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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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¿Lo sabías? El ser vivo más viejo de Madrid es un árbol

Tejo de la Senda, uno de los seres vivos más viejos de la Sierra de Madrid

Caminar por caminar es hermoso, pero lo es aún más cuando la meta consiste en ir al encuentro de un ser formidable, único, tan viejo que pudo haber nacido hace cientos e incluso miles de años.

Caminar por las montañas de Madrid, por espacios naturales tan asombrosos como el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, es la mejor vacuna contra el estrés y la tristeza, pero lo es aún más cuando la meta consiste en encontrarte con uno de sus seres vivos más sorprendentes de la naturaleza ibérica: el tejo (Taxus baccata).

En el espacio protegido hay catalogados siete ejemplares de esta especie arbórea con más de 500 años. Son auténticos monumentos naturales, los seres vivos más ancianos de la Comunidad de Madrid. Darse baños de bosque a su lado es una de las experiencias más increíbles que podrás disfrutar.

Este invierno visité uno de ellos, el conocido como Tejo de la Senda, en el Puerto de Canencia. Te lo cuento en este vídeo [¿ya te has suscrito a mi canal de YouTube?], fascinado por la espectacularidad del espacio nevado y la fortaleza del singular abuelo vegetal.

Mucho cuidado con el abuelo

Como veis en el vídeo, no os voy a contar cómo llegar a este árbol. Porque a sus 500 años más que cumplidos, el mayor peligro para este tejo centenario y otros como él somos nosotros. El exceso de personas acercándose a él pueden matarlo. Así como lo oyes, no sería el primero.

Quizá tú te comportarás cívicamente ante él, con respeto, sin subirte a sus ramas ni pisotear sus raíces. Pero el turismo masificado no tiene tantos miramientos. Siempre habrá algún que otro salvaje entre tantas miles de personas dispuesto a destrozar esta maravilla, a dejar basuras, a tratar de escribir su estúpido nombre en la dura corteza. Por eso es preferible que sólo lo visiten aquellas personas sensibles y con ganas de invertir tiempo en su localización.

El árbol que cambió de sexo

Ya os lo he contado antes aquí. El tejo de Fortingall, en las Tierras Altas de Escocia, cambió de sexo de repente. El gran tejo escocés era macho, muy macho. Así lo había sido durante miles de años y lo era al menos desde 1769, cuando los primeros y asombrados naturalistas se acercaron a estudiarlo.

Pero de repente cambió de sexo. Una de sus ramas es ahora hembra mientras el resto de ellas se mantienen de momento masculinas. Un sorprendente caso de transexualismo.

En Italia hay bosquetes enteros de tejos modificando su identidad, quizá influenciados por el cambio climático. Uno de esos extraordinarios misterios de la naturaleza.

¿De dónde viene eso de tirar los tejos?

Según la definición del DRAE, «tirar los tejos» significa insinuarle a alguien el interés que se tiene puesto en él. Que nos gusta.

Como bien explica mi compañero en la blogosfera de 20 Minutos Alfred López «Ya está el listo que todo lo sabe«, el tejo es un juego tradicional callejero que consiste en lanzar trozos de teja para tratar de derribar un palo, que el novio potencial solía tirar cerca de la chica elegida para insinuarse frente a ella.

Pero algunos defienden que ese juego nació en el norte de España a la sombra de los viejos tejos que suele haber plantados a las puertas de las iglesias. Y consistía en tirar ramas del árbol del tejo lanzando sus propias frutos como muestra de amor.

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Conoce a Silvio, el pelícano más despistado (también sexualmente) del mundo

El pelícano Silvio trata de ligar con las garcillas boyeras con escaso éxito. Foto: Sergio Simbula

Su nombre es Silvio, un ejemplar de pelícano común (Pelecanus onocratalus) que en un lejano 2008, durante una migración de África a Europa del Este, se despistó y acabó en el sur de Cerdeña, donde nunca antes se había visto a uno de su especie. El problema es que no conoce el camino de vuelta. Así que aquí se ha quedado, cual exótica mascota salvaje del Parque Natural de Molentargius, entre Cagliari y Quartu Sant’Elena.

El pobre es también un despistado sexual, pues a la hora de buscar novia no tiene muy claro a qué especie pertenece. Así que lleva 13 años sin comerse un rosco.

Te lo resumo en este vídeo:

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¿Sabes por qué a los enamorados les llaman tortolitos?

Pareja de tórtolas turcas. Foto: Pixabay

En estos tiempos de obligado confinamiento lo de ligar se ha puesto más difícil que en época victoriana, precisamente en una época del año, la primavera, que es cuando la llamada del amor más nos altera el equilibrio hormonal.

Dificultades aparte, en el lenguaje coloquial seguimos considerando a las parejas enamoradas hermosos tortolitos. ¿Sabes de dónde viene esta expresión?

Hace referencia a las tórtolas, aves semejantes a pequeñas palomas que siempre se han relacionado con los enamorados, como incluso recoge el diccionario de la Real Academia Española. Por ello también tortolito se considera sinónimo de «cándido y falto de experiencia», según este mismo diccionario. Lee el resto de la entrada »

Cinco razones para no usar el ascensor

Razones

Una visita obligada en Londres es la iglesia de Saint Martin in the Fields. Localizada en la plaza de Trafalgar, junto a la National Gallery y la gran columnata dedicada a Nelson, ofrece maravillosos conciertos de música clásica, muchos de ellos gratuitos. Tras una costosísima restauración, desde 2009 se muestra espléndida. Tanto el templo como la sugerente cripta subterránea, reconvertida en café restaurante.

Un ascensor permite acceder a ella, aunque muy poca gente lo utiliza. El mérito lo tiene un sencillo cartel instalado junto a la puerta de entrada. Se titula «Cinco razones para usar las escaleras» y son las siguientes:

  • Sólo son 22 escalones.
  • Es un buen ejercicio.
  • Es más rápido.
  • Ahorras energía.
  • Aquellos que realmente necesiten usar el ascensor valorarán que lo hagas.

Impecable razonamiento. ¿No te parece?

Me encantaría poder ver este tipo de carteles en tantos y tantos edificios donde el ascensor se utiliza por rutina, muchas veces sin necesidad. Como ves, no se habla de ecología. Es puro sentido común.

Dicen los médicos que hacer el amor consume la misma energía que subir cuatro pisos de escaleras. Ésta podría ser la sexta razón. Desde Romeo y Julieta escaleras y amantes siempre se han llevado medianamente bien. Pero tampoco es como para contarlo en una iglesia.

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Así celebrábamos San Valentín hace 800.000 años

Celebrando hoy San Valentín me hago una pregunta poco típica. ¿Cómo era el sexo entre homínidos hace 800.000 años?

Parece imposible conocer con detalle algo así, pero gracias a los avances de la paleoantropología en yacimientos tan espectaculares como los de Atapuerca (Burgos) y al buen hacer divulgador de científicos como los tres codirectores de estas excavaciones, cada vez lo sabemos con más detalle.

Los Homo antecessor vivían en grupos de 8 a 12 individuos y tenían parejas estables basadas en el cariño, lo más parecido al amor. No conocían el fuego, eran cazadores, carroñeros y también caníbales.

Las hembras de los primeros homínidos tenían una disposición permanente al sexo. Al contrario que otros primates, como los chimpancés o los gorilas, estos antepasados nuestros, al igual que nosotros, no tenían periodos concretos de celo. Si así fuera, las hembras sólo estarían receptivas para la procreación un mes cada cuatro años, el tiempo necesario para parir y destetar una cría.

Un sexo tan olímpico (cada cuatro años) impediría la formación de parejas estables, fomentando la promiscuidad entre los machos dominantes. Por el contrario, el sexo diario ya en esas remotas épocas mantenía al macho ligado a la hembra durante años, en una adaptación de la ovulación femenina tendente a lograr máxima protección para ella y su prole a lo largo del extenso periodo que tarda un indefenso bebé humano en lograr una cierta independencia.

Para complicar aún más las cosas a los fecundadores, ya entonces las hembras no manifiestan señales físicas de estar ovulando, algo único entre los mamíferos y que obliga a realizar el acto sexual continuamente ante la imposibilidad de conocer exactamente cuándo es el momento de fertilidad. De esta forma el sexo sin limitación biológica favorecía y favorece la fidelidad entre las parejas y, con ello, la participación del macho en la crianza y protección de la descendencia.

Todo esto y mucho más lo sabemos gracias al excelente artículo que Lorena Sánchez y Juan Luis Arsuaga publicaron a finales del año pasado en la revista Quo. Un texto interesantísimo sobre Paleosexo donde se descubren aspectos tan increíbles como:

  • Ella siempre tenía ganas al carecer de periodos concretos de celo.
  • La postura más frecuente era la del misionero, pues mirándose a los ojos se refuerzan los vínculos de la pareja.
  • Copulaban entre tres y cuatro veces al día.
  • Las hembras tenían orgasmos y momentos postcoitales de gran laxitud.
  • Lucían amplias caderas como símbolo físico de su buena disposición al parto que derivó en atrayente sexual.
  • Las diferencias anatómicas y faciales reforzaban el vínculo de pareja, evitando «confusiones».

Tanto sexo en pareja tuvo y tiene, según Arsuaga, una única finalidad.

«Que tengamos una infancia prolongada (con madre y padre cooperando en el cuidado de las crías), y que nuestro cerebro se tome su tiempo para desarrollarse».

En resumen, convertirnos en los primeros y únicos animales racionales del planeta. Gracias al sexo.Y al amor.

Puedes leer el artículo completo «El sexo en Atapuerca» en este enlace de la revista Quo.

Foto: Escultura de una hembra de Homo antecessor practicando canibalismo (Wikipedia).

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