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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

¿Conoces la isla canaria del tesoro?

La isla de Lobos desde el mar es un volcán en medio del Atlántico.

La isla de Lobos desde el mar es un volcán en medio del Atlántico.

Todos los viajeros tenemos una deuda con el escocés Robert Louis Stevenson y su iniciática novela La isla del tesoro. Alimentó nuestros primeros sueños de aventuras en países exóticos, de personajes fascinantes como John Silver El Largo y de playas paradisíacas con aguas de color turquesa.

¿En el Caribe? Muy pocos saben que en Canarias existe uno de esos islotes deshabitados que durante siglos sirvió de refugio a belicosos corsarios; quizá también oculta algún tesoro escondido. Se llama la isla de Lobos, un espectacular volcán surgido hace 135.000 años entre Fuerteventura y Lanzarote, visitable y muy, pero que muy recomendable.

 

Paisaje lunar de Lobos visto desde el faro.

Paisaje lunar de Lobos visto desde el faro.

Su nombre ya es sorprendente. ¿Lobos en Canarias? Pues sí, pero no los maravillosos cánidos salvajes. Lobos marinos, la hoy muy amenazada foca monje (Monachus monachus).

Cuando los conquistadores normandos arribaron el islote en 1403 criaba en sus playas una numerosa colonia que apenas un siglo después había sido aniquilada. Mucho antes las habían visto (y cazado) los romanos que instalaron en este islote una factoría de púrpura y salsa de pescado (garum), más que probable origen de la confusión con el nombre de Canarias. No tierra de canes, de perros, sino de canes marinos, focas. Pero esa es otra historia.

A este pequeño volcán en medio del Atlántico se puede llegar cómodamente en pequeños barcos que todos los días parten desde el puerto de Corralejo, en un trayecto de apenas 20 minutos. Los más atrevidos van allí en sus tablas de windsurf. Y los más deportistas a nado. El récord en cubrir los 3.400 metros del brazo de mar está en 32 minutos.

Tierra de literatos

El deshabitado Lobos nunca ha tenido muchos habitantes, pero entre los que allí vieron la luz se encuentra la célebre poetisa y ensayista Josefina Plá, nacida en 1903 en el faro de Martiño, hija del torrero Leopoldo Plá y de Rafaela Guerra Galvani. Sólo transcurrió allí la primerísima infancia, pues muy pronto emigró a la Península y después a Paraguay. En ese país desarrolló casi toda su extensa y prolongada actividad artística e intelectual, hasta el punto de que Josefina Plá es más conocida en América del Sur que en España, aunque ella nunca olvidó su tierra natal (“La isla de Lobos, donde nací, verruga en el mar de la epopeya definitiva de la conquista del planeta […]”). Cultivó la poesía, el teatro, el periodismo, la narrativa y las artes plásticas, y estuvo varias veces nominada al Premio Cervantes. Falleció en la capital de Paraguay en 1999.

No es éste el único vínculo de la más pequeña de las Canarias habitadas con el mundo literario. Al padre de Josefina le sucedería en el cargo de farero José Rial Vázquez (1888-1973), quien llegó al islote en 1913 con 25 años de edad. Destacó sobre todo como periodista, pero fue también poeta, dramaturgo y novelista. Su primera obra, Isla de Lobos (1926) se inspira en sus vivencias en la pequeña isla, marcadas por el total desencuentro entre los pescadores de Corralejo que lo frecuentaban y el hombre culto que había venido de fuera. Más tarde escribiría Maloficio (1928), igualmente influida por su experiencia durante los escasamente tres años que vivió en Lobos en compañía de su mujer María y su hijo de corta edad. Un trabajo donde recoge en tres pequeñas novelas relatos relacionados con Fuerteventura y sus gentes, muy críticos con su pobreza, su sumisión a terratenientes y autoridades y la negativa influencia de la tradición y las supersticiones.

Paisaje lunar

Pasear por Lobos es adentrarse en un mundo de lava oscura y blanca arena. Son elementos de paisaje familiares en Canarias, y sin embargo, en Lobos se siente un ambiente diferente. El sendero, bien arreglado y señalizado, conduce primero al centro de interpretación, desde donde continúa bordeando pequeños conos volcánicos de cuyos flancos de picón y áspera lava azabache o rojiza surgen grupos de añosas tabaibas dulces, camino del faro. Estas plantas destacan como vistosos manchones verdes en invierno, pero durante la larga estación seca, durante la cual no tienen hojas, sus tortuosos troncos se encuentran perfectamente mimetizados en el entorno pétreo.

Los conos volcánicos u hornitos están separados por extensiones de malpaís y depresiones de terreno llanas con suelo limoso, en las que vive una interesante comunidad de plantas halófilas, es decir, amantes de ambientes salinos.

Pocas plantas pero muy interesantes. El número actual de especies catalogadas en Lobos puede estar en torno a 140, con una especie exclusiva en el mundo, la siempreviva de Lobos (Limonium bollei). Comparado con sus dos hermanas mayores, Fuerteventura y Lanzarote, no es mucho. Ambas albergan cada una entre 700 y 750 taxones diferentes, sumando en su conjunto una treintena larga de endemismos.

También es un maravilloso paraíso para las aves, especialmente las marinas. Sobre todo la pardela cenicienta (Calonectris diomedea), de la que hay una floreciente colonia de un millar de parejas.

Este es, sin embargo, un territorio para sentirlo, palparlo, explorarlo. Pasear pausado. Descansar en la tranquila playa de la Concha y quién sabe, quizás encontrar el tesoro de los piratas. En caso de no hallarlo no te preocupes. El autentico tesoro es haber conocido tan mágico rincón de Canarias.

Tienes más información sobre este fascinante islote en el artículo que escribí junto con el botánico Stephan Scholz para la revista Rincones del Atlántico, accesible en este enlace.

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