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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Canadá y Noruega subvencionan la matanza de focas

Si no hay mercado, no hay negocio ¿O sí?

Si no compramos abrigos, bolsos y guantes de piel de foca, no se matarán cientos de miles de focas en el mundo ¿O sí?

Si no es rentable la matanza de focas se abandonará. ¿O no?

Pues no, se mantendrá la carnicería polar con subvenciones estatales, tanto del gobierno noruego como del canadiense.

El Gobierno de Canadá autorizó en 2006 la matanza de 335.000 focas, mientras que en 2007 sólo permitió 270.000 ejemplares y este año dará muerte a 275.000. ¿Vamos por el buen camino?

Pues tampoco. No es que se quieran matar menos porque somos más ecologistas o se venden peor las pieles, es que por culpa del cambio climático cada vez quedan menos focas. Por eso entre 1995 y 2001 se han concedido más de 20 millones de dólares en subvenciones a la industria canadiense de la caza de focas para ayudarles a soportar las posibles pérdidas en el negocio. Así que seguimos igual o peor que antes.

Porque aunque países miembros de la UE como Bélgica y Países Bajos ya han prohibido la comercialización de productos derivados de las focas de manera particular, y el resto de los países lo está considerando, el emergente mercado asiático está supliendo con creces nuestra retirada comercial, ávido no sólo de pieles, sino también de la grasa y hasta de unos genitales a los que asigna supuestas propiedades afrodisíacas.

En Noruega son más magnánimos. Sólo matan unas 50.000 focas al año. Pero no se vayan ustedes a pensar que lo hacen por interés comercial, en absoluto. Su actividad es una desinteresada contribución a la biodiversidad del Polo Norte. O al menos eso dicen.

El gobierno noruego, en su portal oficial para España, lo considera una gestión adecuada de los recursos. Porque, nos explican sin que les crezca la nariz, en el Nordeste Atlántico,

“la foca de Groenlandia consume ella sola más arenques de lo que es capaz de pescar toda la flota pesquera noruega”.

Y si hay que controlar las capturas de alguien, por supuesto que sea la de las focas, faltaría más. Foca buena, foca muerta. O vegetariana.

Por todo ello no sólo se permite esta caza, sino que como en Canadá, la salvaje actividad recibe periódicamente ayuda estatal. Que el propio Gobierno justifica como una necesidad

“para asegurar la regulación adecuada de los stocks de focas y para mantener las tradicionales técnicas de caza y para poder seguir controlando convenientemente la población de focas”.

¿Les parece una solución cruel? En absoluto, es pura humanidad. Copio aquí las tranquilizadoras palabras del Ministerio de Asuntos Exteriores noruego sobre el humanitario sistema de caza utilizado.

Según la ley, se debe matar a los animales con rapidez, humanidad y con el menor sufrimiento posible. Los únicos instrumentos que se pueden utilizar son los rifles y los hakapik (un tipo de arpón). Las focas adultas se cazan con el rifle, mientras que los cachorros se cazan con el rifle o con el hakapik. El hakapik puede parecer primitivo, pero es una herramienta eficaz que aturde inmediatamente al animal y lo mata rápidamente. La legislación noruega no permite la caza de lactantes, es decir, cachorros que no han sido abandonados por sus madres.

Se exige a los cazadores que asistan a un curso y a pruebas de tiro cada año antes de la estación de caza. Cada embarcación de caza lleva un inspector a bordo. Los inspectores son, además, veterinarios e informan directamente a las autoridades pesqueras.

¿Se quedan más tranquilos? Dicho de esta manera suena muy bien. Pero comprobado en este vídeo (no recomendable para personas sensibles), la impresión que uno se lleva es exactamente la contraria.

¿Estaremos equivocados?



Boicot a Gibraltar por su matanza de monos

Gibraltar ha decidido condenar a muerte a 25 de sus famosos monos, de los que ya han sido ejecutados los dos primeros. Y para justificar tan injustificable medida, su gobierno nos miente. El ministro de Turismo de Gibraltar, Ernest Britto, ha explicado tal decisión aduciendo que los monos se han salido de sus zonas restringidas y que el contacto con ellos «conlleva el riesgo de salmonela o hepatitis».

Mentirosos. Según han denunciado desde el Proyecto Gran Simio, es exactamente al revés. No se ha podido demostrar nunca que los monos nos hayan pasado enfermedades a los humanos, pero sí que los humanos les hayamos contagiado con nuestras miasmas.

En realidad, tras esta terrible decisión sólo hay dos razones. La primera, una absoluta incompetencia de la Administración del Peñón para regular las poblaciones de este macaco introducido. La segunda, las presiones de los hoteleros ante las molestias y destrozos que los primates provocan cuando se cuelan en las instalaciones.

Para ambos problemas hay remedios que en ningún caso pasan por aplicarles la inyección letal. Es necesario dedicar tiempo y dinero al seguimiento de los famosos monos, desarrollando incluso programas de esterilización, como inicialmente estaba previsto, de tal manera que su población no siga creciendo descontroladamente. Y por supuesto, el Gobierno de Gibraltar debe pagar los daños que estos animales producen, como se hace en el resto de Europa ante los ataques de especies emblemáticas como el oso o el lobo. A fin de cuentas, viven de su atractivo turístico, pues son estos animales los que acaparan la mayor parte del interés de los más de 7 millones de turistas que reciben todos los años.

Pero no. Es más fácil matarlos, planificar un programa de exterminio sistemático donde, seguramente, se matará a los más pacíficos, más fáciles de atrapar, y se dejará a los más ariscos, seguramente el grupo que más destrozos provoca en las zonas habitadas. Para garantizar su reclamo turístico como mantenedores de la leyenda que asegura que Gibraltar dejaría de ser británica si los monos abandonan la colonia, los dirigentes del Peñón han decidido mantener un grupo simbólico de 200 ejemplares, pero imponiendo un estricto control de natalidad para que el número de componentes de la manada no se vuelva a disparar.

Indignados por todo ello, el Proyecto Gran Simio y la Liga Internacional de Protección de Primates han pedido el boicot turístico. Que nadie viaje al Peñón ni se aloje en los hoteles de las zonas turísticas de Catalan Bay y Sandy Bay donde esta el grupo de “incontrolados macacos” a los que se quiere eliminar.

Otra paradoja más de nuestra sociedad. Vamos a esos hoteles atraídos por sus famosos monos, y son esos propios hoteleros los que piden su exterminio. Pues conmigo que no cuenten.