La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Sonata de otoño para proteger a un gigante verde

Roble Urdax

Todavía me tiembla emocionado la voz al recordarlo. Os lo contaba la semana pasada. El domingo dirigí una cata de paisaje frente a un coloso del bosque, el roble centenario de Urdax, en Navarra. Fue una de las actividades previstas a realizar bajo su sombra, con motivo de la celebración de las VI Jornadas de las Aves de Navarra. Además de mi prédica, contábamos también con la del escritor y divulgador ambiental Joaquín Araújo, la poesía recitada por la porteña Patricia Furlong y, esa fue la gran sorpresa, la música de Joaquín Taboada. Aquí mismo lo confieso: nunca pude imaginarme algo tan bello y maravilloso.

Empezamos bien, muy bien. Explicando al público, mientras éste se desparramaba por la pradera buscando cómodo asiento, las buenas prácticas a tener en cuenta frente a tan venerables catedrales verdes. Contemplarlas de lejos, pues es como mejor se ven las obras de arte (y ésta es una extraordinaria obra de arte natural); sin trepar por sus ramas ni toquetearlas o arrancar hojas. Poniendo también lejos del tronco piano y pianista en un exquisito respeto a esas raíces invisibles, por subterráneas, que le dan vida, pero también muerte si con nuestro pisoteo provocamos heridas.

Luego vino lo bueno. Hablas de un árbol, lo miras, lo contemplas, lo sueñas. Lo paladeas, hueles, sientes. Parece fácil en teoría. Pero frente a él, en una brillante mañana de otoño, emboscados en el valle más vasco francés de la comarca de Baztán, el corazón, o lo que sea eso que nos pone la sensibilidad a flor de piel, se nos escapa persiguiendo las hojas de una incipiente lluvia de colores. Después llegó Joaquín Taboada con su piano y fue el acabose.

Enmudecidos de emoción, sólo los mirlos, agateadores, reyezuelos, trepadores azules y otras bestezuelas con alas se atrevieron a hacerle coro al músico con sus gorgojeos. Más tarde aparecieron los versos de Benedetti y Eduardo Galeano. Continuaron las aves. Regresaron las notas de Taboada. Las hojas agonizantes. Todo ello frente al viejo Atlas de madera de brazos abiertos sobre los que sostiene un auténtico bosque vertical. Inolvidable.

Y fue allí mismo, bajo el gran roble, donde Santiago Villares, alcalde de Urdax, se comprometió a proteger este monumental ejemplar aprobando próximamente una ordenanza municipal que garantice su conservación y cuidado. Lo dijo serio, sabedor de que en el mundo euskaldún, el de su cultura y lengua, la palabra dada bajo el viejo roble es sagrada.

Disfrutad de unos minutos de magia forestal gracias al arte de Joaquín Taboada.

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1 comentario

  1. Dice ser Fernando

    En la zona de Pontevedra, sur en las Rias Baixas es tal la cantidad de la abeja asiática que las abejas no salen de las colmenas por miedo a que las coman. Las ayudo poniendo planchas de polietileno delante de la piquera impregnada en pegamento para cazar ratones. Este sistema funciona pero son tantas que se es incapaz de matarlas todas.
    Hay q atacar a los nidos, y como la administración no tome nota , vamos a tener un gran problema. Un saludo

    03 octubre 2015 | 22:36

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