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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Adiós a los que se quedan y hola a Labordeta

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Mi querido amigo Paco Berciano tiene un blog en 20 Minutos que muchos leen pero él ya no escribe y una columna de opinión en el Diario de Burgos que él escribe y muy pocos podemos leer. Me siento, nos sentimos, huérfanos de esa clarividencia suya que sólo los muy inteligentes son capaces de sintetizar en una literatura de calidad.

Paco es uno de los máximos expertos en vinos y viñedos de Europa. Comparte con los grandes bodegueros un amor intenso por el paisaje agroforestal, por el terruño. También comparte con ellos una sentida preocupación por el derrumbamiento del mundo rural, por la pérdida de reconocimiento de los urbanitas a nuestros últimos guardianes del territorio.

Su columna de esta semana me llegó a lo más profundo del corazón. Está dedicada a José Antonio Labordeta y a esas personas que luchan contra el abandono de pueblos y aldeas, contra la incomprensión de quienes hace ya demasiado que no sentimos la fuerza y la dureza de abrir la tierra con un arado. Somos, como diría el llorado bardo aragonés, «como esos viejos árboles batidos por el viento que azota desde el mar». Es verdad, «hemos perdido compañeros, paisajes y esperanzas en nuestro caminar». Pero aún queda esperanza. La que te insuflan los viejos amigos en esas impagables conversaciones, pocas pero siempre cercanas, íntimas, auténticas. La próxima muy pronto, «que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero«.

Hace años, décadas ya, Paco y yo gustábamos de escribir artículos conjuntos en el Diario 16 de Burgos. «A pachas» lo llamábamos, una expresión cheli que evidencia el paso inexorable del tiempo. Lo recuperaremos pronto, seguro. Pero mientras tanto, os dejo íntegro el artículo publicado la pasada semana por Paco Berciano en el Diario de Burgos. Espero que lo disfrutéis tanto como yo.

Esta semana ha abierto sus puertas la Fundación José Antonio Labordeta, un homenaje que su mujer, sus tres hijas y un buen grupo de amigos ha querido rendirle. Labordeta fue maestro, escribió alguna de las canciones más bonitas de amor y de lucha que nunca se han escrito en castellano, recorrió los pueblos de Aragón y cantó su muerte diaria. Después hizo un programa diferente de televisión, de los que ahora no se llevan porque no había gritos sino gente hablando, contando paisajes e historias. Fue político de los que honró esa palabra.

Cuando leía la noticia, además de enormes ganas de visitarla, sentía una gran nostalgia. Nostalgia por el hombre que nos falta, por sus versos, por su voz profunda, por su honradez enorme.

Pero también nostalgia como castellano porque nosotros nunca hemos tenido la suerte de tener un hombre tan grande como él para cantar y contar y, sobre todo, para defender nuestros pueblos, nuestra vida rural.

Burgos es la provincia con más pueblos de España y una gran mayoría de ellos están muertos o a punto de morir entre el silencio y la indiferencia de todos. Cada año desaparece alguno, cada año se quedan más piedras vacías, sin nadie que las mire.

Cuando recorro Francia siento envidia por cómo ellos han sabido defender e integrar la vida en el campo. Sus pueblos son bonitos, tienen vida. En las calles hay flores y en las casas hay internet a toda velocidad. Trabajar y vivir en el campo en Francia es motivo de orgullo. En nuestra Castilla perdida es motivo casi de vergüenza, como si no se supiera hacer otra cosa.

Nos une con Aragón muchas cosas, desde el Camino del Cid hasta los pueblos despoblados y muertos que llenan su paisaje y el nuestro. Nos une la enorme historia que han tenido nuestros pueblos y la indiferencia de los que pueden actuar para evitar que esa historia se pierda para siempre. Muchos pueblos, llenos de pequeñas joyas que conservar, demasiado dinero que gastar para poder hacerlo en una época en la que el dinero no sobra. Y pocos votos que ganar haciéndolo.

No hemos tenido un Labordeta, aunque hemos tenido gente como Enrique del Rivero, César-Javier Palacios o Elías Rubio. La lástima es que su voz se ha oído menos y que nunca han tenido una plataforma importante para hacerse escuchar.

Pueblos muertos, formas de vivir acabadas, productos agrícolas que nunca volverán a ser iguales, panes cocidos al horno de leña en peligro de convertirse sólo en un recuerdo. ¿Quién te cerrará los ojos tierra cuando estés callada?

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3 comentarios

  1. Dice ser Ana

    «Nos haces una falta sin fondo»

    09 abril 2015 | 10:05

  2. Dice ser josé antonio

    Adiós a los que se quedan,
    y a los que se van también.
    Adiós a Huesca y provincia
    a Zaragoza y Teruel.

    Esta es la albada del viento,
    la albada del que se fue,
    que quiso volver un día
    pero eso no pudo ser.

    Cierto, hace falta mucha gente como tú.

    Siempre con nosotros.

    09 abril 2015 | 13:39

  3. Dice ser Chabier

    Gran artículo. Grande Labordeta.

    16 abril 2015 | 17:04

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