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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Un millar de motos en el último refugio del lince

Lince

El año pasado murieron atropellados en España 20 linces, el felino más amenazado del Planeta. Uno de sus últimos reductos es la Sierra de Andújar, donde subsisten unos 169 de los últimos 319 que quedan en el mundo. Y es precisamente allí, en el principal refugio de la especie, donde la peña motera A Rebufo de Andújar promueve, del 30 de enero al 1 de febrero, la primera concentración motera invernal El Lince.

Los organizadores esperan la participación de unos 1.000 moteros, pues cuentan con la participación de 23 motoclubes de la provincia de Jaén y dos de Córdoba, así como de varios grupos, peñas y aficionados de Madrid, Toledo y Cataluña. La meta es el Santuario de la Virgen de la Cabeza, en pleno Parque Natural de Andújar, espacio protegido perteneciente a la Red Natura 2000, donde habrá un concierto del grupo Ruta 80 y una fiesta con pinchadiscos. Al coincidir con la festividad de la Candelaria, la fiesta finalizará con una gran candela.

¿Un millar de motos, concierto y verbena incluidos, en el sancta sanctorum de los linces? Ningún problema. Según ha explicado al Diario de Jaén el organizador y presidente del colectivo de moteros, Luis Espín,

“son 365 curvas para disfrutar del paisaje del Parque Natural Sierra de Andújar, siempre con una conducción responsable y sostenible y respetando su biodiversidad”.

Confieso mi perplejidad. Es verdad que son carreteras públicas, pero me parece lamentable organizar y autorizar una concentración de esas características en el corazón de Sierra Morena, en el último reducto lincero y en una época que marca el comienzo de su delicadísimo apareamiento.

Se me ocurren mil actividades fantásticas para promocionar este maravilloso paraíso andaluz, pero ninguna llevando ruido, basura y gases contaminantes a su corazón verde, incrementando con ello el peligro de nuevos atropellos a estos pobres felinos a los que la cabalgada sobre dos ruedas quiere supuestamente homenajear.

Pero qué me va a extrañar algo así de estrambótico, cuando nuestro Gobierno acaba de aprobar una Ley de Parques Nacionales que permite las cacerías hasta 2020 y su apertura a actividades turísticas como la navegación en Monfragüe o el vuelo sin motor en Guadarrama. O que ha reformado una Ley de Montes que se centra en sus usos productivos, relegando las funciones sociales y ambientales de los sistemas forestales, que permite la construcción en zonas quemadas, dando así alas económicas a los incendios forestales, y que elimina la obligatoriedad de que todos los montes cuenten con un instrumento de gestión.

Pobres linces, pobres bosques, pobres de nosotros.

Actualización: Ecologistas en Acción Jaén ha difundido un comunicado donde aporta una apabullante cantidad de información que explica por qué esta locura motera no puede celebrarse en el Parque Natural de Andújar. Puedes acceder al texto completo en este enlace.

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Linces con médicos personales

Hoy estoy contento. La protección del lince ibérico, el felino más amenazado del planeta, va por muy buen camino.

Conocemos tan en detalle los movimientos de los dos centenares de ejemplares de su menguada población salvaje que prácticamente los tenemos individualizados uno a uno, perfectamente identificados por las diferentes manchas de su cuerpo o por sus cicatrices. También se sabe qué hacen muchos de ellos minuto a minuto gracias a los collares de radioseguimiento colocados por los técnicos en sus cuellos.

De esta forma, cada vez que uno de ellos se accidenta o tiene algún problema, los técnicos del programa de conservación, cual ángeles de la guarda, se enteran y ponen en marcha un amplio operativo de ayuda.

Un macho adulto de Andújar (Jaén) acaba de beneficiarse de tanta dedicación. Resultó gravemente herido en el rostro, probablemente por haber luchado ferozmente contra otro lince en la defensa de su poderío sexual. En condiciones normales hubiera muerto. Pero para una especie amenazada un ejemplar reproductor es un tesoro genético de incalculable valor. Había que salvarlo.

Conocido su mal estado de salud gracias a fotografías procedentes del sistema de vigilancia y control de la especie, los veterinarios procedieron a su captura el pasado 12 de febrero como único método posible para poder curarle las heridas. Tan sólo 15 días después, totalmente recuperado, sus doctores personales le acaban de dar el alta y han autorizado su liberación en el mismo lugar donde vivía, aunque con un aparatoso collar para poder controlar su evolución.

Lo mismo sucedió hace dos años con Viciosa, una hembra de Doñana. También medio muerta a causa de una pelea, volvió al Parque Nacional tras pasar por el hospital veterinario. Regresó con tiempo suficiente como para aparearse y sacar adelante dos precisos cachorrillos machos, ahora fogosos jóvenes explorando retamas y jaguarzos en busca de un futuro prometedor.

Es la maravilla y la desgracia de estas especies tan amenazadas. Son tan pocos los ejemplares vivos que cada uno de ellos tiene nombre propio. Y sus andanzas, sus problemas y sus alegrías, son también los nuestros. Pero crucemos los dedos. Con un poco de suerte y todos los esfuerzos desarrollados, dentro de unos años serán tantos que volverán al anonimato. En ese momento sabremos que ya no están en peligro.