos habían acabado con la lengua insensible.

Volviendo a los pimientos del padrón (los que pican, los otros no), habría que disolverlos hasta 5.000 veces para que dejaran de picar. Pues bien, con el Trinidad Scorpion sería necesario hacerlo ¡casi un millón y medio de veces!

Por si alguno tiene la tentación por probar alguna de estas locuras vegetales, este vídeo seguro que os las quita.

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