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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Una de cada ocho especies de aves del planeta están en peligro de extinción

Dodo

Las aves son bellas, pero ante todo son un excelente bioindicador del estado de salud de nuestros ecosistemas. Fáciles de ver, también de identificar, pero muy frágiles a las alteraciones del hábitat, la evolución de sus poblaciones a mejor o a peor nos señalan con certera efectividad hacia dónde va la naturaleza, que es el planeta, nuestra casa y único hogar posible.

¿Hacia dónde vamos entonces? Hacia la pérdida irreversible de biodiversidad.

Una de cada ocho especies de aves en el mundo están en peligro de extinción según un reciente estudio de Birdlife International, la mayor coalición de organizaciones de conservación del mundo integrada por 121 ONGs de todos los países y que cuenta con 13 millones de socios y 7.000 grupos locales. El ‘State of the World’s Birds’ es un informe exclusivo sobre el estado de conservación de más de 10.000 especies de aves en el que han participado cientos de científicos. En él se avisa que tan dramática estadística podría ser una evidencia del «rápido deterioro del medio ambiente global y que podría afectar al género humano».

BirdLife International es la autoridad oficialmente designada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) para informar sobre las aves que deben ser incluidas en la Lista Roja de especies en extinción. En la última revisión, 1.313 especies (una de cada ocho del total mundial) fueron clasificadas como amenazadas de extinción. De ellas, 189 están consideradas “En Peligro Crítico”. Desde el año 1500 se estima que se han perdido ya 150 especies de aves, un ritmo de desaparición que supera varias veces la pauta natural de extinción.

Empezamos por el mítico dodó, pero ahora están en peligro especies tan familiares como los gorriones, casi desaparecidos del Reino Unido, o las codornices y las tórtolas comunes, que cada vez tienen menos de comunes.

Todas las alarmas están encendidas en esta loca carrera mundial hacia el desastre ambiental, pero nuestra disparatada nave planetaria no encuentra el freno. O no quiere pisarlo, que es peor.

Un resumen del State of the World’s Birds puede descargarse desde este enlace. La imagen que ilustra este post es el dibujo que Roland Savery hizo en 1626 de uno de los últimos dodós, ave ya extinta.

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¿Quien contamina cobra?

¿Quien contamina cobra? No parece lógico. ¿Quién menos hace para conservar la naturaleza recibe más ayudas medioambientales de Europa? Tampoco tiene sentido.

Y sin embargo es lo que se ha estado haciendo durante años, de acuerdo con los resultados del estudio «Relación entre la Política Agraria Común y el medio ambiente en España”, elaborado por WWF y SEO/BirdLife, dentro de una campaña conjunta para cambiar la actual PAC.
Este interesante documento conservacionista aporta argumentos y evidencias sobre la relación entre los pagos de la PAC y el mal estado de la zona que los recibe. La conservación de los recursos naturales debería de ser la única forma de garantizar el futuro de la propia actividad agraria, pero no se hace pues resulta imposible desde planteamientos exclusivamente productivos como hasta ahora. El objetivo principal debería de ser el apoyar las explotaciones y prácticas más sostenibles, basándose en el principio “Dinero público para bienes públicos”, pero tampoco se hace.

También deberían eliminarse los pagos a aquellas prácticas que se comprueben como dañinas para el medio ambiente, asegurando así el cumplimiento de otro principio fundamental, el de que “Quien contamina paga”, o mejor dicho «Quien contamina no recibe ayudas». ¿Se hará algún día?

Los resultados del informe demuestran que cuanto más dinero europeo recibe una zona, peor es su estado ambiental. Esto ocurre porque las mayores ayudas están ligadas a sistemas de explotación intensivos en el uso de los recursos naturales (suelo y agua), fertilizantes o fitosanitarios. Frente a ello, sistemas de alto valor natural, como las dehesas o los espacios protegidos, quedan casi siempre fuera de las ayudas.

¿50.000 millones de euros al año no han servido para nada? Así va Europa.

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La mitad de las aves españolas están amenazadas

Objetivo incumplido: frenar la pérdida de biodiversidad para 2010 ha concluido en un estrepitoso fracaso. En España y en Europa.

Los datos referidos a las aves españolas son muy preocupantes, y ello a pesar de ser el grupo faunístico mejor conocido, o seguramente por ello. Desde la publicación del último Libro Rojo de las Aves de España (2004), la gran mayoría de las especies que estaban amenazadas lo siguen estando, y hay nuevas especies amenazadas o con tendencias negativas. Así lo demuestra SEO/Bird Life. De acuerdo con su recientemente publicado trabajo “El Estado de Conservación las Aves en España 2010” [puedes descargar el libro completo en este enlace], un 23% de las especies de aves presentes en España tiene un elevado riesgo de extinción, otro 23% de las aves comunes presenta una tendencia negativa y un 74% de las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves muestra una tendencia o un estado de conservación desfavorable. Dicho más claro, la mitad de las aves españolas están amenazadas y una de cada cuatro especies se encuentra en peligro de extinción.

¿Las causas? Nos las podemos imaginar. Las distintas estrategias y planes de conservación de especies y espacios protegidos son, en su mayor parte, papel mojado. O no se han desarrollado o se ha hecho mal. Y la destrucción del hábitat sigue imparable, siempre restando espacios de calidad a cambio de un desarrollo insostenible.

No sólo hablamos de grandes rapaces o patos raros. Un 20% de las aves más comunes presenta una tendencia igualmente negativa. El caso del gorrión es especialmente sintomático, pero le pasa lo mismo a otros pájaros igualmente ligados a los espacios agrícolas como tarabillas, alondras, codornices, jilgueros o collalbas. El mundo rural languidece y con él las especies asociadas durante milenios a este paisaje domado, a una cultura y a una biodiversidad tan en peligro de extinción como buitres y águilas.

En la foto, un bello adulto de jilguero, común tanto en el campo como en los parques urbanos, pero cuyas poblaciones están en retroceso.

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El buitre negro, ave del año

El buitre negro (Aegypius monachus), la rapaz más grande de España, ha sido elegida por SEO/BirdLife como Ave del Año 2010.

Contrariamente a otras aves del año anteriores, el buitre negro no está en peligro de extinción, aunque sí amenazado. En este caso su elección obedece a la intención de la veterana organización conservacionista de llamar la atención sobre el precario equilibrio en que se encuentra esta especie señera, frágil símbolo de numerosos espacios protegidos españoles como Monfrague (Cáceres) o Peñalara (Madrid).

El buitre negro llegó a ser una especie muy escasa y amenazada en los años sesenta del pasado siglo, con menos de 200 parejas reproductoras. Pero gracias a su protección y mayor conciencia ciudadana de todos nosotros desde entonces su población se ha multiplicado por diez, llegando a superar en la actualidad las 2.000 parejas reproductoras.

Beneficiado por diferentes proyectos de reintroducción en Mallorca y Cataluña, su extraordinaria silueta es cada día más fácil de ver en nuestras sierras y dehesas ibéricas.

Pero tampoco está este buitre libre de peligro. Como quebrantahuesos, buitres leonados y alimoches está sufriendo las hambrunas provocadas por nuestra nueva legislación que, tras el mal de las vacas locas, prohíbe dejar animales muertos en el campo.

Tampoco es inmune a la lacra de los veneno, culpables de la muerte de 500 ejemplares entre 1996 y 2001, seguramente muchísimos más, pues sólo se localiza un pequeño porcentaje de las aves que mueren envenenadas.

Y aunque menos importante, son muchos los que caen electrocutados bajo los tendidos eléctricos, especialmente los asociados a parques eólicos.

Pienso que es una buena elección. La majestuosa silueta del buitre negro surcando los cielos sin apenas mover una pluma es un espectáculo único que no deja indiferente a nadie. Él no lo sabe, pero nosotros, que casi acabamos con él, somos ahora la garantía de que su imponente figura siga dominando los cielos, engalanando con su presencia nuestros valiosos ecosistemas ibéricos.

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Google Earth ayuda a descubrir nuevas especies animales

Un grupo de centíficos ha logrado descubrir nuevas especies de mariposas y reptiles de África gracias a Google Earth. En concreto, esta fabulosa herramienta que nos permite volar sobre el mundo sin movernos de la silla, ayudó a descubrir un bosque oculto para la ciencia en Mozambique.

Gracias al estudio de las imágenes tomadas desde satélites, los investigadores descubrieron con sorpresa la existencia de una gran masa forestal en el Monte Mabu que, por su buena conservación, prometía grandes sorpresas. Hacia allí han encaminado varias expediciones en los últimos años, coronadas con el éxito de encontrar especies nuevas, pero también buenas poblaciones de otras extremadamente amenazadas, especialmente aves.

Los primeros estudios confirman la existencia de un bosque único, el que ya empieza a considerarse como la selva tropical más extensa y mejor conservada de todo el sur de África. Una rica isla forestal de 7.000 hectáreas en medio de un mar de sabana africana.

Descubierto este auténtico oasis de biodiversidad, ahora la prioridad es su protección. Por eso entidades como BirdLife, la protectora mundial de las aves, han lanzado una campaña para dar a conocer tan paradisíaco rincón antes de que talas e incendios lo puedan convertir en un espejismo.

En su protección, nuevamente Google Earth jugará un papel fundamental. Porque desde el aire podremos vigilar que este bosque perdido siga tan verde y frondoso como lo observamos ahora desde el espacio, a través de nuestro ordenador.

Para terminar, os dejo un vídeo (en inglés) realizado por la BBC, donde se informa de tan singular descubrimiento.

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Fuente de información: BirdLife.

Foto superior: Camaleón pigmeo descubierto en el bosque del Monte Mabu (Dr. Julian Bayliss-Kew / BirdLife).

Europa decide salvar a los buitres ibéricos

Una muy buena noticia para nuestros aliados alados.

El Parlamento Europeo ha aprobado una serie de enmiendas que abren la posibilidad de volver a dejar en el campo restos animales disponibles para la alimentación de las aves necrófagas silvestres.

Desde hace años, y por culpa de la legislación europea desarrollada para controlar el mal de las vacas locas, nuestros buitres se estaban, literalmente, muriendo de hambre.

La aprobación en 2002 del Reglamento Europeo que regula la gestión de subproductos animales no destinados al consumo, como consecuencia de la lucha contra la encefalopatía espongiforme bovina, obligó a los estados miembros a cambiar la gestión ganadera teniendo que recoger todos los restos animales del campo sin que éstos pudieran servir para alimentar a las especies necrófagas, como había estado ocurriendo hasta entonces.

El trabajo en conjunto de todos los sectores implicados, la posición de BirdLife y el acuerdo alcanzado por la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo, que han cooperado de manera constructiva, han encontrado una solución para encontrar las medidas que aseguren la conservación de las especies necrófagas, algunas de ellas en peligro de extinción, como el quebrantahuesos.

La votación de hoy en el Parlamento Europeo permitirá que los ganaderos de los Estados miembros puedan volver a dejar el ganado muerto en el campo que quedará, siempre bajo las medidas sanitarias necesarias, disponible para la alimentación de las especies necrófagas. Ana Iñigo, responsable de Especies Amenazadas de SEO/BirdLife, comentó que «BirdLife lleva tiempo solicitando decisiones para eliminar esta amenaza innecesaria para algunas de las especies más emblemáticas de Europa, como son las aves rapaces, y estamos especialmente contentos de que varios diputados del Parlamento Europeo, así como funcionarios de la Comisión hayan tomado en serio nuestra petición y trabajado a fondo de manera constructiva hasta la decisión de hoy”.

En España las poblaciones de buitre leonado (Gyps fulvus) se han visto particularmente afectadas por la falta de disponibilidad de alimento en la naturaleza. Grupos de ésta especie se han observado a miles de kilómetros de sus lugares de nidificación, como en Alemania y Bulgaria, ante el asombro de los lugareños, en busca de alimento.

También han generado alarma entre los ganaderos al haberse sucedido casos dramáticos pero excepcionales de ataques a ovejas parturientas.

Además, esta falta de disponibilidad de alimento afecta también a especies amenazadas como el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), el buitre negro (Aegypius monachus) y el alimoche (Neophron percnopterus).

Se trata de un importante avance, no hay duda, pero como recuerda SEO/BirdLife, ahora le toca a los Estados Miembros poner en práctica el Reglamento, trasponiendo a nuestra legislación las excepciones que se han aprobado hoy. Y que en el caso concreto de España, dicha responsabilidad está en manos de las comunidades autónomas.

Foto: Fotolibre.net

Los pingüinos aprenden a volar para huir del cambio climático

Desde pequeños aprendimos que los pingüinos son aves incapaces de volar. Por eso y porque caminan a trompicones los llamamos pájaros bobos. Volaban sus antepasados, pero perdieron esta habilidad hace miles de años para adaptarse a la dura vida de los polos, donde pasaron a volar como flechas bajo el agua, pues fuera de ella todo eran hielos perfectamente transitables a pie.

Sin embargo, según ha anunciado Bird Life International, el cambio climático les ha obligado a dar un increíble paso atrás en la evolución.

La proeza la acaba de protagonizar el pingüino de Adelia (Pygoscelis adeliae). El aumento de la temperatura en el Antártico ha reducido la plataforma de hielo, disminuyendo los lugares de cría y alimentación de las aves. Así que este animal, que de bobo no tiene nada, ha recuperado su capacidad perdida de volar, como acaban de descubrir al mundo las cámaras de la BBC, en un sorprendente documental presentado por el ex Monty Python Terry Jones titulado Milagros de la evolución.

¡Vuelan! ¡Los pingüinos pueden volar!

Aunque ni volando los pingüinos escaparán de la amenaza de la extinción, pues el cambio, lejos de beneficiarles, puede perjudicarles gravemente. Porque su nueva capacidad de volar les permitirá ampliar mucho más sus lugares tradicionales de alimentación. Y cuanto más al norte, más probabilidades tendrán de morir enganchados en una red o en el anzuelo de un palangre.

Todavía estaba dando saltos de emoción viendo esta noticia cuando, gracias a una amiga inglesa, me acabo de dar cuenta de la fecha. Ayer era primero de abril, el día mundial de los Santos Inocentes para los anglosajones (April Fool’s Day), los italianos (pez de abril), los franceses (poisson d’avril) y hasta los menorquines.

Sí queridos amigos. Hemos sido objeto de una inocentada global. Los pingüinos no vuelan.

Una noticia falsa apoyada en una certeza, la hecatombe mundial en la que nos estamos metiendo por culpa de nuestro desenfrenado desarrollo global. Ellos podrán aprender a volar de nuevo pero ¿y nosotros? ¿Seremos capaces de cambiar, de detener nuestra autodestrucción?

Salvados del volcán

En un mundo deshumanizado lleno de malas noticias también hay sitio para las buenas iniciativas. La última nos llega desde Japón. Allí hay una isla amenazada por los volcanes llamada Torishima, y en la zona de mayor peligro de erupciones subsiste la única colonia conocida del muy amenazado albatros colicorto (Phoebastria albatrus), apenas 80 parejas en el mundo. Tratando de evitar una extinción inminente, varias asociaciones conservacionistas japonesas y norteamericanas se han unido para emprender una arriesgada solución: crear una nueva colonia en otro lugar más seguro.

La nueva zona elegida es el islote Mukojima, perteneciente a las islas Bonin. Un territorio no volcánico situado a 350 kilómetros de distancia, gestionado por la metrópolis de Tokio, donde la especie crió hasta 1920.

¿Y cómo se hace para mover una colonia de sitio? Pues trasladando sus pollos a nuevos lugares, que para ellos serán el lugar de nacimiento y a donde se espera volverán a criar dentro de cinco años, una vez alcancen la madurez sexual. Es lo que se conoce por hatching, un engaño científicamente probado en numerosas especies de aves a partir de su fidelidad al lugar de sus primeros vuelos.

De esta manera, una decena de crías de estas formidables aves marinas han sido sacadas esta semana de sus nidos por expertos escaladores y transportadas en helicóptero a su nuevo hogar. Todavía les faltan tres meses de desarrollo para emanciparse, pero desgraciadamente sus padres no les podrán seguir alimentando en tan remoto sitio. En su lugar, un grupo de voluntarios harán de padres adoptivos, encargándose de la difícil tarea de darles de comer diariamente.

¿Tendrán éxito? Todos confiamos en ello, aunque como ha indicado Ben Sullivan, coordinador del programa mundial de aves marinas de BirdLife International, uno de los padrinos de la iniciativa, “aunque su número aumente, incluso una pequeña mortalidad debida al palangre podría obstaculizar su regreso”.

Tiene razón. Igual en el Pacífico que en el Mediterráneo los peligros para la vida natural son demasiados. Por nuestra culpa, auténticos volcanes de dos patas.