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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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La Saca de las Yeguas, uno de los espectáculos más desconocidos de Doñana

Con motivo de mi participación esta primavera en la III Feria de Ecoturismo Doñana Natural Life tuve la oportunidad de conocer la Saca de las Yeguas, sin duda uno de los espectáculos etnográficos más interesantes y desconocidos del famoso espacio natural.

En este vídeo os resumo mi experiencia, emocionado y hasta excitado por la carrera que me tuve que dar para poder seguir el trote hermoso de las yeguas de regreso a su querida marisma.

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Quieren una carretera por medio de la playa de Doñana

Es el penúltimo despropósito de Doñana. Abrir una carretera entre Almonte y Sanlúcar de Barrameda a través de la inmensa playa del Parque Nacional en lugar de reducir al mínimo el actual y vergonzoso paso de vehículos por sus arenas, algo incompatible con su conservación. Así lo reivindican desde hace décadas ambos Ayuntamientos, quienes como medida de presión facilitan los accesos rodados en vez de prohibirlos. Resultado: los coches circulan a diario por el paradisíaco refugio de la naturaleza.

Como recuerda WWF, los 32 kilómetros de costa virgen de la playa del Parque Nacional de Doñana son el último vestigio que queda en el sur de Europa de un ecosistema totalmente perdido por el urbanismo desmedido y las actividades humanas sin control. La veterana ONG considera que esta joya necesita mayor grado de protección, investigación y ordenación, y no una mayor presión que podría dañarla irreversiblemente, como ha ocurrido con el resto de la costa onubense.

No por casualidad, la Comisión Permanente del Convenio de Patrimonio Mundial de la Unesco estudia si el Parque Nacional, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1994, reúne las condiciones para seguir ostentando este título o se incluye en la lista de ‘lugares en peligro’. Campos de fresas, eucaliptos, vertidos, pozos ilegales, carreteras, contaminación,… No hay duda. Doñana está en grave peligro.

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Muere Daimiel y Doñana agoniza

El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, Reserva de la Biosfera, símbolo de la Mancha húmeda, está muerto. Sólo existe en el papel y en los presupuestos de las Administraciones, pero desde hace cuatro años el maravilloso marjal repleto de vida se ha convertido en un desierto. Su cadáver arde ahora en un infierno de fuego subterráneo, el de las secas turberas en llamas.

Por primera vez en la historia de la conservación de la naturaleza, un espacio férreamente protegido ha desaparecido en un país desarrollado ante la bobalicona mirada de políticos, ingenieros y agricultores, sus confesos asesinos.

Lo empezaron a matar en 1956, pero fue a partir de 1974 cuando comenzó su agonía, tan sólo un año después de protegidas las Tablas gracias sobre todo a la decidida presión ejercida por Félix Rodríguez de la Fuente. Paradójicamente, mientras se convertía en Parque Nacional se decretó su defunción al ponerse en riego 120.000 hectáreas con agua de su mar subterráneo, ese acuífero del Guadiana que parecía ilimitado y que en sólo 10 años descendió 35 metros. Tuvieron la culpa 60.000 pozos, la mayoría ilegales, todos abiertos para mantener una agricultura insostenible que riega a pleno sol las cebadas, el maíz y los viñedos. En 1986 al río se le secaron los ojos y a Daimiel las lágrimas.

Fieles a nuestra historia, cuando todo estaba ya perdido llegaron los planes de rescate. Tarde, muy tarde. El Parque necesita para sobrevivir 31 hectómetros de agua al año, sólo las aguas residuales de los pueblos cercanos suman 46 hectómetros y los agricultores consumen más de 200. Pero no hay para todos. El último trasvase del Tajo fue de 20 hectómetros, que por una parte robaron los pueblos ribereños y por otra se evaporó en las resecas entrañas del río Cigüela, llegando a las Tablas apenas unos famélicos 0,75 hectómetros.

En la actualidad tan sólo se conservan artificialmente inundadas cinco de sus 1.500 hectáreas. Allí lo único que fluye ya es dinero público, 3.000 millones de euros que se pierden aún más rápido que el agua.

Daimiel es un enfermo clínicamente muerto, por más que al final logren inundarlo mínimamente para tratar de lavarse la cara los responsables de tal esperpento.

Pero no aprendemos. Doñana, nuestra joya natural más importante, sigue el mismo camino. Desde mediados del siglo pasado la marisma ha perdido el 80% del aporte natural de agua y las dos terceras partes de su extensión original. Sus lagunas se están secando debido a la sobreexplotación del acuífero Almonte-Marismas. Según WWF, existen casi mil pozos ilegales en el entorno del parque nacional, responsables de una ocupación masiva del territorio para cultivos de regadío como el fresón.

Cuando queramos pararlo será demasiado tarde. Quizás ya lo sea.

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Para terminar os dejo una intervención de Félix Rodríguez de la Fuente donde nos recuerda la importancia de las zonas húmedas y los peligros que sobre ellas se cernían hace 30 años. Fue él quien consiguió que se protegiera Daimiel de su prevista desecación, aunque no pudo evitar una sobreexplotación salvaje del acuífero que ha condenado a muerte al espacio.

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ACTUALIZACIÓN:

Jorge Rubio, buen naturalista e impresionante fotógrafo, ha puesto en marcha una ciberacción para ver si entre todos podemos empujar a las autoridades para que hagan lo imposible por salvar Las Tablas de Daimiel. Propone escribir al Ministerio para protestar. Yo ya lo he hecho ¿Te apuntas también tú?

Os copio a continuación la carta que me ha enviado Jorge, con la esperanza de que algún día vuelva la vida a la Mancha:

Buenas amigos

El Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel se muere por sobre explotación del acuífero, la Administración tiene previsto realizar una «recarga» pero para principios de año y en función de como venga el otoño, los murcianos se oponen… como siempre los intereses…

Hay que presionar a las Administración para dejarnos escuchar, LAS TABLAS DE DAIMIEL se mueren, por falta de agua, por combustión…. no dejemos que desaparezcan ¿Para qué están las redes sociales? No solamente para contar nuestros «chismorreos», deberían de ser también una manera de movilizar a la gente para causas justas y en este caso el presionar para que las Tablas de Daimiel, una zona húmeda (pero seca actualmente) no desaparezca.

Por si queréis enviar un correo a la administración competente os pego el link

http://www.mapa.es/es/ministerio/pags/correo/correo.asp

Solo hay que poner un nombre, apellidos, una dirección de correo y seleccionar la pestaña de biodiversidad y un texto «SALVAR LAS TABLAS DE DAIMIEL YA, MAÑANA PUEDE SER TARDE.»

No es mucho, seguro que no sirve de nada, pero si somos pasivos servirá de menos, vamos digo yo, yo lo acabo de realizar,

Un saludo a tod@s y PASALO y ENVIALO

Jorge Rubio

Quizás no sirva para nada, reconoce Jorge. Uno o dos correos son poca cosa, pero cientos o más sí que pueden servir, y no digamos si este mismo correo se lo enviamos a los partidos políticos. Por lo menos que sepan que hay algo que está mal y que hay que reparar.

Y termina el naturalista:

Sólo es una idea, no cuesta, pero no hacerlo costará a la larga más…

Bueno, uno todavía debe de creer en los Reyes Magos…

‘Numerus clausus’ en El Rocío

“Al Rocío yo quiero volver”, repite con devoción la Salve rociera. Y este Domingo de Pentecostés, pasado mañana, es el gran día, la víspera del famoso “salto de reja” de los almonteños, de la espectacular procesión de la Blanca Paloma por entre el centenar de hermandades allí llegadas tras una larga peregrinación.

No hay duda, el Rocío, en Huelva, es una de las fiestas más importantes de España, si no la que más. Pero tiene un problema. Puede morir de éxito. No la romería, eterna, sino su entorno, sumamente frágil.

La ermita fue fundada hacia 1280 por el rey Alfonso X el Sabio, en la creencia de que la Virgen se había aparecido sobre uno de los milenarios acebuches que aún siguen vivos a su alrededor, en medio de unas tierras pantanosas ya célebres entonces por su riqueza en aves, el atractivo indiscutible de Doñana. Muy diferente a ahora, cuando la pequeña aldea recibirá este fin de semana la avalancha de más de un millón de peregrinos, 80.000 a través de los caminos tradicionales que cruzan el Parque Nacional.

Si lo hacen “como Dios manda”, en carretas y caballos engalanados, el impacto será mínimo. Pero también acuden cientos de peregrinos motorizados en quads, tractores y todo terrenos, y eso en el santuario de los linces no es de recibo. Son las propias hermandades, las primeras interesadas en preservar el entorno de la ruta rociera, quienes han comenzado a poner coto al aumento de vehículos en estos lugares únicos. Los ecologistas incluso les han pedido que pongan numerus clausus, pues el espacio natural tiene unos límites que la masificación creciente del lugar está empezando a derribar. Todos están de acuerdo en ello, pero ninguno en cómo hacerlo, con hermandades como la de Almonte que crece en 200 nuevos hermanos al año.

La solución teórica parece sencilla, es necesario impedir la entrada de vehículos de motor por los caminos de Doñana. La realidad, como siempre, resulta mucho más compleja.

Atropellan y tirotean en Doñana a una lince embarazada

Triste, tristísima noticia. El pasado viernes murió atropellada en el Parque Natural de Doñana «Teo», una hembra de lince ibérico de siete años de edad. Fijaros si nos quedan pocos linces que todos ellos tienen nombre. Y ésta era una de las 17 hembras reproductoras que sobrevivían en la zona.

El atropello se produjo en la vía Algodonera-Laguna de San Lázaro (Villamanrique de la Condesa, Sevilla), uno de los múltiples caminos agrícolas y forestales que han sido asfaltados por la Junta de Andalucía en Doñana.

A la pena de su pérdida se le unen dos datos que nos han puesto los pelos de punta:

—Estaba embarazada de dos cachorros machos.

—Había sido tiroteada previamente por un cazador furtivo, recibiendo siete impactos de perdigones disparados con una escopeta de cartuchos.

Según los especialistas que realizaron la necropsia al cadáver, a pesar de que los perdigones no afectaron a los órganos vitales, «mermaron su capacidad física y de reacción ante peligros» como el riesgo de atropello.

No es el primer lince atropellado en esta zona ni será desgraciadamente el último. Hace seis meses cayó otro ejemplar en la carretera que une Almonte con Matalascañas (Huelva). Como ha denunciado la organización ecologista WWF/Adena, la red de asfalto está extinguiendo al lince en Doñana.

¿Soluciones?

En primer lugar, ni un metro más de asfalto en los caminos agrícolas de ese supuesto espacio protegido de Doñana.

En segundo lugar, desmantelamiento de los tramos más peligrosos que nunca debieron asfaltarse.

Y por supuesto, que todo el peso de la ley caiga sobre los furtivos, esos supuestos cazadores amigos de la Naturaleza que se aprovechan de una licencia de armas para disparar a todo bicho viviente, incluidas estas joyas de la naturaleza que son los linces.