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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El Barça pone en peligro una importante reserva natural

El Ayuntamiento de Viladecans y el F.C. Barcelona quieren construir un macro-complejo comercial, deportivo, hotelero y lúdico en el Delta del Llobregat, justo al lado de una zona de altísimo valor ecológico protegida tanto por la Generalitat catalana como por la Red Natura 2000 de la Unión Europea, la reserva natural del Remolar-Filipines.

De acuerdo con la denuncia de Ecologistas en Acción, este proyecto significaría destruir cerca de 30 hectáreas de terrenos en primera línea de mar. Un entorno donde se conservan las últimas zonas húmedas naturales de todo el Delta del Llobregat, absolutamente imprescindibles para garantizar su equilibro ecológico y la calidad de unos humedales que son parada obligatoria en las migraciones de un centenar de especies de aves entre África y el centro y norte de Europa.

Además, el «Parque del Barça» contribuiría al cambio climático debido al enorme consumo de recursos (cemento, metales, agua, suelo) y energía necesario para su construcción y funcionamiento, y también porque fomenta un modelo de economía basado en la construcción y en la movilidad exagerada del transporte privado (se prevén cerca de 20.000 vehículos diarios).

Por todo esto, Ecologistas en Acción ha lanzado una ciberacción con la que pretenden hacer saber a sus máximos responsables (presidente del Barça y alcalde de Viladecans) su rechazo a lo que consideran una barbaridad urbanística de alto impacto ambiental.

Sin embargo, desde el Barça su presidente, Joan Laporta, y el resto de la Junta Directiva defienden que esta macrourbanización «tendrá una labor específica en el campo del cuidado y la puesta en valor de la riqueza medioambiental y paisajística del lugar». Osea, que será beneficiosa para el entorno, pues desarrollo urbanístico y protección de la naturaleza son, en su opinión, perfectamente compatibles.

Por su parte, el Ayuntamiento considera el proyecto como modélico, pues supone «aplicar políticas de desarrollo sostenible que permitan compatibilizar la preservación de las zonas naturales con el derecho de todos sus ciudadanos y ciudadanas a disfrutar del frente litoral del municipio». En realidad llevan décadas queriendo urbanizar la zona, ya fuera construyendo en ella una Ciudad del Reposo y las Vacaciones, un centro naútico, un centro hípico, un parque acuático o un campo de golf. Ahora es el fútbol quien parece que lo vaya a conseguir.

La presión humana en el Delta del Llobregat es insostenible. Barcelona y su gigantesca área metropolitana se lo están comiendo a grandes dentelladas a costa de ampliar el aeropuerto, pasar por encima cuatro autopistas y cinco vías ferroviarias incluida la nueva del AVE, convirtiéndolo en una isla desconectada del resto de los espacios naturales.

Una vez más, el progreso parece reñido con la conservación de la naturaleza, a pesar de que en este caso tan sólo es un mínimo retazo lo que se pretende dejar sin urbanizar.

¿Tan difícil es conservar este último refugio de vida natural, aunque sólo sea para recordarnos lo que tuvimos y perdimos?

Sobre estas líneas, el macroproyecto del Barça.

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¿Son los ecologistas unos terroristas?

Un documento interno del Ministerio de Justicia del Reino Unido incluye a los ecologistas en una lista de grupos peligrosos para la seguridad nacional junto a terroristas de Al Qaeda, independentistas norirlandeses y nazis. En opinión del gobierno británico, todos ellos tienen en común su extremismo beligerante. Esta guía interna del Servicio de Gestión de Delincuentes del Ministerio de Justicia, como así se llama, califica a los activistas medioambientales más radicales como “extremistas domésticos”, al suponerles responsables de acciones ilegales en sus actos de protesta o campañas.

La administración norteamericana es de la misma opinión, y en su larga lista de grupos peligrosos incluye a la organización People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) y sus más de dos millones de socios.

Y aquí en España, una reciente detención de supuestos etarras llevó a prisión a uno de los candidatos del partido ecologista Berdeak-Los Verdes de Euskadi.

¿Somos los ecologistas unos terroristas? Personalmente discrepo. Decía con brillantez el inventor Thomas Alva Edison:

“La no violencia conduce a la ética más alta, que es la meta de toda evolución. Hasta que no dejemos de lastimar a otros seres vivos seguiremos siendo salvajes”.

Y cuando los ecologistas hablamos de seres vivos lo hacemos en el sentido más amplio posible, incluyéndonos a nosotros y a nuestra calidad de vida en esa delicada biosfera que tratamos de salvaguardar para nuestros hijos. El problema es que en la sociedad, al margen de ideologías y tendencias, siempre surge una minoría de intolerantes, los violentos, los auténticos salvajes. Por ambos lados.

Tampoco se nos oculta que el activismo medioambiental tiene muchos y muy poderosos enemigos, especialmente aquellos grandes grupos empresariales a los que un mayor respeto de la sociedad a su entorno natural les está escamoteando pingües beneficios.

Es verdad. Cada vez somos más y cada vez somos más ambiciosos. Ya no nos conformamos con proteger un bosque o un pájaro, ahora queremos salvar al mundo. Pero nuestras bombas son pacíficas.

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Los lobos no pagan impuestos

En Asturias, ganaderos y lobos están en pie de guerra. Una guerra desigual, donde el instinto de supervivencia de estos bellos animales lucha contra las escopetas y contra algo mucho más peligroso: el odio.

Definitivamente, no se quiere a los cánidos salvajes, no se acepta pagar ningún tributo a la Naturaleza de la que se vive cuando ya se paga al Fisco. Y menos ahora con la crisis y el hundimiento económico de la ganadería, asfixiada por gastos de explotación cada vez más altos frente a precios cada vez más bajos.

Un ejemplo es Trones, una pequeña parroquia del concejo de Cangas del Narcea, en el Principado de Asturias. 13 ganaderías y más de 800 cabezas de ganado. En los últimos meses los lobos les han matado varios terneros que dormían en el campo y, asustados, algunos propietarios han sacado los tractores por la noche y van a dormir a los prados para tratar de impedir nuevos ataques.

La Administración les paga los daños, pero esas indemnizaciones no calman su ira. Como explicó hace unos días un ganadero al periodista de La Nueva España,

«no queremos indemnizaciones, nosotros queremos trabajar y que nos quiten el lobo de encima«.

En el mismo reportaje, una vecina se muestra inflexible:

«Que se haga una batida o lo que sea, pero que nos quiten a los lobos de aquí, que los lobos no pagan impuestos. Y a la gente de los despachos y los ecologistas les decimos que los lleven para su casa y los críen con ellos a ver si así les resultan tan interesantes. Nosotros no estamos en contra del lobo, conste, sólo de que nos devoren nuestra forma de ganarnos la vida».

La protesta surtió efecto. Tras las quejas, la Consejería de Medio Ambiente ha autorizado las primeras batidas en la zona, dirigidas por la guardería. Se trata, dicen, de una medida excepcional que autoriza el plan regional de gestión del lobo.

Al final van a tener razón los ganaderos. Los lobos no pagan impuestos, ni protestan en los periódicos, ni votan en las elecciones, ni reciben subvenciones.

Una refinería en Badajoz quiere machacar 14 espacios protegidos

No es una inocentada adelantada. La pretensión de construir una refinería en Badajoz, en plena Tierra de Barros, alimentada por un oleoducto de 300 kilómetros de longitud que atravesará las comarcas de Doñana y Sierra Morena, es desgraciadamente tan real como descabellada.

Representantes de las cinco organizaciones estatales de defensa del medio ambiente -Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF/Adena- están en pie de guerra contra el proyecto industrial del grupo Gallardo, al que tachan sin paliativos de «disparate medioambiental«, tanto por afectar a 14 espacios protegidos de primer orden europeo como por el impacto que, de hacerse, dichas instalaciones tendrían sobre las emisiones de gases de efecto invernadero.

Tamaña charlotada cuenta, pásmense ustedes, con el apoyo de la Junta de Extremadura y el visto bueno del Ministerio de Industria, encontrándose en estos momentos en el trámite de evaluación de impacto ambiental en el Ministerio de Medio Ambiente.

Dada su localización a 150 kilómetros de la costa, el proyecto necesita la construcción de una serie de oleoductos desde Huelva a los Santos de Maimona, en el centro de la provincia de Badajoz. Serían más de 300 kilómetros de infraestructuras que, junto a la propia refinería, afectarán a 14 espacios naturales protegidos por la Unión Europea, en parte por introducir un riesgo de vertido inasumible para al menos 65 cauces, y muy en especial para el Parque Nacional de Doñana al atravesar entre otros el río Guadiamar. Además, la toma de agua necesaria para la refinería se haría en un embalse que está declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).

¿Serán capaces sus promotores de sacar adelante tan descabellada iniciativa? La respuesta lógica es negativa. Pero la respuesta ilógico-realista apunta en la dirección contraria. La empresa plantea la iniciativa como «el mayor proyecto industrial de la historia de Extremadura» y recuerda que implicará una inversión cercana a los 2.500 millones de euros y una generación de empleo que afectará a 3.000 trabajadores.

En plena época de crisis económica, todo indica que el Gobierno español va a tener pocas contemplaciones con los impactos medioambientales de grandes obras donde se ofrezcan puestos de trabajo que ayuden a adelgazar las cada vez más abultadas listas del paro. Así que proyectos tan ridículos como el de esta refinería imposible pueden ponerse en marcha contra toda lógica, alimentados por potentes subvenciones estatales.

Ya se sabe, el sentido común es el menos común de los sentidos, especialmente en tiempos de crisis.

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Aclaración: La imagen que abre este artículo no es la del oleoducto pacense, todavía en fase de proyecto, sino de otro ya existente pero que nos da una idea del impacto de la obra prevista.

Galería de los horrores ecológicos

Recientemente Ecologistas en Acción de Albacete ha entregado los premios del II Concurso Fotográfico de Denuncia Ecológica «José Manuel Pérez Pena».

Un concurso nacido con el doble objetivo de homenajear a un compañero fallecido y fomentar en los ciudadanos una actitud de denuncia activa ante las múltiples agresiones al medio ambiente.

Es una mirada rápida a nuestra huella ecológica, cada vez más profunda e imperecedera, que nos hace reflexionar a todos. Porque si así está Albacete, imaginaros nuestro impacto en lugares mucho más urbanos como las grandes megalópolis españolas.

Imágenes tan cotidianas como vergonzosas. ¿Cuál de ellas te parece la más dura?

El primer premio ha sido para la fotografía «Travesía fallida», de Antonio Lillo Felipe, que corresponde al río Júcar, entre Alcalá del Júcar y Tolosa. Un triste río de basura.

Segundo premio para la fotografía «Migración eléctrica», de Isabel Piqueras González, en una imagen tomada a las afueras de Albacete.

Se han otorgado dos terceros premios «ex aequo». A la fotografía «Punto limpio…», de Diego Tévar Igarza, perteneciendo la imagen a la localidad de Alcadozo,

y a «Residuos línea blanca», de Santiago Orovitg García, por una imagen tomada en Bonete.

También se han otorgado dos Accésit. El primero corresponde a Natividad M.G. Otxoa, cuya imagen fue tomada en un área de servicio de Chinchilla,

Y el otro Accésit fue para «Aguas eutrofizadas», de Ascensión Navalón Fernández, con una fotografía donde se refleja el desequilibrio del río Cabriel, manifestado por un exceso de algas.

Para mí la fotografía más impresionante de todas es la del aparcamiento de esa gasolinera donde los techos se pusieron doblando unos árboles para los que ya no había tiempo de esperar a que crecieran y dieran sombra. Por supuesto se secaron. ¿Se puede ser más bruto e insensible?

Los eucaliptos amenazan Doñana

Como en la peor de las pesadillas medioambientales, vuelven las plantaciones de eucaliptos y precisamente donde más daño pueden hacer, en el corazón del Parque Nacional de Doñana.

Ecologistas en Acción ha denunciado que los propietarios de las fincas Cochinato y Cerrado Garrido, a menos de 10 metros del Parque Nacional de Doñana, están preparando ya los terrenos para la plantación masiva de los polémicos árboles australianos con el objeto de destinarlos a la producción de biomasa, una fuente de energía renovable basada en la combustión de su madera. Y piden el blindaje del espacio natural y su zona de influencia contra estas repoblaciones exóticas.

A fin de cuenta árboles, dirán algunos. Tan malos no serán, responderán otros. Pues están equivocados.

Como ha señalado un totalmente escandalizado director de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), Fernando Hirando,

«el eucalipto es una verdadera bomba de extracción de agua del subsuelo».

Y para visualizar la catástrofe hace el siguiente cálculo:

«Si en cada hectárea caben 1.400 eucaliptos, o lo que es lo mismo, un consumo de 42.000 litros de agua por hectárea /día. Sería como colocar junto a Doñana varias ciudades como Sevilla».

Según los ecologistas, esta nueva área de expansión del eucalipto se sumaría a las más de 2.000 hectáreas que la Empresa Nacional de Celulosa en España (ENCE) está implantando en Huelva para su empleo en una planta de biomasa,

«por si no fueran pocas las 100.000 hectáreas que aún hay de eucalipto para pasta de papel y que han transformado uno de los mejores bosques mediterráneos de Andalucía en un predesierto».

Los eucaliptos no son nuevos en Doñana. Fue precisamente la amenaza de su plantación masiva, junto a algodonales y arrozales, la que dio lugar a la creación del Parque Nacional en 1969.

La Administración reconoce igualmente que estas plantaciones exóticas suponen una amenaza importante para los espacios naturales. De hecho, la Junta de Andalucía lleva décadas gastando ingentes cantidades de dinero en erradicarlas en Doñana. Sólo en el Parque Nacional, entre 1998-2002 se han gastado 2.644.453 euros en la erradicación de este tipo de árboles que ahora se quieren plantar justo a su lado. Y en el Parque Natural circundante las cifras invertidas en este arranque en la última década superan los 9 millones de euros.

Y ahora se quiere volver a plantarlos para, supuestamente, ayudar al planeta. No sé a vosotros, pero a mi todo esto me parece un colosal disparate.

Como nos señala estos días el periódico Huelva Información, quizá a más de uno de la Junta de Andalucía habría que recordarle la intervención que en 1979 tuvo en el Congreso el diputado por Huelva y secretario general del PSOE, Carlos Navarrete, donde proclamó ante el asombro de todos:

«El eucaliptus es un árbol de derechas porque sólo produce beneficio al empresario. Es genocida porque afecta a la fauna y a la flora. Es anticristiano porque va contra lo que debe ser el idílico paraíso terrenal; y es además un vampiro vegetal, analfabeto e imperialista».

No sé si el supuesto árbol de derechas se ha pasado ahora a las filas socialistas, pero desde luego me parece inaceptable destruir uno de los espacios naturales más importantes de Europa por los mismos intereses espurios que ya lo amenazaron en tiempos de Franco. ¿Es que no hemos aprendido nada en 50 años?

Estos son los anuncios más sexistas, antiecológicos, discriminatorios, xenófobos y consumistas del año

Si los Premios Sol de publicidad eligen a los anuncios más creativos del año, los Premios Sombra, ideados como contrarréplica por Ecologistas en Acción, señalan a los más sexistas, antiecológicos, discriminatorios, insolidarios, xenófobos y consumistas del año.

Los de esta primera edición (o contraedición), hechos público el sábado pasado en Donostia/San Sebastián, ya tienen sus nueve impresentables ganadores: los anuncios de Coca-Cola, IKEA, Honda, Lancia, Farmaindustria, Knorr, Renault, Metro de Madrid y Banco Santander. Éste es el veredicto inapelable del jurado:

El premio «Lavadora verde», que destaca aquel anuncio cuyos valores medioambientales y ecológicos contrastan con lo que hay detrás del anunciante, ha sido para «No te esfuerces», de Honda. Éste sugiere que el ciudadano ha cumplido con su participación en la protección del entorno tan sólo adquiriendo el modelo de coche anunciado.

El premio “Florero” distingue a la publicidad que utiliza a las mujeres (y cada vez también más a los hombres) como objetos sexuales, promoviendo un modelo único de belleza y una peligrosa obsesión por la perfección estética que provoca tanto consumismo como insatisfacción. Un ejemplo destacado es el anuncio ganador de este año, «Musa» de Lancia, cuyo eslogan pregunta: “¿Desde cuándo a alguien le importa si eres bella por dentro?”.

El premio “Cenutrio” ha sido adjudicado a «Lo importante es la marca», de Farmaindustria, por fomentar valores negativos para el desarrollo de lo colectivo y un consumo basado en la marca para algo tan esencial, en nuestro sistema sanitario, como los medicamentos.

El premio “Tortilla de silicona” se otorga a aquel anuncio que pretende substituir nuestra rica tradición culinaria por un modelo industrializado de alimentación, eliminando de nuestra dieta productos frescos y naturales. «De la tierra a tu mesa», de Cremas Knorr, es el anuncio ganador de este año, donde se muestra un paquete de cremas de verdura precocinado con unas enormes raíces. Sin embargo, Unilever, la gran multinacional de la alimentación y la cosmética que hay detrás del producto, representa más bien una industria de la alimentación productivista hasta el extremo, basada en la explotación intensiva de aceite de palma, soja y otros monocultivos que terminan con la soberanía alimentaria de agricultores y sus recursos naturales.

El premio “Chimenea”, al anuncio de un producto contaminante y dañino para el medio ambiente, ha sido otorgado este año a «Coche Coronel Tapioca», de Renault, un vehículo todocamino que aparece en el anuncio dentro del cauce de un río, transmitiendo una, cuanto menos, curiosa idea de lo que es el respeto por la naturaleza.

El premio “Me lo llevo” destaca el anuncio que fomenta un consumo irracional, como es el caso de «Crédito ágil», de Banco Santander. Una oferta de dinero rápido y cómodo para el consumo que, sin embargo, termina engrosando la creciente deuda familiar tanto como la cuenta de resultados del banco anunciante (el Banco Santander ha sido durante el primer trimestre de 2008 el banco que mayores beneficios obtuvo en todo el mundo).

El premio “Ombligo del mundo” se otorga a los anuncios más despectivos, prejuiciosos y xenófobos con otros pueblos diferentes al nuestro. En esta edición se hace con el premio «Para cuando crezcas», de Metro de Madrid, por ridiculizar una pequeña aldea asiática que justamente no necesita de nuestro costoso e insostenible modelo de transporte.

El premio «Lavadora roja» se ha adjudicado al anuncio «Viva la bata», de IKEA, por popularizar un concepto del mueble de usar y tirar que es claramente insostenible en el actual escenario de crisis ambiental y, sin embargo, hacerlo con pretendidos valores sociales, solidarios e incluso revolucionarios.

Por último, con el premio especial «A toda una trayectoria», los Premios Sombra reconocen la labor publicitaria de una marca que ha trabajado año tras año, durante una larga vida, por extender un consumo acrítico e irresponsable de un producto más bien poco beneficioso. El premio ha sido concedido, por unanimidad del jurado, a Coca-Cola y su chispa de la vida.

¿Estáis de acuerdo con los premios? ¿Falta alguno?

Pata terminar, y ya que hablamos de consumo irresponsable vs consumo justo y sostenible, os dejo este vídeo divertidísimo de la asociación Max Havelaar Francia.


¿Aguantarás toda una semana sin ver la tele?

Una semana sin ver la tele. Sin encender la caja tonta. Sin la teleserie ni el partido de la semana, sin los concursos vespertinos y las películas noctámbulas. También sin los relajantes documentales de la hora de la siesta.

¡Qué aburrido! ¿Podríamos resistirlo? ¿Hay vida más allá del televisor?

Desde ayer lunes y hasta el domingo algunos valientes lo van a intentar, a la sombra de la “Semana internacional sin televisión”. En España esta peculiar campaña está promovida por Ecologistas en Acción, aunque como como tantas otras cosas, la iniciativa surgió en Estados Unidos en 1995. En muchos países, donde la televisión se ha convertido en un arma de distracción masiva y, lo que es peor, en un Gran Hermano manipulador de conciencias, los ecologistas proponen precisamente desconectar el aparato para meditar sobre la influencia de este poderoso medio en la destrucción del planeta.

¿Es la televisión una amenaza medioambiental?

Aparentemente, y analizando tan sólo su consumo energético, la televisión no debería de ser más peligrosa que cualquier otro electrodoméstico casero.

Pero debido a su permanente bombardeo publicitario se ha convertido en el principal incitador del consumo insostenible más irracional, responsable de la mayoría los desequilibrios sociales, económicos y ambientales de nuestra época. Ni entretenimiento ni información: consumo.

Creada para comunicarnos, la televisión nos está aislando. 3,45 horas por persona y día de consumo televisivo. ¿No es demasiado? ¿Cuántas horas dedicamos al día a hablar con nuestros hijos, con nuestros padres, con nuestros amigos?

Un aparato en cada habitación, uno para cada niño, otro en el comedor, el más pequeño en la cocina. Conozco uno que incluso tiene uno portátil en el cuarto de baño, justo en una balda frente a la taza del váter. Si alguno de la familia quiere comentar algo rápidamente se le calla. «No me dejas oír». Desconectados de la realidad, preferimos ver la naturaleza en la tele que descubrirla paseando.

Pero paradojas de la vida, la televisión nos puede a todos. Incluso a los ecologistas, quienes para publicitar su campaña han acudido, como no podía ser de otra manera, a un vídeo televisivo.

De todas formas, y como hace tiempo nos hizo reflexionar con un anuncio la propia Televisión Española, si nuestro mundo exterior cada vez se empequeñece más, ¿no será que vemos demasiada televisión?

Para terminar, no me resisto a incluir aquí una serie de magistrales viñetas de El Roto sobre la televisión. Una vez más, sus dibujos dicen más que mil campañas.

Muere de hambre e ineptitud un lince en Doñana

Era el único macho de lince ibérico de la Reserva Biológica de Doñana, estaba radio marcado con un collar y para su seguimiento tenía a un amplio equipo de especialistas a sueldo centrados exclusivamente en lograr su bienestar. Pero hay amores que matan, y a este pobre lince le han matado quienes lo protegían. Accidentalmente, por supuesto. Pero le han matado.

La noticia acaban de filtrarla Ecologistas en Acción y WWF/Adena. Clavo era un joven lince de dos años de edad, quien en un momento dado, y sin que nadie se diera cuenta, logró entrar dando un gran salto dentro de los cercados de dos metros de altura instalados en las inmediaciones de la laguna de Santa Olalla, en el corazón del Parque Nacional, para liberar en él ejemplares traídos de Sierra Morena con los que reforzar la maltrecha población marismeña. Pero allí no había nada ni nadie. Y el pobre lince, al que nadie del equipo de seguimiento seguía, acabó muriendo de hambre y de sed. Con haber dejado la puerta del cercado abierta se habría salvado.

Con toda razón, Ecologistas en Acción califica de «escandalosa» esta muerte,

«derivada directamente de la mala gestión de los artefactos que el proyecto Life Lince, con un presupuesto de 26 millones de euros, va dejando en el campo, sin la adecuada vigilancia y sin adoptar un mínimo de medidas de seguridad que eviten casos dramáticos como éste».

Por su parte, el secretario general de WWF/Adena, Juan Carlos Olmo, ha asegurado que le resulta

«absolutamente inaceptable e incomprensible que mientras la Junta de Andalucía pretende traslocar (trasladar) linces desde Sierra Morena deje morir a los pocos que aun quedan en Doñana».

Por todo ello, los ecologistas esperan que

«igual que se alardea del éxito de las medidas adoptadas, se asuman las responsabilidades derivadas de un cúmulo de negligencias que han acabado con uno de los escasos ejemplares de lince de Doñana impulsando un poco más a la especie a la extinción».

¡Qué pena! Un fallo lo puede tener cualquiera, pero cuando se trabaja con especies al borde de la extinción, los protocolos de actuación deberían ser extremos. Y aquí no lo fueron. Otra vez la chapuza ibérica.

Así calentamos el planeta

«Bufa a bufa, aumenta o efeito de estufa», aseguran en un divertido vídeo los ecologistas portugueses de Quercus. Que traducido a román paladino se traduciría por algo así como «Pedo a pedo aumenta el efecto invernadero».

Este otoño fue tan seco que parecía verano. El invierno se presentó vestido de primavera y ahora que está a punto de concluir nos llegan los fríos y las nieves, insuficientes para remediar la dura sequía que se avecina. Ya no sabemos qué es lo normal, si lo de antes, lo de ahora, todo o nada.

Una vez le preguntaron a un antiguo miembro de la División Azul por su experiencia en el sitio de Leningrado, en concreto por las terribles temperaturas polares que debieron soportar los voluntarios españoles mientras los ejércitos alemán y ruso se masacraban sin piedad. Con una sonrisa, el militar respondió: «No miren, para frío Burgos».

Eso sería antes, cuando yo era pequeño y la nieve era tan cotidiana en esa ciudad como las cuestas heladas donde nos partíamos la crisma emulando a los patinadores. Porque este año sólo ha nevado una vez, el lunes, y apenas llegó a cuajar.

Pero algunos aseguran que el cambio climático es un camelo, todo mentira y manipulación. Todavía hay por ahí escépticos, incluidos Rajoy y su primo, que piensan que nuestro sistema económico de contaminación sin límite no tendrá efectos colaterales en el clima, en la calidad del aire que respiramos, en nuestra salud. Yo no estoy tan seguro.

La tierra es una madre solícita que nos da todo lo que necesitamos, caprichos infantiles incluidos. Niños malcriados, a sus caricias respondemos con golpes, arañazos, amputaciones y grandes, grandísimos pedos. ¿Cómo no va a ser entonces irrespirable nuestro aire? ¿Cómo no va a afectar tanta barbaridad a nuestro clima?