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Aparece un tiburón en un embalse de Extremadura

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Te parecerá un titular más propio de una inocentada del 28 de diciembre pero no, es real. La noticia ha sido publicada en el periódico Hoy de Extremadura. Agentes del Seprona de la Guardia Civil localizaron la pasada semana un tiburón en las orillas de la presa de los Molinos de Hornachos (Badajoz). Muerto, todo hay que decirlo. De hecho, el cadáver se encontró en avanzado estado de descomposición y desmembrado. Lee el resto de la entrada »

El lince ibérico regresa a Extremadura tras 30 años de ausencia

Lince ibérico

Un ejemplar de lince ibérico. © Europa Press / Junta de Andalucía

Vuelve a donde no debía de haberse ido nunca. El lince ibérico regresará a Extremadura a mediados de este mes de la mano de quienes acabamos con él hace más de 30 años. Gracias al proyecto Life+ Iberlince, está prevista la liberación en los montes de Hornachos-Valle del Matachel (sur de Badajoz) de entre 8 y 10 ejemplares, todos ellos equipados con un collar de seguimiento GPS para facilitar su localización y seguimiento.

El objetivo principal de este proyecto es recuperar la distribución histórica del lince ibérico tanto en España como en Portugal, al ser el felino más amenazado del mundo y actualmente estar en peligro crítico de extinción.

La decisión de reintroducir el lince ibérico en Extremadura se ha tomado tras la reunión del Grupo de Trabajo del lince ibérico del Comité Nacional de Flora y Fauna, celebrada el 28 de mayo en Sevilla, en la que se analizaron las acciones realizadas hasta la fecha.

Durante los tres años que se lleva trabajando en este proyecto LIFE+ se han ejecutado numerosas acciones previas como estudios de mejora de hábitats, reuniones de coordinación, estudios sanitarios de carnívoros, acciones para evitar atropellos y de conectividad y permeabilización de vías de comunicación, selección de áreas de reintroducción, muestreos de conejos y de hábitat y control de las amenazas para la especie.

Especialmente importantes han sido y serán las acciones de divulgación, sensibilización social e información sobre la reintroducción del lince ibérico, fundamentales para concienciar a la población de las zonas de reintroducción y de toda Extremadura en general. Para ello, se han mantenido numerosas reuniones informativas con autoridades, asociaciones locales, propietarios, cazadores, ganaderos y población en general de las áreas de reintroducción preseleccionadas.

Además de difundir esta noticia, el Gobierno extremeño destaca a través de una nota de prensa el resultado de las encuestas de ‘Valoración de la actitud social de la población en áreas de reintroducción’. Así, tras una entrevista anónima a más de 50 personas elegidas al azar, el 95 % de los encuestados creen que es importante que haya linces en el campo y el 92% cree que su comarca sería más conocida si hubiera linces en ella.

Es más, el 85 % cree que la economía local de su comarca mejorará por el interés turístico que pudiera despertar la presencia del lince ibérico. Además, el 90 % estaría dispuesta a participar en la conservación del lince, respetando su entorno o incluso colaborando activamente con la Administración, dato muy relevante ya que el 30 % de los encuestados son cazadores y gestores de caza.

Ante toda esta información, yo vuelvo a lo que os propuse hace unos meses: ¿A qué esperamos para elegir al lince ibérico mascota oficial de la Selección Española de Fútbol?

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Un lobo cojo, triste esperanza de la especie en Extremadura

No tiene nombre pero podríamos llamarlo Lástima. La que da la foto tomada por un vecino en la Sierra de Serrejón, al norte de Cáceres. Un viejo ejemplar de lobo solitario, con la pata trasera derecha amputada por culpa de un cepo. Y que no da nada de pena a los ganaderos a quienes, supuestamente, ya ha matado 80 ovejas.Lobo cojo

A pesar de venenos, lazos, disparos y atropellos, pero sobre todo mucho odio, poco a poco el lobo va ampliando su distribución en España al sur del río Duero. Coloniza así territorios de donde había sido extinguido hace más de un siglo, como Ávila, Salamanca o Madrid.

Aunque en este avance no debemos imaginarnos valientes animales enfrentándose con fiereza a mil peligros para encontrar un buen lugar donde asentar su manada. Los adelantados suelen ser jóvenes en dispersión, más despistados que otra cosa. Como la loba encontrada muerta este verano en Holanda, seguramente procedente de Alemania. O el lobo esloveno que fue capaz de recorrer cuatro países en apenas dos meses. Pero también se mueven los ejemplares más viejos o inútiles. Como el pobre bicho visto este verano en Serrejón, la triste esperanza de la recuperación de la especie en Extremadura.

A mediados del siglo XIX se mataban en la provincia de Badajoz más lobos que en toda Galicia. Hoy está prácticamente extinguido. Sin embargo, en los últimos años ha iniciado una silenciosa reconquista en el Parque Nacional de Monfragüe, Las Batuecas y la Sierra de Gata.

Los cazadores deberían agradecer su aparición, pues les ayudará a mantener más sanas las poblaciones de especies cinegéticas. Pero será difícil convencer a los ganaderos. Como en el romance de la loba parda, los pastores no quieren recuperar la borrega arrebatada. Lo que quieren es hacer “de su cabeza un zurrón, para meter las cucharas”.

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¡Salvemos Extremadura!

Extremadura, la reserva natural de Occidente, el último territorio del sur de Europa donde Naturaleza y tradición siguen aún de la mano, está en peligro.

No lo digo yo, enamorado como pocos de esa tierra mágica. Lo dicen y ratifican asustados los principales grupos conservacionistas de España (ADENEX, SEO/BirdLife, Ecologistas en Acción y WWF España), quienes han puesto en marcha una ciberacción para tratar de evitar una destrucción que se presenta imparable. ¿Son unos exagerados? Me temo que no.

Los proyectos de construcción de una refinería en Tierra de Barros, varias centrales de ciclo combinado, parques eólicos aprobados por doquier en zonas de alto riesgo para aves protegidas, o incluso en lugares de recuperación del lince ibérico, amenazan la biodiversidad de una de las regiones europeas mejor conservadas. Otros peligros que afectan a la región son las centrales termosolares autorizadas en Casas de Hitos, el corazón de la principal zona de invernada de grullas y aves acuáticas de Extremadura. También autovías de alto coste ambiental y económico como la innecesaria Cáceres-Badajoz, atravesando algunos de los últimos territorios europeos de especies protegidas como el águila imperial o el buitre negro. O el creciente e impune urbanismo ilegal en espacios naturales protegidos que ha permitido la construcción reciente de más de un millar de viviendas ilegales en estos Santa Santorum ecológicos.

Justifican los políticos extremeños que esta tierra no puede quedar marginada del desarrollo económico. Tienen razón pero ¿qué modelo eligen para progresar? Sin duda el más destructor, el más irresponsable, del que al final nuestros hijos se avergonzarán cuando de tantas riquezas sólo queden unos pocos retazos inconexos, demasiado tarde para pensar en sostenibilidad, en calidad de vida, en futuro.

Por todo eso, si amas la Naturaleza y a Extremadura, ciberactúa. Une tu firma a las cartas de protesta que se enviarán muy pronto al presidente regional y a su consejero de Industria y Medio Ambiente. Tu apoyo es importante. Súmate a la recogida de firmas clikeando en este enlace de SEO/BirdLife. ¡Salvemos Extremadura, ya!

Una refinería en Badajoz quiere machacar 14 espacios protegidos

No es una inocentada adelantada. La pretensión de construir una refinería en Badajoz, en plena Tierra de Barros, alimentada por un oleoducto de 300 kilómetros de longitud que atravesará las comarcas de Doñana y Sierra Morena, es desgraciadamente tan real como descabellada.

Representantes de las cinco organizaciones estatales de defensa del medio ambiente -Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF/Adena- están en pie de guerra contra el proyecto industrial del grupo Gallardo, al que tachan sin paliativos de «disparate medioambiental«, tanto por afectar a 14 espacios protegidos de primer orden europeo como por el impacto que, de hacerse, dichas instalaciones tendrían sobre las emisiones de gases de efecto invernadero.

Tamaña charlotada cuenta, pásmense ustedes, con el apoyo de la Junta de Extremadura y el visto bueno del Ministerio de Industria, encontrándose en estos momentos en el trámite de evaluación de impacto ambiental en el Ministerio de Medio Ambiente.

Dada su localización a 150 kilómetros de la costa, el proyecto necesita la construcción de una serie de oleoductos desde Huelva a los Santos de Maimona, en el centro de la provincia de Badajoz. Serían más de 300 kilómetros de infraestructuras que, junto a la propia refinería, afectarán a 14 espacios naturales protegidos por la Unión Europea, en parte por introducir un riesgo de vertido inasumible para al menos 65 cauces, y muy en especial para el Parque Nacional de Doñana al atravesar entre otros el río Guadiamar. Además, la toma de agua necesaria para la refinería se haría en un embalse que está declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).

¿Serán capaces sus promotores de sacar adelante tan descabellada iniciativa? La respuesta lógica es negativa. Pero la respuesta ilógico-realista apunta en la dirección contraria. La empresa plantea la iniciativa como «el mayor proyecto industrial de la historia de Extremadura» y recuerda que implicará una inversión cercana a los 2.500 millones de euros y una generación de empleo que afectará a 3.000 trabajadores.

En plena época de crisis económica, todo indica que el Gobierno español va a tener pocas contemplaciones con los impactos medioambientales de grandes obras donde se ofrezcan puestos de trabajo que ayuden a adelgazar las cada vez más abultadas listas del paro. Así que proyectos tan ridículos como el de esta refinería imposible pueden ponerse en marcha contra toda lógica, alimentados por potentes subvenciones estatales.

Ya se sabe, el sentido común es el menos común de los sentidos, especialmente en tiempos de crisis.

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Aclaración: La imagen que abre este artículo no es la del oleoducto pacense, todavía en fase de proyecto, sino de otro ya existente pero que nos da una idea del impacto de la obra prevista.