La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Escribe a los tejos milenarios y le responden

RECOMENDACIÓN ESPECIAL PARA EL DÍA DEL LIBRO

Ignacio Abella es carpintero y ama los árboles. ¿Un contrasentido? En absoluto. Es además un sabio naturalista y un escritor como la copa de un pino, aunque seguramente a él le gustaría más serlo como la copa de un tejo, su especie vegetal más admirada.

Ignacio acaba de publicar un libro maravilloso, La memoria del bosque (RBA-Integral), el último de una fantástica trilogía iniciada con La magia de los árboles y seguida con La magia de las plantas. Presentado como las «crónicas de la vieja selva europea», habla con todo detalle de cultos, culturas, mitos, leyendas y tradiciones surgidas a la sombra de los árboles.

Todo el libro rezuma sensibilidad y mucha información. Pero especialmente me ha sorprendido lo más anecdótico de su trabajo. Entre otras diversas formas de recabar información, ha enviado numerosos cuestionarios a los santuarios de los más antiguos tejos de Normandía y Bretaña, en el oeste francés. Los dirigió a M. / Mme. If (Señor / Señora Tejo), seguido del nombre del pueblo y el código postal.

Sorprendentemente, muchos le han respondido, de la mano de sus alcaldes, oficinas de Turismo o párrocos.

«No en vano, en todos sus siglos sospechamos que nadie antes había escrito a estos viejos»,

reconoce el propio Abella.

El resultado obtenido con esta encuesta es asombroso. Nos ha permitido descubrir un numeroso grupo de venerables árboles milenarios, considerados sagrados desde antes de la romanización, que siguen vivos, llenos de leyendas y, lo más importante, siguen recibiendo el cariño y la atención de sus vecinos de dos patas.

Ésta es mi especial recomendación para hoy, Día del Libro. Y que me perdonen los catalanes, pero en lugar de un libro y una flor muerta, les invito a regalar una flor viva. O mejor aún, un retoño de árbol autóctono. A fin de cuentas, el papel está hecho de su médula y gracias a ella nuestras ideas se han conservado indemnes durante siglos. Como nuestros árboles, quienes con toda seguridad nos sobrevivirán a nosotros. A pesar de nosotros mismos.

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Tejo milenario conocido como «El Abuelo» de Rascafría. Uno de los seres vivos más viejos de la Tierra, depositario de La memoria del bosque. La especie-pasión de Ignacio Abella, en la imagen superior asendiendo este verano hacia la increíble tejera del Sueve, en Asturias.

Y bajo estas líneas, un viejísimo tejo normando convertido en capilla católica, manteniendo de esta manera su ancestral carácter sagrado.

2 comentarios

  1. Dice ser Clara Duque

    Leí el libro de «La magia de los árboles» y me encantó. Acepto tu propuesta y salgo ahora mismo a comprar éste que recomiendas, que para algo hoy es el día del libro y nos podemos dar un caprichito.

    23 abril 2008 | 13:15

  2. Dice ser Tania

    Me estoy leyendo el libro «La magia de los árboles» y estoy encantada como el bosque. Todos los días visito a mis amigxs árboles y este libro me ayuda a sentirme aún más cerca de ellxs.Eskerrik asko Ignacio zure lan bikainarengatik, ea egunen batean sasi artean elkartzen garen, horretarako balio dute bi hankek, ezta?

    29 abril 2009 | 11:05

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