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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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«Tengo pájaros en la cabeza», el nuevo libro de La Crónica Verde

La verdad es que no me he podido aguantar. Apenas transcurrido un año desde que Arsenio Escolar, director de 20 Minutos, me ofreciera la oportunidad de entrar a formar parte en la exclusiva lista de ilustres opinadores del periódico, un libro recoge los 50 artículos más interesantes que hasta el momento he publicado en la sección Los martes de medioambiente.

Se titula «Tengo pájaros en la cabeza… y otras preocupaciones» y ve la luz con motivo de la celebración en el Paseo del Prado de Madrid, del 9 al 11 de junio, de la Feria de la Naturaleza MADBird. Donde por cierto, estaré todo el fin de semana atendiendo el stand de ecoturismo de Fuerteventura y firmaré libros, por si te quieres acercar. Lee el resto de la entrada »

¿Por qué escribo un blog sobre medio ambiente?

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Entre Dani Díaz, ilustre bloguero de Ni libre ni ocupado, y Melisa Tuya, no menos ilustre coordinadora de la nutrida blogosfera de 20 Minutos, además de responsable de los blogs En busca de una segunda oportunidad y Madre reciente, la han liado parda. Nos han lanzado un reto: explicar en un post por qué escribimos. Y uno, como burgalés, es incapaz de ignorar los retos.

Coincide la propuesta con mi intervención, este jueves 21 de noviembre a las 11 de la mañana, en el X Congreso Nacional de Periodismo Ambiental organizado por APIA en Madrid. Participaré en un debate dedicado a los blogueros (al que estáis todos invitados) y este post servirá perfectamente de peculiar tarjeta digital de presentación. #TenemosFuturo.

¿Por qué escribo un blog de medio ambiente? La respuesta es sencilla: Quiero ayudar a lograr un mundo mejor, más sano, solidario, bello, sostenible, armónico, feliz.

¿Se puede conseguir algo así tan sólo escribiendo? Seguramente no, pero me gustan las causas imposibles teñidas de color verde esperanza, especialmente si en ellas nos va el futuro. Y al menos intentarlo. Me sumo a las sabias palabras de Hermann Hesse:

Para que pueda surgir lo posible es preciso intentar una y otra vez lo imposible.

Este post de hoy hace el número 990 de La Crónica Verde. Casi un millar de artículos desde ése ya lejano 6 de septiembre de 2007 cuando mi querido y admirado Arsenio Escolar lograba convencerme para ser bloguero de 20 Minutos. No le fue fácil. Desde noviembre de 2004 tenía abierta una columna de opinión en la edición impresa del periódico, la única existente entonces en la prensa nacional dedicada a temas medioambientales y que, desgraciadamente, diez años después sigue siendo la única. Pero yo era periodista de prensa escrita, y como a tantos otros compañeros, eso de pasarme a la prensa digital no me hacía ninguna gracia. Sin embargo es imposible negarle algo a Arsenio, y él mismo anunció orgulloso en su blog (el orgullo del maestro) mi incorporación a la incipiente blogosfera veintiminutera. Tenía razón. En estos momentos es el blog sobre medio ambiente con mayor impacto de la blogosfera en castellano: más de 100.000 usuarios únicos al mes.

En estos 10 años de trabajo epistolar mi millar de artículos han recibido 33.500 comentarios. ¡Vaya pasada! Todos ellos han sido lo mejor de esta apasionante experiencia periodística, lectores a quienes debo agradecer el haberme ayudado a educarme, a mejorar, a entender muchas cosas y a considerar inaceptables otras muchas.

Dice mi amigo y bloguero Juanjo Ramos que La Crónica Verde se llama así porque en ella todos me ponen verde. Tiene algo de razón. Pero de las críticas también se aprende, y mucho. Una razón más para escribir un blog.

El dibujo que abre este post es la personal interpretación que el genial Calpur, el de «El Bueno de Cuttlas«, nos ha cedido a los blogueros de 20Minutos como respuesta a ¿Por qué escribo un blog? Lógicamente, él nos lo explica dibujando.

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Mis abuelos eran caníbales y preferían comerse a los niños

Este verano he vuelto a Atapuerca (Burgos), la cuna de la humanidad europea. No estaba allí desde que en 1990, trabajando para quien hoy es el director de 20 Minutos, fuimos el primer medio de comunicación en poner en valor los asombrosos descubrimientos de estos yacimientos: el hombre de Atapuerca enterraba a sus muertos, luchaba contra los osos, usaba mondadientes, sufría el bombardeo de un cercano campo del Ejército, era caníbal.

Esto último provocó entonces una auténtica conmoción. Costaba aceptar que nuestros abuelos fueran “medio monos”, que carroñearan animales muertos caídos en simas, que apenas tallaran toscas piedras. Pero que los primitivos burgaleses se comieran unos a otros era algo inaceptable para una pequeña ciudad de provincias.

Los científicos, pacientes, se encogían de hombros ante las evidencias incontestables de esas cacerías de hombres. Los huesos del Homo antecessor presentaban marcas de los cuchillos de piedra idénticas a las de otros animales consumidos hace 800.000 años en los salvajes festines cavernícolas de Gran Dolina. Lo más increíble fue comprobar que la segunda especie más consumida era el propio homínido. Y todavía peor. Que la mayoría de los devorados eran niños de corta edad.

Vaya herencia. Muy pocos animales se comen a sus semejantes, pero nosotros desde antiguo practicamos el canibalismo gastronómico. Un fenómeno cultural y nutritivo, como acaban de demostrar los investigadores de Atapuerca. Los chimpancés también lo hacen y probablemente por las mismas razones. Atacar a los más indefensos y comérselos aporta proteínas y reduce la competencia sobre el territorio. Terrible pero eficaz, pues gracias a ellos hoy estamos donde estamos. ¿Abuelos antropófagos? Tenía razón Plauto. El hombre ha sido, desde siempre, un lobo (hambriento) para el hombre.

Referencia bibliográfica:

Palmira Saladié et al. «Intergroup cannibalism in the European Early Pleistoceno: The range Expansión and imbalance of power Hypotheses» Journal of Human Evolution http://dx.doi.org/10.1016/j.jhevol.2012.07.004

Resumen periodístico en el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC)

 

Fotografías: Francisco de Goya, Saturno devorando a su hijo (1819-1823). Cráneo de Homo antecessor en el que se observan las marcas de corte producidas al ser consumido por otros homínidos. Imagen: IPHES.

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