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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El Barça pone en peligro una importante reserva natural

El Ayuntamiento de Viladecans y el F.C. Barcelona quieren construir un macro-complejo comercial, deportivo, hotelero y lúdico en el Delta del Llobregat, justo al lado de una zona de altísimo valor ecológico protegida tanto por la Generalitat catalana como por la Red Natura 2000 de la Unión Europea, la reserva natural del Remolar-Filipines.

De acuerdo con la denuncia de Ecologistas en Acción, este proyecto significaría destruir cerca de 30 hectáreas de terrenos en primera línea de mar. Un entorno donde se conservan las últimas zonas húmedas naturales de todo el Delta del Llobregat, absolutamente imprescindibles para garantizar su equilibro ecológico y la calidad de unos humedales que son parada obligatoria en las migraciones de un centenar de especies de aves entre África y el centro y norte de Europa.

Además, el «Parque del Barça» contribuiría al cambio climático debido al enorme consumo de recursos (cemento, metales, agua, suelo) y energía necesario para su construcción y funcionamiento, y también porque fomenta un modelo de economía basado en la construcción y en la movilidad exagerada del transporte privado (se prevén cerca de 20.000 vehículos diarios).

Por todo esto, Ecologistas en Acción ha lanzado una ciberacción con la que pretenden hacer saber a sus máximos responsables (presidente del Barça y alcalde de Viladecans) su rechazo a lo que consideran una barbaridad urbanística de alto impacto ambiental.

Sin embargo, desde el Barça su presidente, Joan Laporta, y el resto de la Junta Directiva defienden que esta macrourbanización «tendrá una labor específica en el campo del cuidado y la puesta en valor de la riqueza medioambiental y paisajística del lugar». Osea, que será beneficiosa para el entorno, pues desarrollo urbanístico y protección de la naturaleza son, en su opinión, perfectamente compatibles.

Por su parte, el Ayuntamiento considera el proyecto como modélico, pues supone «aplicar políticas de desarrollo sostenible que permitan compatibilizar la preservación de las zonas naturales con el derecho de todos sus ciudadanos y ciudadanas a disfrutar del frente litoral del municipio». En realidad llevan décadas queriendo urbanizar la zona, ya fuera construyendo en ella una Ciudad del Reposo y las Vacaciones, un centro naútico, un centro hípico, un parque acuático o un campo de golf. Ahora es el fútbol quien parece que lo vaya a conseguir.

La presión humana en el Delta del Llobregat es insostenible. Barcelona y su gigantesca área metropolitana se lo están comiendo a grandes dentelladas a costa de ampliar el aeropuerto, pasar por encima cuatro autopistas y cinco vías ferroviarias incluida la nueva del AVE, convirtiéndolo en una isla desconectada del resto de los espacios naturales.

Una vez más, el progreso parece reñido con la conservación de la naturaleza, a pesar de que en este caso tan sólo es un mínimo retazo lo que se pretende dejar sin urbanizar.

¿Tan difícil es conservar este último refugio de vida natural, aunque sólo sea para recordarnos lo que tuvimos y perdimos?

Sobre estas líneas, el macroproyecto del Barça.

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Agresión urbanística «sin ánimo de lucro» cerca de Monfragüe

Sigo siendo un ciudadano en permanente estado de asombro y perplejidad. Por poca sensibilidad ambiental que uno tenga, es imposible no sobresaltarse ante anuncios como el último que acabo de ver en la prensa.

La localidad cacereña de Aldeacentenera, situada a las puertas del Parque Nacional de Monfragüe, ha presentado estos días el proyecto de una macrourbanización residencial que integrará un complejo turístico con un centro de vuelo ultraligero, un campo de golf y un centro de hípica. Pomposamente denominado ‘Air Park Golf’ (en inglés, off course), supone el primer proyecto europeo que integra estas tres posibilidades deportivas aparentemente incompatibles.

La información no señala cuántos cientos de viviendas se levantarán en las 160 hectáreas de terrenos seleccionados por los promotores, hasta ahora rústicos y de gran valor natural. Tan sólo que, como ha indicado el alcalde, Francisco Monterroso, el acceso a las instalaciones no tendrá «ánimo de lucro», pues las cuotas de acceso a las instalaciones «amortizarán los costes de producción y el mantenimiento de las instalaciones, aunque no pretenden obtener beneficios».

El autor del proyecto, Jorge Gosalves, ha señalado que los vehículos aéreos podrán aterrizar en las viviendas del complejo y es una «apuesta ambiciosa» para atraer los amantes de este deporte, ya que estos vehículos alcanzan una velocidad de unos 200 nudos y permiten a los usuarios arribar a Madrid o Málaga en tan sólo una hora.

Por otro lado, el alcalde ha explicado que el proyecto está englobado dentro de un proyecto más amplio de recuperación, que incluye la rehabilitación de un castro descubierto en el municipio que data de la época celta y pretende atraer al turismo.

En estos momentos, ha señalado, el Consistorio Municipal está a la espera de pasar «lo antes posible» todos los trámites administrativos para que, una vez superados, su construcción tenga un tiempo de ejecución de tres años.

Si me pinchan no sangro. ¿Nos hemos vuelto locos? ¿O quizá tenga razón Ionesco y nos estaremos convirtiendo todos en estúpidos rinocerontes?

El deporte de los pelotazos

El Ayuntamiento de Villalbilla (Madrid) pretende legalizar en un próximo pleno las obras de ampliación del campo de golf Valdeláguila, a pesar de que las actuaciones están siendo objeto de un procedimiento penal. Según ha denunciado Ecologistas en Acción, la promotora HERCESA ha ofrecido adelantar dinero de convenios urbanísticos si se produce tal legalización.

Para los ecologistas, dicha ampliación es el proyecto que mejor refleja el desmadre urbanístico del pequeño municipio de Villalbilla. Y señalan como prueba que las obras han sido realizadas sin someterse al preceptivo trámite de evaluación de impacto ambiental a pesar de afectar a zonas arboladas protegidas.

El golf se juega con pelotas pequeñas, pero sus promotores dan con ellas los grandes pelotazos. En Madrid, Andalucía, Canarias e incluso en el desierto de Los Monegros. En este último lugar se proyecta ahora una gran ciudad de lujo y diversión, ajena a las gigantescas necesidades de agua y energía que harán falta para ponerla en marcha. Un vídeo, realizado por Pau Lamuà, ironiza sobre el proyecto Gran Scala-Las Vegas que se quiere realizar en el corazón de este importante espacio natural con una inversión de 17.000 millones de euros. Quítese Aragón y póngase cualquier otro lugar. Digan lo que digan, tras este deporte minoritario sólo hay especulación.

Barbaridad urbanística en Santiago de Compostela

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. La que les incluyo sobre estas líneas debería de ser suficiente como para remover alguna conciencia político-técnica. Está tomada este verano en Santiago de Compostela, en la castiza Rúa da Choupana. Allí su bellísimo casco antiguo fue declarado en 1985 Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, al considerar que a su belleza urbana y a su integridad monumental se le unía la importancia espiritual como final de meta de la peregrinación internacional a la tumba del Apóstol.

Desgraciadamente, al igual que con la protección de la Naturaleza, la protección del patrimonio urbano y cultural se limita a la política de la raya: de la raya para adentro se protege, y de la raya para afuera se machaca. O dicho de otra manera, nuestros políticos han cambiado de filosofía de actuación. De autorizar lo que estaba bien y prohibir lo que estaba mal, limitación puramente moral, han pasado a autorizar lo que se puede hacer y a prohibir lo que es ilegal, limitación puramente práctica. Honradamente, creo que salimos perdiendo.

Desconozco los permisos de esta obra. Le supongo todos los parabienes legales para ir bloque a bloque destruyendo la escasa arquitectura tradicional gallega de Santiago, a modo de una incontenible marea de hormigón. Debe faltar todavía un papel para derribar estas últimas viviendas, pero acabarán cayendo, inútiles con una carretera por encima del tejado, apenas contenidas por una endeble barrera de piedras a modo de presa.

Al final, señores responsables nuestros, sólo nos quedará la rabia, como en tantas otras ocasiones. ¿Te acuerdas qué casas tan bonitas había antes aquí? Sí, pero no tenían garaje ni calefacción central, y sólo podía vivir una familia en ellas, cuando ahora cabe una docena. No eran rentables.

Alberti y los camaleones se quedan sin su arboleda mágica

Lo han hecho con alevosía y premeditación. En plena época de reproducción del camaleón, sin tener en cuenta ni la protección de la especie ni de su hábitat. En pleno santuario literario. Las excavadoras han arrasado el bosque de Bahía Blanca, en Puerto de Santa María (Cádiz), para levantar una despersonalizada urbanización.

De nada le valió al raro reptil tratar de camuflarse cambiando su color. La población completa y sus puestas fueron arrasadas junto a pinos piñoneros, retamares, sabinas, acebuches y dunas.

De nada le sirvió tampoco a Alberti llenarse los ojos de verde y mar desde este paradisíaco rincón «con un dolor de playas de amor en un costado». Su recordada Arboleda perdida ha quedado definitivamente perdida, arrasada.

Desde hace años, Ecologistas en Acción trataba de impedir esta barbaridad. Pero donde los conservacionistas veían una privilegiada zona verde, el último bosque virgen del municipio, promotores y políticos contemplaban tan sólo una valiosa parcela de 68.000 metros cuadrados extendida sobre el acantilado y con magníficas vistas sobre la bahía. Diferencias de percepción.

Las protestas, lejos de lograr un indulto parcial para el bosque consiguieron justamente lo contrario, su destrucción a matarrasa.

La culpa la tuvo el Plan General de 1992 al declarar urbanizable toda la finca. Pero entonces limitaba la edificabilidad a un sector, autorizándose tan sólo la destrucción de un diez por ciento del pinar. El pacto de gobierno IP-PSOE ha permitido una operación de ingeniería urbanística por la cual todo el bosque desaparece ahora a cambio de que los promotores hagan la necesaria carretera de acceso al complejo y construyan un aparcamiento. Son malos tiempos para la lírica.

Atrás quedan las declaraciones de los últimos concejales de Urbanismo asegurando que tan sólo se talarían nueve árboles. Se equivocó la paloma. Querían decir que sólo quedarán en pie nueve árboles. Y a Alberti y a los camaleones, que les den por saco.